miércoles, 31 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 52

- Vanessa y todos mis amigos.- recalqué la palabra, dejando claro que ella no lo era.- Lo han hecho.
- Me hubiera encargado personalmente de ella.- expuso con tono mas meloso.- Tú te haz convertido en alguien importante para mí.
- Gracias por tu consideración Amanda.- agradecí.- Pero te repito. Mi familia y amigos han estado al pendiente de ella y de mí.
- Podríamos hacer algo juntos.- propuso. Respiré hondamente, ella no se daba por vencida y sus constantes acosos no me estaban sentando bien.
- Tengo planes ya definidos.- tajé.- Con ella y con Paula.
- Paula.- repitió como si fuera un insulto.- Ella es la niñera. Creo que  Lourdes debería tener más contacto con personas a su nivel.
- ¿Cuál sería según tú su nivel?.- pregunté tratando de controlar mi molestia por su insinuación.
- Conocí a tus padres, son gente de bien. Ella sólo es una empleada Pedro. Nunca es bueno que los hijos se inmiscuyan tanto con la gente de servicio.
- No lo veo así. Y de hecho, prefiero mil veces la compañía de ella para Lulu, mi hija. Que cualquier otra persona.- dejando en claro que ella estaba incluida en esa calificación.- Permiso. Tengo cosas que hacer.
No le di tiempo de volver a pronunciar palabra. Estaba harto de tener que lidiar con sus directos coqueteos. Ella no me llamaba la atención, y se lo había dejado claro desde el primer momento, pero la mujer era terca y obstinada… Caminé a la habitación de mi hija. Tenía que hablar con ella, aunque no tenía idea como abordar el tema… ¿Cómo le dices que tu eres su padre? Ni idea… Abrí la puerta y saludé a ella y a Paula que estaban tiradas en el suelo, coloreando libros que mi madre le había regalado.
- ¿Quiedes pintad?.- me preguntó Lulu.
- Luego.- musité y sentí los nervios en mi voz. Paula  me observó atenta y comenzó a recoger las cosas.
- Lulu. Pedro quiere hablar contigo.- mi miró para buscar la confirmación a sus palabras y asentí.- Yo iré a comprar algo y vuelvo.
- ¡No!.- grité, haciendo saltar a las dos por mi arranque adrenalínico.- Quiero decir… ¿Podrías quedarte?.- pedí moderando el tono de mi voz.
- ¿Estas seguro?.- cuestiono y creo que mi cara le dijo todo.- Bien, me quedaré.
- ¿Qué vamos a hablad?.- cuestionó mi hija, sentándose al estilo indio y afirmando su cabecita en sus manos.
- Lulu… este… yo…- ¡****!
Me refregué la cara con mis manos en forma brusca. No podía encontrar las palabras para decirle que yo era su padre… Me recordé en la novelas que veía Diana, cuando daban una noticia así y era tan fácil ¡Claro! Ellos no estaban en la vida real, y para mi infortunio… la vida real no era tan sencilla como en las novelas… Miré a Lulu, me observaba con su pequeño entrecejo fruncido, debía pensar que estaba loco. Luego miré a Paula, y sus ojos brillaban de una forma especial. Infundiéndome el valor que necesitaba…
- Pequeña.- habló Paula mirándome cautelosa. Le demostré con mi rostro que estaba de acuerdo con lo que fuera que quería decir.- ¿Recuerdas cuando te conté de David, Renée, Phil y mamá Sam?.
- Sip.- contestó ella.- Tu papá y mamá se casadon y después se sepadadon y ahoda están con mamá Sam y con Chris. Y tienes más hedmanos que son Leah, Hector y Seth. Y Helena.- Paula la miró sonriente.
- Exacto.- afirmó.- Pues bien. Hay ocasiones en que los papás no se casan y de igual forma tienen hijos.- mi pequeña estaba atenta.- Y hay otras ocasiones, en que la mamá se queda sola con sus hijos, y el papá no sabe que tiene un bebé.
- ¿Siiii?.- cuestionó ella impresionada.
- Así es.- fue mi turno de interceder.- Hace un tiempo atrás, una mamá tuvo a su pequeña hija. El papá de ella no sabía que la bebé existía. Por eso nunca estuvo con ella.
- Que pena pod ella. Mi mamá viaja mucho, **** igual tenía a mis papas.
Sentí la rabia acumularse en cada poro de mi ser. Ellos no eran sus padres, y menos tenían el derecho de ser llamados así por ella, cuando tenía en cuenta la clase de ratas que eran, al menos el tal James. Una cálida mano se posó en la mía y la tomé con fuerza… Miré a Paula que me sonreía para apaciguar mi estado de ánimo, que al parecer había sido notorio.
- Lulu, esas personas a las que tu llamabas papá…no lo eran.- ella abrió de par en par sus expresivos ojos.
- ¿No? ¿Y pod qué?.
- Ellos… Ellos eran amigos de tu mamá.- expliqué.- Y como buenos amigos de tu mamá, ellos se decían ser tus papás. Como una forma de cariño ¿Entiendes?.- me tragué todas las palabras que querían salir de mi boca en vez de cariño.
- Como Paula le dice a Sue, mamá Sue.- ejemplificó.
- Muy parecido a eso, pero haz captado la idea bebé.- al parecer Paula no estaba mejor que yo, intentando dejar de lado los insultos.
- ¿Y entonces quien es mi papá? ¿O no tengo como Tiger?.- preguntó ella. Su amigo tampoco tenía papá por lo que sabía, pero al menos no había tenido que lidiar con los imbéciles que había tenido que hacerlo mi hija ¡Mi hija!
- Claro que tienes princesita.- Paula me miró esperando mi intervención inmediata.
- Lulu… Yo….- carraspee con el intento de aclarar mi garganta.- Yo… soy tu… papá.- terminé con un nudo en la garganta.
El silencio se extendió en la habitación. Sentí que hasta los diversos ritmos de los corazones en el sitio, podían oírse… No quité la mirada de Lulu, tratando de captar algún movimiento que me indicara algo, alguna reacción… Pero no había nada, ella simplemente estaba allí, saltando su vista desde Paula a mí y al revés… De pronto Lourdes se removió y mi estomago dió un vuelco anticipando algo… pero me quedé inmóvil al verla…
Lourdes volvió a tomar el libro que coloreaba junto a sus lápices y se acomodó de la misma manera en que la había visto al llegar. Estaba ahora estirada, coloreando como si nada hubiera cambiado… Nos miró una vez más, nos regaló una sonrisa y siguió en lo suyo… Quedé atónito… Un leve apretón en mi mano, me hizo reaccionar y darme cuenta que aun sostenía la mano de Paula y que lo que creía no había sucedido, en realidad sí había pasado…
- ¿Lulu?.- llamó Paula, ya que yo aun no volvía al presente.
- ¿Si?.- preguntó ella naturalmente, dejando de lado lo que estaba haciendo.
- ¿Haz… escuchado lo que Pedro te dijo?.- utilizó una voz suave
- Ajá.- confirmó ella.
- ¿Y qué…? Lulu, di algo.- le pidió con el mismo tono.
- Gacias.- respondió. Se puso de pié y me dio un pequeño beso para volver a su puesto.
- ¿Gracias?.- repetí, intentando adecuar esa palabra a lo que acababa de decirle.
- Si.- fue su respuesta.
- Lulu ¿Tu viste como saludé yo a mi papá?.- inquirió Paula.- No creo que sea la mejor forma como lo haz hecho bebé ¿No tienes nada que decir?.
- No te enojes Paula, pidió bajito Lulu. Y su carita se adornó con un rosa exquisito.
- Princesa. No estoy enojada.- Paula se acercó a ella y Lulu se lanzó a sus brazos escondiendo su carita en su cuello. Nos miramos intentando entender qué pasaba.- Lourdes ¿Qué pasa?.- preguntó Paula y comenzó a sobar su espaldita.
- No se enojen conmigo.- volvió a pedir, pero esta vez su voz mostró un claro llanto.
Paula y yo volvimos a mirarnos, esta vez preocupados por ella. Me acerqué hasta su lugar y comencé a acariciar su cabeza y brazos. No entendía qué estaba ocurriendo, pero el nudo en mi garganta y la opresión en mi pecho cada vez se hacía más insoportable. La única conclusión que sacaba de todo esto, era que lamentablemente…ella no quería un papá, y menos a mí… Y aunque intentara relevarlo, me dolía…
- ¿Lulu?.- la llamé captando la mirada de Paula en seguida sobre mí. Mi voz demostraba sin quererlo, mi sentimiento.- Lulu. Mírame.- pedí.
Poco a poco fue descubriendo su carita. Sus ojos estaban totalmente aguados y de ellos corrían sin cesar silenciosas lágrimas. Su nariz y mejillas estaban totalmente sonrojadas y su pequeño labio temblaba casi imperceptiblemente. Acerqué con temor a su rechazo mi mano a su carita, y fui secando el río de lágrimas que la surcaban. Ella no se apartó y me miraba bajo sus pestañas, como con temor… Me partía el alma verla así.

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