viernes, 19 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 18

Llegamos a su recamara y me quedé de pié en la puerta. No era timidez, pero entre nosotros no había ese tipo de intimidad. Kate había dejado que pasáramos a un segundo nivel un par de veces y lo máximo que había llegado a suceder, era un roce sobre sus pechos por encima de tres prendas de vestir. Ella se sentó en el centro de la cama y palmeó su lado en invitación. Me acerqué vacilante y me senté alejado unos metros de ella.
Necesitaba que tuviéramos una conversación seria, que viéramos que pasaría con lo nuestro si yo no desistía a la idea de realizar mis prácticas en otra ciudad.
- Me alegro mucho que hayas aprobado bien tu examen amor.- felicitó tomando mi mano en la de ella.
- Gracias.- le sonreí y me acerqué a depositar un beso corto en sus labios.
- Sé que no hemos estado bien…últimamente.- dijo suave.- Pero te amo y me alegro de tus logros.
- ¿Incluso si uno de ellos es irme fuera un año?.- evalué su reacción. Si hubo alguna, la ocultó
- I-incluso…ese.- sonrió apenas. Me observó fija unos segundos y luego se levantó y corrió a su armario.
- ¿Qué haces?.- fruncí el ceño al observarla revolver todo como si buscara algo.
- ¡Mira!.- señaló una botella de licor y dos copas.- Sé que en estos momentos podrías estar celebrando…por eso quiero hacer una mini celebración.- admitió algo cohibida.
Sirvió dos copas y brindamos. Miré un tanto perplejo el hecho que yo apenas estaba saboreando mi primera copa, cuando ella iba por su segunda a una velocidad poco conveniente, sobre todo siendo consciente de su poca tolerancia al alcohol.
Conversamos de diversas cosas, pero el tema principal estaba pasando al olvido en el transcurso de la noche. Además debía admitir que después de estos dos meses, era la primera vez que estábamos mas de una hora juntos y no habían celos, reclamos, peleas y huidas por mi parte para no seguir con las discusiones.
Me recosté en la cama todavía un poco alejado de ella. Si bien había dormido casi toda la tarde, mi cuerpo aun estaba agotado por las extenuantes noches en vela pasadas. Cerré los ojos sin dormirme y sentí como Kate se acercaba a mi, descansando su cabeza en mi pecho. La rodee con mi brazo y besé el tope de su cabeza…al tiempo que ella comenzaba a trazar líneas sobre mi pecho.
Pensé en la situación, el lugar y la soledad. Y tuve el intento de terminar nuestra tranquila velada de esa forma y marcharme, pero en mucho tiempo no me sentía tan a gusto y sobre todo relajado referente a todo… Kate comenzó a repartir besos sobre mi camisa, lo que me hizo abrir mis ojos de golpe, se acomodó quedando con la mitad de su cuerpo sobre mí.
El hecho de sentir su torso junto al mío, tuvo una reacción inmediata en algunas partes de mi cuerpo. Teniendo en cuenta que desde que tiempo antes de empezar mi relación con ella no había tenido sexo con nadie, solo había recurrido a prácticas pasadas cuando la situación se me hacía complicada, esto me estaba pasando la cuenta.
- Te amo.- me susurró a escasos centímetros de mi boca.
No me dió tiempo a contestar y acercó sus labios a los míos. Noté un leve temblor al contacto de su boca, pero a pesar de eso me dejé llevar por el beso que comenzó suave, pero consiguió despertar en mí las ansias por sucumbir. Adentré mi lengua en su boca y me deleité al sentir que ella dejaba fluir todo, incluso sobrellevar el control del mismo.
Nos besamos durante largo rato y sin proponérmelo mis manos cobraron vida propia. Toqué su piel expuesta por la fina camiseta que llevaba y seguí ascendiendo con rumbo a un destino. Pensé que frenaría mi excursión por su cuerpo, pero tal cosa no sucedió y me embelecé acariciando sus senos, primero por encima de su ropa íntima y luego bajo ella. Con delicadez la tumbe sobre su espalda y fui yo esta vez quien estuvo sobre su cálido cuerpo.
Percibí sus nervios con el temblar de sus manos cuando se acercaron a mi pecho, que ahora estaba al descubierto por sus inexpertas manos. Con un movimiento fluido me incorporé entre sus piernas y de forma natural en esta situación comencé un vaivén de caderas.
- Pedro…- gimió y me tensé, pensando quizás haber sobrepasado los límites.
- Lo siento.- dije a duras penas con el errático ir y venir de mi respiración.
- ¡No!...- se alertó ella cuando intenté incorporarme.- Y-yo…quiero esto.- dijo nerviosa
- No quiero que lo hagas por obligación.- le di un casto beso en sus labios.
- Q-quiero hacerlo.- trató de sonar firme.
Sentí un cosquilleo en mi vientre al escuchar esas palabras y no sería embustero, mi parte débil estaba rogando todo el rato que ella no impidiera terminar con lo empezado. Pero la otra parte me recordaba que esta sería la primera vez de ella y la primera vez en nuestra relación y las cosas normalmente iban graduales ¡No al punto exacto!
- Somos novios Pedro.- prosiguió al incómodo silencio.- Llevamos…meses y…yo quiero.- su mano bajó hasta mi entrepierna y no pude evitar gemir ante su contacto, aun por sobre mi pantalón.- Hazme el amor.- pidió.
No hubo mayores cuestionamientos ni pensamientos. Nuestras ropas desaparecieron a la velocidad de la luz y a pocos minutos estábamos desnudos en su cama, ella nerviosa y yo tratando de controlarme. De pronto recordé algo que jamás debió haber pasado por alto mi mente.
- No traigo preservativos.- anuncié con una mueca y derrotado.
- No…- ella me cortó. Tragó saliva y me miró de soslayo.- Y-yo…tomo píldoras.
- ¿Por qué las tomas?.- fue imposible no preguntar.
Ella era virgen y lo sabía por su propia boca. Además no tenía necesidad de mentir, estaba a minutos de descubrir si era así o no.
- R-regulan mi periodo.- explicó sin mirarme.
- ¿De verdad estás segura?.- insistí cuando ya no había barreras.
- ¿T-tú no…quieres?.- me miró bajo sus pestañas.
- Te deseo justo ahora.- confesé con la pura verdad.- ¿Tú?.- devolví y ella asintió. Tranquila preciosa. No tengas temor.- la serené cuando aun sentía su temeroso cuerpo bajo el mío
Nunca había estado con una virgen, pero el sentir algo fuerte por ella me alentaba a saber que no haría nada que la lastimara. La besé con fuerza para que su atención estuviera ahí y no en lo que mi cuerpo estaba realizando. Con mi mano me ubiqué en su entrada y de a poco comencé a introducirme en su cuerpo… ¡Dios! Necesitaba todas mis fuerzas para no olvidarme que no solo era mi satisfacción la que estaba en juego.
Los primeros momentos su rostro se tornó incómodo, pero llevé mi mano a su punto de estimulación y sirvió para que la peor parte diera paso al placer. Ese mismo que se expandía por todo mi cuerpo y me hacía querer llegar al fondo de su cuerpo con cada nueva embestida.
- Te…amo.- jadeó ella cuando el éxtasis estaba haciendo mella en su ser.
- ¡Dios! Se siente…tan bien.- musite perdido en las sensaciones.- También…te quiero.- dije cuando sentí mi orgasmo a segundos.
Tomé sus caderas y me impulsé para profundizar si es que aun podía mas en su cuerpo y me dejé llevar, sintiendo innumerables espasmos recorrerme. Momento en el cual me dí cuenta que ella no había llegado al mismo punto mío. Cerré mis ojos y no aminoré mis movimientos a pesar de sentir como el orgasmo había comenzado a apaciguar mi cuerpo, llevando mi mano a su lugar sagrado y estimulándola para que disfrutara lo mismo que yo.

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