miércoles, 15 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 43

Quizá cuando averiguara que Tomás no era el hombre con el que creía que hablaba, y con la absoluta atención que le dedicaba él, rompiera con el tipo.
Se rascó la sien con el destornillador que había empleado para colocar un ventilador en la ventana de su dormitorio. Por otro lado, ¿era ese el modo en que quería ganarse a Paula, a través de la humillación?
Además, ¿qué diablos iba a hacer con ella si la conseguía? Lo más importante para él en ese momento era llegar a ser el mejor policía posible. Maldición, Paula  apenas lo soportaba y ya hacía que perdiera la concentración. ¿Cuánto podría empeorar si dispusiera de acceso ilimitado a ella? Mucho. Demasiado.
Suspiró. Como oficial de policía, se suponía que su conducta era más elevada que la de los civiles. Su soledad no era excusa para engañar a una mujer inocente. En algún momento, de algún modo, esa tarde encontraría un modo de contarle la verdad.
Paula (sonrisa amplia), ¿quieres oír algo gracioso?
Paula (meneo de cabeza), te vas a reír cuando te cuente esto.
Paula (situándose fuera del alcance de sus golpes) no vas a creértelo, pero...»
¿A quién quería engañar? Tendría suerte si no lo despellejaba. No había quebrantado ninguna ley escrita, pero no hacía falta ser un genio para reconocer que había pisoteado varias leyes no escritas.
Decidió que podía olvidarla, ya que ella tampoco lo tenía en muy alta estima. No es mi tipo». Si volvía a llamarlo por accidente, podía comunicarle que se había equivocado de número y colgar. Fin de la historia.
Se pasó la mano por la cara, tratando de. borrar la imagen de su rostro sonriente. ¿Era él el único hombre que sabía lo desinhibida que podía llegar a mostrarse?
Desde que había cambiado su turno al de la . mañana para reemplazar a un compañero enfermo, dispuso del resto del día para anticipar y temer su encuentro con Paula. Ella salía a las tres, de modo que habían quedado para verse en Herrington Park a las tres y media. Miró el reloj. Le quedaba una hora.
¿Te apetece algo de aire fresco? -le pregunto al perro.
Crash ladró dos veces.
Giró unas vueltas más los tornillos del ventilador y luego guardó la caja de herramientas. -De acuerdo, dame algunos minutos para pensar el modo. en que puedo brindarte movilidad e iremos al parque se detuvo, evaluó al perro vendado y se le ocurrió una idea-. Quizá no me mate si le parezco irresistiblemente tierno.
-oh, qué tierno -murmuró Paula a pesar de sí misma al ver a Pedro avanzar hacia ella. No se refería a él, aunque parecía diferente y menos intimidador con vaqueros y una camiseta azul, sino al animal al que arrastraba en un pequeño carrito rojo.
-Hola -saludo al acercarse-. He traído compañía, espero que no te importe.

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