miércoles, 24 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 33

Tuve que seguir mi camino sin poder salir de mis dudas. El guardia se detuvo de un momento a otro y lo miré sin entender. Hasta que fijé mis ojos en el nombre que rezaba la placa colgada en la puerta y una diminuta chica al lado de ésta.
- ¿Paula Chaves?.-
- Si. Soy yo ¿Vanessa Bardon?.- asintió, dejándome pasar a su oficina.
- Supongo que te esperabas poco menos una rubia de dos metros.- afirmó. Dudé en decirle que si o morderme la lengua.- Seguro que sí, pero…Ésta soy yo.- sonrió cálida.
- Bien.- dije sin saber que contestar.
- Ok. Cuéntame tu versión de los hechos. La verdad es que Chris me contó algo ¿Es tu padre verdad?.
- No. Chris es mi padrastro, pero tenemos una excelente relación.
- ¡Oh! Me alegro. Es difícil oír eso hoy en día. Y se ve que te adora- volvió a sonreír.
- Yo igual.- respondí.
- Bien. Chris me contó a grandes rasgos el tema en cuestión. Así que necesito la versión oficial
Comcencé a relatarle todo. Desde el mismo día en que había llegado a trabajar a esa casa y todo lo que había visto y oído. Vanessa infundía una confianza digna de alabar, y me encontré conversando como si grandes amigas fueramos. Me escuchó en forma atenta y sin interrupciones en ningún momento, mas que para ahondar en alguna información que haya relatado superficialmente. Al cabo de cuarenta minutos por lo que vi en el reloj adosado a la pared, llegué al momento cúlmine de mi historia. La hazaña llevada a cabo la noche anterior o la real estupidez, como lo había llamado Chris, fue lo último.
- Esa mujer te aseguró saber quien era el padre.- afirmó y me di cuenta que quizás me había expresado mal.
- No. En realidad ella dijo que podía darme una información confidencial que me llevaría a él.
- Ok. No le creo.- zanjó. Quedé bloqueada.
- Pero…ella odia a su ex marido.- expliqué.
- Ella puede decir que está dispuesta a matarlo con sus propias manos, pero…- negó frunciendo los labios.- Ella puede estar coludida con él Paula. Y puede perfectamente querer esa carpeta para deshacerse de ella o en el mejor de los casos, en su beneficio...buscar la forma de inculpar a Victoria y de paso buscar su propia venganza. Donde James quedaría libre de todo.- esclareció.- ¿Sabes lo que contiene esa carpeta?.- negué.- Abrámosla entonces.
Se la di y la abrió en forma presurosa. Mi mandíbula desencajó de su lugar y mis ojos se abrieron como platos. Era un tipo álbum de fotografías, como las familiares. Con la diferencia que las fotos que acá se exhibían, eran todas y cada una de chicas menores de edad. Además de papeles, con los que creí serían los datos de las mismas. En algunas fotos salían acompañadas de James y otras personas y en poses y vestimenta que definitivamente eran para mayores o peor aún, debían estar prohibidas.
- ¡Dios mío!.- susurré impactada.
- Espero que Dios nos ayude en este momento Paula. Ella no puede salir libre y esa pequeña no puede estar con un monstruo como ella. Estoy segura que a Estefanía le espera un futuro parecido al de estas chicas.- mi corazón se oprimió.
Pensé en mi bebé y cuando su madre le hablaba de cuidar su figura. Ella la había conservado porque le serviría con el tiempo. Cuando fuera adolescente ¡Mi bebé preciosa!.
En tanto ella se movía por todos lados como un torbellino en la espaciosa oficina. Me explicó que sacaba copias a las pruebas que teníamos en las manos. Cuando terminó me miró expectante. Seguramente esperando que expresara lo que mi reflejo mostraba
- Pero… Si la mujer me engañó. Estamos perdidas…- dije desanimada
- Eso lo veremos ahora mismo.- se levantó como resorte y tomó sus cosas.- ¡Vamos! ¿Piensas quedarte ahí o buscar una solución a todo esto?.
- Si.- me paré y la seguí.- Pero… ¿Dónde vamos?.
- A ese Club.- me atraganté con mi propia saliva.
- ¿Qué? Ella…ella…no dirá nada y como tu…como tu dices, lo más seguro es que me haya visto la cara de ****a.
- Pues ahora mismo veremos si ella es tan lista como se cree o es más ****a que nosotros.

Dos horas después nos encontrábamos fuera del local, claro que ahora vestidas normalmente ¡Cosa extraña! Pero estaba mas nerviosa que cuando vestía como personaje de Disney u hombre o algo parecido. Por lo visto me estaba acostumbrando a andar de incógnito. Vanessa no perdió tiempo y bajó apresurada del automóvil. La envidié por su habilidad de caminar prácticamente con zancos. Tocó un portón contiguo a la entrada del local.
- No digas nada Paula. Déjame hablar a mí.- susurró.
- Paula.- corregí y ella mi miró como si tuviera un tercer ojo.- Me gusta que me digan Paula.
- ¡Oh! Perfecto. Vanessa.- dijo y ahora fue mi turno de mirarla raro.- No tengo apodo, así que llámame Vanessa… ¡Era una broma!.- explicó luego de unos segundos y tuve que sonreír por cortesía.- Bueno, por eso soy abogada. De humorista hubiera muerto de hambre.
En ese momento el mismo hombre que me había dirigido ese día al cuarto de Heidi abrió la puerta.
- ¿Qué quieren?.- ok, de humor tampoco tenía nada él
- Necesito hablar con Heidi Lolterra.- exigió Vanessa con un tono de voz que no dejaba lugar a protestas.
- No hay nadie aquí y menos con ese nombre.- aseguró. Pero unas risas femeninas provenientes del local, dijeron lo contrario.
- Veamos.- fingió pensar.- Estoy aquí por las buenas y pidiendo hablar con Heidi de la forma más civilizada. Pero ya que te niegas a cooperar lo podríamos hacer por el camino difícil.
- ¿Y como sería eso?.- rió el tipo para mirarnos despectivamente.
- Que mi tamaño no te haga fiar.- sonrió ella de forma altanera.- Recuerda que lo bueno viene en frasco pequeño, pero el veneno también. Y te aseguro que mi veneno es letal.
¿Era esta chica la misma cordial del Hospital? Tuve que mirarla detenidamente para convencerme que era ella y no una hermana gemela u otra persona con su cara.
- He dicho que no está…-
- Te corrijo. Haz dicho que no había nadie con ese nombre aquí. Nunca haz dicho que no está. Así que si me permites.- trató de empujarlo para pasar, pero el tipo lo impidió
- Mira… pequeña Liliputiense.- se jactó de ella.- Da media vuelta y vete. Antes que te tome y te meta dentro de un frasco para patatas pequeñas
- Ok. Te di la posibilidad de escoger.- advirtió.- Soy abogada y estoy tras el caso de Victoria Harrison. Sé que ella trabajó aquí y no me cabe la menor duda que este lugar
está relacionado con los cargos que se le imputan.- al mastodonte casi se le salían los ojos.- Tengo pruebas y puedo pedir orden de allanamiento para este lugar. Tú escoges ¿Puedo hablar con ella o no? ¡Ah! Y...- se echó hacia atrás para ver la patente del local en la muralla.- Este local no cuenta con autorización para funcionar como Night Club ¿Nos entendemos.

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