lunes, 13 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 33

Cuando quedaron solos ante su escritorio, él dejó de sonreír.
-Hola. –
Hola -repuso con sequedad.
 -Siento lo sucedido, señorita. Los chicos a veces se dejan llevar. ¿Quiere un poco de café o alguna otra cosa para beber?
Oh, ese «señorita» podía con ella. Se humedeció los labios.
-No. He venido para darle un número de teléfono -él volvió a sonreír-.
-No el mío - frunció el ceño. Bestia educada y presuntuosa-. He visto un cartel que anunciaba que un perro se había perdido, con una descripción parecida a la del que usted atropelló.
-Accidentalmente -añadió Pedro con pesar.
-Lo que sea -buscó en el bolso y sacó el número apuntado-. Aquí tiene.
-Gracias.
Sin embargo, no parecía demasiado agradecido.
-¿Lo llevó al refugio?
-No, me lo llevé a casa conmigo.
-Oh -parpadeó sorprendida-. Bueno, qué amable.
-¿Le causé problemas en el hospital?
-Sí.
-Lo siento, señorita.
-No, no lo siente. Le indiqué con claridad que no se me permitía atender aun perro, pero no quiso marcharse.
-podría haber muerto.
-Mire, me gustan los perros como a la que más, pero, ¿qué sentiría si entrara en Urgencias con un ataque al corazón y viera un perro tendido en la cama contigua a la suya?
-Eso depende. ¿Es usted mi enfermera?
 -Adiós, oficial Alfonso.
-Espere. Iba a tomarme un descanso. ¿Qué le parece si vamos a comer algo?
Tenía que comer antes de entrar de servicio en la donación de sangre, pero no quería comer con él.
-No. -Oh, vamos -insistió-. No importa lo que diga, ayer le salvé la vida. Me debe un perrito caliente. Además, es mi cumpleaños.
Al ver sus brillantes ojos castaños, titubeó. Era increíblemente atractivo, de eso no cabía . la más mínima duda. y aunque el día anterior ella habría sido capaz de salvarse a sí misma, él había ido a su rescate.
-Bueno... -Pedro -gritó un hombre detrás de Paula-. ¡Feliz cumpleaños!
Toda la multitud había regresado escoltando a una rubia vestida con un tradicional uniforme de enfermera. Siempre que las enfermeras llevaran minifaldas, claro está. y tacones de aguja.

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