domingo, 28 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 44

Tres días pasaron y nosotros seguíamos aquí. Lulu ya se me comenzaba a desesperar, ni siquiera los dibujos animados estaban siendo de su agrado. Por suerte, Michael había hecho su buena obra del mes y la llevaba continuamente a la guardería infantil o a la sala donde estaban los bebes que se mueven, como había expresado impresionada mi pequeña Lulu. No daba crédito a que los bebés fueran tan pequeños. Había salido con su pregunta del millón, luego una de sus visitas "Yo quiedo uno igual ¿Cómo lo hago?" Chad fue nuevamente golpeado, por comenzar solemnemente a dar sus clases de sexualidad… Pedro había llegado esta mañana con una muñeca muy similar a un bebé, incluso lloraba y hacía un sin fin de cosas, así que gracias a ello había pausado su curiosidad.
- ¡Podríamos hacer una apuesta!.- gritó de un momento a otro Chad.
- ¿Apuesta sobre qué?.- siseó Jessica y estaba segura que no era nada bueno.
- Le mataran unas cuantas neuronas más.- me susurró Pedro a mi lado, haciendo que me estremeciera por su cercanía.
- ¿Por qué?.- no alcancé a preguntar cuando un fuerte golpe resonó en la habitación.
- ¡Es que eres *beep* Chad!.- bramó Jessica y abalanzándose a Chad.
- Porque su apuesta tiene relación a los exámenes.- volvió a susurrar.
- ¡Ey! Hay niños presentes ¡No a la violencia!.- solicitó Michael tomando a Jess por la cintura.
- ¡Holaaaa!.- canturreó Lucy, a quien había conocido oficialmente hacia dos días.- ¿Quién es la víctima?.- preguntó divertida apuntando hacia Jess que aun estaba hecha una furia
- Bobo Chad.- respondió Lulu divertida.
- No sé para qué pregunté.- suspiró dramáticamente Lucy.- ¿Cómo estás pequeña grande Lulita?.- apodo que le había dado
- Aquí.- respondió ella, encogiéndose de hombros. Estaba aburrida, pero no lo expresaba
- ¿Te apetece ir a la guardería?.- a mi bebé le brillaron los ojitos.- Tu amiguito Tiger, ha estado preguntando por tí.
- ¿Paula puedo id?.- no pude negarme ante esa ilusionada carita.
- Claro mi amor. Anda.- corrió a tomar la mano de Lucy y salieron de la habitación.
- ¿Qué pasa si llego a ser le padre de esa pequeñuela?.- nos distrajo Chad con su pregunta. Rascaba ansiosamente su nuca.- Debería ponerme en plan de padre celoso ¿Verdad? Si, eso es. Iré a dejarle unas cuantas cosas claras a ese Tigre.
- ¡Es Tiger, Chad!.- le corrigió Jess enfadada.
- Si, como sea.- agitó su mano el grandote.- Gatito, tigre, león o lo que sea.- sacó y pecho y se arregló su ropa.- Debe saber las reglas de juego.- y salió rápidamente por la puerta.
- Ok. Iré a controlar que mi novio mantenga conciencia que es 25 años mayor que ese niño.- declaró Jess bufando, para salir detrás de Chad.
Con Pedro, no pudimos más que reirnos de todo. Había aprendido a conocer en algo las personalidades de cada uno y estaba convencida que Chad, era capaz de medir fuerzas con ese niño, para dejarle en claro quien mandaba. Iba a comenzar a ordenar la habitación,. Cuando un detalle llamó mi interés. Michael estaba sentado en el sofá, mirando fijamente el piso. Sus cejas a momentos parecían una sola, cuando fruncía su ceño demasiado. Y sus labios hacían extrañas muecas. Miré a Pedro, al parecer trataba de descifrar igualmente, lo que pasaba con su amigo.
- ¿Y a ti qué te pasa?.- se sentó junto a él.
- ¿Perdí mi **noallow**-appeal?.- miró a Pedro con una interrogante profunda en sus ojos. Quise reírme, pero tapé mi intento con una tos.
- ¿Qué? ¿De qué demonios estás hablando?.- no me pasó desapercibido los centímetros que Pedro con disimulo se corrió de su amigo.
- ¡Vamos Pedro! ¡El **noallow**-appeal! ¡Mi atractivo! Ya sabes.
- ¿No crees que eso deberías preguntárselo a una mujer?.- habló algo perplejo Pedro.
- ¿Y no te dice algo tu pequeño cerebro, del por qué estoy preguntándoselo a un amigo, en vez de una mujer?.
- ¿Qué tus tendencias sexuales están variando?.-
- ¡Hombre! ¡Claro que no! Pero no encuentro nada de malo en consultarlo con un amigo. Si tu me preguntas a mí, yo te encuentro sexy.- lo intenté, pero no pude evitar soltar una carcajada amortiguada por la ropa de mi pequeña que llevé a mis labios. Pedro en cambio, dio un salto en su asiento para poner la mayor distancia entre ellos y Michael, seguía esperando su respuesta como si nada.
- En serio. Esto es incómodo y raro Michael.- el aludido sólo se encogió de hombros y siguió su faena pensativa..
- Creo que mi encanto ha desaparecido. Me siento como desierto. Como un camino llano. Como un capullo de rosa marchito. Como si fuer…-
- Creo que entiendo ¿A quien no pudiste ligarte esta vez?.- cuestionó divertido Pedro. Y Michael no ocultó su descontento.
- ¿Podrías reemplazar la palabra ligarte por algo más sentimental?.- pidió ofuscado y dramáticamente herido.- Esto no es algo carnal. Va más allá.- gesticulaba con su manos
- Bien ¿Quién no ha correspondido a tus sentimientos?.- la burla en la voz de Pedro era clara, más Michael esta vez no lo notó.
- Vanessa.- suspiró.
- ¿Vanessa?.- dijimos los dos al mismo tiempo.
- Si, si. Esa misma Vanessa. La bajita, abogada, inteligente, sexy, con todo bien puesto. Y el amor de mi vida.- me acerqué y me senté frente a ellos. Pedro me miró divertido y se giró a Michael.
- ¿Qué le dijiste y qué te dijo?.- fue directo.
- Quería… internarme más con el asunto de Lulu.- comenzó.- Y… cuando creí que era el momento… Le dije que me había hecho esperar demasiado tiempo…-
- ¿Llegó tarde a su encuentro?.- cuestionó Pedro.
- ¡No ****a!.- lo cortó.- Que se había tardado en llegar a mi vida.- un largo suspiro expiró melancólico.- Y eso fue todo. Se rió de mi y me dijo que a lo que llegaría de verdad tarde era a una sesión de gimnasio. Y se fue.
Puedo poner las manos al fuego. Que tanto Pedro y yo intentamos por todos los medios de no reírnos de su relato… pero nuestro propósito falló garrafalmente, cuando con una sola mirada entre ambos, soltamos la más sonora carcajada. Michael movió su cabeza reprobatoriamente y murmuró varias cosas por lo bajo. Luego de varios minutos, en que las lágrimas corrían por mis ojos e intentaba tomar profundas respiraciones para no seguir con mi ataque, literalmente. Me controlé, al igual que Pedro.
- Amigo.- palmeó su hombro.- No creo que hayas perdido… tu **noallow**-appeal. O lo que sea.- dijo rápidamente.- Sólo creo que debes cambiar tus tácticas de conquista.
- Jamás le había dicho algo así a una chica.- le rebatió Michael.
- Tienes razón. Esta vez haz sido más sutil que otras.- se estremeció con algún pensamiento.- Quizás solo… ¿Te apresuraste?...
- Paula ¿Cómo me encuentras? Soy capaz de derretir el chocolate con una mirada ¿Verdad?.- me preguntó serio y totalmente abocado a mi respuesta.
- Yo… pues… sí… creo que sí.- dije titubeante.
- Ok. No me respondas. Ya sé que los ojos de Paula de la Bestia están en este otro.- apuntó hacia Pedro y quise enterrar mi cabeza bajo tierra.
- ¿Qué…? Yo…- intenté decir algo, pero mi cabeza no conectaba las ideas.
- Michael.- le habló Pedro. Que tenía una tonalidad bastante igualada a la mía
- ¿Qué?.- se defendió el rubio, como si hubiese contado un cuento de niños.- No he dicho nada del otro mundo. Y menos mentiras ¡Tu también te fijaste en ella Pepe!- se paró despreocupadamente y avanzó a la puerta de salida.- Me alegro por ustedes. Ojala en un futuro cercano sea un amor consumado. Y la Paula y la Bestia queden juntos y tengas Bellitas y Bestiecitas.- miró melancólico el lugar.- Yo seguiré vagando hasta el final de mis días. Mi hija será lo único que me quede. Seguiré en espera de mi duende encantada. Adiós
Si alguien me hubiera preguntado alguna vez ¿Cuál es la situación más bochornosa que había vivido? Hubiera dicho mi presentación en la universidad. Un día tenía que exponer un tema y lo único que se vio en la pantalla, fue mi patética imitación de Moulin Rouge, una noche de copas con Ángela… ¡Que equivocada estaba! Ciertamente… ésta, era la peor.
Pedro me miró con una forzada y avergonzada sonrisa. Su pelo estaba siendo testigo directo de su nerviosismo. Y mis manos, tampoco estaban muy cómodas con los apretones poco suaves que le estaba brindando. Nos paramos al mismo tiempo e intentamos decir algo, sin embargo, cada cual salió en caminos diferentes.
- Creo…- aclaró su garganta.- Creo que iré a dar mi vuelta de rutina.- se apresuró a decir.
- ¡Si. Claro!.- la actuación definitivamente no era mi fuerte.- Yo… yo ordenaré todo aquí.-
Como sincronizados, caminamos nuevamente al lado opuesto. Nos encontramos al centro de la habitación y con un suave beso nos despedimos. Al sentir cerrar la puerta me tiré como un verdadero desplome sobra la cama. Y ahogué un grito en la ropa que todavía sostenía entre mis manos ¿Tan evidente era mis miradas? Y… ¿Sería cierto la otra parte?... Un click resonó en mi cabeza y me percaté de un detalle ¡Ninguno de los dos había negado o afirmado nada! Pero… ¿El que calla, otorga no? ¡Uhgh!

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