viernes, 26 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 37

- Yo sede tu enfedmeda.- me sonrió mi bebé
- ¡Oh, si!.- apoyó Sam.- Y…¿Paula?.- giré mi rostro hacia ella.- Por algo pasan las cosas.- sonrió y salió.
Quedé con mi mirada fija hacia la puerta. Y mi mente procesando las palabras de Sam "Por algo pasan las cosas". Era cierto. Miré sonriente a mi bebé, que se recostó y puso su cabecita sobre mi estómago. Acaricié su suave cabello…
- Lulu.- dije de pronto.- No deberías estar aquí. Estoy enferma y puedo contagiarte.- traté de levantarla, pero ella se aferró a mis piernas como una lapita y negó con su cabecita, moviendo sus coletas a todos lados.
- Mamá Sam me dio agüitas para no enfedmadme.- se volvió a acomodar sobre mi estómago.- Y yo no me voy a id. Tú dijiste que nunca me ibas a dejad. Yo tampoco.
La miré un buen rato, mientras ella con su manita trazaba círculos en mi estómago y con su otra mano jugueteaba con la mía. Confiaba en Dios. Y si me había mandado esta enfermedad, solo esperaba que fuera por algo. Y ese algo tuviera que ver con mi bebé… Los milagros existían. Yo tenía uno de ojos azul cielo hipnotizantes y cabellos de oro frente a mí. Esperaba que siguiéramos bendecidas. Siempre...

Tres horribles días pasé en cama. Mi enfermera particular nunca se separó de mi lado y estaba constantemente preguntándome si necesitaba algo. Sin embargo, lo único que necesitaba nunca llegó. Y mañana partiríamos de vuelta… Mañana sería el día, el maldito día que creí se borraría por algún milagro. Pero nunca pasó.
Vanessa había entendido que no estaba en condiciones de viajar. Pero me había vuelto a recalcar que quisiera o no, debía entregar a Lulu. Que era lo correcto y lo mejor. También me había mencionado, que del supuesto padre de Lulu no había noticias aún. Y eso me ponía peor.
- ¿Estás mejor?.- preguntó David. Miró hacia mi lado y se encogió de hombros. Lulu dormía placidamente.
- Si, lo estoy.- acaricié la cabeza de mi niña.
- Tu madre llamó para preguntar por ti, pero no quise despertarlas.- informó.- Al parecer el virus que te atacó, anda por todos lados.
- ¿Por qué? ¿Está enferma?.
- Ella no. Pero Helena se contagió de un resfrío demasiado fuerte y está hospitalizada.
- ¡¿Qué?.- grité y me reprendí de inmediato al ver removerse a Lulu.
- Tranquila y silencio.- me regañó.- Helena está bien. Le bajaron la fiebre y sólo le queda un tanto de tos.
- La voy a llamar.- me erguí a tomar mi móvil.
- Llama a sus móviles. No están en casa. Fue asi como se contagió Helena. Chris tuvo que viajar por trabajo, así que ellas le acompañaron.- indicó.- Quizás el cambio de temperatura.
- Es lo más probable.- dije, mientras escuchaba el tono de marcado.
- ¿Paula? ¿Cómo estas?.- respondió atolondrada mi madre.
- Hola mamá. Estoy bien.- dije sonriendo.- ¿Cómo está Helena?.
- Igual que tú.- suspiró.- Dándome sustos tremendos ¿Estas segura que estás bien?.
- Sí mamá.- respondí como cuando era pequeña.- ¿Helena aún está hospitalizada?.
- Si. Pero es sólo por precaución.- comentó.- Está feliz de la vida con un médico joven que me recuerda tanto a Patch Adams.- sonreí ante la imagen.
- Es bueno que hayan médicos así.- miré a mi bebé durmiente.- Los niños lo agradecen.
- Además…es bastante guapo.- susurró divertida. Me imaginaba que Chris estaría por allí.- Eso es un buen remedio también para las madres.- rodé los ojos por su comentario
- ¿Acaso Chris tiene competencia?.- bromee
- Podría.- cortó abruptamente su diálogo. De seguro alguien había interrumpido su sarta de piropos.- ¡Oh Paula! El Doctor McCarty, es un muy buen profesional
Salté de la cama sin importarme nada. Miré con ojos desorbitados a David, quién me observaba como si tuviera tres ojos. Mi madre había dicho McCarty ¡McCarty! ¡Ese era el apellido que esa mujer había dado! Mi padre iba a decir algo, pero con un gesto de mano, le pedí que se guardara lo que fuera que quisiera hablar.
- ¡Mamá!.- la llamé desesperada.- ¡Mamá!.
- ¿Qué pasa Paula? Aun estoy aquí.
- ¿C-como dijiste que…- tragué en seco.- se llamaba el…Doctor?.
- McCarty.- repitió como bien había oído.- Paula. Es un amor, creo que podría ser un buen part-
- ¡Quiero el nombre!.- la corté.- ¡Como es! ¿Dónde estas?.
Inconcientemente empecé a sacar todas mis pertenencias y tirarlas en mi bolsa. Mi madre estaba hablando algo del otro lado. Por lo que oí, preguntaba los datos del Doctor.
- Bien. Tengo malas noticias.- mi corazón latió como loco ¿A qué se refería?.- Está absolutamente comprometido.- quise gritarle por la estupidez que estaba hablando
- ¡Mamá!.- rechiné los dientes.- ¡Responde lo que te pregunté!
- Ok. Ok. ¡Uf! Que genio.- mascullo.- Es alto, musculoso, pelo negro….- con cara característica que daba, sentía mi pulso más acelerado.- …Chad McCarty
Dejé de respirar. Mi cuerpo se congeló y creí haber muerto y resucitado en un minuto. Sentí a David sacudirme. Y de un momento a otro mis ojos comenzaron su labor habitual, llorar.
- ¿Paula? ¿Me escuchas?.- borboteaba mi madre.
- ¡Mamá! ¿Dónde estás?.- demandé jadeante.
- California. Específicamente en el Hospital del mismo nombre.- colgué in situ.
Corrí por mi habitación tirando todo. Olvidé mi convalecencia y más aun los dolores de cuerpo que aun me aquejaban, luego de la alta fiebre con la que había estado estos días. Mi padre estaba de pié frente a mí. Veía sus labios gesticular, pero no prestaba atención a lo que intentaba decir. Cundo tuve la pequeña maleta preparada, detuve mi deambular enajenado. Voltee a ver a mi padre…
- Dime que la fiebre no ha hecho añicos tu cerebro ¿Por favor?.- pidió observándome preocupado
- Tengo el paradero del papá de Lulu.- dije sin rodeos. Su cara pasó por todas las emociones posibles.
- ¿D-donde? ¿Q-quien?.- balbuceaba aturdido.
- No sé. Esto es un milagro papá.- chillé emocionada.- Sam tenía razón ¡Todo pasa por algo!
- Pero… ¿Estás segura que es él?.
- Esa mujer lo dijo.- no quise pensar negativo.- Tengo que ir allí. Tenemos que ir.- apunté a mi bebé que aun dormía.
- Ok.- luego quedó pensando.- Pero no irás sola. Hector te acompañará.

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