martes, 23 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 28

A las diez de la noche nos encontrábamos estacionando fuera del local, según la hora que Ben había indicado como apta para aparecer ¡Eso sí! Sólo por comentarios que había oído en la oficina, ya que él jamás había pisado ni las afueras de lugares como éstos ¡Pff! Estaba segura que estaría muerto de haber dicho "que me parta un rayo si estoy mintiendo".
Entramos al local y tuve que morderme la lengua para no demostrar mi asombro o decir alguna estupidez, ya que según todo el itinerario yo era George Pitt. Una mezcla entre George Clooney y Brad Pitt; los actores que fascinaban a Ángela. Rodé los ojos por la gran idea de mi amiga. Con mi apariencia, estaba más cerca de parecer el pariente pobre de El Grinch. Nos sentamos en la barra y pedimos algo de beber.
A las dos horas después, estaba casi segura que todo esto había sido una estupidez. Los supuestos bailes y cosas raras que debían haber comenzado hacia una hora, no tenían para cuando dar inicio y mi amigo, estaba demasiado eufórico bebiendo y observando las piernas de las muchachas que se encontraban detrás de la barra.
- Ben, creo que estamos perdiendo el tiempo.- afirmé abatida.
- Espera.- indicó mi amigo.
Se levantó del asiento y comenzó a hacerles gestos a las chicas de la barra para que se acercaran. Una captó el mensaje y vino hacia nosotros. Tuve que retroceder un tanto cuando ella prácticamente se echó encima del mesón y sus grandes amigas, quedaron a escasos centímetros de mi cara. A diferencia de mi amigo, que se acercó como un imán a los desmesurados pechos de ella ¡Ángela estaría muerta en este momento!
- ¿A qué hora comienza el show?.- preguntó meloso mi amigo
- En diez minutos, cariño.- la chica deslizó su larga uña por el cuello de Ben.- Y los privados comienzan también en diez
Se marchó contoneando las caderas como una batidora y Ben, necesitaba con urgencia un pañuelo en su barbilla al estilo bebé
- Lo vez.- exclamó feliz, luego de su trance
- ¿Qué son los privados?.- cuestioné al no entender las palabras de la chica
- Es el momento exacto donde podrás dar respuesta a todas tus preguntas.

El Show comenzó y los presentes parecían haber entrado en estado de euforia total. Ben se paró indicándome que lo esperara. Se acercó a la caja y luego de hablar con el tipo, le pasó lo que creí era dinero. Caminó nuevamente hacia mí, seguido por un hombre que debía medir dos metros y me indicó que lo siguiera. El tipo se detuvo frente a una puerta con el número seis y me indicó que pasara, además de decirme algo sobre que las reglas serían hechas por ella y se fue.
El cuarto era pequeño y estaba algo obscuro, sólo iluminado por luces rojas y otras cosas. Había un sillón mullido en el cual me senté y esperé. A los cinco minutos una escultural mujer apareció vestida con una insinuante lencería y se paró frente a mí, en una pose que debía parecer sexy para hombres, mas yo estaba a punto de salir corriendo…pero mi pequeña bebé apareció en mi cabeza y me planté en seco en el lugar. Debía salir con respuestas concretas hoy o nunca.
- Bien cariño.- comenzó.- Tu dirás lo que quieres.- sentí mi boca seca ¿Ahora que haría?
- Yo…-
En cuanto esa pequeña palabra salió de mi boca la chica al frente mío me miro como si fuera un espejismo. Y yo por otro lado había quedado muda
- ¿Eres una chica?.- cuestionó acercándose a mí
- S-si.- conseguí decir
- Lo siento amor.- se cruzó de brazos y me miró con disculpa.- Pero este no es un club lésbico. Así que pediré que te devuelvan el dinero
- ¡No!.- grité con pánico cuando la ví alejarse.- ¿Tu eres Heidi Lolterra? ¿Cierto?
Ella me evaluó con la mirada sin decir una sola palabra. Creo que se debatía en si contestar con la verdad o simplemente mandarme a sacar a patadas de ese cuarto y ese Club.
- ¿Para qué quieres saber eso?.- frunció su entrecejo.
- ¿Lo eres?.- le devolví.
- Mira niña.- cambió su tono de voz.- No estoy aquí para juegos y en este momento estoy perdiendo dinero, manteniendo una conversación con una lesbiana que no me pagará ningún servicio
- ¡Te pagaré!.- luego pensé en ser más específica.- No quiero…ehm…sexo.- musité roja de la vergüenza.- Sólo quiero saber algunas cosas.- tomé los billetes de mi bolsillo y se los extendí
- ¡Guau!.- seguido de un silbido fue su expresión.- Veamos si entiendo.- puso su larga uña en su barbilla.- Me estás pagando esa exagerada cantidad ¿Por saber algunas cosas y nada de sexo o relacionado?
- Exacto.
- ¿Eres policía?.-
- No.
- ¿Son preguntas del rubro?
- En realidad necesito saber si usted conoce a alguien.- fui directa al meollo del asunto.
- ¿Quién?
- Victoria Harrison.-
Me miró significativamente, ladeó levemente su cabeza para estudiarme mejor. Negar que estaba intimidada por su estudio, hubiera sido mentir. Su expresión concentrada, dio paso a una completamente iracunda. Abrió un armario que hasta ese momento no había advertido y de él sacó una bata…si su intención era taparse, no lo creía muy conveniente. Siguió deambulando por el cuarto, y enviándome miradas sobre su hombro de vez en cuando. Sacó una botella y vació su liquido en una copa, la cual se bebió de un solo trago sin siquiera arrugarse. Estuve a punto de pedirle una para mí, con los nervios que cargaba era capaz de tomar lo que me dieran.
- ¿Qué es lo que quieres saber de esa perra?.- destiló veneno luego de unos interminables minutos, en su pregunta.
- Necesito saber…- tomé una bocanada de aire.- El nombre del padre de su hija.
- ¿Perdón?.- dijo incrédula. Para luego estallar en sonoras risotadas.
- Yo soy la niñera de la niña. La señora Vict.-
- Esa ramera jamás podrá tener el título de señora.- me cortó.
- Ok. Entiendo.- dije atemorizada.- Ella está presa y la niña irá a un orfanato o algo así y necesito saber el nombre del padre.
- Sé que está presa y todo eso.- informó.- ¿Y qué te hace pensar que yo podría saberlo?
- Sé que ella trabajaba aquí en ese tiempo cuando quedó embarazada. Y sé que ustedes eran amigas.- expliqué.
- ¡Si!.- gritó de repente haciéndome saltar.- ¡Tan amigas que esa maldita perra se quedó con MI hombre!.- acentuó la última parte.
- L-lo…siento.- dije más que nada por no saber que decir.
- Más lo siento yo.- sonrió con malicia.- La joya que creyó llevarse, era una imitación.- me observó aun sonriendo y continuó.- James Smith, es mi esposo.
Jadee al escucharle. Una prueba más de la truculenta vida y embrollo en el que me había metido y una mayor razón para sacar a mi pequeña de todo esto, pero… ¿Y si el padre verdadero era igual de sucio que ellos? ¿O peor? Me levanté perdida en mis pensamientos y caminé hacia la puerta. Si iba a sacar a mi pequeña bebé de todo esto, no era para meterla en algo peor…prefería esconderme junto a ella hasta que cumpliera dieciocho años, con tal de mantenerla alejada de toda esta suciedad.
- ¿Acaso no quieres saber quien es el padre de la mocosa? ¿Te arrepentiste?.- preguntó irónicamente
- Lourdes no es ninguna mocosa.- declaré como leona.- Y si el padre de ella es tan o mas sucio que todo esto. Prefiero que viva en la ignorancia.- esta vez no me intimidaría.

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