lunes, 22 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 26

- Has entendido muy bien bebé.- la felicité.- Y de premio te daré esto.- apunté el pastel de manzana encima de la mesa.
- ¡Yupi!.- saltó.- Debo pasad al baño antes.
Le indiqué donde estaba el baño y la dejé sola como ella me lo había pedido. Lulu había aprendido ir al baño solita hacia tiempo por lo que veía y cómo no, de seguro su madre no le había dado ni siquiera leche materna durante sus primeros meses ¡O quizás si! Con la única razón de cuidar su figura como decían.
Estaba entretenida cortando dos rebanadas de pastel, cuando sentí un auto estacionarse fuera de casa. Bien, ahora venía la mejor parte y me preparaba mentalmente para lo que sería el estallido de David Chaves al saber que su hija huía como una prófuga con un bebé de cuatro años a cuestas.
- ¿Paula?.- preguntó Sam, la primera en entrar.
- ¡La misma en persona!.- corrí a saludarlos.
Me vi envuelta en los brazos de Sam, Leah y mi pequeño hermano. Luego entró mi padre acompañado de Hector y volví a verme apretujada por todos. Las preguntas de mi visita sorpresa no se hicieron esperar y respiré hondo para soltar mi relato, además mi pequeña compañía no tardaba en aparecer.
- ¿Y esa maleta tan pequeña?.- rió Leah al ver la valija de mi bebé.
Iba a responder cuando una pequeña muy complicada con el cinturón que llevaba sus pantalones, hizo acto de presencia. Todos voltearon a verla y podía oír los crujidos en todas las cabezas, tratando de darle sentido al hecho que hubiera una niña desconocida conmigo.
- Paula.- susurró  Lulu bajito. Me acerqué a ella.- No puedo con esto.- señaló su cinturón y miraba de reojo a los cinco pares de ojos sobre ella.
- Yo te ayudo corazón.- até su cinturón y me erguí a presentarla.- Ella es Lourdes. Soy su…niñera.
- ¿Y sus padres le han dado autorización a viajar con la niñera?.- comenzó David con su tono suspicaz.
- Es una…larga historia, papá.- carraspee para quitar el nudo en mi garganta.
- Buenas Tades.- se adelantó mi pequeña.- Soy Lourdes, **** pada los amigos soy Lulu. Lulu Chaves.
Mis ojos y los de todos los presentes, estuvieron a escasos segundos de salir de sus orbitas con la presentación de mi pequeña. Mi padre comenzó a cambiar de tonos muy deprisa y fue el primero en explotar nuevamente.
- Paula.- pronunció detalladamente.- ¿Cómo es eso que llegas con una niña de no más de cinco años llamada con tu mismo apellido?.- pronunció lenta y amenazadoramente
- ¡Dios mío!.- gritó Leah.- ¡Tienes una hija! ¡Soy tía!.
- ¡¿Qué? ¡No!.- rugí asustando a mi bebé. Traté de calmarme, la tomé en brazos y besé su carita para que no temiera.- Soy su niñera como ya he dicho. Tenemos que conversar, pero no creo que sea el momento para ello. Y te pido David que al menos seas un poco más educado y saludes a mi invitada antes de gritar como poseso.
A David se le desencajó la mandíbula, pero sabía que la razón estaba de mi parte…al menos en eso.
- Hola señorita.- se acercó Sam a Lulu.- Estoy segura que hay mucho por conversar, pero antes hay que alimentarse y ésta bebé lo hará de la mejor forma. El viaje ha sido largo, así que un rico pastel de manzana les hará recobrar fuerzas.
Mi padre era un hombre enamorado, así que viendo la mirada asesina que le envió Sam, no tuvo más remedio que guardar su enojo e interrogatorio para mas tarde y acercarse a mi bebé a saludarla como correspondía. Lo mismo que el resto, aunque los dos más pequeños estaban fascinados con la visita.
Nos sentamos los siete a la mesa y mi pequeña pasó de brazo en brazo con Leah y Sam, que adoraban hacerla decir palabras con R al ver que no podía bien. Seth, la miraba como si fuera algo rompible y cuidaba casa cosa que se echaba a la boca como si fuera una recién nacida. Hasta Hector tuvo que ver con ella cuando Fifi quedó asombrada con su musculatura y decía que se parecía a Johnny Bravo "el chico de las caricaturas". El único que se mantenía reservado era David y todas sus miradas estaban dirigidas a mí.
- ¿Paula?.- llamó Leah.- ¿Podemos llevarla arriba?.- asentí viendo a mi Lulu feliz.
- ¿Quieres ir en caballito?.- le propuso Hector indicándole sus hombros.
- ¡Oki doki!.- contestó ella.
- ¡Hey! ¡Habla igual a mi!.- se sentía orgulloso Seth.
Los cuatro se perdieron por las escaleras gritando "arre caballo". Mi padre dio sus últimos sorbos de café y quedó expectante a mi historia. Sam intentó dejarnos a solas, pero con un disimulado apretón por debajo de la mesa y mi mirada suplicante optó por declinar su escapada… Y así comencé a contar todo lo pasado en el último mes, viendo como mi padre cerraba los ojos y negaba rotundamente en algunas partes, pero sin interrumpir. Para cuando llegué al final de mi relato, mi padre se levantó abruptamente de su silla, la cual rodó por el piso… agradecía que los chicos tuvieran la música fuerte en el piso de arriba
- ¡¿Se supone que debería tomar las esposas y ponerlas en tu muñeca por secuestrar a una menor de edad?.- bramó apuntándome.
- ¡No la estoy secuestrando!.- grité de vuelta. Su ceja alzada me hizo retractar mi oración.- Bueno…no del todo, aun no hay una orden de búsqueda.
- ¡¿Y que piensas hacer? ¡¿Hacerte cargo tú? ¡Por lo que veo sigues siendo una chiquilla irresponsable! ¡Tienes veintiún años por el amor de Dios! ¡Ni siquiera terminas tu carrera! ¡¿Qué le vas a dar?.
- ¡He sido responsable de mí desde mis siete años!.- volví a gritar sintiendo como mis ojos se aguaban.- ¡Desde el mismo día en que tu y mamá comenzaron con sus constantes discusiones y me dejaron de lado de un momento a otro!.
Sé que dañé con mi acusación a mi padre, pero era cierto. Cuando tenía siete años, ellos habían comenzado el principio del final en su matrimonio y como era lógico, sus problemas se volcaron solo en ellos…donde yo había tenido que aprender a valerme por mí misma. Sin embargo, reconocía en ellos a unos grandes padres, que solo cometieron un error, en su calidad de humanos…
- Paula…- comenzó David más calmado y con una nota de dolor, pero lo interrumpí.
- No te estoy reprochando nada.- le aclaré.- Pero quiero que entiendas que ya no soy una niña pequeña, y puedo hacerme cargo de ella. Ella lo que necesita es amor y yo puedo dárselo.- a esta altura estaba llorando como hacía tiempo no lo hacía.
- Creo que debemos calmarnos.- intercedió Sam, tomando mi mano.- Es muy valioso lo que estás haciendo mi amor.- me apoyó.
- Hija.- se acercó mi padre.- No digo que no sea un gesto elogiable el que estás haciendo. Lo que a mi me preocupa es la gente que está detrás de esto Paula. Me haz dicho que son gente de poder…y ellos no se guían por los sentimientos.
- De eso no hay problemas y ya lo sabía, ella no tiene sentimientos para mi pequeña.- Sam apretó mas mi mano.
- Puede que no, pero tu no sabes como actúa la mente humana muchas veces hija.- se sentó al otro lado y tomó mi otra mano.- Puede que esa mujer solo por egoísmo quiera recuperar a esa niña. Y por otro lado, las autoridades sea como sea, te acusarían de robar a la niña.
Lo miré aceptando que mi padre tenía razón, pero no concebía entregar a mi pequeña con gente que no velaría por ella y que incluso podría tenerla en peores condiciones que su propia madre.
- Tu no puedes siquiera reclamar una custodia.- siguió explicando.- Tú y ella no son familia. Ella sería adoptada…- lo interrumpí.
- ¡Yo podría hacerlo!.-
- Paula.- palmeó mi mano.- Las adopciones son difíciles, sobre todo para alguien que no cuenta con los medios. Los papeleos son interminables y te piden un sin número de requisitos para estar apta… Tú eres soltera, universitaria, de familia clase media…
- Entonces la única solución es encontrar a su padre.- dije como último recurso.
- ¿Y qué pasaría si el tampoco quiere hacerse cargo de ella?.- me dejó ver.
Esa pregunta me dejó sin palabras y la conversación quedó ahí.
La noche llegó y todos nos dispusimos a terminar con el agotable día que habíamos tenido por delante. Mi padre y Sam habían aceptado al final quedarse con mi pequeña por unos días, mientras yo diera con el paradero del padre o algún familiar que quisiera reclamar su custodia. Los ojos verdes aún seguían en mi mente y algo me decía que ahí estaba la clave todo. Si ellos la conocían con anterioridad, ellos podían darme algún indicio de ruta a seguir.
- ¿Me volvedas a buscad?.- preguntó mi niña acurrucada junto a mí, en mi pequeña cama.

4 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! Ojalá Pau pueda hacer algo! Pobre Lulu!

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  2. Qué dulzura esa niñita x favor. Me fascina esta historia!!!!!!!!!! Y cuánto amor tiene Pau.

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  3. Pobre mi pequeña Lulu, que divina Pau cuanto amor tiene para dar,ojala pueda quedarse con la nena ♥

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  4. me encanta la nove,esta buenísima!!!

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