domingo, 14 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 6

"Victoria, habla Samantha. Espero que las cosas estén tomando el curso que deben porque intuyo que si Lourdes no está en casa es porque está empezando a tomar el papel que le corresponde en la vida de su hija. No crea que olvido y las palabras de su ex empleada han sido claras. Haré una visita en estos días, el factor sorpresa es preponderante. Victoria, tenga en cuenta que sus acciones están siendo evaluadas y si se comprueba que usted no es una mujer apta para tener bajo su tutela el cuidado de su hija y más aun las sospechas de sus actos, ni el dinero ni nada podrá evitar lo venidero. Hasta pronto".
Me quedé de pié sin mover un músculo luego de oír ese mensaje ¿Qué quería decir esa mujer con sus actos? ¿Pensaban quitarle a su jefa, su hija? Aunque pensándolo fríamente, quizás sería lo mejor, teniendo en cuenta lo que había visto estos dos días ¿Sería la misma María quien la había denunciado? Necesitaba saber todas esas respuestas ya y estaba segura que la única quien se las podría dar, era María.

Unas risas lejanas y el ruido de un cristal quebrándose me hicieron despertar. Por la ventana aun no se podía ver la luna en todo su esplendor, y el reloj en la mesita de noche marcaba las cuatro y treinta de la madrugada. Volví a sentir las risas y me paré de un salto de la cama con el corazón latiendo desbocado en mi pecho ¡Alguien había entrado en la casa! Me debatí entre tomar a Lulu y bajar con ella para tratar de huir pero una voz ¡Esa voz! ¡Esa era su jefa, Victoria!
- ¿Qué pasa Paula?.- preguntó sobresaltandola, una Lulu restregándose sus ojitos
- Nada mi amor. Vuelve a dormir
- Tengo sed.- hizo un sonido exquisito con su boca para acentuar el hecho
- Está bien, voy por un poco de agua y me esperas aquí ¿Bien?
- Bien.
No sabía que pasaba en el piso inferior, pero tampoco me arriesgaría a que Lulu viera algo que quizás no sería muy sano. Por las voces que oía, la señora no estaba sola y tampoco parecía estar en las mejores condiciones.
Bajé sigilosamente las escaleras, el brillo de la luna a través de la ventana hizo ver luces reflectantes en el piso, eran un montón de vidrios esparcidos por el piso. Pasé por el costado y seguí hacia la sala…allí estaba su jefa…su jefa sentada a horcadas de un tipo al cual se le perdían las manos en la blusa o lo que quedaba de ella
¡Por Dios! ¡Su hija estaba en el piso de arriba durmiendo! Una rabia del porte de un huracán se estaba formando en mi pecho ¿Qué hubiera pasado si era su hija la que bajaba? ¿Acaso no le importaba que la viera así? Estaba tan ensimismada maldiciendo a esa clase de madre, si es que se podía llamar así que no me di cuenta de la secuencia de imágenes que estaban pasando delante de sus ojos.
Gritos ¡Gritos y gemidos inundaban la sala! Su jefa saltaba sobre el hombre al mismo estilo que había visto en una película pornográfica por error hacía un par de años
¡Tenía que salir de ahí! Pero olvidó terriblemente los vidrios esparcidos y pasó por encima de ellos pegando un grito parecido al de su jefa, claro que en muy distintas condiciones
- Hey.- exclamó el hombre, claramente sabía ya de mi presencia
- ¡Oh, ella es mi nueva niñera!.- informó mi jefa.- ¡Ven acá!.- gritó
Gemí antes de voltearme. Enfoqué mi vista hacia un punto ciego en la pared para no ver directo a los protagonistas de mi propia película pornográfica, que seguían como si nada en el mismo lugar y la misma posición
- ¿Cómo te llamas?.- preguntó el hombre, en un tono que me erizó hasta los pelos no existentes
- Se llama Mariela.- arrastró las palabras la señora, en un claro ejemplo que ebriedad
- No, yo…- pero como era costumbre
- ¿Dónde está la mocosa?.- mi más gélida mirada se instauró en el tipo que osaba llamar así a mi pequeña
- Su nombre es Lourdes.- escupí las palabras
- Si, si…como sea ¿Dónde está?
- En su habitación durmiendo.
El hombre rió sonoramente. Tomó a la mamá del año de la cintura y la levantó de su regazo, susurrándole algo al oído que le causó demasiada gracia o quizás todo le causaba gracia en su estado.
La respiración se me atascó en la garganta cuando lo ví levantarse y acomodarse su masculinidad sin siquiera el atisbo de dejarla donde debería estar, dentro de sus pantalones y cerrada con candado. Retrocedí un paso cuando noté que su dirección iba hacia mí
- Ven acá, no te haré daño.- pude ver su sonrisa diabólica a la luz de la luna
- Y-yo…debo volver.- giré rápidamente, pero él lo fue mas y tomó mi brazo
- No. Tu jefa está aquí y la mocosa Lourdes está durmiendo. No hay mucho que hacer por ahora
Su aliento me pegó fuerte, era una mezcla de olores desagradables y todos derivados de licores. Mi corazón palpitó más deprisa cuando sentí su mano subir por mi brazo y alojarse en mi mejilla
- Eres bonita.- susurró.- No un monumento espectacular, pero uno promedio ¿Qué crees tu mi amor?.- le habló a la señora sin soltarme
- Creo que yo soy mejor.
- No seas celosa querida. Además ella podría ser de mucha utilidad.
Abrí los ojos de par en par ante sus palabras ¿Para qué era de utilidad?. Mi respuesta no fue formulada, ni pensada mas allá cuando comencé a verlo más cerca y al mismo tiempo tomar mi mano para llevarla allí… ¡Dios mío! ¿Qué era esto?
- Paula.- escuché a mi pequeña y el hombre me soltó como un rayo, a la vez que yo me giraba hacia ella de forma presurosa
- ¡¿Qué es lo que haces en pié Lourdes?.- gritó su madre sobresaltándonos a ambas
- Yo quedía agua.- explicó mi pequeña con su carita asustada
- ¡Yo quedía agua! ¿Acaso no puedes hablar como una niña grande? ¿Hasta cuando te comportas así?.- seguía gritando como loca su madre
- Pedón.- dijo mi pequeña con su mentón tiritando
- No se preocupe señora. La llevaré arriba.
Me apresuré cuando la vi levantarse del sillón tambaleandose. Si era capáz de gritarle de esa forma a su pequeña hija ¡No quería ver de lo que llegaría hacer con sus manos en ella!. Tomé a Lulu en brazos apurada y me encaminé a las escaleras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario