-Hola, mamá -se dejó caer en el sofá. -llamaba para saber si Tomás y tú se divirtieron en la boda.
-En realidad, mamá -suspiró-, Tomás no pudo ir.
-oh, qué pena. ¿Por qué no?
-No importa. Lo hemos dejado.
-oh, cariño, lo siento. ¿Qué sucedió?
-Me di cuenta. ..que no me importaba tanto como pensaba.
-Bueno, con lo bonita que eres, encontrarás aun hombre maravilloso pronto. ¿Te fijaste en los padrinos?
-No -rio. -Las bodas son un buen sitio para encontrar a hombres solteros, Paula-su madre
suspiró.
-Ahora que lo mencionas, madre, conocí a alguien allí.
-¿Quién? -preguntó tras un silencio, y supo que tenía toda su atención.
-Se llama Pedro -respondió antes de poder pensar-. Pedro Alfonso. Es gracioso, porque me recuerda un poco a papá -se quedó quieta, preguntándose cómo sería la reacción de su madre.
-Es maravilloso, querida.
-¿Lo es, mamá? ¿De verdad? -la oyó suspirar con otro tono y percibió un cambio en ella.
-Paula, tu padre no era perfecto, pero yo lo amaba. ¿Si deseo que las cosas hubieran sido diferentes? Claro que sí. También deseo . haber sido diferente yo.
No quería oírla aceptar la culpa por las aventuras de su padre.
-Mamá...
-Yo odiaba el sexo, Paula.
Tragó saliva y los ojos casi se le salieron de las órbitas.
- oh .
-Era inevitable que tu padre se descarriara. Las pocas veces que lo hizo, no me gustó, pero no le eché la culpa, y jamás dejó de amarme.
Se llevó una mano a la frente, aturdida por la revelación de su madre.
-Todos estos años pensé que te estaba haciendo daño.
-Todo lo contrario, querida. Tu padre y yo nos amábamos profundamente. Siempre se sintió tan culpable por sus aventuras que me traía regalos. Jamás dudé del compromiso que tenía con su familia.
-No sé qué decir -en treinta segundos toda su perspectiva sobre el sexo y las relaciones se había vuelto del revés.
-Entonces háblame de ese Pedro Alfonso.
Su mente se llenó de imágenes de Pedro, tantas en tan pocos días y todas ellas tan. .. profundas.
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