jueves, 16 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 49

Comprobó las otras habitaciones de la primera planta y luego bajó. Fue de cuarto a cuarto y despues descendió al sótano, que había sido convertido en una sala de juegos y en un bar, hasta que al final abrió la puerta del cuarto de la colada que conducía al garaje.

Soltó una risa fugaz. ¿Por que no había mirado ahí desde el principio? Su lexus negro no estaba...probablemente había ido al despacho o quizá a la farmacia. Aliviada pero decepcionada de no haberlo visto, encontró un bolígrafo y un pedazo de papel y le dejó una nota:

Tomás:

Pasé para animarte con una sopa de pollo. Lamento no haberte encontrado... espero que ello no signifique que te sientes mejor. Dejé la sopa en la heladera.
Se mordió el labio y sacó el valor para escribir algo mas provocativo. Respiró hondo. Despues de lo que habían compartido juntos, podía ser valiente.
Llámame esta noche si te parece tener algo de diversión por teléfono. Nos vemos mañana en la boda.
Paula.


Dejó la nota sobre el mostrador de granito contra el molinillo de café, metió los diarios en el vestíbulo y luego cerró la puerta a su espalda. De regreso a la parada del autobús, se frotó la zona justo debajo del esternón. Ese picante perrito caliente no le permitía olvidar el momento con Pedro Alfonso. Todo en ese hombre era una inconveniencia.
Su cara siguió hostigandola mientras buscaba un regalo para Sofía de entre su lista de booda de veintisiete páginas. De la interminable selección de vajillas de porcelana, cristalerías y servicios de plata, eligió una bandeja con un dibujo de parras. En alguna parte había leído que la gente solía regalar las cosas que quería para sí misma, lo cual reconoció que en ese caso era verdad. Para ella, las bandejas hablaban de reuniones familiares y recuerdos. Una bendición que quería para su amiga, y algún día para sí misma.
En su mente, imaginó una mesa de acción de gracias con un pavo perfecto, un deslumbrante acompañamiento de platos deliciosos y docenas de brazos que servían. Familiares políticos, amigos... niños.

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