domingo, 28 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 42

Mis ojos se fueron en forma inconciente hacia Pedro . Y del mismo modo que los ubiqué en el, desvié mi mirada a un punto en la pared. Pues sus ojos estaban clavados en mi persona, haciendo que me estremeciera por la fuerza que emitían esos dos luceros relucientes.
- Yo también soy soltero y sin hijos.- admitió Pedro, aun con su vista en mí.
- Bien. Pero de igual forma me gustaría que hablaran del tema e hicieran participe de esto a su familia. Tarde o temprano tendrán que afrontarlo y así como me preguntaban por Victoria. Ella está siendo investigada, pero lamentablemente si no se le logra comprobar ningún delito. Ella quedará libre de todo cargo y como creo sucederá. Arremeterá para volver a adquirir la custodia de la niña.
Nadie dijo nada. A pesar de las diversas personalidades que demostraban cada uno de los chicos sentados frente a mí, estaba segura que mi pequeña quedaría en buenas manos. Sorprendida me encontraba al no escuchar ninguna réplica por parte de ellos. Cualquier otro hombre, hubiera rehuido a sus obligaciones, a pesar de ser un hecho pasado y falto de raciocinio extremo. Pues ellos habían actuado guiado por las hormonas adolescentes, mas que nada.
- ¿Qué pasará con Lulu? Digo…mientras estén las pruebas y se lleve a cabo todo este lío judicial.- cuestioné con preocupación por mi bebé.
- Tranquila Paula. Siendo que los resultados estarán dentro de unos pocos días. Conseguiré con mi padre un diagnóstico médico falso, que indique hospitalización para la niña por los días que sea necesario.- explicó, dando un poco de paz a mi corazón afligido por ella.
- Está bien.- Vanessa me observó detenidamente unos instantes y luego prosiguió.
- Puedes quedarte con ella aquí Paula.- mi amplia sonrisa no se hizo esperar ante sus palabras.- Como también me gustaría que ustedes, en su calidad de médicos se acercaran a ella. Es recomendable que tengan un acercamiento con ella, de tener que optar a su custodia futuramente.
- Yo puedo pedir mi turno para esta noche.- miré a Pedro  en cuanto las palabras abandonaron su boca.- Claro…si eso…es bueno…- balbuceó.
- Sería perfecto Pedro.- Vanessa estuvo de acuerdo.
- Y a mi me gustaría poder involucrarme más con el tema legal de todo esto. Si es que fuera posible.- se apresuró Michael.- Si es que pudieras darme unos minutos de tu tiempo.- se dirigió a Vanessa.
- No creo que eso sea posible. Señor Bolton.- emitió una voz ronca desde la puerta.- La Señorita Vanessa, tiene planes más relevantes que la salida con un niño residente.
- Siento tener que contradecirte Riley.- el tono de Vanessa era de temer.- Pero como bien ha dicho el Señor Bolton. Es importante que tenga una reunión con él.
- ¡Yes!.- gritó extasiado Michael, captando todas las miradas.- Yes, my friendo. We're in the streets again.- cantó para disimular su metida de pata por lo visto.
 …
Salí de la oficina con dirección a la guardería, que era el lugar donde me esperaba mi bebé. Caminé por los pasillos, preguntando cada tanto la sala exacta a la que debía dirigirme. Cuando estaba por abrir la puerta, una mano en mi brazo me hizo darme vuelta asustada. Mi respiración se atascó cuando vi que era Pedro  quien aventuraba mi atención.
- Siento haberte asustado…- murmuró avergonzado.- Yo…quería saber cómo haríamos para acercarme a ella.
- La verdad es que no lo sé.- contesté.- Creo que siguiendo los consejos de Vanessa. Como su médico.
- Ella se asustará cuando le digan que debe quedarse en un hospital.- sonrió en forma cálida.
- Eh…sí. Claro.- hablé un tanto perdida aun en esa sonrisa
- ¡Paula!.- me giré al oír esa hermosa vocesita a mis espaldas.- Mida.- me mostró un papel con dibujos.
- Es precioso princesa.- me agaché para tomarla.
- ¿Yo también me veo precioso?.- dijo irónico Jacob, al que parecía habían tomado de rehen los niños y habían intentado dibujar sobre su cara.
- ¡Oh. Si! Te ves divino.- contesté divertida. Un carraspeo, me recordó quien estaba con nosotros.
- Mira bebé.- tomé e Lulu en brazos y me voltee.- El...es el Doctor...Pedro Alfonso.
- Hola Doctod.- saludó mi bebé agitando su manita.
- ¡Cristo!.- susurró Pedro en shock, mirando a mi pequeña…

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