miércoles, 31 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 54

¿Qué pasó Paula?.- Vanessa rodeó su escritorio y estuvo pronto frente a mí.
- N-nada.- hipé.- Es que… Pedro le dijo a Lulu que era su.- hipé.- Papá.
- ¿Y por eso lloras?.- sonrió amigable, tomando mi brazo y jalándome al asiento
- Es que… es que me dio pena.- admití llorando más fuerte.- Creí que ella no lo quería, porque no se inmutó cuando supo.- volví a hipar.- Pero era porque ella pensaba que Pedro no quería un abrazo de ella.
- Entiendo.- acarició mi pelo.-  Lulu tenía miedo de la reacción de Pedro. Pensaba que quizás actuaría como los otros dos imbéciles a los que debía llamar papá.- asentí secando mi cara.
- Ella nunca debió pasar por algo así.- susurré con dolor.
- Nunca Paula, pero ahora será distinto.- volví a asentir.
- Voy a ir a mi casa.- Vanessa me miró extraña.
- ¿No pretenderás alejarte de ella? Paula, esa niña te adora. Sería un golpe inmenso el que la dejaras de un día para otro. Además Pedro me ha dicho que quiere…
- Seguiré a su cuidado, es sólo que Hector, mi hermano se regresa a Forks y lo iré a despedir.
- Está bien.- admitió ella.- Necesitas un espacio para ti igualmente ¿Verdad?.
- Mucho.- concordé con su suposición.
La puerta del despacho de Vanessa se abrió, por la que entraron Michael y Lucy. Se acercaron en dos pasos hasta donde estaba, creyendo que había pasado algo malo, pero Vanessa les comentó los nuevos sucesos. Ambos se mostraron alegres por lo sucedido, así que tomé mis cosas y me marché de allí… Había algo que iba mal conmigo y no quería que nadie me preguntara más allá de lo que podía decir y lo que era lógico.
...
- De verdad puedo ir a dejarte.- exclamé nuevamente a Hector.
- No es necesario Paula. Intenta descansar.- volvió a rehusarse.
- Yo lo llevaré.- habló Ben.- Tengo que ir por unas cosas y aprovecho para dejarlo.
- Puedo hacerlo.- intenté ponerme de pié, pero Ángela me sentó de un empuje.
- Tu y yo vamos a conversar. Deja que Ben se encargue.- me ordenó.
Me despedí de Hector, dándole las gracias por haber estado conmigo todos estos días. Lo único que me pidió él era que me cuidara y que cuidara de la pequeña pelotita. Ángela preparó dos tazas de humeante chocolate caliente y nos sentamos a conversar los últimos sucesos. No pude evitar que nuevas lágrimas se agolparan en mis ojos…
- Me alegro que todo saliera bien.- expresó sonriente mi amiga.
- Yo también.- me colé a sus palabras.
- Sin embargo…- me miró con cautela.- ¿Por qué si estás tan contenta sigues llorando?.
- De alegría...- en parte verdad y en parte mentira.
- Hay algo más.- aseguró. Rehuí sus ojos inquisitivos.- Tú lloras porque sientes celos.
- ¡Claro que no! ¡Estoy feliz por él y mi pequeña!.- declaré tajante.
- No digo que estés celosa de Pedro o de Lulu. Sientes que te hubiera gustado ser más parte de ese momento.
- Lo fui.- rebatí.
- No como quisieras.- me contradijo.- Tú amas a esa pequeña como si fueras su verdadera madre. Y estás comenzando a sentir por Pedro más que un simple cariño o gratitud por cómo es con Lulu.
- N-no…eso no.- balbucee nerviosa.
- No me mientas y no trates de corregirme, porque sabes que estoy en lo cierto. Y mi único consejo es que sigas lo que te dicta tu corazón.
- ¿A que te refieres?.- pregunté.
- Pedro es un hombre soltero. Tu también lo eres. Y Lulu es un lazo demasiado fuerte que ambos comparten. No cierres tus ojos a la realidad cuando se presente clara ante tí.- la miré atenta.- Hay algo que crece entre ustedes, que es totalmente independiente de esa pequeña. No lo dejen pasar.
- Pero… Yo no estoy enamorada de él, y el… tampoco de mí.
- Yo no hablo de enamoramiento propiamente tal, pero todo sentimiento comienza con un paso… Ustedes están en el primero…
- Quizás…
- Ahora acuéstate y trata de dormir. Mañana te quiero en pié al alba para ir a ver a esas dos personas que están calando hondo en tu corazón ¿O quieres que me quede contigo?
- No es necesario Ange. Estaré bien.- aseguré.
- Cualquier cosa me llamas.- asentí.
Observé a mí alrededor luego que mi amiga se fuera y me sentí sola. Quería tomar un taxi nuevamente e ir hasta allí, pero mi lado menos egoísta me señalo que estaba bien. Que ellos necesitaban ese espacio padre e hija que se daba por primera vez… Y así seguí llorando… ¡Patético e ilógico! Pero yo estaba así…
...
Miré una vez más la cama, a pesar que mi cuerpo me llamaba a dejarme caer en ella, pero mi mente y mi corazón anhelaban a alguien más allí… Me levanté y rebusqué algo que hacer nuevamente para despejar mi mente, pero todo allí me recordaba a ella, era como si su presencia estuviera impregnada en esas cuatro paredes… Solamente ahora me daba cuenta de cuanta falta me hacía, y cuanto había llegado a amar a esa personita. Iba más allá de la razón y más allá del entendimiento para cualquiera que estuviera ajena a la burbuja que habíamos creado.
Cuando ya no tuve más excusas para prolongar mi inminente recorrido hacia mi cama, me dejé caer en el piso apoyando mi espalda en la puerta de mi cuarto. El reloj marcaba la una de la mañana y al parecer no se adelantaría como esperaba… Llevé mi mano hacia mi cara y empañé las lágrimas que no dejaban de caer desde el mismo momento que había abandonado ese lugar. Era ilógico y lo sabía, sólo faltaban 6 horas, 45 minutos y algunos segundos para volvernos a reencontrar…pero parecían una eternidad.
Sentí la melodía de mi móvil sonar y me levanté con pereza de mi lugar, quizás era Ángela para preguntarme cómo estaba, así que simplemente rechazaría la llamada y volvería a hundirme en mi tristeza… Cuando estaba por llegar a él, un golpeteo incesante aporreó la puerta de mi casa… Alcancé mi móvil y me encaminé con él a la puerta, un número desconocido titilaba en la pantalla. Lo contesté en el mismo momento que habría la puerta.
- Hola.- saludé.

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