miércoles, 31 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 51

- Es que tendrías que haberlos visto Michael.- Lucy seguía riendo como loca.- La cara de Paula era un poema, y la de Pedro…- tomé el cojín más cercano y se lo lancé con fuerza, dándole de lleno en el brazo.- ¡Ey! Agradece que era yo y no tu doctorcita.
- En eso tiene razón.- apoyó Michael.- Si hubiera sido la otra loca, a esta altura Paula está calva y tú desmembrado.
- No tendría por qué. Yo no tengo nada con ella…- indiqué por Amanda y luego razoné algo más.- Y con Paula tampoco.
- Por ganas no te quedas.- comenzó Lucy nuevamente.
- ¿Puedes dejarlo?.- pedí perdiendo la paciencia.
Hacía más de media hora que estaba siendo el blanco de las burlas, de los que se decían mis grandes amigos. Lucy, había estallado en carcajadas luego de su singular broma, y Paula prácticamente se había atorado con el aire y había salido a trompicones de la habitación.
- Hermano.- habló Michael nuevamente.- Si yo fuera tú, también estaría baboso por Swan.- sonrió y reprimí un gruñido por sus palabras.- De hecho… Si no hubiera conocido al amor de mi vida, Paula estaría en mis listas.
- Por suerte no es así.- prácticamente bramé
- ¡Ves! Tu mismo lo reconoces ¡Te gusta!.- puntualizó Lucy.
- Me atrae.- le corregí. Los dos sonrieron como si hubieran descubierto la luna.- Par de ****as.- mascullé entre dientes.- Bueno, he venido a conversar algo serio con ustedes ¿Será que es posible?.
- Por supuesto. Soy la seriedad en persona.- respondió Mike ¡Si, claro!.
- Me ahorraré comentario.- balbucee.- Debemos cambiarnos de residencia.- anuncié ante sus caras de asombro.- En poco tiempo más deberé hacerme cargo de Lulu, y un departamento que la única parte al aire libre que posee da hacia la avenida donde transitan cientos de vehículos a máxima velocidad, no es opción.
- Creo que tienes toda la razón, pero ¿Dónde?.- consultó Lucy.
- Mis padres se encargarán de buscarla. Creo que ellos pueden hacer mejor elección que nosotros.- expliqué, a lo que ellos estuvieron de acuerdo.
- ¿Cuándo nos cambiaremos?.- inquirió Michael.
- Nosotros cuanto antes. Lulu deberá esperar la resolución de todo.
- ¿Cuántos seremos?.- fue el turno de Lucy esta vez y su sonrisa maliciosa me parecía sospechosa.
- Cuatro.- me encogí de hombros, era obvio.
- ¿Seguro?.- contrapuso Michael, acompañando a Lucy.
- Seguro.- afirmé captando el hilo de sus miraditas.
...
- Bien Pedro. Con tu padre hemos conversado largamente sobre lo que se vendrá para tí y para Lulu.- asentí a las palabras de Vanessa.
- Hijo. Tendrás que estar presente en el juicio que se lleve a cabo contra la madre de tu hija.- volví asentir.
- Si es que hay juicio.- exclamé, recordando que las pruebas no eran contundentes.
- Habrá.- aseguró Vanessa.- Tengo pruebas en mi poder y tengo a varios testigos que pueden atestiguar en contra de ella y el otro hombre.
- ¿De donde las haz sacado?- cuestioné asombrado.
- En mi poder tengo las fotos y papeleo que se encontraban en la casa de ella, al momento que la tomaron detenida.- comentó.- Y los testigos. Pues digamos que he utilizado métodos poco ortodoxos para aliárnoslos, pero el fin justifica los medios.- sonrió inocentemente.
La puerta del despacho de Vanessa se abrió luego de unos suaves golpes. Miré en dirección allí y Paula entró despacio. La seguí observando hasta que tomó asiento alejada de mí, y jamás cruzó su mirada con la mía. Además de mostrar un nerviosismo y tonalidad rosácea en su rostro ¡Mataría a Lucy! Era definitivo.
- Que bueno que ya estás aquí Paula- Vanessa con disimulo intercambió miradas entre ella y yo.- Le comentaba a Pedro lo que acontecerá ahora en adelante
- Ok.- musitó sin apartar la vista de Vanessa.
- Tú eres una pieza clave en esto.- la indicó.- Seré totalmente sincera. Quiero a esa mujer en la cárcel y a kilómetros de distancia de la niña.
- Quiero lo mismo.- afirmó Paula y me hizo sonreír. En cada palabra o gesto suyo, me demostraba aun más lo importante que era Lulu para ella.
- Lo sé.- le sonrió cálida Vanessa.- No puedo asegurar cuanto durará el juicio, pero no será sencillo y ustedes tienen que estar allí. Luego de eso, entras con poder tú Pedro.
- No entiendo.- expresé
- Vas a reconocer a Lulu como tu hija, pero sólo podrás pelear por la custodia legal de ella, una vez que el juicio por el que se les inculpa a Victoria y James esté resuelto.- estuve de acuerdo.- Tengo fe que todo salga bien, así que consideraremos que obtendrás la custodia total.
- Sin embargo, estarás siendo monitoreado de cierta forma por una Asistente Social.- informó mi padre.- La finalidad de esto, es que cuando todo esté resuelto y tu presentes una demanda por tu hija… Todo sea más expedito y tu ya tengas antecedentes que ameriten una evaluación positiva de tu actuar.
- Entiendo.- acoté.- Mientras dure el juicio, ella no podrá salir de acá ¿Verdad?.
- No.- ratificó Vanessa.- Sin embargo… Deberás explicarle las cosas.- me quedé petrificado.
- ¿C-cómo…?.
- Lourdes debe saber que tú eres su padre.- indicó.- La persona que siga tu caso, querrá saber a ciencia cierta tus intensiones, interacción y reacciones derivadas de esta, tanto por tu lado…como por el de ella.
- ¿Entonces…?.- dejé la frase abierta.
- Tienes que hacerlo prontamente.- terminó mi padre.
- ¿Estás realmente seguro de todo esto Pedro?.- preguntó Vanessa, observándome fijamente, como buscando alguna duda de mi parte.
- Totalmente.- contesté firme y miré a Paula, para dejarle en claro mi punto. Además de sentir por primera vez su mirada en mí.
- Perfecto.- proclamó Vanessa.- Eso era todo lo que tenía que conversar con ustedes. Ahora pondré todo en marcha.
...
Mis padres habían regresado a California, no sin antes dejarme en claro que viajarían continuamente, lo cual agradecía demasiado. Desde el día en que Vanessa me había dicho que debía afrontar la realidad con Lourdes, sentía que las manos me sudaban y comenzaba poco menos con un ataque de pánico seguido.
Miré nuevamente el papel en mis manos, se sentía a pesar de ser un simple papel, algo grande. Lourdes Alfonso, rezaba en letras claras y significativas. Ella ya era una Alfonso y aun estaba totalmente ajena a esta realidad. Lucy y Michael me habían dado ánimo para hablarlo hoy mismo y se habían ofrecido para apoyarme si era necesario, pero yo estaba claro. Era un tema que debía afrontar solo…y con una sola compañía.
- ¿Lourdes Alfonso?.- preguntó alguien detrás de mí, haciendo que me levantara de un salto de mi asiento. Amanda observaba atenta el papel entre mis manos.- ¿Acaso la niña que está en ese cuarto privado es algo tuyo?.
- Sí.- decidí hablar con la verdad.- Es mi hija.- su cara fue de total sorpresa.
- ¿Tu hija?.- repitió incrédula.
- Así es.- volví a afirmar.
- Pero…- dejó inconclusa su frase.
- Es una historia larga.- expliqué.- Y personal.- zanjé al mismo tiempo.
- Lo entiendo.- respondió seca.- Pero estamos trabajando juntos y somos amigos. Creo que podrías habérmelo hecho saber.
- ¿Con qué objeto?.- inquirí sin ocultar mi molestia por sus palabras.
- Se le habría dado un trato especial.- aclaró.

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