lunes, 20 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 67

"Se lo diré en la recepción, después de beberme una copa para tener valor".
-Y un brindis muy especial -pidió Sofía, alzando su copa- por nuestro amigo y héroe, el oficial Pedro Alfonso, del departamento de policía de Birmingham.
Los invitados estallaron en un aplauso entusiasta. Desde el otro extremo de la sala, a Paula  le palpitó el corazón con fuerza mientras bebía. Tomás no había aparecido, de modo que su esperanza de tener un escudo ante Pedro se había evaporado. No había dejado de moverse entre la gente para evitar estar a solas con él. A Pedro  no pareció importarle entre tanta felicitación. y las mujeres. Estas eran tan. ..atrevidas en su lenguaje corporal.
 No era que le importara. Después de todo, ella ya había tenido sus oportunidades. Ambos se deseaban. Pero primero Tomás, luego Pedro... ¿a quién más desearía la semana siguiente? Participar en juegos sexuales solo alimentaba un apetito peligroso. La segunda vez era más fácil cruzar un límite prohibido, y la actividad tendría que ser cada vez más osada para proporcionar el mismo placer. ¿Dónde terminaría? No en un matrimonio comprometido.
Se bebió el resto del champagne y fue en busca de un teléfono para quedar en algún sitio donde poder hablar con Tomás, ya que hasta el día siguiente no dispondría de teléfono. Suspiró. Aunque en su momento Tomás había dado la impresión de disfrutar con sus llamadas, había llegado a la conclusión de que la evitaba. Quería devolverle su libertad en cuanto fuera posible.
-Paula. Al oír la voz de Pedro a su espalda, cerró los ojos un momento, luego aceleró el paso y estudió los letreros de las puertas. Al ver la palabra "Despacho" en la segunda de la derecha, se lanzó en línea recta hacia ella, a pesar de que las pisadas se acercaban a toda velocidad. La mano grande de él se cerró en tomo a la suya sobre el pomo, disparándole la temperatura corporal.
-Paula, necesito hablar contigo. Deseó no haber bebido la copa de champagne. Durante un momento estudió su mano como hipnotizada.
-No hace falta, Pedro.
-Créeme, sí que hace falta. Giró despacio y alzó la vista al hombre que creaba el caos en sus emociones y libido. Sin embargo, en cuanto sus ojos se encontraron, supo que estaba metida en problemas. Él le apretó la mano con más fuerza y vio que le costaba tragar.
"Lo deseo", gritó cada fibra del cuerpo de ella al unísono. Sintió que entreabría la boca. Al siguiente instante, los labios de Pedro se cerraron sobre los suyos con gesto hambriento. Le aferró los brazos con ambas manos como si temiera que pudiera huir. Las lenguas se buscaron en una danza frenética y Paula sintió que le ardían los muslos. El champagne se mezcló en sus bocas. Gimió y pegó su traidor cuerpo al suyo.

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