domingo, 14 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 7

 ¡Adios Paula!.- se despidió el hombre, dejándome quieta un momento.- Nos veremos en otra oportunidad y terminaremos…lo que sea.- concluyó riendo con la otra mujer.
Subí casi corriendo las escaleras ¡No podía dar crédito a todo lo que ahí había visto y escuchado! ¿Es que acaso el tipo pensaría en…? ¡No! No quería ni imaginarlo. En el cuarto, cerré la puerta con llave y poniendo un mueble tras ella. Me afirmé contra ella y solté todo el aire de golpe, giré mi cabeza y Lulu estaba sentada en la cama con sus manitas en su regazo. Me acerqué a ella y la tomé en brazos.
- ¿Todavía tienes sed?.- le sonreí.
- No.- dijo quedito.
- ¿Estás segura? Si quieres voy a buscar un poquito al baño.- le ofrecí
- No Paula.- se acurrucó en mi pecho.
- Vamos a dormir tesoro.
La tomé y la acosté, me tumbe a su lado y la atraje a mi cuerpo. Ella pasó sus bracitos por mi cintura y puso su cabecita en mi pecho. ¡Se veía tan triste! Me partía el alma verla así y lo peor era que yo no estaba muy alejada de lo mismo, además de tremendamente asustada por todo.
- ¿Qué etaban hacendo ellos Paula?.- preguntó de repente mi pequeña, dejándo mi garganta seca ¿Qué podía responder?
- Ellos…eh…ellos estaban…jugando, pequeña.- fue lo primero que se me ocurrió
- Ellos siempe juegan así.- la abracé mas fuerte todavía. No era primera vez que esa escena se revelaba ante sus ojos
- Son juegos de grandes bebé.- rogaba por terminar con esta conversación
- El es mi papá James.- informó
¿Ese era uno de sus padres? Con razón ella decía que ni siquiera la saludaba, si el papá prodigio prefería acostarse con la madre a vista y paciencia de cualquiera ¡Incluso de su pequeña hija! Eran tal para cual y ahora entendía el mensaje de esa mujer. Quizás no estaba tan errada con querer quitarle a Lulu ¡Ellos no tenían moral para ser llamados padres!
- Duerme bebé. Yo cuidaré de tí.- besé su cabeza
- Buenas noches Paula. Te quieo.
- Yo también bebé.
Y era así. Quizás era una mezcla de pena, tristeza, lastima y amargura por ella, pero también con todo eso había un cariño que a dos días era ya de una magnitud creciente. Y sabía, mas bien algo me decía que no sería un cariño pasajero. Me sentía unida a ella de una forma indestructible y eso que teníamos menos de cuarenta y ocho horas de estar la una al lado de la otra.
No pude dormir en toda la noche los ruiditos de la parte inferior duraron largas horas y me impidieron conciliar el sueño. Además de que la angustia de lo vivido hacia poco rato atrás me tenía con temblores esporádicos de solo recordar al tipo ese y su cercanía.
De a poco mis ojos comenzaron a cerrarse, mi último pensamiento fue para la pequeñita pegada a mi cuerpo como segunda piel. Hablaría con María y buscaría información de toda la locura y aberraciones que la rodeaban, algo debía ocurrir que cambiara toda esta situación y si estaba en mis manos, no dudaría en hacerlo, ella no pasaría por malas experiencias si de mí dependía y menos… menos por él…su supuesto padre.

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