miércoles, 24 de diciembre de 2014

Una Dulce Inocencia: Capítulo 29

- Veo.- sonrió, echando su cabellera hacia atrás con su mano.- Estas muy encariñada con la hija de esa perra.
- La hija no es igual a la madre.- esclarecí.
- Te lo concedo.- respondió.
Tomé el pomo de la puerta. La conversación había terminado y no había sacado nada, pero prefería de cierto modo que fuera así. Iba a salir, cuando su voz me hizo detenerme.
- El padre tampoco es como ella, como esa perra.- reveló. Me giré en su dirección.- O al menos eso es lo que creo.
- ¿Tu sabes quien es?.- demandé vertiginosamente.
- Esa mujer llegó a mi por casualidad.- comenzó a narrar.- Se presentó al trabajo como mesera y nos hicimos amigas.- tomó otro trago.- James era el dueño de todo esto en ese tiempo e intercedí para que empezara a escalar en este mundo. Como mesera ganaba una miseria y ella necesitaba el dinero, cuando el de sus padres comenzó a escasear.
- Lo sé.- la interrumpí.
- Era una de las preferidas cuando recién se inició en los show, pero de forma extraña, ella no entraba a los privados, siendo que ese beneficio era sólo para mí, la esposa del imbécil ese.- bufó con rabia.- Ignoraba por ese tiempo que el interés de mi marido era más allá del ámbito profesional.
- Ajá.- la alenté a que continuara.
- Poco después apareció Félix, un importante empresario, felizmente casado.- dijo de forma irónica.- Comenzaron una relación y las cosas empezaron a cambiar. James ordenó que ella cumpliera su contrato como todas las demás, lo que incluía la estancia en los privados ¿Tú sabes lo que se hace aquí?.- me consultó y sentí mi cara arder.
- A-algo…- dije incómoda.
- Aquí puedes tener y realizar cualquier acto sexual que el cliente pida.- informó.- Y ella comenzó a hacerlo.- hizo una exclamación de asombro.- ¡Fue grito y plata! Pero la muy *beep* por ese tiempo quedó embarazada.
- Sigue.- pedí sin poder contener mi ansiedad.
- El padre de la niña no es James y tampoco Félix, porque la única vez que a ella se le olvidó recordarle a los clientes sobre la protección…fue esa semana.
- ¿Clientes?.- pregunté atónita.
- Si, clientes.- repitió ella.- Al local llegaron unos chicos de otra ciudad. Estaban de vacaciones y como buenos adolescentes hormonales, no podían perderse de la sensación que era HYV, que eran Victoria y Heidi, o sea, ella y yo.
- ¿Quiénes son? ¿O quienes eran?.- la apremié.
- No lo sé.- se encogió de hombros.- Pero si sé, que eran estudiantes de Medicina y que sus papitos eran gente de dinero. Lo que deslumbró a mi amiga y creyó poder atrapar a alguno. Tú sabes, aquí no hay mucho futuro, lo mejor es enrollarte con algún cliente de plata y convertirte en su amante.- siguió explicando.- Pero con lo que no contaba ella, era que ninguno la tomó más allá que una aventura de una semana y se fueron sin más.- sonrió burlesca.- A los dos meses se enteró que estaba embarazada y el mundo se le vino encima, pero tampoco tenía como buscar a los chicos. Ya que no sabía nada de ellos. Tiempo después me traicionó y se quedó con James.- terminó de contar.
- Entonces quedo en el mismo lugar ¡En punto muerto!.- refregué mis ojos con rabia.
- No.- dijo tranquilamente mirando sus uñas.- Yo sé algo relevante sobre el papito de la hijita de esa perra.
- ¿Qué cosa?.- exigí.
- ¿Qué tanto estás dispuesta a dar con tal de obtener el paradero de ese hombre?.- me tentó.- Ten en cuenta antes de contestar que no estamos hablando de un ****a; sino un prominente futuro para la niña.
- Cualquier cosa.- contesté sin pensarlo mucho.
- Ok. Veamos. Tú fuiste o eres su niñera, por ende, debes tener acceso a su casa y todo lo que ello conlleva.- manifestó de forma inocente.- Te diré lo que sé, solo si me das algo a cambio.
La miré sin entender ¿Qué podía darle yo a ella?.
- Quiero ver a esa mujer encerrada de por vida. Y al imbécil de mi maridito también ¿Habrá algo en esa casa o que hayas visto que pueda constatar los hechos que se le inculpan?.
Lo que ella me ofrecía era vender a esa bruja… La observé detenidamente y ella estaba hablando seriamente. Pensé en todas las conversaciones que había tenido "estas hablando de gente con dinero" "ellos pueden comprar incluso a los jueces". Sin embargo, mi padre también me había hecho considerar la hipótesis que el hombre a quien buscaba, no quisiera hacerse cargo de ella…pero nada perdía. Además ella me confirmaba mi primer pensamiento, que quizás el podía darle un mejor futuro a la niña…
Pero… ¿Qué podía tener yo como prueba? Hice una revisión mental. Sí había visto cosas, pero mi palabra no era válida sino contaba con prueba física… Cuando de un momento a otro, un evento diáfano llegó a mi mente; una conversación.
- ¡Tu paga será el doble luego de esto!.- incitó.- En mi cuarto hay una carpeta azul dentro del closet, en el comportamiento de los zapatos y dentro de la última caja. La carpeta está dentro de un sobre de papel colorido.
- ¡Quémala!.- cortó tajante

Esa carpeta quizás podía contener alguna evidencia de lo que ellos realizaban. Por eso era la premura con la que exigía el encontrar esa carpeta y borrarla del mapa. Sin pensarlo dos veces, hablé.
- Creo…tener algo.- enuncié, un tanto poco convencida.
- Bien.- saltó ella.- Tráelo aquí y yo te daré lo que necesitas.
- Ok.-
No sabía si esto estaba bien, pero recordé una frase que me alentaría a llegar a mi objetivo "El fin, justifica los medios" Y ere sería mi base y sustento para realizar mi siguiente paso. Mi pequeña tendría un papá y uno que le brindara todo cuanto le había privado esa mujer…sobre todo amor y de eso me encargaría yo…

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