miércoles, 31 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 55

¡Paula. Necesito que vengas conmigo inmediatamente!.-
Habló al mismo tiempo mi móvil y la persona frente a mí. Mi corazón comenzó a latir furiosamente. Su cara no era la mejor y peor aún… Algo me presagiaba que las cosas fuera de mi casa, no estaban mejor de la situación en que me encontraba.
- ¡¿Qué ha pasado?.- grité con un gran terror en mi cara y mi cuerpo.
- ¿En que **** estabas pensando cuando te fuiste sin decirme o a Lulu?.- siseó Pedro con cara de no muy buenos amigos..
- ¡¿Le pasó algo?.- inquirí frenética.
- Pasa que no se logra dormir y se niega a hacerlo, mientras tú no estés con ella.- dijo seco.
- Yo…pensé…- tartamudee sorprendida por su reacción.
- Tú no pensaste Paula. Simplemente hiciste lo que según tú correspondía, pero no consultaste mi parecer.
En ese momento caí en cuenta. El estaba reprochando mi falta de respeto e irresponsabilidad por haber dejado botado lo que era mi trabajo. Era lo único que nos concernía juntos, el cuidado de mi pequeña. La única que no había entendido el manejo de la dinámica jefe y empleada era yo… Aquí no había sentimientos desde dos ángulos, era sólo unilateral…y ese lado estaba conmigo ¡No con él!
Intenté no relucir mi decepción y mi rabia. Lo dejé en la puerta de mi departamento y me adentré en mi cuarto para buscar mis cosas… Tomé varias respiraciones para no seguir llorando como lo había hecho, y para lograr calmar la pena que iba consumiendo cada fibra de mi ser… El era el papá de la pequeña que tanto amaba, y era mi jefe en todos sus aspectos… Debía grabarme a fuego ese detalle… ¡Esa señal! Como había dicho Ángela… y era clara…
- Vamos.- hice un gesto para que saliera de mi departamento.
- ¿Qué pasa? Paula lo que yo quería….
- He entendido Doctor Alfonso.- intenté que mi voz no saliera filosa, pero sucumbí a la ira.
- ¿Doctor Alfonso? Paula por favor, siempre me haz dicho Pedro ¿Por qué-?
- Usted es mi jefe. Lamento haber sido imprudente y haber venido a mi casa, no se volverá a repetir.- le corté.
- Paula creo que no nos estamos entendien-
- Por supuesto que lo hacemos ¿Vamos donde  Lourdes o nos quedaremos toda la noche aquí?.- volví a interrumpirlo.
- Iremos, pero quiero que entiendas que estas equivocada. Yo nunca he queri-
- Me voy.- lo empujé levemente y bajé corriendo las escaleras.
- Paula.- llamó, y lo sentí cerca de mí. Tomó mi brazo y me volteó.- ¿Quieres escucharme?
- Mira Pedro, si quieres que siga siendo la niñera de Lourdes las cosas quedarán claras.- me solté de su agarre.- Soy Paula y quiero que mantengamos una relación laboral como debe ser.- necesitaba eso para seguir, no quería seguirme confundiendo como lo había hecho. No era sano para mí.
- Está bien Paula.- pronunció y se alejó para llamar un taxi…
Era lo mejor.

Una Dulce Inocencia: Capítulo 54

¿Qué pasó Paula?.- Vanessa rodeó su escritorio y estuvo pronto frente a mí.
- N-nada.- hipé.- Es que… Pedro le dijo a Lulu que era su.- hipé.- Papá.
- ¿Y por eso lloras?.- sonrió amigable, tomando mi brazo y jalándome al asiento
- Es que… es que me dio pena.- admití llorando más fuerte.- Creí que ella no lo quería, porque no se inmutó cuando supo.- volví a hipar.- Pero era porque ella pensaba que Pedro no quería un abrazo de ella.
- Entiendo.- acarició mi pelo.-  Lulu tenía miedo de la reacción de Pedro. Pensaba que quizás actuaría como los otros dos imbéciles a los que debía llamar papá.- asentí secando mi cara.
- Ella nunca debió pasar por algo así.- susurré con dolor.
- Nunca Paula, pero ahora será distinto.- volví a asentir.
- Voy a ir a mi casa.- Vanessa me miró extraña.
- ¿No pretenderás alejarte de ella? Paula, esa niña te adora. Sería un golpe inmenso el que la dejaras de un día para otro. Además Pedro me ha dicho que quiere…
- Seguiré a su cuidado, es sólo que Hector, mi hermano se regresa a Forks y lo iré a despedir.
- Está bien.- admitió ella.- Necesitas un espacio para ti igualmente ¿Verdad?.
- Mucho.- concordé con su suposición.
La puerta del despacho de Vanessa se abrió, por la que entraron Michael y Lucy. Se acercaron en dos pasos hasta donde estaba, creyendo que había pasado algo malo, pero Vanessa les comentó los nuevos sucesos. Ambos se mostraron alegres por lo sucedido, así que tomé mis cosas y me marché de allí… Había algo que iba mal conmigo y no quería que nadie me preguntara más allá de lo que podía decir y lo que era lógico.
...
- De verdad puedo ir a dejarte.- exclamé nuevamente a Hector.
- No es necesario Paula. Intenta descansar.- volvió a rehusarse.
- Yo lo llevaré.- habló Ben.- Tengo que ir por unas cosas y aprovecho para dejarlo.
- Puedo hacerlo.- intenté ponerme de pié, pero Ángela me sentó de un empuje.
- Tu y yo vamos a conversar. Deja que Ben se encargue.- me ordenó.
Me despedí de Hector, dándole las gracias por haber estado conmigo todos estos días. Lo único que me pidió él era que me cuidara y que cuidara de la pequeña pelotita. Ángela preparó dos tazas de humeante chocolate caliente y nos sentamos a conversar los últimos sucesos. No pude evitar que nuevas lágrimas se agolparan en mis ojos…
- Me alegro que todo saliera bien.- expresó sonriente mi amiga.
- Yo también.- me colé a sus palabras.
- Sin embargo…- me miró con cautela.- ¿Por qué si estás tan contenta sigues llorando?.
- De alegría...- en parte verdad y en parte mentira.
- Hay algo más.- aseguró. Rehuí sus ojos inquisitivos.- Tú lloras porque sientes celos.
- ¡Claro que no! ¡Estoy feliz por él y mi pequeña!.- declaré tajante.
- No digo que estés celosa de Pedro o de Lulu. Sientes que te hubiera gustado ser más parte de ese momento.
- Lo fui.- rebatí.
- No como quisieras.- me contradijo.- Tú amas a esa pequeña como si fueras su verdadera madre. Y estás comenzando a sentir por Pedro más que un simple cariño o gratitud por cómo es con Lulu.
- N-no…eso no.- balbucee nerviosa.
- No me mientas y no trates de corregirme, porque sabes que estoy en lo cierto. Y mi único consejo es que sigas lo que te dicta tu corazón.
- ¿A que te refieres?.- pregunté.
- Pedro es un hombre soltero. Tu también lo eres. Y Lulu es un lazo demasiado fuerte que ambos comparten. No cierres tus ojos a la realidad cuando se presente clara ante tí.- la miré atenta.- Hay algo que crece entre ustedes, que es totalmente independiente de esa pequeña. No lo dejen pasar.
- Pero… Yo no estoy enamorada de él, y el… tampoco de mí.
- Yo no hablo de enamoramiento propiamente tal, pero todo sentimiento comienza con un paso… Ustedes están en el primero…
- Quizás…
- Ahora acuéstate y trata de dormir. Mañana te quiero en pié al alba para ir a ver a esas dos personas que están calando hondo en tu corazón ¿O quieres que me quede contigo?
- No es necesario Ange. Estaré bien.- aseguré.
- Cualquier cosa me llamas.- asentí.
Observé a mí alrededor luego que mi amiga se fuera y me sentí sola. Quería tomar un taxi nuevamente e ir hasta allí, pero mi lado menos egoísta me señalo que estaba bien. Que ellos necesitaban ese espacio padre e hija que se daba por primera vez… Y así seguí llorando… ¡Patético e ilógico! Pero yo estaba así…
...
Miré una vez más la cama, a pesar que mi cuerpo me llamaba a dejarme caer en ella, pero mi mente y mi corazón anhelaban a alguien más allí… Me levanté y rebusqué algo que hacer nuevamente para despejar mi mente, pero todo allí me recordaba a ella, era como si su presencia estuviera impregnada en esas cuatro paredes… Solamente ahora me daba cuenta de cuanta falta me hacía, y cuanto había llegado a amar a esa personita. Iba más allá de la razón y más allá del entendimiento para cualquiera que estuviera ajena a la burbuja que habíamos creado.
Cuando ya no tuve más excusas para prolongar mi inminente recorrido hacia mi cama, me dejé caer en el piso apoyando mi espalda en la puerta de mi cuarto. El reloj marcaba la una de la mañana y al parecer no se adelantaría como esperaba… Llevé mi mano hacia mi cara y empañé las lágrimas que no dejaban de caer desde el mismo momento que había abandonado ese lugar. Era ilógico y lo sabía, sólo faltaban 6 horas, 45 minutos y algunos segundos para volvernos a reencontrar…pero parecían una eternidad.
Sentí la melodía de mi móvil sonar y me levanté con pereza de mi lugar, quizás era Ángela para preguntarme cómo estaba, así que simplemente rechazaría la llamada y volvería a hundirme en mi tristeza… Cuando estaba por llegar a él, un golpeteo incesante aporreó la puerta de mi casa… Alcancé mi móvil y me encaminé con él a la puerta, un número desconocido titilaba en la pantalla. Lo contesté en el mismo momento que habría la puerta.
- Hola.- saludé.

Una Dulce Inocencia: Capítulo 53

- ¿Me quieres?.- pregunté de la misma forma que lo había hecho otras veces.
- Sí.- susurró. Sonreí ante su respuesta y ella lo hizo en forma pequeña.
- Entonces ¿Qué pasa preciosa?.- le pregunté. Y me di un impulso para preguntar lo que más temía.- ¿No quieres que… sea tu papá?.- consulté con temor impregnado en mi voz.
- Si quiedo.- pronunció quedito. Expulsé todo el aire retenido de golpe.
- ¿Y por qué haz reaccionado así bebé?.- le consultó Paula y sus ojitos volvieron a aguarse
- Podque yo pensé que estaba bien.- terminó hipando.
- ¿Estaba bien que no le dieras un beso o un abrazo princesa?.- volvió a preguntar Lourdes, a lo que ella asintió.
- A pa…- cortó de inmediato la frase. Y algo me decía que sabía mas menos lo que oiría.- A James y Félix, no les gustaba que yo me juntada con ellos y menos que los abdazada.- rompió a llorar y no pude mas que seguirla.
¿Cómo **** era posible que una mujer dejase pasar eso? Ni siquiera podía llamarla perra, porque ofendía a ese animal. Hasta ella era más madre que esa bruja. Se me nubló la vista y pasé el dorso de mi mano por mis ojos y mi cara. Paula no estaba mejor que yo y lloraba en forma silenciosa aferrando a mi hija en sus brazos…ella era tan…tan madre, sin siquiera experimentarlo… Me acerqué más a ella y tomé suave los brazos de Lulu, no fue necesario usar fuera… Se soltó de Paula y me quedó mirando con sus ojos como un cachorrito…
- Yo si… quiero un abrazo.- logré decir.- ¿Me lo darías?.
- Sí.- sonrió y se acercó despacio a mí.
Una vez que su pequeño cuerpecito estuvo en contacto el mío, enterré mi cara en sus cabellos y solté todo lo que tenía. Ella se aferró de igual forma a mí y parecía no querer soltarse nunca, así mismo como yo lo hacía con ella… Mi mente rememoró cada uno de los abrazos que mis padres me habían dado a lo largo de mi vida, y quise volver el tiempo atrás para darle cada uno de los mismos a mi hija…
Nunca me plantee ser padre a esta edad, y tampoco me aventuraba a conseguir un patrón para el futuro… Pero ese pedacito de carne en mis brazos me había cambiado mi perspectiva, me había hecho empezar a sentir con fuerza… Mis padres siempre me decían que el amor a los hijos era un sentimiento sin fronteras y sin dimensiones, y hoy yo lo podía experimentar… Era un amor infinito…
No sé cuanto tiempo estuvimos así, pero cuando levanté mi vista hacia esa otra persona que comenzaba a ganarse un cariño enorme, ella ya no estaba. Busqué por la habitación y entendí que había querido darme este espacio sólo a mí. Sonreí y tomé la carita de Lulu entre mis manos… Ella me observaba con una sonrisa… La llené de besos por todos los lugares que era posible, y con cada risa de ella, hacía que mi corazón se ensanchara cada vez más…
- Edes mi papá y te gusta que yo este contigo.- pronunció entre risas.
- Siempre Lourdes.- contesté serio.- Quiero que siempre estés conmigo, que siempre me abraces y me beses y juguemos juntos… y mucho más.- expresé desde el fondo de mi ser.
- Yo también te quiedo siempe.- expresó.
- Lulu.- le hablé.- ¿Tú extrañas a tu mamá?.
- No.- dijo firme, y a pesar de sentir un pequeño tirón dentro de mí, la entendí.- Paula es mi mamá ahoda.- afirmó sin titubeos, dejándome pasmado.
- ¿Ella… tu mamá?.
- Aham.- asintió.- Cuando estuvimos donde mamá Sue, ella me dijo que nunca me iba a dejad y yo le dije que buscadamos un papá. Y tu edes mi papá, así que ya no tenemos que buscad más, estamos todos.
- Estamos todos.- corroboré con ella, y algo dentro de mí volvió a sacudirse, pero esta vez de mayor fuerza y más potente…
...
- ¿Y tendemos una casa?.- gritó Lulu cuando Michael habló de ello.
- Por supuesto que sí.- sonreí ante su entusiasmo.
- Y yo quedo un animalito.- pidió inmediatamente. Lucy y Michael ocultaron sus sonrisas en una fingida tos.
- Muy bien ¿Qué dices el papi? ¿Podrá tener Lulita un animalito?.- se burló Lucy, ella sabía que los animales no iban conmigo.
- Tendremos que verlo.- dije un tanto contrariado por eso.
- Yo creo que deberías pedírselo ya.- acució Michael con su cara maliciosa.
- ¡Pod favod!.- pidió mi pequeña juntando sus manitas frente a su rostro y con carita de niña buena.
- Está bien.- me derretí y acepté.
- Oki doki.- gritó Lulu y se lanzó a mi cuello nuevamente.- Tengo que contadselo a Paula ¿Dónde está?.
- Su hermano debía volverse hoy a Forks, así que lo fue a dejar.- explicó Michael, pero hubo algo en su mirada que me alertó de algo más.
- ¿Y a que hoda vuelve?.- volvió a preguntar Lulu.
- Vuelve luego.- mentí y la dejé con sus juguetes para acercarme a Michael.- ¿Qué pasó?.
- Ella dijo que prefería quedarse esta noche en su casa.- musitó bajo mi amigo.- Me dió a entender que era un momento de ustedes dos y ella prefería regresar mañana.
- ¡No va a venid!.- nos giramos inmediatamente a Lulu. Lucy se paró rápido y fue hasta donde ella.
- Claro que va a venir.- la trató de tranquilizar, pero la mirada de mi pequeña era de incredulidad.
...
Eran las once de la noche y Lulu aun no lograba dormirse, esperando a que  Paula volviera. Lucy se había marchado a casa y Michael se había quedado conmigo por si necesitaba algo. Mi estómago era un mar de revueltitos, ya no encontraba más excusas que decirle a Lourdes para explicar la ausencia de Paula y ella no tenía intenciones de dormirse sin verla llegar. Había llamado a su móvil reiteradas veces, pero todas y cada una eran ignoradas en forma total… Estaba comenzando a desesperarme…
- No debió irse así.- alegué.- Ella debió al menos hablarle a Lourdes y darle sus razones.
- Perdón hermano, pero creo que estás actuando un tanto posesivo con ella.
- ¡¿Posesivo? ¡¿Me dices posesivo?.- exploté.
- Posesivo y neurótico. Bájale a tus dosis de cafeína.- bromeó, pero no estaba para sus juegos.
- La he llamado mil veces y no pasa nada.  Lourdes no se dormirá mientras ella no esté aquí.- volví a jalarme el pelo. En una hora más estaría calvo.
- ¿A que hoda vuelve Paula?.- volvió a preguntar mi pequeña por décima vez un una hora.
- ¡Ahora mismo!.- rugí.
- ¿Qué jodida estupidez vas a hacer?.- me interceptó Michael.
- ¿Quieres que venga Paula para poder dormir Lulu?.- ella asintió alegre.- Entonces ella vendrá
- Espera Pedro.- Michael tomó mi hombro.- Lourdes es tú responsabilidad, no la de ella. Ella sólo ha estado trabajando para cuidarla a falta de familia que se haga cargo de ella.
- ¡Pues ella seguirá a cargo de Lourdes!.- rebatí.- ¡Y es su deber estar con ella aquí!.
- Vanessa estuvo de acuerdo en que ella se fuera para que tu tuvieras tiempo con Lulu.- volvió a explicar Mike.- Ella sólo lo creyó mejor así.
- ¡Pues se le olvidó un gran punto.- expuse rabioso!.- ¡Se le olvidó preguntar si Lulu y yo la queríamos lejos. Quédate con ella, vuelvo en menos de una hora. Empieza a contar!
Lo último que oí fue el "Sí" de Lulu y salí a la fría noche de Washington, buscando el calor de ella… De quien no quería un segundo lejos de mi hija….y de mí.

Una Dulce Inocencia: Capítulo 52

- Vanessa y todos mis amigos.- recalqué la palabra, dejando claro que ella no lo era.- Lo han hecho.
- Me hubiera encargado personalmente de ella.- expuso con tono mas meloso.- Tú te haz convertido en alguien importante para mí.
- Gracias por tu consideración Amanda.- agradecí.- Pero te repito. Mi familia y amigos han estado al pendiente de ella y de mí.
- Podríamos hacer algo juntos.- propuso. Respiré hondamente, ella no se daba por vencida y sus constantes acosos no me estaban sentando bien.
- Tengo planes ya definidos.- tajé.- Con ella y con Paula.
- Paula.- repitió como si fuera un insulto.- Ella es la niñera. Creo que  Lourdes debería tener más contacto con personas a su nivel.
- ¿Cuál sería según tú su nivel?.- pregunté tratando de controlar mi molestia por su insinuación.
- Conocí a tus padres, son gente de bien. Ella sólo es una empleada Pedro. Nunca es bueno que los hijos se inmiscuyan tanto con la gente de servicio.
- No lo veo así. Y de hecho, prefiero mil veces la compañía de ella para Lulu, mi hija. Que cualquier otra persona.- dejando en claro que ella estaba incluida en esa calificación.- Permiso. Tengo cosas que hacer.
No le di tiempo de volver a pronunciar palabra. Estaba harto de tener que lidiar con sus directos coqueteos. Ella no me llamaba la atención, y se lo había dejado claro desde el primer momento, pero la mujer era terca y obstinada… Caminé a la habitación de mi hija. Tenía que hablar con ella, aunque no tenía idea como abordar el tema… ¿Cómo le dices que tu eres su padre? Ni idea… Abrí la puerta y saludé a ella y a Paula que estaban tiradas en el suelo, coloreando libros que mi madre le había regalado.
- ¿Quiedes pintad?.- me preguntó Lulu.
- Luego.- musité y sentí los nervios en mi voz. Paula  me observó atenta y comenzó a recoger las cosas.
- Lulu. Pedro quiere hablar contigo.- mi miró para buscar la confirmación a sus palabras y asentí.- Yo iré a comprar algo y vuelvo.
- ¡No!.- grité, haciendo saltar a las dos por mi arranque adrenalínico.- Quiero decir… ¿Podrías quedarte?.- pedí moderando el tono de mi voz.
- ¿Estas seguro?.- cuestiono y creo que mi cara le dijo todo.- Bien, me quedaré.
- ¿Qué vamos a hablad?.- cuestionó mi hija, sentándose al estilo indio y afirmando su cabecita en sus manos.
- Lulu… este… yo…- ¡****!
Me refregué la cara con mis manos en forma brusca. No podía encontrar las palabras para decirle que yo era su padre… Me recordé en la novelas que veía Diana, cuando daban una noticia así y era tan fácil ¡Claro! Ellos no estaban en la vida real, y para mi infortunio… la vida real no era tan sencilla como en las novelas… Miré a Lulu, me observaba con su pequeño entrecejo fruncido, debía pensar que estaba loco. Luego miré a Paula, y sus ojos brillaban de una forma especial. Infundiéndome el valor que necesitaba…
- Pequeña.- habló Paula mirándome cautelosa. Le demostré con mi rostro que estaba de acuerdo con lo que fuera que quería decir.- ¿Recuerdas cuando te conté de David, Renée, Phil y mamá Sam?.
- Sip.- contestó ella.- Tu papá y mamá se casadon y después se sepadadon y ahoda están con mamá Sam y con Chris. Y tienes más hedmanos que son Leah, Hector y Seth. Y Helena.- Paula la miró sonriente.
- Exacto.- afirmó.- Pues bien. Hay ocasiones en que los papás no se casan y de igual forma tienen hijos.- mi pequeña estaba atenta.- Y hay otras ocasiones, en que la mamá se queda sola con sus hijos, y el papá no sabe que tiene un bebé.
- ¿Siiii?.- cuestionó ella impresionada.
- Así es.- fue mi turno de interceder.- Hace un tiempo atrás, una mamá tuvo a su pequeña hija. El papá de ella no sabía que la bebé existía. Por eso nunca estuvo con ella.
- Que pena pod ella. Mi mamá viaja mucho, **** igual tenía a mis papas.
Sentí la rabia acumularse en cada poro de mi ser. Ellos no eran sus padres, y menos tenían el derecho de ser llamados así por ella, cuando tenía en cuenta la clase de ratas que eran, al menos el tal James. Una cálida mano se posó en la mía y la tomé con fuerza… Miré a Paula que me sonreía para apaciguar mi estado de ánimo, que al parecer había sido notorio.
- Lulu, esas personas a las que tu llamabas papá…no lo eran.- ella abrió de par en par sus expresivos ojos.
- ¿No? ¿Y pod qué?.
- Ellos… Ellos eran amigos de tu mamá.- expliqué.- Y como buenos amigos de tu mamá, ellos se decían ser tus papás. Como una forma de cariño ¿Entiendes?.- me tragué todas las palabras que querían salir de mi boca en vez de cariño.
- Como Paula le dice a Sue, mamá Sue.- ejemplificó.
- Muy parecido a eso, pero haz captado la idea bebé.- al parecer Paula no estaba mejor que yo, intentando dejar de lado los insultos.
- ¿Y entonces quien es mi papá? ¿O no tengo como Tiger?.- preguntó ella. Su amigo tampoco tenía papá por lo que sabía, pero al menos no había tenido que lidiar con los imbéciles que había tenido que hacerlo mi hija ¡Mi hija!
- Claro que tienes princesita.- Paula me miró esperando mi intervención inmediata.
- Lulu… Yo….- carraspee con el intento de aclarar mi garganta.- Yo… soy tu… papá.- terminé con un nudo en la garganta.
El silencio se extendió en la habitación. Sentí que hasta los diversos ritmos de los corazones en el sitio, podían oírse… No quité la mirada de Lulu, tratando de captar algún movimiento que me indicara algo, alguna reacción… Pero no había nada, ella simplemente estaba allí, saltando su vista desde Paula a mí y al revés… De pronto Lourdes se removió y mi estomago dió un vuelco anticipando algo… pero me quedé inmóvil al verla…
Lourdes volvió a tomar el libro que coloreaba junto a sus lápices y se acomodó de la misma manera en que la había visto al llegar. Estaba ahora estirada, coloreando como si nada hubiera cambiado… Nos miró una vez más, nos regaló una sonrisa y siguió en lo suyo… Quedé atónito… Un leve apretón en mi mano, me hizo reaccionar y darme cuenta que aun sostenía la mano de Paula y que lo que creía no había sucedido, en realidad sí había pasado…
- ¿Lulu?.- llamó Paula, ya que yo aun no volvía al presente.
- ¿Si?.- preguntó ella naturalmente, dejando de lado lo que estaba haciendo.
- ¿Haz… escuchado lo que Pedro te dijo?.- utilizó una voz suave
- Ajá.- confirmó ella.
- ¿Y qué…? Lulu, di algo.- le pidió con el mismo tono.
- Gacias.- respondió. Se puso de pié y me dio un pequeño beso para volver a su puesto.
- ¿Gracias?.- repetí, intentando adecuar esa palabra a lo que acababa de decirle.
- Si.- fue su respuesta.
- Lulu ¿Tu viste como saludé yo a mi papá?.- inquirió Paula.- No creo que sea la mejor forma como lo haz hecho bebé ¿No tienes nada que decir?.
- No te enojes Paula, pidió bajito Lulu. Y su carita se adornó con un rosa exquisito.
- Princesa. No estoy enojada.- Paula se acercó a ella y Lulu se lanzó a sus brazos escondiendo su carita en su cuello. Nos miramos intentando entender qué pasaba.- Lourdes ¿Qué pasa?.- preguntó Paula y comenzó a sobar su espaldita.
- No se enojen conmigo.- volvió a pedir, pero esta vez su voz mostró un claro llanto.
Paula y yo volvimos a mirarnos, esta vez preocupados por ella. Me acerqué hasta su lugar y comencé a acariciar su cabeza y brazos. No entendía qué estaba ocurriendo, pero el nudo en mi garganta y la opresión en mi pecho cada vez se hacía más insoportable. La única conclusión que sacaba de todo esto, era que lamentablemente…ella no quería un papá, y menos a mí… Y aunque intentara relevarlo, me dolía…
- ¿Lulu?.- la llamé captando la mirada de Paula en seguida sobre mí. Mi voz demostraba sin quererlo, mi sentimiento.- Lulu. Mírame.- pedí.
Poco a poco fue descubriendo su carita. Sus ojos estaban totalmente aguados y de ellos corrían sin cesar silenciosas lágrimas. Su nariz y mejillas estaban totalmente sonrojadas y su pequeño labio temblaba casi imperceptiblemente. Acerqué con temor a su rechazo mi mano a su carita, y fui secando el río de lágrimas que la surcaban. Ella no se apartó y me miraba bajo sus pestañas, como con temor… Me partía el alma verla así.

Una Dulce Inocencia: Capítulo 51

- Es que tendrías que haberlos visto Michael.- Lucy seguía riendo como loca.- La cara de Paula era un poema, y la de Pedro…- tomé el cojín más cercano y se lo lancé con fuerza, dándole de lleno en el brazo.- ¡Ey! Agradece que era yo y no tu doctorcita.
- En eso tiene razón.- apoyó Michael.- Si hubiera sido la otra loca, a esta altura Paula está calva y tú desmembrado.
- No tendría por qué. Yo no tengo nada con ella…- indiqué por Amanda y luego razoné algo más.- Y con Paula tampoco.
- Por ganas no te quedas.- comenzó Lucy nuevamente.
- ¿Puedes dejarlo?.- pedí perdiendo la paciencia.
Hacía más de media hora que estaba siendo el blanco de las burlas, de los que se decían mis grandes amigos. Lucy, había estallado en carcajadas luego de su singular broma, y Paula prácticamente se había atorado con el aire y había salido a trompicones de la habitación.
- Hermano.- habló Michael nuevamente.- Si yo fuera tú, también estaría baboso por Swan.- sonrió y reprimí un gruñido por sus palabras.- De hecho… Si no hubiera conocido al amor de mi vida, Paula estaría en mis listas.
- Por suerte no es así.- prácticamente bramé
- ¡Ves! Tu mismo lo reconoces ¡Te gusta!.- puntualizó Lucy.
- Me atrae.- le corregí. Los dos sonrieron como si hubieran descubierto la luna.- Par de ****as.- mascullé entre dientes.- Bueno, he venido a conversar algo serio con ustedes ¿Será que es posible?.
- Por supuesto. Soy la seriedad en persona.- respondió Mike ¡Si, claro!.
- Me ahorraré comentario.- balbucee.- Debemos cambiarnos de residencia.- anuncié ante sus caras de asombro.- En poco tiempo más deberé hacerme cargo de Lulu, y un departamento que la única parte al aire libre que posee da hacia la avenida donde transitan cientos de vehículos a máxima velocidad, no es opción.
- Creo que tienes toda la razón, pero ¿Dónde?.- consultó Lucy.
- Mis padres se encargarán de buscarla. Creo que ellos pueden hacer mejor elección que nosotros.- expliqué, a lo que ellos estuvieron de acuerdo.
- ¿Cuándo nos cambiaremos?.- inquirió Michael.
- Nosotros cuanto antes. Lulu deberá esperar la resolución de todo.
- ¿Cuántos seremos?.- fue el turno de Lucy esta vez y su sonrisa maliciosa me parecía sospechosa.
- Cuatro.- me encogí de hombros, era obvio.
- ¿Seguro?.- contrapuso Michael, acompañando a Lucy.
- Seguro.- afirmé captando el hilo de sus miraditas.
...
- Bien Pedro. Con tu padre hemos conversado largamente sobre lo que se vendrá para tí y para Lulu.- asentí a las palabras de Vanessa.
- Hijo. Tendrás que estar presente en el juicio que se lleve a cabo contra la madre de tu hija.- volví asentir.
- Si es que hay juicio.- exclamé, recordando que las pruebas no eran contundentes.
- Habrá.- aseguró Vanessa.- Tengo pruebas en mi poder y tengo a varios testigos que pueden atestiguar en contra de ella y el otro hombre.
- ¿De donde las haz sacado?- cuestioné asombrado.
- En mi poder tengo las fotos y papeleo que se encontraban en la casa de ella, al momento que la tomaron detenida.- comentó.- Y los testigos. Pues digamos que he utilizado métodos poco ortodoxos para aliárnoslos, pero el fin justifica los medios.- sonrió inocentemente.
La puerta del despacho de Vanessa se abrió luego de unos suaves golpes. Miré en dirección allí y Paula entró despacio. La seguí observando hasta que tomó asiento alejada de mí, y jamás cruzó su mirada con la mía. Además de mostrar un nerviosismo y tonalidad rosácea en su rostro ¡Mataría a Lucy! Era definitivo.
- Que bueno que ya estás aquí Paula- Vanessa con disimulo intercambió miradas entre ella y yo.- Le comentaba a Pedro lo que acontecerá ahora en adelante
- Ok.- musitó sin apartar la vista de Vanessa.
- Tú eres una pieza clave en esto.- la indicó.- Seré totalmente sincera. Quiero a esa mujer en la cárcel y a kilómetros de distancia de la niña.
- Quiero lo mismo.- afirmó Paula y me hizo sonreír. En cada palabra o gesto suyo, me demostraba aun más lo importante que era Lulu para ella.
- Lo sé.- le sonrió cálida Vanessa.- No puedo asegurar cuanto durará el juicio, pero no será sencillo y ustedes tienen que estar allí. Luego de eso, entras con poder tú Pedro.
- No entiendo.- expresé
- Vas a reconocer a Lulu como tu hija, pero sólo podrás pelear por la custodia legal de ella, una vez que el juicio por el que se les inculpa a Victoria y James esté resuelto.- estuve de acuerdo.- Tengo fe que todo salga bien, así que consideraremos que obtendrás la custodia total.
- Sin embargo, estarás siendo monitoreado de cierta forma por una Asistente Social.- informó mi padre.- La finalidad de esto, es que cuando todo esté resuelto y tu presentes una demanda por tu hija… Todo sea más expedito y tu ya tengas antecedentes que ameriten una evaluación positiva de tu actuar.
- Entiendo.- acoté.- Mientras dure el juicio, ella no podrá salir de acá ¿Verdad?.
- No.- ratificó Vanessa.- Sin embargo… Deberás explicarle las cosas.- me quedé petrificado.
- ¿C-cómo…?.
- Lourdes debe saber que tú eres su padre.- indicó.- La persona que siga tu caso, querrá saber a ciencia cierta tus intensiones, interacción y reacciones derivadas de esta, tanto por tu lado…como por el de ella.
- ¿Entonces…?.- dejé la frase abierta.
- Tienes que hacerlo prontamente.- terminó mi padre.
- ¿Estás realmente seguro de todo esto Pedro?.- preguntó Vanessa, observándome fijamente, como buscando alguna duda de mi parte.
- Totalmente.- contesté firme y miré a Paula, para dejarle en claro mi punto. Además de sentir por primera vez su mirada en mí.
- Perfecto.- proclamó Vanessa.- Eso era todo lo que tenía que conversar con ustedes. Ahora pondré todo en marcha.
...
Mis padres habían regresado a California, no sin antes dejarme en claro que viajarían continuamente, lo cual agradecía demasiado. Desde el día en que Vanessa me había dicho que debía afrontar la realidad con Lourdes, sentía que las manos me sudaban y comenzaba poco menos con un ataque de pánico seguido.
Miré nuevamente el papel en mis manos, se sentía a pesar de ser un simple papel, algo grande. Lourdes Alfonso, rezaba en letras claras y significativas. Ella ya era una Alfonso y aun estaba totalmente ajena a esta realidad. Lucy y Michael me habían dado ánimo para hablarlo hoy mismo y se habían ofrecido para apoyarme si era necesario, pero yo estaba claro. Era un tema que debía afrontar solo…y con una sola compañía.
- ¿Lourdes Alfonso?.- preguntó alguien detrás de mí, haciendo que me levantara de un salto de mi asiento. Amanda observaba atenta el papel entre mis manos.- ¿Acaso la niña que está en ese cuarto privado es algo tuyo?.
- Sí.- decidí hablar con la verdad.- Es mi hija.- su cara fue de total sorpresa.
- ¿Tu hija?.- repitió incrédula.
- Así es.- volví a afirmar.
- Pero…- dejó inconclusa su frase.
- Es una historia larga.- expliqué.- Y personal.- zanjé al mismo tiempo.
- Lo entiendo.- respondió seca.- Pero estamos trabajando juntos y somos amigos. Creo que podrías habérmelo hecho saber.
- ¿Con qué objeto?.- inquirí sin ocultar mi molestia por sus palabras.
- Se le habría dado un trato especial.- aclaró.

Una Dulce Inocencia: Capítulo 50

- Les quiero presentar a mi familia. Mi padre Tim, mi madre Diana y mi hermana Liz.- musitamos un simple saludo.
Sentí tirar de mis ropas y miré a  Lulu interrogante. Me hizo una seña para que me acercara, así que me acuclillé a su altura.
- ¿Pod qué ellos están aquí? Me padezco a ella.- susurró, pero por las sonrisas del resto supe que habían oído.
Miré a Pedro, no sabía muy bien que decir. Lo perceptiva de mi pequeña quedaba reflejado en el parecido que había notado entre ella y la hermana de él. La madre de Pedro miraba con adoración a mi niña, y estaba segura que lo único que deseaba era tomarla en sus brazos y estrecharla fuerte. El padre, se veía más cauteloso, pero de igual manera su mirada era cálida. Y su hermana parecía querer comenzar a dar saltitos por todos lados.
- Ellos… están aquí… Han venido… a conocerte Lulu.- balbuceó Pedro nervioso. Y mi bebé frunció su pequeño entrecejo confundida.
- ¿A mí?.- inquirió buscando mi mirada para que le explicara.
- ¿Recuerdas cuando me dijiste que querías amiguitos y amiguitas?.- ella asintió.- Bien, ellos quieren ser tus amiguitos bebé.
- ¿De verdad?.- su cara era de sorpresa.
- Por supuesto Lulu.- se adelantó Liz y tendió su mano hacia mi niña
- ¿Por qué no le enseñas a Liz tu amiguito de la guardería Lulu?.- le animó Pedro. Mi niña sonrió ampliamente y asintió, pero antes de salir su atención se centró en mí.
- Vamos Paula.- invitó con su manito hacia mí. La tomé y la besé.
- Voy en unos minutos bebé.- susurré.
La vi alejarse tomada de la mano de ella y aunque quise no pensar en ello, una puntada de celos me atravesó…ella podría seguir con Lulu, a su lado… por tiempo indefinido. En cambio el mío, tenía grabada una maldita cuenta regresiva, y hasta podía oír el tic-tac que anunciaba la premura del tiempo… Miré a Pedro y las personas que quedaban allí e intenté esbozar un amago de sonrisa, pero los genes se transmiten y Pedro percibió la falsedad de mi actuar.
- ¿Dónde queda la guardería Pedro?.- preguntó cautelosa la madre del mismo.
- En el otro nivel.- contestó desviando la mirada.
- Yo iré a hablar con la abogada.- pronunció su padre.
¿Acaso tan mal había sido mi semblante que ellos rehuían mi presencia? La madre de Pedro, como si hubiese leído mi mente, se acercó a mi y tomó una de mis manos entre las suaves y cálidas suyas.
- Espero que podamos platicar mucho más en las oportunidades venideras.- dijo con su sonrisa enmarcada.- Pero ahora la impaciencia de estar con mi nieta me llama.- miró como disculpándose.- Eres una gran chica y por eso espero conocerte más. Mucho más.
- Gracias.- musité con la voz ahogada.
Quise decir que esperaba lo mismo, pero era como soñar la existencia de los vampiros. Irreal…
- Paula.- llamó Pedro suavemente.- Necesito que conversemos.
Asentí y me preparé. Sin embargo, aunque intentaba acallar el llanto que quería salir de mi interior… mi barbilla no detenía su constante temblor. Por lo que tomé asiento apartada de él y empuñé un cojín sobre mi regazo para enterrar la mitad de mi cara allí.
- Primero que todo. Quiero preguntarte algo y necesito que me respondas con la verdad.- pidió mirándome directamente.
- Aham.- respondí con la voz ahogada por la almohada.
- Me dijiste que buscarías otro trabajo ¿Ya haz visto algo?.-
Lo miré como si no comprendiera a lo que se refería, pero en realidad necesitaba que siguiera hablando. No sentí fuerza en mi garganta para emitir sonido más que un sollozo. Pedro esperó pacientemente una respuesta, pero al ver que no llegaba, se acomodó nuevamente en su lugar y comenzó otra vez. Estaba segura, que parecía una ignorante a sus ojos o una tonta mejor dicho, pero lo prefería antes de llorar como magdalena frente a él.
- Paula. Sé que estabas trabajando con la finalidad de ahorrar dinero para tus estudios ¿Verdad?.- moví mi cabeza afirmativamente.- Es por eso que quiero saber ¿Tienes algo en mente?- aclaré mi garganta.
- Aun no...- respondí con voz ronca por el llanto contenido.
- No quiero que busques otro trabajo.- señaló como una orden.- Quiero decir…- pasó ansiosamente sus dedos por su sedoso cabello ¡O al menos eso me reflejaba!.- Yo… te voy a necesitar conmigo…- susurró lo último.
- ¿C-cómo…?.- tartamudee nerviosa.
- Lo que… Lo que intento decirte, es que quiero que sigas cuidando a Lulu.- sentí como mi corazón se paralizaba, para luego comenzar una frenética carrera.
- ¿Lo… lo dices… de verdad?.- pude pronunciar al fin.
- Si.- una amplia sonrisa se extendió por sus labios, incitando la mía.- Hay demasiadas cosas que no sé de ella… Y quiero que tú estés allí para enseñármelas, para cuando me equivoque o para alentarme cuando por fin he hecho algo bien.- me miró sonrojado.- ¡Claro!... si… si eso deseas.- sonrió tímido.
- G-gracias Pedro.- dije sinceramente y sin importarme si sonaba ansiosa por aceptar en forma inmediata.- ¡Por supuesto que quiero! Esa niña se ha convertido en mi mundo… es como… si girara en torno a ella.
- Me he dado cuenta.- afirmó.- Y no sólo tú Lulu parece igualmente girar en tu misma órbita.- susurró con una pequeña sonrisa.
Me levanté de mi asiento, y me acerqué a su lugar despacio. Tomé asiento a su lado y en impulso irrefrenable atrapé una de sus manos en las mías. Su rostro quedó observando en forma fija ese gesto, pero antes que pudiera reaccionar seguí con mi hazaña y lo abracé con todas mis fuerzas… Pedro no tardó en corresponderme y sentí sus brazos ceñirse a mi cintura, llevándome más cerca del calor que irradiaba su cuerpo… El corazón quería salirse de mi pecho, sentía como si en cualquier momento ese músculo desaforado, fuera a estar pegado al suyo…
- Pronto, serás tú ese eje en el que Lulu se desenvuelva día a día.- susurré cerca de su cuello.
- Tengo miedo.- musitó con su aliento pegando de lleno en mi oído y su agarre si afianzó aun más si eso era posible.- Tengo miedo de no ser lo que ella se merece y lo que tú esperas de mí.- mi corazón volvió a dar un vuelco ante sus palabras ¿Tanto le importaba como se mostrara frente a mí?
- Lo serás Pedro.- dije separándome de él. Mi mano cobró vida propia y fue a su mejilla, deleitándome con la exquisitez de su piel. El cerró sus ojos ante mi tacto y descansó su mejilla en mi palma.
- No sé que siento, pero… necesito que estés ahí- mi aliento quedó atascado en mi garganta mientras el continuaba con sus ojos cerrados, como hablando con su alma.- Quiero a Lulu , la quiero conmigo… pero también…-
- ¡Perdón!.- habló alguien, haciéndonos abandonar la burbuja en la cual estábamos insertos y levantarnos apresuradamente.- ¡No sabía que mantenías relaciones tan cercanas con los pacientes Pedro!.- rugió ella y quedé pasmada.

martes, 30 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 49

- Gracias peque.- le devolví apretando su diminuta nariz, cosa que a ella igual le desagradaba. Pero esta vez frunció la nariz y sonrió.
El único que no decía nada era mi padre. Aun estaba de pié en el mismo lugar que se había mantenido por toda la conversación. Mi madre y Liz, quedaron expectantes igual que yo… Nos miró un segundo y se volteó a mirar a la calle… Mentiría, si dijera que quise ponerme a llorar como un mariquita. Era mi padre y esperaba realmente, que fuese el primero y quizás único en no juzgarme…
- Así que soy abuelo….- susurró sin girarse y los tres nos miramos sin entender.- Bien. Creo que es algo que no me esperaba…- por fin su mirada se dirigió a mí.- Pero es algo que comenzaré aprovechar.- si Chad me hubiera visto, sería su chiste diario. Corrí los pocos pasos que nos separaban y lo abracé como cuando lo hacía de niño.
- Gracias papá.- dije de corazón.
- Pedro.- pidió mi atención.- No podemos venirnos a vivir acá ¿Entiendes?.- asentí.- Pero cada dos semanas estaremos viniendo. Por lo pronto, buscaremos una casa donde puedan cambiarse, si es que todos deciden irse.
- ¿Una casa? Pero-.- me cortó.
- Tienes una hija de cuatro años, que estoy seguro apreciará mucho más tener una casa con jardín para poder jugar, que pasar en una selva de cemento como es este departamento.
- Lo entiendo papá, pero no creo que alcance a pagar algo decente y no quiero-.- volvió a cortarme.
- Las cosas serán de esta manera. Y no quiero discusión alguna.- advirtió.- Hoy mismo buscaré una casa donde puedas irte con ella y los demás si así lo desean. Ellos seguirán pagando la misma parte que hacen aquí, no sería justo que tuvieran que aumentar sus gastos…- espero a que yo afirmara para proseguir, así que lo hice.- Muy bien. Seguirás con todos tus deberes y yo contrataré alguna persona para el cuidado de mi nieta.
- ¿Y la niña que dice Pedro ha estado al cuidado de la peque?.- interrumpió Liz, haciendo que la alusión de ella me diera un vuelco en el estómago.
- ¿Qué dices Pedro? ¿Ella estará de acuerdo para seguir al cuidado de Lourdes?
- Hijo, creo que es tu mejor aliada en estos momentos, y que no se malinterprete mi comentario. No quiero decir que por interés de librarte de responsabilidades con la niña, ella te sirva. Sino que me refiero a que, es ella quien ha estado todo este tiempo con la pequeña, y deben haber creado un lazo fuerte..
- Lo han hecho.- afirmé sonriendo
- Entonces hablaremos con ella.- sentenció mi padre.- Yo te guiaré y me reuniré con la abogada que me haz dicho para agilizar trámites y asuntos legales. Voy ayudarte en todo, para que termines en unos meses más tu carrera y puedas hacerte cargo desde ese momento tú. Lo único que tengo claro y espero que tu también, es que esa mujer con la que tuviste ese lío, quede totalmente fuera de la vida de la niña..
- También lo quiero así.- corroboré sus intenciones
- Y yo lo único que quiero ahora, es conocer a esa pequeñita.- chilló mi madre y aplaudió como si fuera de la edad de Lulu.
- Yo igual. Pedro ¿A quien se parece?.- inquirió mi hermana.
- Es una copia en miniatura tuya.- indiqué, para escucharla gritar y saltar ¡Mujeres!.

- Entonces… ¡Es preciosa!.- dijo simplemente y corrió puertas afuera…
- ¿Pod qué me tengo que poned esto?.- refunfuñó nuevamente mi bebé.
- Ya te lo dije bebé.- me agaché a su altura.- Porque vienen unas personitas importantes a conocerte.-
- Paula, con vestidos no puedo jugad con Tiged y sus autos.- así que por eso era el alboroto.
- Ok. Hagamos un trato. Te portas bien y no arrugas más ese botoncito.- toqué con mi dedo su naricita.- Y cuando ellos se vayan, te visto rápido con pantalones ¿Qué dices?.
- ¡Oki doki!.- alzó su pequeño puño al aire.
- ¿Quién está tan contenta por aquí?.- preguntó Vanessa entrando a la habitación.
- Yo tía Val, podque después voy a id con mi amigo Tiged pod los autitos.- y ronroneó figurando con su mano como guiando un auto.
- ¿Los padres de Pedro ya llegaron?.- preguntó Vanessa luego de mirar como Lulu volvía a alegar por lo bajo con su vestido.
- Me avisó que en media hora más estarían acá.- informé.
- Bien. Necesito hablar con él, me he comunicado finalmente con Samantha Wilson. Una mujer asquerosamente desagradable, así que nuestra conversación no se ha distinguido por ser amistosa.- se encogió de hombros simulando no entender el por qué.
- ¡Ew! ¿Tan malo?.- fingí terror en mi rostro.
- Gritarse por más de una hora ¿Es malo?.- asentí.- O bien, entonces ha sido pésimo, porque fueron dos.- sonrió ampliamente.- Al parecer sus intenciones distaban mucho de ser solamente por el bienestar de la niña. Y debo agradecer que seas terca y no me hayas escuchado cuando te pedía que la trajeras de vuelta.- fue mi turno de sonreír mientras ella se alejaba.
- Le diré a Pedro que vaya a verte.- me guiñó en señal de acuerdo y salió.
Durante la media hora que esperé a que Pedro con sus padres llegaran a conocer a mi bebé, tuve que mantener mis manos y mis ojos encima de mi preciosa princesa… Al parecer estaba adoptando mis costumbres, y comenzaba a odiar de verdad los vestidos y los peinados elaborados….
Me quedé observándola mientras la sostenía en mis piernas y veíamos sus dibujos animados… No podía decir si sus movimientos eran concientes o no, pero si sabía que nuestra conexión era tal, que siempre cuando estábamos unidas, la mano de cada una reposaba en la mejilla de la otra… Incluso dormidas, era igual. A un mínimo cambio de posición por ella o mío, volvíamos a crear ese vínculo… Como asegurándonos que seguíamos una al lado de la otra…
La aferré más fuerte a mí, haciendo que su carita volteara a verme con duda, pero sonriente. Sus pequeños dientecitos comenzaban aparecer y la hacían ver más hermosa aún. Hundí mi cara en su cuellito tibio y comencé a repartir besos en él, logrando escuchar música para mis oídos, sus fuertes carcajadas. Mientras ella disfrutaba de mis cosquillas, mis ojos comenzaron a humedecerse…pensando en que la dicha que estaba viviendo en este momento, estaba pronta a desparecer de mi vida…
Un carraspeo hizo que nos separáramos. Pedro se encontraba en el umbral de la puerta, junto a tres personas más que debían ser su familia, por el parecido que tenían. Tomé a mi rosada bebé y la puse de pié, mientras con disimulo quitaba los restos de agua que se asomaban bajo mis ojos…
- Hola Lulu.- saludó Pedro. Se volteó a mi con una mirada preocupada.- Hola Paula.- se limitó a decir, pero no quitaba sus ojos de mí.
- Hola.- saludamos las dos a tiempo.

Una Dulce Inocencia: Capítulo 48

"Quiero que nuestro distanciamiento se paulatino"…
Sólo esa frase me había coartado cualquier intento por retenerla de la forma que fuera al lado de la niña y el mío… Ella era libre de tomar sus decisiones, y aunque quisiera, lamentablemente no contaba con un sueldo para ofrecerle siquiera cuidar a Lulu, pagando por sus servicios. Una forma menos rebuscada para no dejar que se marchara así como así… Mientras mis padres y mi hermana me hablaban animadamente de las cosas ocurridas durante mi ausencia, yo tenía mi cabeza puesta en ella… Buscaba y rebuscaba la forma de impedir que se escabullera como aquella vez en el aeropuerto, cuando creí no verla más… No era amor, eso era obvio… y si era totalmente sincero, mitad era por Lulu…y mitad era por mí…
- Es un lindo departamento.- expuso mi madre al entrar al lugar que compartíamos con Michael y Lucy.- Se nota la mano de una mujer en ella.- gran razón.
- Bien Pedro. Hemos viajado por solicitud tuya ¿Qué es eso tan importante que quieres compartir con nosotros?.- mi padre siempre directo.
- ¿Versión corta o larga?.- inquirí tratando de alivianar mis nervios.
- ¡Uh-hu! Algo me dice que la metida de pata que tuviste esta vez, no es simple.- canturreó mi hermana.
- Liz, deja que tu hermano hable.- pidió mi madre.- Además estoy segura que lo que sea, no es grave. Pedro siempre ha sido un correcto chico ¿Cierto amor?.- palmeó mi mejilla cariñosamente… me quedé mudo, lo que alertó a mi padre.
- ¿Vas a dejar la carrera?.- me sorprendí de sus conjeturas.
- ¡No! Saben de sobra que esto he querido ser siempre.- contesté con seguridad.
- ¡Uf! Ok ¿Entonces?.- apremió nuevamente Tim. Miré a todos y tras dar un largo suspiro cargado de ansiedad, hablé.
- Son abuelos y eres tía.- indiqué a mi hermana.- Tengo una hija de cuatro años, llamada Lourdes. Me he enterado hace un día solamente y no hay necesidad de dudar, porque las pruebas de paternidad fueron concluyentes.- expulsé todo de una vez. Me miraban como si me hubiera salido un cuerno en medio de la frente.
- ¡¿Qué?.- escuché un coro de gritos.
- Lo… que dije…- carraspee para aclarar mi garganta, que de un momento a otro estaba seca.
- Calma.- se levantó mi padre y comenzó a pasearse.- ¿Me haz dicho que tienes una hija de cuatro años y hace un día te enteras?.- repitió las mismas palabras dichas por mí, quise rodar los ojos, pero por la cara que mostraba… no era buena idea.
- Exactamente como lo haz planteado.- tajé sin más.
- ¿Y la madre? ¿Dónde está? ¿Quién es?.- volví a tragar saliva antes las preguntas de mi hermana.
- La madre se llama Victoria… Ella… ehm…está en… ¿La cárcel?.
- ¡¿Qué?.- volvieron a gritar.
- ¡Pedro Alfonso! ¡Comienza a explicar paso a paso toda esta situación! Antes que me olvidé que eres mayor de edad, te tome y siente en mis piernas y te dé nalgadas hasta que me fastidie.- amenazó mi siempre tranquila madre…¡antes!
- Te aconsejo que tomes en serio las palabras de mamá.- susurró Liz a mi lado.- Creo que empezaste a relatar con el pié izquierdo ¡Arréglalo!.- asentí.
Y así di paso a contar todo lo que mi reciente abrupta declaración llevaba consigo. Y cuando digo todo, es ¡Todo! Cada vez que pretendía dejar una parte de la narración fuera, era como si mi madre pudiera leerme la mente… Bastaba sólo una mirada de advertencia, para que retomara mi exposición sin saltarme detalle… Mi cara ardía de la vergüenza en algunos puntos, en los cuales mis padres parecían querer arremeter contra mi persona y Liz abría la boca como un pez… Para el final de la historia, tenía el cuerpo acalambrado y la cara agujereada por las miradas recibidas…
- ¡Wow! ¿En serio tu eres mi hermano?.- Liz fue la primera en hablar.
- Pedro.- llamó mi padre con ese tono que pocas veces oía.- ¿Qué piensas hacer?
- ¡Tim!.- gritó mi madre.- ¡Te haz dado cuenta de todo lo que ha dicho Pedro y tú lo único que le preguntas es qué piensa hacer!.- estaba realmente molesta.
- ¿Y qué quieres mujer?.- increpó él.- Las cosas ya están hechas, no es como si se pudiera volver el tiempo atrás. Lo importante ahora, es ver las acciones a seguir.- cortó.- Pedro. Repito mi pregunta ¿Qué es lo que vas hacer?.
- Afrontar mis responsabilidades.- puntualicé firme.
- Es lo menos que puedes hacer. Esa pequeña no tiene culpa de las irresponsabilidades de los adultos que la trajeron al mundo.
- Mama ¡Por favor!.- acoté un tanto molesto.- Hablas de mí como si fuera lo peor del mundo.- elevé mis brazos.- Y si entramos en comparaciones, creo que la madre me gana por lejos.
- Siento mucho tener que contradecirte Pedro.- discutió mi padre.- Pero creo que cargas con una cuota de responsabilidad bastante amplia en este sentido. Desde temprana edad creo que tenías conciencia que teniendo relaciones con una mujer son protección puede tener consecuencias.- reprendió sutilmente.- El hecho que hayas jugado al hombre mayor por una noche, teniendo en cuenta lo anterior, te hace partícipe de una situación con iguales culpas.
Me quedé en silencio luego de las palabras de mi padre. Aunque intentaba convencerme en mi fuero interno que la razón estaba de mi lado, no podía negar que el discurso impuesto, me llegaba de forma innegable. Yo también tenía culpa en esto…
- Sin embargo estoy dispuesto a tomar parte total de mi responsabilidad en esto. He compartido con Lourdes y aparte de ser una niña que cala hondo. Es también una personita que necesita de afecto y una verdadera familia. Y estoy dispuesto a dársela, aunque sea sólo con un compartimiento…- hablé concluyente.
- ¿Y tus estudios? ¿Qué pasará con todo esto? Hijo, nosotros no podemos por más que quisiéramos estar a tu lado, dejar todo allá.
- Tengo intenciones de hacer las cosas bien, pero también sé que por más que así sea, no resuelvo todo… Pero…buscaré un trabajo media jornada, cuando no tenga turnos… Pondré a Lulu en un jardín pre-escolar… Con el dinero que gane, más lo que recibo por la residencia y con lo que…ustedes me envían…- dije no muy seguro de seguir percibiendo eso.- Saldré adelante…
Miré a los tres con seriedad. Quería infundir todo el valor que pudiera en mis palabras, aunque por dentro estuviera aterrado hasta las masas. Porque hablar, era muy distinto al actuar… Mi madre fue la primera que advertí con una nueva perspectiva, y no me equivoqué… Se levantó de su asiento y apresuró su paso hasta estar frente a mi y estrecharme en sus brazos… Una sensación placentera recorrió mi cuerpo, era lo que había necesitado desde el primer día y hasta hace un minuto atrás, creía haber perdido ese derecho.
- Vamos a apoyarte en todo hijo.- señaló con cierta emoción.
- Gracias mamá.- la volví a abrazar, queriendo absorber toda su calidez.
- También cuentas conmigo Pepe- apretó mi mejilla mi hermana, y aunque siempre había odiado eso. Hoy la hubiese dejado hacerlo mil veces.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 47

Luego de haber conversado con Vanessa, había pasado la tarde absolutamente solo. No era que me molestara la compañía de nadie, pero necesitaba de una u otra manera, internalizar bien toda la noticia ¡Era padre! Y no sólo eso, sino que de una niña de cuatro años, con una madre digna de la horca y ni siquiera tenía los medios como para ofrecerle un futuro mejor que el presente o pasado que había tenido que vivir. Aun me faltaban algunos meses por recibirme, y no se trataba de llegar y pedir aplazar las situaciones como si de adquirir un producto se tratara…
Chad y Jess habían tenido que volver a California. Jess se había disculpado por no poder estar conmigo para enfrentar todo lo que venía, pero si retrasaban un día más su regreso, posiblemente allí creyeran que aun estaba tratando de revivir a su abuela, la cual llevaba más de diez años bajo tierra. Pero mi amigo Chad lo había dispuesto así…
Entré silencioso a la habitación de Paula y Lourdes. Ambas dormían plácidamente, mientras yo me carcomía el cerebro analizando cómo hacer mejor las cosas y aún después de varias horas, no encontraba respuesta… Había hablado con una Psicóloga amiga, le había explicado la situación y al mismo tiempo solicitado su ayuda. Su recomendación había sido, ir paso a paso. No decirle a la niña de un momento a otro que yo era su padre…
También me había recomendado otro camino a seguir. El cual había desechado al mismo instante en que le oí pronunciar esa palabra… Sabía que no sería fácil, pero ¿Quién dijo que algo era regalado en este mundo? Y darla en adopción no era, ni sería una opción para mí…
- ¿Pedro?.- un suave zarandeo me extrajo de mis cavilaciones.
- ¿Eh?.
- Llevo hablándote más de cinco minutos.- explicó Paula.
- Lo siento. Mi imaginación estaba volando.-
- ¿Te sientes bien?.
- Si.- ella aun no sabía nada, y pensé que este sería el momento.- Sólo estaba planificando mi vida de ahora en adelante. Con una hija, las cosas cambian.- su rostro pasó de la confusión al esclarecimiento
- ¿Eres…?.- asentí a su pregunta no formulada
Fue una reacción espontánea, pero mi cuerpo reaccionó como si lo hubiese anhelado todo el tiempo. Me encontraba atrapado agradablemente en unos pequeños brazos alrededor de mi cuello. Y no pude negarle la voluntad propia a los míos de hacer lo mismo, atrayéndola por la cintura hacía mi… ¡Era tan cálida! Tan reconfortante estar así…
- Te felicito.- musitó con la voz amortiguada en mi camisa y una nota de tristeza. Me separé para comprobar lo que creí. Sus ojos estaban húmedos.
- ¿Qué pasa? ¿Paula?.- inquirí frenético al no saber la causa.
- ¡Oh! No te preocupes. También se llora de felicidad.- susurró emocionada.
- Pensé que llorabas por la mala suerte de Fifi. Al tocarle un papá como yo.- bromee, logrando hacerla sonreír.
- No seas bobo. Estoy feliz por ella y por tí… No sé que era, pero algo me decía que eras tú, y creo que no pudo haber sido mejor.- sus palabras me asombraron y no pude evitar preguntar
- ¿Por qué? ¿Por qué piensas que no pudo haber sido mejor?.
- Es una corazonada.- dijo simplemente con un rubor exquisito en sus mejillas.
- Yo también la tuve.- me sinceré.- Fifi es una copia exacta de mi hermana Liz.
- ¿Tu familia lo sabe?.- cuestionó suavemente luego de unos minutos.
- Llegan por la mañana.- expliqué.- Sólo les dije que necesitaba su presencia acá. Mamá poco menos creía que había tenido un accidente y lo único que quedaba era mi cabeza hablando con ella.- ambos reímos.- Pero la tranquilicé diciéndole que no era nada malo.
- ¿Cómo… como crees que lo tomen?.- expresó con cautela.
- Puedes estar tranquila que Lulu no se quedará sin padre tan prontamente.- la miré divertido.- Estoy seguro que bien, aunque será embarazoso propinar todos los detalles, y te aseguro que de eso no me escapo.
Paula me sonrió para luego quedar en estado pensativo por largo rato. Momento en el cual me dediqué a observarla de manera detallada. Desde la primera vez que la había visto, disfrazada de ese personaje, había notado su belleza… Pero estos días que habíamos compartido, esa belleza había sido doblemente resaltada… No era como el común de las chicas. El sólo hecho de haberse hecho cargo de una niña que no era nada suyo, en vez de dar media vuelta e irse, lo demostraba…
Entendía a la perfección, la adoración que esa niña acurrucada esa cama y que era mi hija, le profesaba… Yo también lo hacía, pero de una forma agradecida… Tenía miedo al mañana, pero agradecía el haberme cruzado con Paula Chaves en el camino. Gracias a ella, ahora había una pequeña que dependía de mí… Había una razón de peso para sentirme más participe de este mundo…
- ¿Cómo te sientes con todo esto?.- consultó luego de su largo silencio.
- Asustado.- intenté sonreír, pero sólo logre una mueca nerviosa.- Quisiera que hubiera un libro donde te enseñaran como ser papá.
- Los padres que esperan la llegada de su bebé luego de nueve meses, tampoco tienen una guía.- me confortó.
- Pero al menos ellos están más preparados.- rebatí su punto.- No se encuentran de un día para otro que serán padres en menos de dos días, y menos de una bebé que ya tiene cuatro años.
- Creo que te equivocas.- la miré atento.- Entiendo que te sientes en plena desventaja con alguien que tiene nueve meses por delante para hacerse la idea que su vida dará un vuelco permanente. Pero estoy segura, que llegan al término de los nueve meses con las mismas inseguridades que desde el primero… El verdadero cambio se produce, cuando la personita que creaste recae en tus brazos…
- ¡Vaya!.- exclamé fascinado.- Nunca lo había pensado así.
- Puedo hacerte una pregunta.- me pidió Paula y por su rostro me asemejaba que sería algo incómodo. Igualmente asentí.- ¿Tu… quieres… esto?.- me tomó un minuto entender sus palabras
- ¡Claro que si!.- afirmé con vehemencia.- No tiene relación que esté asustado, con que me quiera librar de mis responsabilidades Paula.- la cual botó una bocanada de aire en respuesta.
- Entonces eso es lo importante.- declaró.
- ¿Qué esté asustado?.- volví a bromear con ella.
- Si.- ratificó para dejarme en la duda.- Si no tuvieras miedo, no me confiaría que fueras a ser un gran papá… El temor nos indica que estamos dispuestos a hacer algo, lo único que nos preocupa realmente, es hacerlo mal. Pero ese no será tu caso. Lo sé.
Dejé transcurrir unos segundos. Necesitaba entablar el tema realmente importante para ella y para mí, pero sobre todo para Lulu. Decidí que tenía que ser ahora y solamente ahora, aprovechando que estábamos solos y que ya nos habíamos insertado en temas profundos…
- Maite ¿Qué harás ahora? Digo… Ehm. Yo… tú… Lulu…- ¡Perfecto! Ahora me había vuelto ****a
- Buscaré un nuevo trabajo.- desplegó sin ánimo y como forzándose a decir eso.
- Paula…
- No te preocupes Pedro. Mira, lo único que quiero pedirte… es poder visitar a Lulu de vez en cuando…- hizo una pausa.-…Y sólo quiero que nuestro distanciamiento sea paulatino.

Una Dulce Inocencia: Capítulo 46

- Intenta que Chad no diga ninguna estupidez delante de la niña.- le pedí a Michael cuando comenzaron a ponerse de pié para abandonar la oficina.
- ¡Si claro! ¡Siempre Chad! Hasta con la niña de mis ojos te quedas tú.- salió alegando mi amigo, seguido por un Michael aun desanimado y una Vanessa pendiente de sus movimientos.
- Bueno Pedro. Primero que todo ¿Qué te parece todo esto?.
- No es nuevo.- admití.- Del hecho que cuando la ví, supe que teníamos un vínculo más allá del que hasta ahora habíamos llevado a cabo.- sonreí.- No te mentiré que me asusta un poco todo esto. Como bien dijiste, soy por ahora, responsable solamente de mí. Y a partir de este momento, se agrega alguien más a la ecuación.
- Te entiendo.
- Pero no por eso, es una obligación que tome con molestia o desagrado. Lourdes es una niña preciosa, y uno ya la quiere en el momento que interactúas con ella.
- Te apoyo totalmente. A pesar de que su madre es una vil mujer, por guardar un poco la compostura de todos los insultos que podría darle. Lourdes es totalmente opuesta. Es una niña, si. Pero a pesar de eso, la calidad que envuelve a la niña, es absolutamente superior a esa mujer
- ¿Qué pasará con ella? ¿Qué debo hacer ahora? Estoy algo nervioso.- confié.- No sé muy bien qué pasos a seguir y como actuar.
- Es normal Pedro.- me calmó.- Lo primero, es que hables con tu familia y le comentes del nuevo integrante que se suma a la descendencia Alfonso- sonrió intentando aligerar el ambiente.- Lo segundo y casi primero a la vez, es que reconozcas legalmente a Lourdes como tu hija. Esto lleva a los tercero y más complejo.- suspiró pesadamente.- Entablar lo antes posible el juicio sobre la tuición de la niña. Que espero, sea el total para tí.
- ¿Qué pasará con esa mujer?.
- Lamentablemente Pedro. Con esa mujer, nos estamos moviendo en un terreno corrupto y amoral. Por lo que he sabido. Ella aun no es trasladada a un centro de reclusión como es debido. Y las pruebas están siendo tomadas muy vagamente en cuenta.
- ¿Quedará libre?.
- Intentaré por todos los medios que no sea así. Aun tengo en mi poder unas pruebas que podrían ser concluyentes.- afirmó para luego ponerse de pié y sentarse más cerca de mí.- Ahora Pedro. No podrás sacar a Lourdes de la ciudad, mientras el juicio se lleve a cabo
- Lo sé. De hecho mi cabeza no hace más que pensar en posibles soluciones para realizar las mejores decisiones. Estoy terminando mi carrera y ahora más que nunca me urge hacerlo, pero la pista se me pone complicada.
- Quiero pedirte un favor personal. Y que también servirá para que un modo u otro, la carga no sea tan difícil llevarla.- asentí, dándole a entender que siguiera.- No alejes a Paula de Lulu abruptamente.- iba a intervenir, pero ella me pidió que guardara silencio.- Conozco a Pedro hace poco tiempo, pero ella le ha entregado mucho más de lo que le brindó su madre en cuatro años. Esa niña, se ha convertido en el centro de todo para ella. Y gracias a ella, tu sabes hoy que tienes una hija. Y la niña está totalmente encariñada con ella.- me expuso algo que se notaba a simple vista.- Creo que será recomendable que un Psicólogo atienda en cierto modo el caso. Pero tu mayor apoyo en este momento, está en esa muchacha de cabellos marrones que ha dejado todo para ayudar a una niña que no lleva su misma sangre, pero que siendo sinceros... tienen un corazón unido.

Una Dulce Inocencia: Capítulo 45

Suspiré frustrado nuevamente. Siempre me había costado un tanto las relaciones, pero parecía que esta vez, era aumentado. Recordé a Kate, y al mismo tiempo que su imagen llegó a mí, le deseché. No tenía ya rabia contra ella, pero no sería cínico. No guardaba los mejores elogios hacia ella.
- Hola Pedro.- dí un respingo en mi asiento, derramando mi café.- ¡Oh lo siento!.
- No te preocupes.- tomé un paño y comencé secar todo.
- Al parecer estabas bastante abstraído ¿Alguna… chica?.- levanté mi rostro para observar su cara. Exactamente como lo pensé, su voz iba directamente proporcional a la cara de poco simpatía sobre su pregunta.
- No. Sólo estaba pensando Amanda.- traté de ser educado.
- ¿Y no hay posibilidad de acceder a esos pensamientos?.- la chica era obstinada.
- Ninguno.- contesté con una sonrisa amable.
- Pedro.- tomó asiento frente a mí.- Sé que no tengo por qué meterme. Pero creo que hemos entablado una linda amistad.- contuve las ganas de elevar una ceja.- Y bueno… aquí en los pasillos las noticias vuelan…
- ¿De qué se trata?.- inquirí, aún teniendo claro su duda.
- La chica de la habitación privada.- dijo directamente.- ¿Es algo tuyo?.
- Lo siento mucho Amanda, pero creo que ese tipo de cosas no tienen por qué ser de conocimiento público.- me levanté de mi silla para retirarme.
- Sé que es privado Pedro. Pero debes estar conciente que tienes a la mitad de la población femenina de este lugar suspirando por tí en los pasillos…- una sonrisa coqueta asomó en sus labios.- Y bueno… me incluyo.- expuso sin tapujos.
- No quiero ser grosero.- dije delicadamente.- Pero espero que no siga siendo así. No me gustaría que la mitad de la población femenina quedara sin aire por mi culpa.- repetí sus palabras en tono bromista.- Y más, sin oportunidad alguna. No me gusta relacionar mi trabajo con mi vida privada.
- Pienso que estás siendo demasiado tajante. Y una persona no debe cerrarse a ninguna oportunidad. Yo...- su charla quedó interrumpida por el golpeteo en la puerta.
Hice un asentimiento en su dirección y me dirigí en pocos y largos pasos hacia la puerta. Vanessa estaba recargada al costado de ella. Miró hacia tras de mí y saludó a Amanda, quien le devolvió el saludo sin ocultar su molestia por su presencia. Totalmente opuesta a mi, que quería poco menos realizarle un baile de agradecimiento.
- Ehm… ¿Interrumpo?.- preguntó cautelosa.
- No.- me apresuré a contestar cuando vi a Amanda dispuesta a correr a Vanessa de la sala.
- Bien.- dije ésta, no muy convencida.- Pedro. Te necesito en mi oficina. Los chicos ya están allí.
- Ahora voy.- cerré la puerta y me dispuse a buscar mis cosas.
- ¿Tengo que entender que nuestra plática ha concluido?.- el tono mordaz de Amanda, me instó a dejar las cosas claras sin arrepentimientos.
- Nuestra plática terminó.- concluí.- Si no te ha quedado claro lo que he dicho. No es mi problema, pero creo que he sido lo suficientemente detallista para darte a entender que mis supuestas acosadoras no tienen lugar para mí.
Sin más, salí de allí. Sabía que con esto prácticamente me estaba tirando a las fauces hambrientas de los cocodrilos. Mal que mal, ella era mi superior y podía reprobarme o aprobarme a su antojo. Pero jamás había dejado que alguien me amedrentara, cuando mi razón estaba por sobre la de otros y esta no sería la excepción. Kate, había intentado de un modo no muy grato embaucarme, y ya estaba entrenado en las artes de las manipulaciones.
...
Los saludos en la oficina de Vanessa fueron rápidos. Y un puñado de papeles sobre la mesa, me indicó que el día había llegado. Paula y Lulu estaban junto a Lucy y Jess en la guardería.
- Bien chicos. Con la premura que le hemos otorgado a este caso en particular, tengo los exámenes en mi poder y antes que llegaran los he revisado.- su mirada no indicaba nada en particular.
- Ok. Necesito saber, sino quedaré sin uñas y Jess volverá a golpearme.- sonreímos ante las palabras de Chad. A pesar de que se podía sentir un ambiente tenso.
- No me explayaré mucho. Lo único que quiero recordarles, es que estos resultados no son como si fuera un examen universitario u otra cosa. Se trata de la vida de una niña pequeña que no lo ha pasado bien. Estos resultados implican derechos y deberes. Los cuales tiene que ser pensados, y no realizados al azar.- tomó una pausa para mirarnos a los tres.- Con esto papeles chicos. Ustedes comienzan un antes y un después. Ya no sólo es su vida la que deberán manejar; sino también la de una niña pequeña.
- Creo que los tres estamos concientes de eso.- expuso Michael, con una seriedad pocas veces vista.- Aunque cabe destacar que creo estar seguro quien es el padre.
- ¿Si? ¿Y por qué no me lo dijiste antes? ¡Maldito ricitos de oro engreído!.- bramó Chad apuntándolo.
- Entonces creo que no dilataré más la situación.- finalizó Vanessa.- Lo que tenga que hablar, lo haré directamente con el padre.- suspiró, leyó nuevamente el papel y concluyó.- Los resultados nos arrojan un 99.9 % de probabilidad que tú Pedro, eres su padre.
- Lo sabía.- musité con una mezcla se sensaciones en la boca del estómago.
- ¡Ridículos sabelotodo!.- refunfuñó Chad, de brazos cruzados
- He escuchado a dos de ustedes decir que tenían la seguridad que sabían quien era el progenitor de Lourdes ¿Cuál es la razón?
- Lulu es la copia exacta de mi padre y mi hermana. Sobre todo de ella.- sonreí al recordar días pasados, la primera vez que la ví.
- Entiendo ¿Tus padres y familia saben de todo esto?.- cuestionó ella.
- No. Estaba esperando esto para hablar con ellos.
- Algo totalmente razonable.- expuso en apoyo.- Bien, creo que es hora que conversemos solamente los dos. Hay cosas que quisiera tocar contigo.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 44

Tres días pasaron y nosotros seguíamos aquí. Lulu ya se me comenzaba a desesperar, ni siquiera los dibujos animados estaban siendo de su agrado. Por suerte, Michael había hecho su buena obra del mes y la llevaba continuamente a la guardería infantil o a la sala donde estaban los bebes que se mueven, como había expresado impresionada mi pequeña Lulu. No daba crédito a que los bebés fueran tan pequeños. Había salido con su pregunta del millón, luego una de sus visitas "Yo quiedo uno igual ¿Cómo lo hago?" Chad fue nuevamente golpeado, por comenzar solemnemente a dar sus clases de sexualidad… Pedro había llegado esta mañana con una muñeca muy similar a un bebé, incluso lloraba y hacía un sin fin de cosas, así que gracias a ello había pausado su curiosidad.
- ¡Podríamos hacer una apuesta!.- gritó de un momento a otro Chad.
- ¿Apuesta sobre qué?.- siseó Jessica y estaba segura que no era nada bueno.
- Le mataran unas cuantas neuronas más.- me susurró Pedro a mi lado, haciendo que me estremeciera por su cercanía.
- ¿Por qué?.- no alcancé a preguntar cuando un fuerte golpe resonó en la habitación.
- ¡Es que eres *beep* Chad!.- bramó Jessica y abalanzándose a Chad.
- Porque su apuesta tiene relación a los exámenes.- volvió a susurrar.
- ¡Ey! Hay niños presentes ¡No a la violencia!.- solicitó Michael tomando a Jess por la cintura.
- ¡Holaaaa!.- canturreó Lucy, a quien había conocido oficialmente hacia dos días.- ¿Quién es la víctima?.- preguntó divertida apuntando hacia Jess que aun estaba hecha una furia
- Bobo Chad.- respondió Lulu divertida.
- No sé para qué pregunté.- suspiró dramáticamente Lucy.- ¿Cómo estás pequeña grande Lulita?.- apodo que le había dado
- Aquí.- respondió ella, encogiéndose de hombros. Estaba aburrida, pero no lo expresaba
- ¿Te apetece ir a la guardería?.- a mi bebé le brillaron los ojitos.- Tu amiguito Tiger, ha estado preguntando por tí.
- ¿Paula puedo id?.- no pude negarme ante esa ilusionada carita.
- Claro mi amor. Anda.- corrió a tomar la mano de Lucy y salieron de la habitación.
- ¿Qué pasa si llego a ser le padre de esa pequeñuela?.- nos distrajo Chad con su pregunta. Rascaba ansiosamente su nuca.- Debería ponerme en plan de padre celoso ¿Verdad? Si, eso es. Iré a dejarle unas cuantas cosas claras a ese Tigre.
- ¡Es Tiger, Chad!.- le corrigió Jess enfadada.
- Si, como sea.- agitó su mano el grandote.- Gatito, tigre, león o lo que sea.- sacó y pecho y se arregló su ropa.- Debe saber las reglas de juego.- y salió rápidamente por la puerta.
- Ok. Iré a controlar que mi novio mantenga conciencia que es 25 años mayor que ese niño.- declaró Jess bufando, para salir detrás de Chad.
Con Pedro, no pudimos más que reirnos de todo. Había aprendido a conocer en algo las personalidades de cada uno y estaba convencida que Chad, era capaz de medir fuerzas con ese niño, para dejarle en claro quien mandaba. Iba a comenzar a ordenar la habitación,. Cuando un detalle llamó mi interés. Michael estaba sentado en el sofá, mirando fijamente el piso. Sus cejas a momentos parecían una sola, cuando fruncía su ceño demasiado. Y sus labios hacían extrañas muecas. Miré a Pedro, al parecer trataba de descifrar igualmente, lo que pasaba con su amigo.
- ¿Y a ti qué te pasa?.- se sentó junto a él.
- ¿Perdí mi **noallow**-appeal?.- miró a Pedro con una interrogante profunda en sus ojos. Quise reírme, pero tapé mi intento con una tos.
- ¿Qué? ¿De qué demonios estás hablando?.- no me pasó desapercibido los centímetros que Pedro con disimulo se corrió de su amigo.
- ¡Vamos Pedro! ¡El **noallow**-appeal! ¡Mi atractivo! Ya sabes.
- ¿No crees que eso deberías preguntárselo a una mujer?.- habló algo perplejo Pedro.
- ¿Y no te dice algo tu pequeño cerebro, del por qué estoy preguntándoselo a un amigo, en vez de una mujer?.
- ¿Qué tus tendencias sexuales están variando?.-
- ¡Hombre! ¡Claro que no! Pero no encuentro nada de malo en consultarlo con un amigo. Si tu me preguntas a mí, yo te encuentro sexy.- lo intenté, pero no pude evitar soltar una carcajada amortiguada por la ropa de mi pequeña que llevé a mis labios. Pedro en cambio, dio un salto en su asiento para poner la mayor distancia entre ellos y Michael, seguía esperando su respuesta como si nada.
- En serio. Esto es incómodo y raro Michael.- el aludido sólo se encogió de hombros y siguió su faena pensativa..
- Creo que mi encanto ha desaparecido. Me siento como desierto. Como un camino llano. Como un capullo de rosa marchito. Como si fuer…-
- Creo que entiendo ¿A quien no pudiste ligarte esta vez?.- cuestionó divertido Pedro. Y Michael no ocultó su descontento.
- ¿Podrías reemplazar la palabra ligarte por algo más sentimental?.- pidió ofuscado y dramáticamente herido.- Esto no es algo carnal. Va más allá.- gesticulaba con su manos
- Bien ¿Quién no ha correspondido a tus sentimientos?.- la burla en la voz de Pedro era clara, más Michael esta vez no lo notó.
- Vanessa.- suspiró.
- ¿Vanessa?.- dijimos los dos al mismo tiempo.
- Si, si. Esa misma Vanessa. La bajita, abogada, inteligente, sexy, con todo bien puesto. Y el amor de mi vida.- me acerqué y me senté frente a ellos. Pedro me miró divertido y se giró a Michael.
- ¿Qué le dijiste y qué te dijo?.- fue directo.
- Quería… internarme más con el asunto de Lulu.- comenzó.- Y… cuando creí que era el momento… Le dije que me había hecho esperar demasiado tiempo…-
- ¿Llegó tarde a su encuentro?.- cuestionó Pedro.
- ¡No ****a!.- lo cortó.- Que se había tardado en llegar a mi vida.- un largo suspiro expiró melancólico.- Y eso fue todo. Se rió de mi y me dijo que a lo que llegaría de verdad tarde era a una sesión de gimnasio. Y se fue.
Puedo poner las manos al fuego. Que tanto Pedro y yo intentamos por todos los medios de no reírnos de su relato… pero nuestro propósito falló garrafalmente, cuando con una sola mirada entre ambos, soltamos la más sonora carcajada. Michael movió su cabeza reprobatoriamente y murmuró varias cosas por lo bajo. Luego de varios minutos, en que las lágrimas corrían por mis ojos e intentaba tomar profundas respiraciones para no seguir con mi ataque, literalmente. Me controlé, al igual que Pedro.
- Amigo.- palmeó su hombro.- No creo que hayas perdido… tu **noallow**-appeal. O lo que sea.- dijo rápidamente.- Sólo creo que debes cambiar tus tácticas de conquista.
- Jamás le había dicho algo así a una chica.- le rebatió Michael.
- Tienes razón. Esta vez haz sido más sutil que otras.- se estremeció con algún pensamiento.- Quizás solo… ¿Te apresuraste?...
- Paula ¿Cómo me encuentras? Soy capaz de derretir el chocolate con una mirada ¿Verdad?.- me preguntó serio y totalmente abocado a mi respuesta.
- Yo… pues… sí… creo que sí.- dije titubeante.
- Ok. No me respondas. Ya sé que los ojos de Paula de la Bestia están en este otro.- apuntó hacia Pedro y quise enterrar mi cabeza bajo tierra.
- ¿Qué…? Yo…- intenté decir algo, pero mi cabeza no conectaba las ideas.
- Michael.- le habló Pedro. Que tenía una tonalidad bastante igualada a la mía
- ¿Qué?.- se defendió el rubio, como si hubiese contado un cuento de niños.- No he dicho nada del otro mundo. Y menos mentiras ¡Tu también te fijaste en ella Pepe!- se paró despreocupadamente y avanzó a la puerta de salida.- Me alegro por ustedes. Ojala en un futuro cercano sea un amor consumado. Y la Paula y la Bestia queden juntos y tengas Bellitas y Bestiecitas.- miró melancólico el lugar.- Yo seguiré vagando hasta el final de mis días. Mi hija será lo único que me quede. Seguiré en espera de mi duende encantada. Adiós
Si alguien me hubiera preguntado alguna vez ¿Cuál es la situación más bochornosa que había vivido? Hubiera dicho mi presentación en la universidad. Un día tenía que exponer un tema y lo único que se vio en la pantalla, fue mi patética imitación de Moulin Rouge, una noche de copas con Ángela… ¡Que equivocada estaba! Ciertamente… ésta, era la peor.
Pedro me miró con una forzada y avergonzada sonrisa. Su pelo estaba siendo testigo directo de su nerviosismo. Y mis manos, tampoco estaban muy cómodas con los apretones poco suaves que le estaba brindando. Nos paramos al mismo tiempo e intentamos decir algo, sin embargo, cada cual salió en caminos diferentes.
- Creo…- aclaró su garganta.- Creo que iré a dar mi vuelta de rutina.- se apresuró a decir.
- ¡Si. Claro!.- la actuación definitivamente no era mi fuerte.- Yo… yo ordenaré todo aquí.-
Como sincronizados, caminamos nuevamente al lado opuesto. Nos encontramos al centro de la habitación y con un suave beso nos despedimos. Al sentir cerrar la puerta me tiré como un verdadero desplome sobra la cama. Y ahogué un grito en la ropa que todavía sostenía entre mis manos ¿Tan evidente era mis miradas? Y… ¿Sería cierto la otra parte?... Un click resonó en mi cabeza y me percaté de un detalle ¡Ninguno de los dos había negado o afirmado nada! Pero… ¿El que calla, otorga no? ¡Uhgh!

Una Dulce Inocencia: Capítulo 43

Fui a casa para dejar a Hector en mi departamento y poder recoger algunas prendas de ropa, además de mis artículos personales. No sabía cuanto tiempo íbamos a estar como huéspedes del Hospital. Vanessa había dicho que serían los días en que estuvieran listos los exámenes de ADN, pero del mismo modo podían extenderse hasta que comenzaran los trámites de reconocimiento de Lourdes por su padre biológico. Luego que las pruebas ya fuesen realizadas.
Tuve que explicarle a mi pequeña que nos quedaríamos a dormir en el hospital, porque me sentía un poquito mal, sin embargo con lo astuta que era, su pregunta fue ¿Pod qué entonces me sacan sangde a mi y no a tí? Le expliqué, que solo era porque tendría que quedarse conmigo, y en caso que ella enfermara. Mi diminuta enfermera comprendió y se puso alerta de inmediato. Comenzó con las labores de doctora que Sam le había enseñado… Estaba nerviosa por estar aquí. El padre de Vanessa nos había facilitado una habitación privada. Ángela y Ben, se habían ofrecido para reemplazarme, si es que me agotaba estando acá. Pero no tuvieron que esperar mi respuesta verbal. Mi rostro ya lo había hecho.
No me separaría ni un solo segundo de mi bebé, si es que era posible. Me deslicé de costado en la cama, era pequeña, pero estábamos tan acostumbradas a dormir pegaditas, que era lo de menos. Mi bebé estaba fascinada observando su dibujos animados favoritos, acostada y ajena a todo el revuelo que se formaba a su alrededor.
- Tengo sueño Paula.- bostezo haciendo una pequeñita "O" con su hermosa boquita.
- Entonces duerme bebé.- la arropé, pero ella tiró las ropas hacia atrás y se sentó a observarme.- ¿Qué pasa Lulu?.
- ¿Cómo te sientes?.- puso sus manitos en mi frente, como días atrás en Forks.
- Un poquito mejor.- admití, aunque más bien lo decía en relación a mi mejoría por la tranquilidad de estar cumpliendo mi meta con ella.
Lulu se paró de la cama y corrió por la habitación con sus piececitos descalzos. Al menos no debía preocuparme por eso. La habitación, a diferencia de mi departamento, estaba alfombrada totalmente. Se paró en seco al centro de la pieza, y con su dedito en la barbilla comenzó a buscar minuciosamente por todo el lugar.
- ¿Qué buscas Lulu?.- dije parándome de la cama para ir donde ella.
- Es que no alcanzo.- gimoteó golpeando con su piececito en el piso de frustración.
- ¿Qué es lo que alcanzas?.-
La puerta se abrió y quedé con el corazón en la boca. El Doctor Alfonso, Pedro, hizo su ingreso con su radiante bata blanca. Nos miró con una ceja alzada, intrigado seguramente por encontrarnos a las dos de pié y como gatitos perdidos. Vi a mi niña mirarme con esos ojitos traviesos y atravesar la habitación con pasito rápido hasta situarse frente a Pedro.
- ¿Qué pasa pequeña?.- preguntó él y se acuclilló a la altura de ella.
- Necesito alcanzad la ventana.- indicó hacia ella. Los dos la miramos sin entender nada.
- ¿Por qué quieres llegar a la ventana bebé?.- curiosee.
- Pod favod.- le puso su mejor carita de perrito mojado a Pedro y estiró sus bracitos a él.
- Sus deseos son órdenes para mí.- señaló él y la cargó hacia donde ella pedía
Verlos así, me convenció lo que faltaba. Que Lulu sería la niña feliz que buscaba que fuera. Sabía que era sólo una corazonada, pero tenía la fuerza para decirme que ellos eran más que un Doctor y una niña cualquiera. Los miré detenidamente y sin que fueran alucinaciones mías, estaba convencida que había similitudes en ellos… Pero quizás era sólo lo que yo quería ver.
De pronto volví a enfocar bien mi vista en ellos. Y pude percatarme con la profundidad que el miraba a mi pequeña bribona. Un sentimiento fuerte se apoderó de mi estómago al observarlo detallar cada parte de la carita de Lulu.
- Acuéstate Paula.- me pidió mi niña, que de un momento a otro estaba delante de mí en los brazos de Pedro aún.
- ¿Así está bien?.- cuestioné cuando hice lo que me indicaba ella.
- Sip.- se bajó apresuradamente y sin mediar aviso, puso sus manitos en mi rostro. Dejé salir mi risa sin esperar.- ¿Ves? Está mejod.- le informó Lulu a Pedro.- Mamá Sam me dijo que tenía que haced eso.
- ¿De verdad te sientes mal Paula?.- preguntó preocupado Pedro. Y mi rojo enfurecido apareció
- Ahora estoy bien. Gracias.- le guiñé un ojo para que entendiera que era por Lulu. Pero cuando me dí cuenta de mi gesto tan concienzudo, me sentí arder.- Vamos a dormir bebé.
- Buenas noches Doctod.- estiró su boquita hasta que alcanzó la mejilla de Pedro, cuando éste se agachó a su altura.
- Que duermas bien.- se despidió acariciando los cabellos de Lulu.
- Buenas noches Paula. Te quiedo mucho.- un sonoro beso fue mi recompensa.
- Buenas noches cielo. Te adoro.
Mi pequeña se acomodó acurrucada como un bebé a mi costado y poco a poco comenzó a entregarse a los brazos de Morfeo y acompasar su respirar. Miré de soslayo a Pedro, que estaba sentado frente a la cama y pendiente de todos los movimientos de Lulu, que ya cesaban totalmente. Luego de un momento, se levantó sin emitir ruido y se posó frente a la ventana. Estuvo un buen tiempo allí, observando sin observar. Pues, su vista se veía perdida en la oscuridad de la noche.
- Lourdes está muy acostumbrada a tí.- comentó de pronto, fijando nuevamente su cuerpo hacia nosotras.
- Yo también con ella.- admití sonriendo a mi dormida pequeñita.
- ¿Qué va a pasar cuando todo esto se resuelva?.- inquirió sentándose al borde de la cama nuevamente.
- Ella encontrará una familia que se preocupe realmente por ella. Y será una niña feliz
- ¿Y tú?.- lo miré sorprendida por su pregunta. Aquí lo que más importaba era Lulu,lo demás era detalle. Sin embargo, su preocupación me alegró sin quererlo.
- Mi único deseo desde que la conocí…- sonreí.- Era que ella conociera lo que era una familia. Que ella tuviera la oportunidad de ser querida como se lo merece…
- Puedes estar tranquila.- murmuró mirándome fijamente.- Sea Michael, Chad o yo… ella tendrá lo que debió tener siempre. Y no me refiero simplemente a lo material.
- ¿Ya se lo confiaste a tu familia?.- sonrió algo incómodo y despeinó aun más su cabello.
- Aun no.- hizo una graciosa mueca como disculpándose.- Quiero hacerlo cuando los resultados estén listos. Lo hemos hablado los tres, y vamos a esperar a tener las pruebas concluyentes.- asentí con comprensión.
- Estoy de acuerdo contigo.- admití.
- ¿Por qué Lourdes dijo que estabas enferma? ¿Y quien es Mamá Sam?.
- Pasa que hace unos días atrás estuve con una fuerte gripe y ella intentaba bajar mi temperatura de esa forma. Lo hizo viendo como Mama Sam, que es la esposa de mi padre, ponía paños helados en mi frente.- expliqué sonriendo a la par de él.- Mi padre, y su familia viven en Forks. De por sí, los vidrios viven congelados.
- Y el chico que ha estado aquí… ¿Es… tu novio?.- carraspeó luego de realizar la pregunta.
- ¿Hector?.- asintió desviando la mirada.- El es mi medio hermano.
Estuvimos platicando unos minutos más, hasta que el primer bostezo emitido por mí, para mi vergüenza, nos indicó que era hora de dormir. Me pidió que cualquier necesidad que tuviéramos, no dudara en llamarlo. Y como si fuese un deseo hecho realidad, tuve su número de móvil en el mío… Mis últimos pensamientos estuvieron dirigidos a ese día en el aeropuerto. Definitivamente la vida da muchas vueltas y como siempre decía Sam, el destino te depara variadas sorpresas… Nunca me imaginé volver a verlo, y menos pensar que nuestros caminos estarían tan unidos…

Una Dulce Inocencia: Capítulo 42

Mis ojos se fueron en forma inconciente hacia Pedro . Y del mismo modo que los ubiqué en el, desvié mi mirada a un punto en la pared. Pues sus ojos estaban clavados en mi persona, haciendo que me estremeciera por la fuerza que emitían esos dos luceros relucientes.
- Yo también soy soltero y sin hijos.- admitió Pedro, aun con su vista en mí.
- Bien. Pero de igual forma me gustaría que hablaran del tema e hicieran participe de esto a su familia. Tarde o temprano tendrán que afrontarlo y así como me preguntaban por Victoria. Ella está siendo investigada, pero lamentablemente si no se le logra comprobar ningún delito. Ella quedará libre de todo cargo y como creo sucederá. Arremeterá para volver a adquirir la custodia de la niña.
Nadie dijo nada. A pesar de las diversas personalidades que demostraban cada uno de los chicos sentados frente a mí, estaba segura que mi pequeña quedaría en buenas manos. Sorprendida me encontraba al no escuchar ninguna réplica por parte de ellos. Cualquier otro hombre, hubiera rehuido a sus obligaciones, a pesar de ser un hecho pasado y falto de raciocinio extremo. Pues ellos habían actuado guiado por las hormonas adolescentes, mas que nada.
- ¿Qué pasará con Lulu? Digo…mientras estén las pruebas y se lleve a cabo todo este lío judicial.- cuestioné con preocupación por mi bebé.
- Tranquila Paula. Siendo que los resultados estarán dentro de unos pocos días. Conseguiré con mi padre un diagnóstico médico falso, que indique hospitalización para la niña por los días que sea necesario.- explicó, dando un poco de paz a mi corazón afligido por ella.
- Está bien.- Vanessa me observó detenidamente unos instantes y luego prosiguió.
- Puedes quedarte con ella aquí Paula.- mi amplia sonrisa no se hizo esperar ante sus palabras.- Como también me gustaría que ustedes, en su calidad de médicos se acercaran a ella. Es recomendable que tengan un acercamiento con ella, de tener que optar a su custodia futuramente.
- Yo puedo pedir mi turno para esta noche.- miré a Pedro  en cuanto las palabras abandonaron su boca.- Claro…si eso…es bueno…- balbuceó.
- Sería perfecto Pedro.- Vanessa estuvo de acuerdo.
- Y a mi me gustaría poder involucrarme más con el tema legal de todo esto. Si es que fuera posible.- se apresuró Michael.- Si es que pudieras darme unos minutos de tu tiempo.- se dirigió a Vanessa.
- No creo que eso sea posible. Señor Bolton.- emitió una voz ronca desde la puerta.- La Señorita Vanessa, tiene planes más relevantes que la salida con un niño residente.
- Siento tener que contradecirte Riley.- el tono de Vanessa era de temer.- Pero como bien ha dicho el Señor Bolton. Es importante que tenga una reunión con él.
- ¡Yes!.- gritó extasiado Michael, captando todas las miradas.- Yes, my friendo. We're in the streets again.- cantó para disimular su metida de pata por lo visto.
 …
Salí de la oficina con dirección a la guardería, que era el lugar donde me esperaba mi bebé. Caminé por los pasillos, preguntando cada tanto la sala exacta a la que debía dirigirme. Cuando estaba por abrir la puerta, una mano en mi brazo me hizo darme vuelta asustada. Mi respiración se atascó cuando vi que era Pedro  quien aventuraba mi atención.
- Siento haberte asustado…- murmuró avergonzado.- Yo…quería saber cómo haríamos para acercarme a ella.
- La verdad es que no lo sé.- contesté.- Creo que siguiendo los consejos de Vanessa. Como su médico.
- Ella se asustará cuando le digan que debe quedarse en un hospital.- sonrió en forma cálida.
- Eh…sí. Claro.- hablé un tanto perdida aun en esa sonrisa
- ¡Paula!.- me giré al oír esa hermosa vocesita a mis espaldas.- Mida.- me mostró un papel con dibujos.
- Es precioso princesa.- me agaché para tomarla.
- ¿Yo también me veo precioso?.- dijo irónico Jacob, al que parecía habían tomado de rehen los niños y habían intentado dibujar sobre su cara.
- ¡Oh. Si! Te ves divino.- contesté divertida. Un carraspeo, me recordó quien estaba con nosotros.
- Mira bebé.- tomé e Lulu en brazos y me voltee.- El...es el Doctor...Pedro Alfonso.
- Hola Doctod.- saludó mi bebé agitando su manita.
- ¡Cristo!.- susurró Pedro en shock, mirando a mi pequeña…

sábado, 27 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 41

- Lo encontré.- me limité a decir. Su rostro me indicó que había captado el mensaje.
- ¿Cómo? ¿Dónde?.- apremió.
- Por casualidades y milagros de la vida.- suspiré.- En California. Es médico residente allí. Llegará en cualquier momento.
- Eso quiere decir que…¿Está dispuesto a someterse a las pruebas y hacerse cargo legal de la niña?.
- Algo así…- rodé los ojos, recordando a Chad.- Ellos me han dicho que se contactarían con otras…personas….
- ¿Otras personas? ¿Con qué fin?.
- Creo que…hay algo más en todo esto…
Justo en ese momento volvieron a tocar la puerta. Vanessa se levantó y abrió. La cabellera rubia brillante que se asomó, me indicó que ya habían llegado. Luego de las presentaciones y que Chad, decidiera hacer su show particular a Lourdes, bajo la atenta y prolija mirada de Vanessa. Decidimos esperar a los otros participantes a la reunión.
Por prescripción de Vanessa. Jacob llevó a mi bebé fuera de la oficina.
- Paula me ha comunicado que estás dispuesto a realizarte el test de ADN.- afirmó Vanessa.
- Estoy absolutamente seguro que no soy el papá de esa hermosa cachorrita, pero si es necesario. Me haré todo tipo de exámenes.
- ¿Cómo es que asumes tan prontamente ese hecho?.- entrecerró sus ojos hacia él.
- Conocí a la niña. Es un amor, y de hecho en eso es muy parecida a mí.- arregló su camisa en forma vanidosa.- Pero ella es una copia exacta de alguien que conozco.
- Es decir.- trató de interpretar Vanessa.- Que las personas que estamos esperando. Uno de ellos, sería el padre biológico según tus predicciones
- ¡Apuesto mi trasero!.- golpeó la mesa, haciéndonos saltar a todas.
- ¡Chad!.- lo regañó su platinada novia.
- Creo que es lo mejor de mi cuerpo.- le susurró…según él, sólo para ella.
La cultural charla que estábamos sobrellevando, volvió a quedar interrumpida por el rítmico golpeteo anunciando la llegada de más personas. Aparentemente, eran aquellos que esperábamos, porque Jessica bufó en reconocimiento del toque y Chad, sonrió de oreja a oreja. La puerta se abrió y un revoltijo de palabras, proclamaciones y exclamaciones quedaron en el aire.
- ¿Tú?
- ¿Ustedes?
- ¿Alfonso y Bolton?
- ¿Se conocen?
- ¿Paula de la Bestia?
Ok. Ante esta última no pude evitar rodar mis ojos ¿Es que nunca se olvidaría de esa bochornosa situación? Pero luego de eso, mi autocontrol en relación a mi sonrojo se hizo añicos, cuando mis ojos se cruzaron con esos hechizantes destellos verdes ¡Era él! Su rostro encrispado en una confusión total, dio paso a una hipnotizante sonrisa ladina.
- Bien.- anunció Vanessa.- Creo, por lo que he notado. Que todos nos conocemos de algún modo u otro.- asentimos en su dirección.- Ahora bien ¿Saben ustedes dos qué hacen aquí?
- No.- respondieron los chicos del aeropuerto.
- ¿Ustedes no les informaron nada?.- enjuició a Jessica y Chad.
- ¿No les mencionaste absolutamente nada?.- fue el turno de Jessica nuevamente para arremeter contra Chad.
- Ehm. La impresión mía fue fuerte. Quería no ser el único.- puso su mejor cara de niño travieso.
- Dejémoslo ahí.- pidió Vanessa.- Bien chicos. Tomen asiento. Creo que será una larga conversación.
Una hora más tarde. Chad estaba totalmente divertido viendo las caras descompuestas del par de chicos, blancos como la cal, que estaban a pasos más allá. Mientras Vanessa seguía relatando punto por punto toda la historia de Victoria y la pequeña Lourdes. En algunas ocasiones, debía intervenir yo. Para esclarecer más puntos que quedaban a la deriva. En cuanto lo hacía, dos pares de ojos estaban encima prácticamente de mí. Pero sólo uno conseguía hacer que tartamudeara como una pre-escolar en su lección de lectura primera.
- Quisiera saber sus impresiones. Luego de todo lo que les he señalado.- requirió Vanessa.
- ****, **** y más ****.- contestó Michael. Bajo todas las miradas en él.- ¿Qué? Esa es mi impresión.- se defendió..
- ¿Tú Pedro ?.- olisqueó Jessica.
- Estoy aun intentando procesar todo.- suspiró y pasó su mano por sus cabellos. Una acción que tal parecía estaba arraigada en él cuando se pasaba bajo tensión.
- Chicos. Sé que esto es difícil de asimilar de la noche a la mañana.- habló Vanessa.- Pero tienen que comprender que estamos bajo una situación bastante complicada. La madre de la niña no es una persona apta para tener la custodia de ella.- explicó amablemente.- Ahora bien. El test de paternidad estará resuelto en cuatro días a más tardar. Es un tiempo breve, y ustedes deben adoptar las medidas necesarias para asimilar todo en este corto tiempo
- ¡Jesús! ¿Al menos la niña ya no usa paños?.- preguntó Michael.
- No.- respondí rápido.- Y come cualquier tipo de alimentos.
- ¿Desde cuando está contigo?.- fue el turno de los ojazos.
- D-desde hace un tiempo. La cuido hace unos meses.- contesté al rojo vivo ¡Odiando los genes de Renee!.
- Teniendo en cuenta los datos que necesitaban saber. Quiero entender ahora yo ¿Cómo es que uno de ustedes es el padre? Lo pregunto porque la chica a la cual entrevistamos, solo mencionó a Chad McCarty.
Los tres se miraron significativamente y con una vergüenza palpable. Sus ojos se abrían a la par de sus bocas, incitando al otro a responder la pregunta. Me podía hacer una idea de por qué les costaba tanto desenfundar sus intimidades.
- Viendo que a los tres se les enrolló la lengua ahora y no en ese tiempo. Hablaré yo- tomó la palabra Jessica.- La señorita, que poco tiene de ese título.- se apresuró a aclarar.- Tenía el menú de servicios particulares…
- ¿Podrías ser más explícita?.- solicitó Vanessa. Observando las caras de los aludidos
- Los tres se acostaron con esa zorra.- fue directa y precisa. Dejándome con la boca abierta y en llamas a los tres varones.
- Veo.- articuló incómoda Vanessa.- Un famoso trío.
- ¡No!.- gritaron los tres.
- Soy un busquilla de aventuras.- comentó Michael con una risita.- Pero tampoco soy un pervertido.
- ¿Entonces?.- incitó Vanessa.
- Pagamos el…¿Paquete completo?.- indicó Chad.- Pero por separado.
- Pero los tres tuvieron relaciones con ella la misma noche.- aventuró afirmando Vanessa.
- Si.- susurraron los tres cabizbajos de bochorno.
- Bien. Creo que tengo las ideas claras. Cualquiera de ustedes podría ser el progenitor de Lourdes.- pronunció Vanessa.- Espero que para la próxima vez, sean más cuidadosos con sus relaciones. Sobre todo teniendo en cuenta que serán Médicos en pocos meses y supongo que tiene claridad en la propagación de ETS.- todos asintieron.
- ¿Qué pasará con la madre de la niña?.- averiguó Jessica.
- Ella está siendo procesada. De ahí que los presione en cierto modo para que asimilen lo que acontecerá una vez que las pruebas de paternidad estén listas. ¿Ustedes tienen pareja, casados, hijos?.
- ¡Soltero, sin hijos y sin novia!.- vociferó Michael con energía.

Una Dulce Inocencia: Capítulo 40

- Ella…está fuera.- informé con un hilo de voz. Y antes que hablara, me adelanté.- Sé que no tengo derecho para tomarme atribuciones en torno a ella.- aclaré.- Pero…yo la quiero…y no podía soportar saber que la dejarían en un orfanato mientras se encontraba a su padre.
- ¿Ella saber que su supuesto padre está aquí? ¿Qué haz venido en su búsqueda?.- preguntó rápidamente.
- No… No quiero crearle falsas esperanzas.-.
En ese momento volvió a entrar Chad con una sonrisa radiante, que al mirar las facciones de su novia, se recompuso y adoptó una seriedad, que estaba segura. Ni el mismo podía creerse
- Estamos autorizados. Maté a tu abuela.- indicó a su novia.
- ¿No pudiste matar a tu familia?.- le increpó y no pude evitar bufar. Llamando la atención de los presentes.- Está bien. De todos modos, la familia de Chad es más cuerda que él.
- Ok.- respondí, sin saber muy bien que contestar.
- Por la salud mental de esa niña y por el resguardo de tu ****ez sobrenatural.- se refirió a Chad.- Te advierto que la niña está allí afuera.- apuntó la salida.- Ella no sabe si tiene la gracia o desgracia que seas su padre. Así que intenta no decir nada…- de pronto quedó pensativa.- Mejor aun. No digas nada.
...
Salimos del lugar los tres. Jessica en el camino me informó que nos trasladaríamos hacia la casa de cada uno en su auto, para recoger sus cosas y luego dirigirnos al aeropuerto. Argumentó que debería hacer unas respectivas llamadas. Yo aun estaba un tanto perdida sobre quienes podían ser los otros supuestos padres ¡Es que esa mujer no tenía vergüenza! Al salir por las puertas dobles, pude ver a mi bebé entretenida con Hector. Me vió y sonrió como siempre, al mismo tiempo que como acto reflejo, yo le devolvía la acción. Corrió en mi dirección y abrí mis brazos para ella. Sus bracitos se enrollaron en mi cuello y me giré hacia mis dos acompañantes, que me observaban con expresiones que no supe reconocer muy bien.
- Bebé.- la llamé y desenterró su carita de mi cuello.- Te presento a… unos amigos. Chad y Jessica.
- Hola.- saludaron los dos a tiempo.
- Hola. Soy Lourdes Chaves.- volvió a presentarse ella. Ambos me miraron extrañados.
- Ehm. Yo soy Paula Chaves.- volví a presentarme. Sus caras eran todo un poema, debido a los apellidos.- Ella, se adjudicó mi apellido.- expliqué encogiéndome de hombros.
- ¡Ey!.- exclamó Chad. Tomando toda la atención.- Eres igual a… ¡Auch! ¡Jess! ¡Déjame costillas para mi vejez!.- se lamentó al ser golpeado nuevamente por Jess.
- Y te aseguro que si no es lo único que quieres para tu vejez. Cierra el pico.- le siseó para que Lulu no oyera. Mi niña comenzó a reírse fuertemente.
- Edes un bobo.- señaló a Chad, agregando las risas de todos los demás.
- ¡Oh. Si. Bebé!.- la secundó Jessica.- Al parecer, tienes mejor futuro que el que creía.
- Paula ¿Dónde te habías metido? Y…¿Qué haces con es niña aquí?.- cuestionó Phil llegando a mi lado y notablemente molesto. Lulu escondió nuevamente su carita en mi cuello.
- Estoy haciendo lo correcto.- dije firme.- Y ahora debo irme. Despídeme de mamá y Helena.- le di un beso en la mejilla.- No te preocupes ¿Si? Sé lo que hago.- asintió no muy convencido.
- Espero que sepas lo que haces hija.- tocó los cabellos de mi bebé y se marchó.

El viaje de vuelta a Washington, fue todo un caso. Chad no perdió oportunidad para buscar hacer morisquetas a mi bebé, que reía fascinada al encontrar un payaso, como ella le había denominado. No pude evitar sentir un pequeño remezón en mi interior al observar la escena. Sus risas serían una hermosa realidad que podría vivir hasta un poco tiempo más. Hector al parecer, presentía mis emociones, porque a cada instante su mirada se cruzaba con la mía y me intentaba infundir valor, a través de una cálida sonrisa..
Luego de despedirnos de Chad y Jessica, para encontrarnos al día siguiente en el Hospital de Vanessa. Nos fuimos a mi departamento con Lulu y Jacob. Ángela y Ben, corrieron hasta nosotros para ponerse al día de todo lo que había pasado en estos últimos tiempos. Mi bebé se durmió en brazos de Ben, tras jugar hasta quedar agotada. Mientras nosotros platicábamos con Ángela.
- Entonces…- suspiró Angie.- Mañana por fin se sabrá la verdad.
- Pero… ¿Queda la realización del test de paternidad? ¿Verdad?.
- Así es… Ellos se iban a contactar con las otras personas. Al parecer uno de ellos es…
- ¿Cómo está eso?.- inquirió Angie totalmente confundida.
- No se bien…- admití.- Creo que…hubo una jugada de tres.- Ben estalló en risas.
- Esa es la suerte de un rico.- se carcajeó.
- Por tu bien, espero que seas siempre pobre.- increpó Angie a su novio. No pude más que reírme de ellos dos.- Hablando en serio. Compartiste con el primer supuesto padre ¿Qué opinión tienes?.- indagó mi amiga.
- Si él resulta ser el padre. Creo que todo el camino pedregoso que he recorrido haciéndome cargo de mi pequeña princesa. Ha valido la pena.- declaré con convicción.
- Y… ¿Cómo estás tú?.- cuestionó Ben mirándome fijamente, apoyado por mi amiga que asintió en aprobación
- Me siento bien conmigo misma.- señalé bajando mi mirada
- ¿Después?.- fue el turno de Ang
- Después ella será feliz con su nueva familia.- intenté ahogar el nudo en mi garganta.- Y yo…yo rezaré siempre porque ella sea la niña más feliz del mundo.
- Sabías que algún día ella se iría Paula.- comenzó Ben.- O ¿Acaso tenías las esperanzas de quedarte con ella?.- me quedé en silencio durante un largo rato. Lo cual dio a entender mi postura.
- Paula. Eso no era posible.- me reprendió cariñosamente ella.- Lulu se iría tarde o temprano y tú no podías hacer nada. Ni contra su madre, contra el padre en caso que apareciera o…contra lo que decidiera la ley en torno a ella.
Me paré abruptamente de mi silla. Estaba totalmente convencida de eso, pero mi corazón no quería entenderlo tan simple como se expresaba con las palabras. Lourdes había pasado de ser mi forma de ganarme la vida a mi propia vida y…no podría olvidarla tan fácilmente. Me situaba en cuando dormíamos juntas y su aroma impregnaba mi ambiente, era esa exquisita fragancia que me acostumbraría fácilmente a hacerlo mi predilecto…aunque ya lo era.
Angie y Ben se marcharon pronto. Entendían a la perfección, que lo más anhelado por mí en estos momentos. Era pasar todo tiempo, minuto y segundo que me quedara, al lado de mi bebé. Me acosté a su lado, y como siempre ella parecía un imán, acoplándose a mi costado como un pequeño ratoncito buscando calor.
- Cuando seas grande…estoy segura que te acordarás de mí.- susurré con mi cara escondida en sus rizos de oro.- Yo nunca te voy a olvidar. Siempre serás la bebé que robó mi corazón…el mismo que llevarás contigo donde quiera que vayas… Porque aunque yo no te haya tenido dentro de mi guatita, te siento más dentro de mí que nunca…
...
A la hora indicada estábamos Hector, Lulu y yo en el hospital. Nos dirigimos automáticamente al despacho de Vanessa, pues ella aun no estaba enterada de nada y era primordial que supiera los últimos acontecimientos. Jessica y Chad, llegarían minutos más tarde. Lo que me dejaba un tiempo razonable para platicar con Vanessa y exponer los nuevos giros que estaba dando todo, al tener el presunto padre en cuerpo y alma.
- Pase.- indicó su voz desde el interior del despacho.
- Permiso.- murmuré y me adentré. En cuanto me vió supe que estaba en problemas.
- Paula ¡Por Dios! Te das cuen…- su discurso se detuvo y su vista se enfocó más allá de mí.- ¿Es ella?.- susurró sólo para mi.- asentí.
- Sé que he cometido errores, pero son justificados. Escúchame.- pedí cuando la vi en posición de interrumpirme.
- Te escucho.- nos indicó tomar asiento y así lo hicimos. Hector unas sillas más allá con Lulu.