sábado, 27 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 40

- Ella…está fuera.- informé con un hilo de voz. Y antes que hablara, me adelanté.- Sé que no tengo derecho para tomarme atribuciones en torno a ella.- aclaré.- Pero…yo la quiero…y no podía soportar saber que la dejarían en un orfanato mientras se encontraba a su padre.
- ¿Ella saber que su supuesto padre está aquí? ¿Qué haz venido en su búsqueda?.- preguntó rápidamente.
- No… No quiero crearle falsas esperanzas.-.
En ese momento volvió a entrar Chad con una sonrisa radiante, que al mirar las facciones de su novia, se recompuso y adoptó una seriedad, que estaba segura. Ni el mismo podía creerse
- Estamos autorizados. Maté a tu abuela.- indicó a su novia.
- ¿No pudiste matar a tu familia?.- le increpó y no pude evitar bufar. Llamando la atención de los presentes.- Está bien. De todos modos, la familia de Chad es más cuerda que él.
- Ok.- respondí, sin saber muy bien que contestar.
- Por la salud mental de esa niña y por el resguardo de tu ****ez sobrenatural.- se refirió a Chad.- Te advierto que la niña está allí afuera.- apuntó la salida.- Ella no sabe si tiene la gracia o desgracia que seas su padre. Así que intenta no decir nada…- de pronto quedó pensativa.- Mejor aun. No digas nada.
...
Salimos del lugar los tres. Jessica en el camino me informó que nos trasladaríamos hacia la casa de cada uno en su auto, para recoger sus cosas y luego dirigirnos al aeropuerto. Argumentó que debería hacer unas respectivas llamadas. Yo aun estaba un tanto perdida sobre quienes podían ser los otros supuestos padres ¡Es que esa mujer no tenía vergüenza! Al salir por las puertas dobles, pude ver a mi bebé entretenida con Hector. Me vió y sonrió como siempre, al mismo tiempo que como acto reflejo, yo le devolvía la acción. Corrió en mi dirección y abrí mis brazos para ella. Sus bracitos se enrollaron en mi cuello y me giré hacia mis dos acompañantes, que me observaban con expresiones que no supe reconocer muy bien.
- Bebé.- la llamé y desenterró su carita de mi cuello.- Te presento a… unos amigos. Chad y Jessica.
- Hola.- saludaron los dos a tiempo.
- Hola. Soy Lourdes Chaves.- volvió a presentarse ella. Ambos me miraron extrañados.
- Ehm. Yo soy Paula Chaves.- volví a presentarme. Sus caras eran todo un poema, debido a los apellidos.- Ella, se adjudicó mi apellido.- expliqué encogiéndome de hombros.
- ¡Ey!.- exclamó Chad. Tomando toda la atención.- Eres igual a… ¡Auch! ¡Jess! ¡Déjame costillas para mi vejez!.- se lamentó al ser golpeado nuevamente por Jess.
- Y te aseguro que si no es lo único que quieres para tu vejez. Cierra el pico.- le siseó para que Lulu no oyera. Mi niña comenzó a reírse fuertemente.
- Edes un bobo.- señaló a Chad, agregando las risas de todos los demás.
- ¡Oh. Si. Bebé!.- la secundó Jessica.- Al parecer, tienes mejor futuro que el que creía.
- Paula ¿Dónde te habías metido? Y…¿Qué haces con es niña aquí?.- cuestionó Phil llegando a mi lado y notablemente molesto. Lulu escondió nuevamente su carita en mi cuello.
- Estoy haciendo lo correcto.- dije firme.- Y ahora debo irme. Despídeme de mamá y Helena.- le di un beso en la mejilla.- No te preocupes ¿Si? Sé lo que hago.- asintió no muy convencido.
- Espero que sepas lo que haces hija.- tocó los cabellos de mi bebé y se marchó.

El viaje de vuelta a Washington, fue todo un caso. Chad no perdió oportunidad para buscar hacer morisquetas a mi bebé, que reía fascinada al encontrar un payaso, como ella le había denominado. No pude evitar sentir un pequeño remezón en mi interior al observar la escena. Sus risas serían una hermosa realidad que podría vivir hasta un poco tiempo más. Hector al parecer, presentía mis emociones, porque a cada instante su mirada se cruzaba con la mía y me intentaba infundir valor, a través de una cálida sonrisa..
Luego de despedirnos de Chad y Jessica, para encontrarnos al día siguiente en el Hospital de Vanessa. Nos fuimos a mi departamento con Lulu y Jacob. Ángela y Ben, corrieron hasta nosotros para ponerse al día de todo lo que había pasado en estos últimos tiempos. Mi bebé se durmió en brazos de Ben, tras jugar hasta quedar agotada. Mientras nosotros platicábamos con Ángela.
- Entonces…- suspiró Angie.- Mañana por fin se sabrá la verdad.
- Pero… ¿Queda la realización del test de paternidad? ¿Verdad?.
- Así es… Ellos se iban a contactar con las otras personas. Al parecer uno de ellos es…
- ¿Cómo está eso?.- inquirió Angie totalmente confundida.
- No se bien…- admití.- Creo que…hubo una jugada de tres.- Ben estalló en risas.
- Esa es la suerte de un rico.- se carcajeó.
- Por tu bien, espero que seas siempre pobre.- increpó Angie a su novio. No pude más que reírme de ellos dos.- Hablando en serio. Compartiste con el primer supuesto padre ¿Qué opinión tienes?.- indagó mi amiga.
- Si él resulta ser el padre. Creo que todo el camino pedregoso que he recorrido haciéndome cargo de mi pequeña princesa. Ha valido la pena.- declaré con convicción.
- Y… ¿Cómo estás tú?.- cuestionó Ben mirándome fijamente, apoyado por mi amiga que asintió en aprobación
- Me siento bien conmigo misma.- señalé bajando mi mirada
- ¿Después?.- fue el turno de Ang
- Después ella será feliz con su nueva familia.- intenté ahogar el nudo en mi garganta.- Y yo…yo rezaré siempre porque ella sea la niña más feliz del mundo.
- Sabías que algún día ella se iría Paula.- comenzó Ben.- O ¿Acaso tenías las esperanzas de quedarte con ella?.- me quedé en silencio durante un largo rato. Lo cual dio a entender mi postura.
- Paula. Eso no era posible.- me reprendió cariñosamente ella.- Lulu se iría tarde o temprano y tú no podías hacer nada. Ni contra su madre, contra el padre en caso que apareciera o…contra lo que decidiera la ley en torno a ella.
Me paré abruptamente de mi silla. Estaba totalmente convencida de eso, pero mi corazón no quería entenderlo tan simple como se expresaba con las palabras. Lourdes había pasado de ser mi forma de ganarme la vida a mi propia vida y…no podría olvidarla tan fácilmente. Me situaba en cuando dormíamos juntas y su aroma impregnaba mi ambiente, era esa exquisita fragancia que me acostumbraría fácilmente a hacerlo mi predilecto…aunque ya lo era.
Angie y Ben se marcharon pronto. Entendían a la perfección, que lo más anhelado por mí en estos momentos. Era pasar todo tiempo, minuto y segundo que me quedara, al lado de mi bebé. Me acosté a su lado, y como siempre ella parecía un imán, acoplándose a mi costado como un pequeño ratoncito buscando calor.
- Cuando seas grande…estoy segura que te acordarás de mí.- susurré con mi cara escondida en sus rizos de oro.- Yo nunca te voy a olvidar. Siempre serás la bebé que robó mi corazón…el mismo que llevarás contigo donde quiera que vayas… Porque aunque yo no te haya tenido dentro de mi guatita, te siento más dentro de mí que nunca…
...
A la hora indicada estábamos Hector, Lulu y yo en el hospital. Nos dirigimos automáticamente al despacho de Vanessa, pues ella aun no estaba enterada de nada y era primordial que supiera los últimos acontecimientos. Jessica y Chad, llegarían minutos más tarde. Lo que me dejaba un tiempo razonable para platicar con Vanessa y exponer los nuevos giros que estaba dando todo, al tener el presunto padre en cuerpo y alma.
- Pase.- indicó su voz desde el interior del despacho.
- Permiso.- murmuré y me adentré. En cuanto me vió supe que estaba en problemas.
- Paula ¡Por Dios! Te das cuen…- su discurso se detuvo y su vista se enfocó más allá de mí.- ¿Es ella?.- susurró sólo para mi.- asentí.
- Sé que he cometido errores, pero son justificados. Escúchame.- pedí cuando la vi en posición de interrumpirme.
- Te escucho.- nos indicó tomar asiento y así lo hicimos. Hector unas sillas más allá con Lulu.

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