sábado, 31 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 64

La torta que estaba al medio, había comprado Pedro, era enorme, y ayudaba la mesa a estar más bella, todos los dulces y frutas seguían en otra mesita, podía decir que todo estaba perfecto.
-¿No te arrepientes de haberte casado conmigo? – preguntó Pepe mirando a los ojos de Pau, estaban sentados y abrazados a la vez.
-No mi vida, jamás… sé que eres mi príncipe y sé que me amas mucho, como yo sé que eres capaz de todo por mí. – él la beso intensamente. – Mmmm, me encantas que me beses así, pero debemos controlar esos besos, hay muchos niños acá.
-Jajaja, mejor vamos a una de las habitaciones ¿Si? – le guiño un ojo, y Paula maneó la cabeza. – Vamos mi vida, es que no sé hasta cuando podré aguantar, estoy demasiado excitado ya. – le susurro en el oído.
-Pepe, por Dios, jajaja, recién llegamos acá ¿Qué dirán si desaparecemos eh?
-Nada, que somos apasionados y no aguantamos estar un minutos separados, nada más que eso, a parte, aun falta muchísimo para la vals y tenemos tiempo para dos o tres. – Pau se echó a reír, todos los contemplaban, de verdad se amaban, estaba más claro que nunca. – Dale, vamos… no cuesta nada.
-¿Enserio hablas chiquito? – él le hizo carita de bebé y le asintió. – Oh mi bebé lindo. – le dio un piquito. – Dejamos las ganas para más tarde, a parte, no falta mucho, un par de horas solamente y no me hagas pucherito, ya a la mañana lo hicimos.
-Rápido. – dijo él haciendo pucheros y ella lo miro como retándolo. – Jajaja, no me mires así que me da miedo.
-Ven. – se levantó ella llevándolo para dentro del orfanato. – Quiero mostrarte algo.
-Mmmm, eso me gusta.
Entraron en el despacho de Victoria, Paula estaba feliz, pero lo que quería mostrar a Pedro ahora no era lo que él tanto quería ver, ella puso la silla cerca del mueble y subió en ella, buscando los papeles del otro día, los puso en la mesa, ahí estaba todos los papeles de las nenas que ahí estaban, desde cuando habían nacido.
-¿Que haces? – preguntó él.
-Sabes, hace días he venido acá y he visto unos papeles de Jessica, sobre cuando llegó a ese orfanato y todo más, lo que pasa es que no entiendo. – Pau le señaló la puerta. – Cierra, por favor. – él la obedeció. – Me llamó la atención que los papeles de la maternidad donde nació Jessica son del interior y dice que es una casa de niños, o sea ¿Un orfanato? – ella buscó entre otras y las encontró, dándosela a Pepe.
-Casa de Niños Virgen de Guadalupe. – leyó él las letras mayores que habían en los papeles. – Mmmm, puede ser que estuvo en otro orfanato antes de venir acá, o nació ahí, no sé, puede ser también un hospital ¿No crees? – Pau meneó la cabeza. - ¿Y que tiene eso mi vida?
-Nada, solo que a veces me da unas cosas y quiero saber del pasado de Jessica. – le mintió, la verdad tenía pensado que Jessica podía ser su verdadera hija, pero igual, era una tontería pensar en esas cosas, solo porque era negra y tenía la misma edad, o mejor, porque así quería que fuera, nada más. – No hay fecha ¿Ves? – ella le mostró. – Es todo tan raro, y en los papeles de cuando la dejaron acá son de hace tres años, y los documentos del nacimiento de la nena no encontré, debería estar aquí con esos, o sea ahí debe haber los nombres de sus verdaderos padres, donde nació de verdad y la fecha de su cumpleaños.

Dulces Sueños: Capítulo 63

Fue como en los cuentos de hadas…
Su papá entró con ella en la iglesia y eso fue una de las cosas más lindas que le pasó, por más que lo odiaba por no decirle la verdad sobre mi hija, también lo amaba por ser simplemente su padre.
Y Pedro, estaba extremamente hermoso, no podía mirar hacia otro lugar, solamente a sus ojos, sus hermosos ojos, era como si las palabras del cura fueran solamente un sonido lejos, estaba extasiada por el momento, por él, por su belleza y por su amor.
-Paula Chaves ¿Aceptas a Pedro Alfonso como tu esposo? – ella no escuchó nada más que eso, y bueno, también el si de él, nada más, pero tampoco nada le importaba, todo estaba demasiado bello ¿Será que estaba soñando? No, no era un sueño, podía sentirlo, podía amarlo, podía escucharlo.
Se dieron el beso cuando les declararon marido y mujer, fue un suave beso, delicadamente Pedro  depositó sus labios en los de ella, sintiendo su boca dulce y sabrosa, dejando a desear aun más, cuando se separaron se miraron fijamente y se sonrieron. Salieron caminando despacio hasta la salida, y las nenas atrás felices, y cantando, porque ahora si tenían a una familia ante Dios y todos que estaban allí…
-Felicidades mi niña. – su padre la abrazo fuera de la iglesia, por un momento Paula vio una lagrima saliendo de sus ojos, pero que fue limpiada inmediatamente por él, ella solamente le agradeció con una sonrisa.
-Ay mi amor, ya estás casada y ahora si eres una mujer completa, con un esposo que te ama mucho y dos hijas maravillosas. – dijo su madre dándole un beso en la mejilla. – Quiero que seas muy feliz y sepas que estaré siempre para tí, para todo lo que necesites ¿Si? – le guiñó un ojo. – Felicidades, que seas muy, pero muy feliz.
-Gracias mamá, muchas gracias, me quedo súper contenta por tenerte acá y por saber que me apoyas en todo. – la abrazó.
El camino para el orfanato era chiquito y en pocos minutos llegaron ahí, estaba todo tan divino, Victoria y las nenas hicieron milagros con las pocas cosas que tenían, Paula había dicho que no necesitaba decoraciones, pues le gustaba así como era, pero las nenas prefirieron hacer una decoración hermosa para Candy. La verdad más parecía una fiesta de niños, las decoraciones eran completamente infantiles, pero que a Pau le encantó, no solo a ella claro, como a todos.
-Que linda está. – dijo ella al ver todo. – Muchas gracias mis nenitas, la verdad me encantó todo, esta maravilloso. – volvió a mirar las paredes, que estaban dibujadas, habían campanitas, Peter Pan, los personajes de Disney, pero todo, todo con un toque muy femenino en violeta y lilas.

Dulces Sueños: Capítulo 62

-Pensé que quedarías más en el baño mi niña. – dijo su mamá sarcástica.
-Jaja, el agua estaba tan tibia y rica que no pude salir antes, y la verdad me ayudó a relajar. – se sentó al lado de su madre en el sofá. – Bueno ¿Qué haremos ahora? Yo jamás me casé y no sé como funcionan bien las cosas.
-Bueno, para que sepas la noche de bodas es después del casorio y no antes. – su mamá dejo salir junto a una carcajada, la chica que había ido con ella también empezó a reír y Pau no sabía donde poner la cara. – Mi niña, quedaste colorada.
-Ay mamá, por Dios ¿Me quieres matar de vergüenza verdad? – las nenas también reían, pero ellas no entendían nada. - ¿Y ustedes? ¿De que ríen?
Bueno, hasta ahí todo estaba más que perfecto, la tarde también fue así, tranquila y sin estrés, una señora llevo su vestido después de la comida y Pepe fue a casa de un amigo para poder arreglarse ahí y dejar la casa para las señoras. Las nenas no dejaban de hacer travesuras un solo segundo y cuando pusieron el vestido elegante quedaron como unas princesitas, pero no más linda que Paula.
-Wow. – dijeron las nenas sorpresa por como había quedado la mamá.
Paula vestía un vestido simple, pero elegante, de color lilas, su pelo en ondas llena de brillos, una fina tiara de piedritas de cristales y unos zapatos que le dejaban los pies casi todo a la muestra, así como el de la cenicienta. El vestido lilas tenía pocas piedras, pero dejaba casi todos sus pechos a la muestra o sea, mucho a desear, iba hasta los tobillos, mostrando los zapatos y luego atrás una calda llena de pequeñas flores de cristales rosas y violeta.
-Estás perfecta. – dijo su mamá emocionada. – Jamás pensé que un día te casarías, estás linda mi niña, ahora veo cuanto creciste. – se abrazaron las dos.
-Gracias mamá, tu también estás preciosa. – le decía también muy emocionada. – Y también quiero darte las gracias por estar conmigo hoy, por hacer parte de mi felicidad y por aceptar mi decisión de casarme con Pepe.
_-Si mi niña, apruebo todo lo que venga de ti, porque te amo. – le dio un besito en la mejilla. – Pero me cuesta aceptar que creciste, que ya eres una mujer adulta y ya eres mamá. – miro hacia las nenas que también se veían preciosas con los vestidos blancos y adornitos lilas. – Quiero que seas muy feliz al lado de tu familia, de tus hijas, y quiero muchos nietos eh.
-No te preocupes mamá, te daré muchos nietos, muchos. – se abrazaron de nuevo.
-Ay no, así lloro. – dijo Jessica con la mano en la cintura.
-Mamá, ya debemos ir ¿No? Ya es hora, estamos muy atrasadas.
La verdad ya era hora, pero como siempre las novias se atrasaban, igual, la boda seria toda simple, no habían muchos invitados, no más unos amigos de Pepe, las chicas del orfanato, Victoria, y la familia de Paula, unos primos y tías que no tenia mucho contacto, pero los invitó ya que sería un día muy, muy especial. Pero algo en Paula no estaba cierto, sentía un vacío grande por no tener a su verdadera hija a su lado en ese día y también a su padre, que no había dado ni noticias si iba o no a su casamiento.
Salieron diez minutos después, la iglesia que casaría estaba toda muy linda, tono en tono blanco y violeta como ella había alquilado las cosas y el salón donde darían la cena era nada menos que el orfanato de su amiga Victoria.
-¿Como me veo? – preguntó Pau a las nenas antes de salir del auto de su madre, su estómago estaba revolcándose como si hubiera millones de mariposas volando por todos lados, temblaba de lo tan nerviosa que estaba, como si fuera conocer el novio aquel día.
-Bellísima. – dijo Soledad poniendo un mechón de su pelo atrás de la oreja. – Como una verdadera princesa. – completó.
-No Sole, como una verdadera reina. – Pau les sonrió y les dió un besito en cada uno antes de salir del auto.
Cuando se detuvo frente la puerta cerrada de la iglesia, pensó en tantas cosas, sabía que su hombre la estaba esperando adentro, y que seria el mejor día de su vida, se uniría a él, daría su vida a él y eso significaba mucho para los dos. Cuando por fin la puerta estaba por abrir, sintió los brazos fuertes de su padre en los suyos, no hubo tiempo de decir nada, solamente sonreír, sonreír y gritar por dentro.

Dulces Sueños: Capítulo 61

-Ay si, es que no encontraba una ropa cómoda, creo que voy a darme una ducha a ver si relajo un poquito más, estoy tan nerviosa. – su madre le asintió, la verdad conocía bien a Paula, más de lo que ella imaginaba. – Ya vengo ¿Si?
Salió de la habitación entrando directo al baño con una toalla en las manos, fingiendo todo, Pepe ya la esperaba adentro totalmente desnudo, Paula solamente puso la mano en la boca para no reír y se tiró en los brazos de su casi esposo, besándolo salvajemente.
-Me haces hacer cada cosa osito. – dijo ella después de un beso, mientras él sacaba su ropa poco a poco. – Prende la ducha mientras termino de quitarla.
-Si mi amor. – su voz era suave como a ella le encantaba. – Como te deseo, ven. – ella entró bajo la ducha con él, besándolo y acariciándolo.
-No hay mucho tiempo para eso… - antes de terminar sintió la mano de Pepe en lo más intimo y gimió. – Huy, eso me fascina.
-Lo sé, por eso lo hago.
Su caricia era extremamente excitante para ella, obvio, lo amaba, pero antes de amarlo sentía una atracción muy grande y eso sumaba mucho puntos… mientras él la acariciaba Paula bajaba con su lengua por el pectoral de Pedro, lamiéndolo donde caía el agua, saboreando cada gota que allí estaba, cada gusto de sus poros y de su piel. Sus manos temblaron al llegar a su miembro, era impresionante en lo tan rápido que quedaba como a ella le gustaba.
-Mmmm, no podemos tardar mi vida. – dijo ella con los ojos cerrados, sintiendo los dedos de Pedro masajeando su clítoris y a la vez entrando y saliendo de ella. – Ah, un día… un día me mataras.
-Y tú a mí.
Quitó sus dedos de ella y la levantó, para que quedasen mirándolo al otro, la volteo de inmediato y la penetró sin previo aviso, tenerla de espalda también era magníficamente placentero, podía disfrutar de sus pechos apretándolos y a la vez masajearla, sin contar que podía comer su cuello a besos, mientras que ella hacia los movimientos suaves y tapaba la boca con una de las manos para no dejar salir más que gemidos y la otra apretando las pompas de Pepe, con cuidado como si estuviera masajeándolo.
Sus movimientos fueron aumentando, hasta que él la dejo totalmente en cuatro, para poder penetrarla más profundamente y así disfrutar más de las sensaciones, era algo rápido y tampoco podían gritar, sabiendo que había gente al lado de fuera.
La suave agua caliente caía en sus cuerpos excitándolos aun más, los gemidos que salían allí quedaban, con la velocidad que iban terminaron rápido y juntos, totalmente deseosos de más y más, la verdad no había sido una buena idea hacerlo, porque ahora necesitaban más, querían más y no podían estar ahí por horas.
-Uno más ¿Si? – dijo Pepe después de recuperar el aliento, estaban abrazados bajo el agua. – Es que no puedo dejar de pensar en tu cuerpo, y me gustaría otra pose ahora. – Pau dejó salir una carcajada que se escuchó afuera. – Shh bebé jajaja.
-Huy, mejor salgo, ya esta tarde Pepe y tengo un hambre horrible. – dijo ella intento salir de los brazos de su amado. – Por favor, sino, no me quedaré linda como una princesa.
-Pero ya eres linda, imposible quedar más que eso, y ni me gustaría, porque te robarían de mí. – le hizo pucherito.
-Jajaja, ya voy. – salió de la ducha envuelta en una toalla, se miro al espejo y peinó el pelo mojado, paso crema en la cara y aventó un besito de lejos antes de salir del baño. – A la noche corazón, prepárate. – su mirada picara era el fin ¿Cómo podía desearla tanto? Jamás en su vida había deseado una mujer como deseaba a Paula, no que se acordaba.
Salió tranquilamente del baño, entrando en su habitación, puso un vestido liviano y salió para el living, donde estaban todas sentadas en el sofá esperándola, miró al reloj y para su sorpresa había tardado casi una hora con Pepe en el baño, bueno, no había sido tan rápido así.

Dulces Sueños: Capítulo 60

El gran día había llegado, y por más que quería estar calma no podía, la ansiedad la mataba, las nenas antes de tomar el desayuno ya querían poner la ropa, pero Pedro, uff, ese ni se había despertado.
Le había preparado una gran sorpresa, bueno, como era sorpresa no podía decir nada hasta la hora, era cierto que tenía el caso aun que si iba a aceptar o no ya que envolvía dinero, pero esperaba que sí, pues había preparado con todo el corazón.
-Despierta corazón… - subió en la cama y le dio un hermoso beso en la mejilla. - ¿Sabes que día es hoy? – preguntó ella.
Pedro  ni siquiera abrió los ojos, solamente gimió con el cuerpo de Pau en el suyo, como deseaba hacerla suya ahorita mismo, pero sabía que no era adecuado y que ella no aceptaría, a parte, las nenas ya estaban despiertas.
-Mm ¿Navidad? – dijo él abriendo un ojito y sonriendo.
-No tontito. – ella le golpeo la cabeza, tan fuerte que le dolió, pero solo estaban bromeando. – Levántate corazón, ya es hora de que levantes y que vayas de casa porque me arreglaré acá y no me puedes ver antes del casamiento.
-¿Y porque no? – abrió ahora los dos ojos, Dios como Pau estaba bella, lucia linda, tenia una sonrisa maravillosa y su carita de ángel le encantaba. – Como estás linda cielito. – le abrazó fuerte y la jaló, cayéndose arriba de Pepe. – Me gusta esa posición.
Paula lo besó apasionadamente, estaba tan contenta por ya ser el día en que se uniría a Pedro, bueno, la verdad ya se sentía unida, no necesitaban de un papel que diría que estaban juntos o no, pero igual era un día muy importante. Seguían se besando y cada vez más intensamente, las manos de Pedro acariciaban la espalda de Pau hasta las pompas, la única cosa que separaba sus pechos con los de Pepe era la fina tela del camisón que aun llevaba, y él podía sentir lo duro que tenía los pezones, ya las manos de Paula estaban enredadas en el pelo oscuro de Pedro, mientras disfrutaban de los más ricos besos.
-Ya… ya… - dijo Pau respirando e intentando salir de las garras de Pepe, pero no podía. – Mi amor, déjame salir, tengo tantas cosas que hacer ahorita y tu también eh, hoy es nuestro día bebé. – decía ella con voz de bebé.
-Si y como es nuestro día merecemos una buena ducha juntos ¿No crees? – le guiñó un ojo y ella se echó a reír, no sabia cuando Pedro había quedado tan pervertido. – Y no me vengas con esa carita, porque sé que te encanta también tener compañía en el baño.
-Aw cielito, pero no tenemos tiempo para ayudarnos a bañar, hay tantas cosas que… - no la dejo hablar y le dio otro beso, pero ese no fue tan intenso con el primero. – Pepe, no podemos, afuera está mi mamá que vino a ayudarme con una amiga y las nenas están despierta, a parte, hace días que no lo hacemos para que nuestra noche de nupcias sea la mejor.
-Bueno. – él la dejo salir de sus garras, pero hizo una carita de nene triste. – Mira mi situación… - los dos miraron hacia abajo, y Paula volvió a reír, si de verdad la situación de Pepe era excitante. - ¿Ves?
-Jajaja, también me causas esas cosas, pero por favor, aguántate un poquito más ¿Si?
-Un bañito de ¿Diez minutos?
Paula  solamente le sonrió y se levantó de la cama llamándole con el dedito, la verdad ella lo deseaba mucho también, pero sabía que no era cierto tener relaciones ahora, bueno, de todas formas no seria un delito y si sería si no lo hiciera. Le hizo una señal para que entrara al baño en silencio y luego salió ella de la habitación, entrando en el living donde estaban las señoras.
-Pensé que no volverías más. – dijo su mamá con una sonrisa.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 59

Rosa se quedó un poquito más hablando del pasado y se fue luego que Pedro reapareció en el living con las nenas, había sido una larga mañana, Rosa prometió a Paula que volvería para contarle más sobre lo que sabía, y si lo haría pronto.
-¿Porque esa carita? – preguntó Paula a Pedro dándole un besito. – No te preocupes, Rosa me dijo cuanto me amas, y que eres un buen chico, que no quería lastimarme. – Pedro sonrió. – yo también te amo, mucho. – se dieron un beso apasionado frente a las nenas, pero eso ya era normal, se amaban y ellas lo sabían.
-Mañana ya serás mi esposa. – dijo Pedro mirándola a los ojos, esos ojos preciosos que tenía, tan brillantes como diamantes. – No veo la hora de que acabe la ceremonia. – Paula se echó a reír.
-¿Pero porque quieres que acabe tan rápido? – le preguntó ella.
-Para poder hacerte mía de verdad. – le dió otro piquito. – Quiero saber como es hacer el amor con mi esposa, y eso me parece más rico que hacer el amor con mi novia. – ella se sonrojó, también deseaba ese momento, desde aquel día ni siquiera habían intentado hacerlo, ya que estaban esperando el tan precioso día. – Gracias a Dios ya esta llegando, porque no puedo aguantar la abstinencia que me pusiste, jaja.
-Tontito, eso es para que todo quede más lindo mañana, verás… - se besaron de nuevo y las nenas los miraban con una sonrisa, era lindo el amor de sus padres.
Es cierto cuando queremos que el día pase, no pasa, así fue, la tarde ha pasado rápido, pero la noche fue una eternidad, Paula no podía conciliar el sueño, y cuando vió a Pedro roncando se retiró de la cama y fue hasta el sofá, la verdad nada estaba cómodo, estaba ansiosa para el día siguiente, a parte, jamás había casado y no sabía como sería, pero estaba segura de que todo iba a ser lindo. Cuando pudo dormir ya casi amanecía y en menos de dos horas se despertó con el timbre, era su mamá, la primera vez que había ido ahí, igual traía muchas cosas en mano y una amiga para ayudarla a arreglar y estar divina en aquel día tan especial para su hija.
-Oh mamá, de verdad muchas gracias. – la abrazó. – No pensé que vendrías acá ayudarme. – estaba tan feliz, pero algo raro estaba sintiendo, como mariposas en la panza, los mareos que habían sentido el otro día, cuanto más se acercaba a su casamiento más intensos eran. - ¿Te dejo papá?
-Si mi vida, quiero que ese día sea el más lindo de su vida, como el mío, no estabas ahí, pero fue magnifico. – le sonrió. – Estás tan pálida mi vida ¿Sientes algo?
-No he dormido bien, sabes como es ¿No? Estoy tan ansiosa que ni la cama estaba cómoda ayer. – su mamá se echó a reír. – Y también hace un tiempo sentía unos mareos y nauseas, creo que ahora sé porque me sentía así, por lo ansiosa que estaba, porque hoy están peores.
-Jajaja, así es mi vida, me sentí igual que tu. – sacó de una maleta maquillajes, un color más lindo que le otro. - ¿Y tu vestido?
-La chica me lo trae a la tarde, es bellísimo mamá. – le sonrió.
-No dudo, siempre tuviste un buen gusto. – Alejandra  empezó a sacar todo lo que había traído, hasta su ropa, porque se arreglaría ahí junto con su hija, no la dejaría ni siquiera un minuto sola. - ¿Y tu novio?
-Aun duerme, jaja, creo que a él no le agarró insomnio.
-Ah, los hombres son así mi vida, todos iguales. – se rieron, en ese instante las nenas llegaron a la sala, las dos de pijamas y con caras de sueño, sentaron en el sofá. – Hola nenas. – saludo la mamá de Pau.
-Hola abuelita. – dijo Jessica mirándola y sonriendo.
-Hola abu. – saludo Soledad, aun con los ojitos cerrados.
-Jajaja, mis nenitas, siguen durmiendo aun ¿Por qué no quedaron en la camita? – Paula abrazó una por una, estaba feliz por tener las dos ahí, y más porque Victoria había dejado que Jessica durmiera aquella noche allá. – Aun falta mucho para el casamiento y para que puedan arreglarse. – las miro con ternura. - ¿Quieren algo?
-Leche. – dijeron las dos.
La madre de Paula observaba cada gesto de su hija, cada palabra con las niñas y como las amaba, se veía de lejos, pero se veía en los ojos de Pau que aun no estaba completamente contenta, por más que quería estarlo, le faltaba algo…

Dulces Sueños: Capítulo 58

-Me lo dijo tu padre, cuando supo que estabas embarazada, fue hasta mi casa, yo estaba mal por la muerte de Carlos y mi esposo… - ella quedo sin aliento por un momento como si estuviera viviéndolo de nuevo. – Me dijo que no dejaría que ese bebe naciera, pero sabia que no era cierto, podía ser el peor de los hombres, pero no haría eso con su hija. Luego me enteré por los empleados que te llevaría al interior y fui atrás, quería saber donde estabas, seguí tu papá por donde pasaba, quería mucho hablar contigo, pero estaba él ahí siempre y jamás pude.
-Ay Rosa, gracias por lo que hiciste, de verdad. – le abrazó.
__No me de la gracias Pau, no hice nada, lo que de verdad quería no pude tener al final, lo intenté, pero no pude. – bajo la cabeza.
Le dolía todo eso, porque jamás pudo tener a la niña, lo había intentado y cuando tenia ya los papeles para traerla, ya no podía más, había sido adoptada por una pareja, igual no sabia quien habían sido, pues el orfanato no podía dar datos de la familia, de todas formas no había dejado de buscarla, sin resultados…
-Mi hija, yo sé que no es fácil lo que sientes, pero tampoco puedes bajar los brazos, debes seguir con la cabeza erguida, y buscarla, eres joven y tienes mucha energía, estoy aquí para ayudarte y sé que Pepe lo hará también, él no tuvo culpa por saber, es que le conté todo y no quería decirte, tenía miedo de que no lo dejara explicar y al fin quedar sin ti, pero sabía que lo escucharía y que lo comprendería ¿No? – Pau asintió. – Lo amas mucho y eso se ve en tus ojitos, él también te ama mucho…
-Si Rosa, Pedro fue lo mejor que me paso después de todos esos años, me enamoré tan rápido de él, y lo estoy viviendo tan intensamente, quiero disfrutar de todo que puedo con él… - ella le regalo una sonrisa, sus ojos brillaban cuando hablaba de su amado, obvio, el amor se veía de lejos, no cabía dudas. – Quiero formar una gran familia con él, con muchos hijos, con mucho amor, y vivir todo lo que no pude vivir con tu hijo.
-Así hazlo mi nena, piensas que ahora ya eres grande y no tienes porque dar explicaciones a nadie de lo que haces o no, y tu padre ya no tiene derecho en más nada. – ella bajó la cabeza y rió, a pensar de todo guardaba recuerdos buenos, no todos eran malos. - ¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Carlos llego contigo a mi casa y me dijo: Mamá esa es mi novia y yo me desmayé, jajaja, era su primera novia, y fue lindo.
-Jaja, si me acuerdo, él también fue mi primero novio, mi primer hombre, mi primer amor, jamás podré olvidarme de todo lo que viví a su lado, a parte, tenemos una hija juntos, y sé que él también quiere que la encontramos.
En ese instante la puerta del living abrió y las nenas llegaron corriendo, gritando por Pau y cuando la vió casi la dejó caer, de tantos abrazos y besos, venían como fieras, ya Pedro al ver Rosa ahí no quedó  nada sorprendido, solamente no le gusto que estuviera contándole a Paula esas tonterías, que no sabia si era verdad o no.
-Buenos días Pedro. – dijo ella levantándose y inmediatamente volviéndose a sentar para ver las nenas que hacían cosquillas en Pau.
-Buenos días. – saludo él de malas ganas y se retiró del living dejándolas solas.
-Mamá, mira que me hice. – mostró Soledad su rodilla. – Me caí y no lloré.
-Que bueno mi chiquita, ya eres grande para llorar ¿Verdad? – le dió un besito. – Pero tienes que lavar eso, sino te va a doler más tarde ¿Si? – la nena le asintió. – Ve a lavar que mamá esta con visita ¿Si? Ah y trae una pomadita que te paso para que no te arde más. – le guiñó un ojo y la nena fue corriendo, ya Jessica estaba sentada en una de sus piernas, abrazándola por el cuello. – ¿No vas a saludar la señora mi amor?
-Si, buenos días señora.
Cuando Rosa la miró bien a los ojos sintió que su sangre corría más rápido por sus venas, su corazón latía fuerte, y fue como ver a la hija de Pau cuando era bebé, los ojos se parecían demasiado y se acordaba mucho a Rosa, se parecían, más con el color.
-Buenos días linda ¿Cómo te llamas? – preguntó ella, pero aun le daba algo raro mirarla, como si ya la conociera, la misma sensación que sintió Paula  cuando la vió por primera vez.
-Jessica ¿Y usted?
-Rosa, corazón. – la nena le sonrió y rápidamente se bajo de las piernas de Pau. – Siempre cuando veo a una niña como ella me acuerdo a la chiquita, me imagino que será parecida ¿No? De la misma edad, con una carita así, linda. – los ojos de Pau brillaron mirando a Jessica, la corrió a ver porque tardaba a Soledad. – Es encantadora, Pedro me comentó que adoptarían a una nena ¿Es esa no?
-Si, Jessica es un sueño, la amo mucho y ella a mí. – le sonrió.

Dulces Sueños: Capítulo 57

Vaya sorpresa recibió Paula aquel día, no esperaba, Pedro había salido con Soledad a buscar a Jessica y ella se quedó en casa terminando las ultimas cosas para nuestra boda, no sería como en los cuentos de hadas, tampoco seria grande, pero seria la que podía hacer y la de sus sueños, bonita y simple…
Aun seguía confusa con toda la historia de Pepe, pero no podía dejarlo por eso, lo amaba y lo estaba dando una segunda oportunidad, también le había dejado claro que un casamiento no era nada si la engañara de nuevo, era apenas papeles y si lo hiciera, se marcharía de casa, así que el clima no era aun de los mejores.
-Ya voy, ya voy. – gritó Pau desde la cocina.
Era la segunda vez que tocaban el timbre, y por estar lavando los platos tardo en llegar a la puerta, pero cuando la abrió casi se desmayó, jamás estaba esperando a ella en su casa, bueno, era lo que quería, estaba loca por encontrarla, pero pensaba que Pepe la había prohibido de ir hasta ahí.
-¿Rosa? – Paula respiró hondo al decir su nombre, de pronto le dieron ganas de llorar, como si el pasado estaba volviendo a su mente. – Entra, por favor.
-Como estás bonita mi nena. – dijo Rosa con una sonrisa maravillosa. – Me imagino que estás sorpresa por estar aquí ¿Verdad? – Pau se la quedó mirando en silencio. – No soy ningún fantasma mi chica.
-Ya me había enterado que… que no habías muerte en aquel accidente, pero jamás imaginé que volverías aquí, de verdad. – mordió el labio inferior, la señora seguía como antes, la misma, como si el tiempo no hubiera pasado para ella.
-Ah, o sea ¿Qué Pedro te contó que venía acá? – Pau negó con la cabeza.
-No Rosa, yo los ví la ultima vez que viniste acá y también escuché toda la charla que tuviste con Pedro, todo lo que dijeron. – las dos se sentaron en el sofá. – La verdad le hice contar todo y explicarme, pero no sé, no sé si me ha dicho toda la verdad y necesitaba tanto hablar contigo, le pedí que me llevara hasta tu, pero me dijo que después de nuestro matrimonio, que ahora no sería adecuado y todo más.
La señora la miraba con ternura, sorpresa de verla tan linda, cuando Paula salía con su hijo era apenas una chiquita, una adolescente, empezaba a entrar en la fas más difícil y ahora toda una mujer, formada y bellísima, ni siquiera ella creía estar hablando con la niña que había robado el corazón de su hijo hace años atrás.
-Yo no quiero causarle daño Pau, ni a tí ni a Pedro, solo quería la verdad, y era justo, no solo por mi y si también por tí, sufro porque no tengo a mi nieta a mi lado, perdí mi único hijo y me encantaría tener su hija a mi lado, conocerla y llamarla de nieta, es un fruto de tí y de Carlos y es la única familia que tengo en ese momento, sabes bien que ya no tengo a nadie más. – Si Pau lo sabía y le dolía, también había sufrido por la muerte de Carlos y su familia, pero ahora sufría por no tener a su hija. – Por eso mi nena, quiero ayudarte, quiero que tengas tu hija de vuelta, quiero tener a mi nieta también, y todo lo que sé es que tu papá te mintió todo ese tiempo…
-Rosa ¿Enserio viste a mi niña cuando era una bebé? – la señora le asintió. - ¿Y como era? Cuéntame, por favor, me duele no saber como era, me duele.
-Una princesita, enorme, gordita… - respiró hondo al acordarse de la nena. – Y tenía mi color. – en ese instante ella pensó que seria una sorpresa para Paula, pero no, ella solamente sonrió al saber que era de color. – Era encantadora Pau, tenía unos ojitos lindos y no es que quiero que se parezca a mí, pero si se parecía mucho a los de mi familia, eso se le veía de chiquita, ni quiero imaginar como estará ahora.
-Debe estar lindísima. – Paula dejó una lágrima resbalar por su mejilla. – No sé como encontrarla, no sé como hacer, mi padre me ha engañado diciendo que era Soledad, y por un momento lo creí, es una nena encantadora y que me encariñe demasiado con ella, como si fuera de verdad mi hija, y gracias a Dios me ayudó a seguir adelante, ella tampoco tenia mamá y ahora la tiene, ya no la dejaré Rosa, mismo que la casa este llena de niños… - la señora le acarició la mejilla mojada por las lágrimas y le sonrió.
-Por lo poquito que te conocí en tu adolescencia, sabía bien que era la chica perfecta para mi hijo, dulce, linda, pero tu papá siempre fue el único que estuvo entre ustedes, pero bueno, Diosito se lo llevó y así debería ser todo, quizás en parte fue bueno que tu padre te alejó de él, quizás sufrirías más si estuviera a su lado.
-No sé, he sufrido mucho. – Paula respiró hondo y miro hacia la nada. - ¿Cómo supiste que estaba embarazada? – preguntó ella, ya que nadie supo eso cuando se fue de la ciudad.

Dulces Sueños: Capítulo 56

-Mi niña, ven. – la cargó y la puso sentada en sus piernas, besándola.
-Las niñas grandes no lloran. – dijo Jessica limpiando sus lagrimas. – Tienes que ser fuerte Candy, todo quedará bien. – era tan linda y hablaba como si entendiera todo lo que estaba pasando con ella. - ¿Por qué estás así? ¿Peleaste con Sole?
-No mi vida, Sole y yo estamos bien. – trago saliva.
-Mmmm, entonces fue con Pepe, mira le voy a golpear porque te hizo llorar, no se hace eso con mi mamá. – Pau rió entre lagrimas, la verdad era gracioso la forma como hablaba.
-Jaja, no cielito, estoy así por otra cosa. – Paula volvió a darle otro besito en la mejilla. – Cosas de adultos y no entenderás, cuando este grande veras como es difícil ser adulta, tener responsabilidades y también problemas.
-Me mientes, sé que no es por eso que lloras ¿Verdad? – era como si pudiera leer los pensamientos de Pau, o como si le había explicado todo lo que le había pasado. - ¿Por qué no me cuentas la verdad? Te entenderé Candy ¿Si? – Pauasintió.
Jessica abrazó a Paula, tan fuerte, así como lo necesitaba, le regalo un besito y la agarro de la cintura, apoyando su cabecita en los pechos de Pau, como si fuera un bebé, ella también extrañaba a sus padres, y más que nadie una mamá, por más que tenía a Pau, necesitaba estar veinticuatro horas con su propia familia.
-Me quitaron el más hermoso regalo que Dios puede dárselo a una persona, y jamás pude tenerlo de vuelta, jamás pude encontrarlo. – dijo Pau apoyando su barbilla en la cabecita de Jessica. – Me engañaron muchas veces, me lastimaron y hoy sufro por eso, porque no la tengo a mi lado, porque no puedo decirle que la amo y que doy mi vida por ella, por tenerla por algunos minutos en mis brazos. – suspiró ella, la verdad le dolía hablar sobre eso, ni sabia como hacerlo mejor para que Jessy la entendiera.
-¿Te quitaron a tu hijita Candy? – le preguntó levantando la cabeza para mirarla a la cara, Paula le asintió dejando una lagrima caer por su mejilla. – Que malos son ¿No?
-Si mi vida, no se hace eso con una madre… - su voz era tan suave que mal parecía la suya. – Me quitaron a mi chiquita, yo ni siquiera la conocí y tengo miedo de no verla jamás.
-La verás peque, mientras estoy aquí contigo y también esta Sole ¿Somos tus nenitas no? – le hizo voz de bebé y Pau volvió a besarla.
-Chi, son mis chiquitas preciosas, las amo mucho, mucho, mucho, mucho. – le sonrió.
-Si, y yo también te amo mucho, y ¿Sabes que? Antes de que llegaras aquí, también lloraba siempre, porque no tenía mamá. – bajo la cabeza borrando la sonrisa. – Pero después soné con mi ángel que me decía que mi mamá eras tú y que no necesitaba llorar más, que me amarías siempre y estarías conmigo en todo, y así es ¿Verdad? – Pau le sonrió y la abrazó fuerte ¿Cómo podía ser tan preciosa Jessica? Era tan inteligente y le decía cosas lindas. – Para mi eres mi mamá, no importa que no tenemos la misma sangre ni el mismo color, lo que importa es que te amo mucho y sé que me amas también, y nos amaremos siempre.
-Si mi vida, siempre, muchas gracias por estar conmigo y por aceptarme como mamá, te amo mucho y prontito vivirás conmigo, y formaremos una linda familia, Soledad, Pepe, tú y yo. – le sonrió.
-Si y también los que vendrán ¿No?
-Jajaja, si ¿Cuántos hermanitos quieres? – preguntó Pau para Jessica, la verdad no deseaba tener muchos hermanitos, pero si era para ver a su mamá feliz, podría tener millones.
-Cuantos quieras mamá, cuantos quieras.
No cabía dudas de que las dos se daban muy bien, más que normal, se amaban, y ese amor era especial, era extremamente especial, tanto que ni siquiera ellas podían explicar.

Dulces Sueños: Capítulo 55

-Tuve una pesadilla muy fea, y estoy con miedo. – dijo haciendo una carita de llanto.
-No mi chiquita, no quedes así… va a tu camita que ya estoy yendo ¿Si? – la niña maneó la cabeza, no quería ir.
-No mami, tengo miedo, no quiero ir. – Paula por fin encontró su camisón y se levantó para buscarlo, lo puso rápidamente, la verdad sabia bien que Soledad no entendía, pero igual era feo verla así, tan alborozada. - ¿Por qué estabas desnuda? – Paula quedó completamente sonrojada con la pregunta de su hija, ya esperaba por esa pregunta, pero igual no tenia respuesta.
-Es que… bueno ¿Quieres leche? – le preguntó queriendo salir del asunto.
-Chi, con chocolate bien calentito quiero. – Pau le sonrió, y respiró hondo al pensar que Soledad no era su hija verdadera, pero no importaba, para ella era su hija y lo sería para siempre. – Sabes que te amo mucho ¿No?
Paula  le regaló una sonrisa hermosa y asintió, ella también amaba mucho a Soledad, pero no había nada más hermoso que escuchar algo así de una nena, en cada palabra de su hija se acordaba a Jessica, porque no podía estar a su lado todas las noches y mañanas también, le dolía saber que hasta no estuviera casada y con los papeles en manos no podría tener el guarda temporario de la nena.
-Yo también te amo, mucho mi niña, mucho. – dijo entrando en la cocina.
"El color no dice nada, los ojos todo… Ve más allá de la piel, del color, de la historia, ve los ojos, el alma y el corazón." Esas palabras no salían de mi cabeza ¿Será que Rosa sabía quien era mi hija? Desde que Pedro le había dicho que su nena era de color, no le salía de la cabeza la posibilidad de que Jessica pudiera ser su hija.
-¿Que estoy haciendo? – se preguntó a si misma.

Estaba en el despacho de Victoria, había revisado todo los papeles de cuando Jessica había llegado al orfanato, de su nacimiento y hasta los de sus padres cuando la dejaron ahí.
-Como soy una tonta, Jessy no es la única niña negra que hay en esta ciudad, a parte, ni siquiera mis padres la dejaron acá. – Pau se sentó en la gran silla de Victoria, con los papeles en manos, su amiga había salido y la había dejado con las niñas, pero como aun seguían durmiendo ella aprovecho para buscar algo. - ¿Dónde estarás mi nena? ¿Dónde?
Tenia tantas cosas en la cabeza que mal podía asimilar, la pelea del otro día con Pedro, las cosas que pasaron después, la verdad que ni tuvo tiempo de terminar lo que habían empezado, y ni siquiera terminaron de hablar sobre el asunto, no quería hablarlo frente a Soledad, igual debería contarle la verdad, porque no podría dejar para después.
-¿Y si de verdad Soledad es mi hija? – dejó los papeles en la mesa y maneó la cabeza Necesitaba hablar con Rosa, así que llegara a su casa hablaría con Pedro para que la  llevara hasta la casa de la señora, así podría asimilar bien las cosas. – Ay Diosito, dame una luz, por favor. – le imploró cerrando los ojos y apoyando su cabeza en sus manos. – Cuanto he sufrido con esto ya, no sé si podré aguantar mucho. – suspiró.
Pau se levantó y puso todos los papeles donde estaban antes, organizó todo y volvió a sentarse en la silla, pensativa, otra vez bajo la cabeza y quedo pensando en lo que había pasado todos esos años, cuando de repente sintió una suave piel acariciando su mano, no miro inmediatamente, dejo sentir aquella caricia, luego levantó los ojos y miró a Jessica aun en pijama.
-No llores mamá, no llores. – dijo la nena sin dejar de acariciarla. – Es que si lo haces me dejas muy triste y no quiero estar triste. – las palabras de la nena hizo que le saliera una pequeña sonrisa, pero igual le dolía, le dolía saber que estaba triste también por su culpa.

martes, 27 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 54

-Yo te amo Pau, dame una chance de demostrarte, jamás te dije una mentira, te deseo, me encanta estar a tu lado, hacerte el amor, tenerte conmigo y quiero ser tu esposo, el padre de tus hijos mi chiquita. – Pau ló miro con una sonrisa, como le encanta escuchar eso, seguro no aguantaría las palabras de Pedro. – Te pido perdón, no te dije todo antes porque no estaba totalmente seguro con lo de tu hija, y también por miedo a que me dejaras.
-¿Pero no pensaste que cada día en que tardabas más en contarme seria peor? – preguntó ella. – Yo también te amo, quiero que seas el padre de mis hijos, y estaba realizada con nuestro noviazgo, ansiosa por nuestro casamiento, pero en ese momento tengo dudas, tengo ganas de salir corriendo y llorar, llorar sin cesar.
Ahora fue Pedro el que le acarició la mejilla, y dejó llevarse por el impulso de besarla, Paula no rechazó el beso de Pedro, al revés, lo incorporó aun más. Sabía que era flaca a respecto del amor, pero no tanto. Fue un beso tan rico y apasionado, tan completo, tan especial, como el primero, mientras sus lagrimas se mezclaban ¿Qué podía hacer ella? ¿Arriesgarse? Si, eso seria mejor que huir y no saber si podría o no ser feliz a su lado.
Él la acostó suavemente en el sofá, con todo cuidado del mundo, y le empezó a besar, desde su frente hasta su panza, arriba de la fina seda de su camisón, mientras ella intenta concentrar en sus besos, no en lo que había pasado, quizás podría dar una chance a él, podría arriesgarse, ya que no tenia nada más que perder. Ella dejó salir un gemido cuando le succionó la entrada de sus senos, le encanta cada beso y cada gesto de Pepe cuando le hacia el amor, cuando la estaba preparando.
-Te amo, y siempre te amaré chiquita. – dijo él.
Ella solamente le sonrió como una niña, todo parecía tan real, todas sus palabras, cada te amo, cada para siempre, cada beso… Se dejó llevar por el clima y la excitación que le empezaba a calentar, las manos de Pedro exploraban su cuerpo y hacia paradas en su intimidad, eso le encantaba, ya las de ellas solamente acariciaban la espalda de Pepe, arañándola con sus enormes uñas.
-Mm Pepe. – cerró sus ojos y susurró su nombre cuando sintió sus dedos acariciándole su botoncito, en lo más intimido. – Te amo mucho… mucho.
-Y yo a tí chiquita, no quiero que me dejes, por favor… - él le imploraba, el miedo era tanto que le temblaban las manos. – Quiero que seas mi mujer de por vida.
-Lo seré… Ah… - dejo salir un gemido. – Lo seré.
Si, ella estaba dispuesta a hacerlo, a tenerlo mismo que en un futuro no muy lejos podría ser otra vez lastimada, pero por él y por el amor que sentía seria capaz de todo, hasta de empezar desde cero como si nadie hubiera pasado.
Él la sentó en el sofá para quitarle el camisón y lo logró, era tan suave que deslizaba por su piel, volvió a acostarla, era linda su imagen, tenía los pechos más perfectos del mundo, redondos y firmes, llevo sus labios a los pezones de Pau, haciéndola temblar de placer, era tan sensible. Con ayuda de sus manos Pedro pudo sacar su short y por abajo ya tenía una gran sorpresa…
-Jaja, me encantas. – dijo ella tocándolo, los dos aun seguían con la parte de bajo de la ropa intima, y Pedro con la camisa. - ¿La sacamos?
La quitaron y aventaron lejos, sus cuerpos se pegaron uno en el otro, sin dejar espacio y hacían movimientos como si ya estuviera penetrada, pero era solamente para calentar aun más, Pedro volvió a succionarle cada pezón, volviéndola a hacer temblar, pero de pronto…
-Mamá, quiero mi… - los dos se asustaron de inmediato. - ¿Qué hacen?
Soledad entró en la sala con toda la inocencia del mundo, tenía un osito en las manos y una carita de quien recién había despertado, Pedro no dijo nada, solamente salió corriendo para el baño con la ropa en la mano, dejando a Pau casi completamente desnuda con la niña.
-Mi amor ¿Qué haces despierta? – su corazón latía más que normal, la verdad jamás pensó que su chiquita los vería. - ¿Quieres algo?
Mientras hablaba Pau buscaba con los ojos donde se había ido su camisón, pero no encontraba, sus manos ocupadas escondiendo sus pechos para que la niña no viera, igual ella se acercó a Paula y se sentó a su lado inocentemente.

Dulces Sueños: Capítulo 53

- A Rosa la conocía desde hace tiempo, y no fue por tu culpa, yo no tuve padres Pau, y cuando su hijo falleció Rosa me ayudó mucho estar donde estoy, y siempre me contaba sobre la novia rica que tuvo su hijo y lo que le pasó, y cuando te conocí empecé a juntar las cosas y le conté que estabas conmigo, que yo te amaba, por eso vino acá, ella cree que Soledad no es tu hija…
-Oh Dios mío. – las lagrimas de Pau resbalaban una tras otra por sus mejillas, como le dolía que Pedro también la engañara, era todo tan feo, en pensar que en menos de una semana estaría casada con él. - ¿Por qué cree que no es mi hija? ¿Por qué?
-No sé si es verdad lo que me dice, pero… pero me ha dicho que ha seguido los pasos de tu padre y se enteró de que estabas embarazada de su hijo, entonces quería acercarte a tí  pero Miguel no la dejó, dijo que no era su nieta, que estabas esperando un hijo de otro hombre y no de Carlos, pero ella no creía… - él se levantó también y se acercó a Pau poniendo su mano en su hombro. – Ella dijo que tu papá jamás dió la bebé a una pareja, y si a un orfanato, pero forjó todo para que tu madre no sospechara, el orfanato era en el interior, pero Rosa fue buscar a la nena, igual podía visitarla, pero no podía tenerla…
-¿Ella estuvo con mi hija? – se volteó a Pedro.
-Si, pero pocas semanas después que volvió al interior para verla, ya había sido adoptada Pau y no pudo ver más a la niña.
-Oh…
Ella estaba sorpresa por todo lo que él le contaba, entonces era cierto, Soledad no era su hija, o eso parecía, su padre había engañado a todos, hasta a su mamá porque no quería a una nieta bastarda ¿Pero como podía ser tan malo a punto de traer desgraciada a toda la familia?
-Por eso está segura de que tu hija no es Soledad, y también porque… - Pedro quedó callado, no dijo nada más, solamente la miro a los ojos, estaba tan triste.
-¿Porque? ¿Por qué? Dime… - le exigía.
-Porque la nena era de color.
Paula se cayó al suelo, no podía más con tanto dolor, con tantas desilusiones, todo lo que había pensando era todo mentira, todos le habían mentido, y el peor había sido su padre y Pedro por haberle ocultado todo eso… ¿Qué podría hacer ahora?
El dolor que sentía era casi inexplicable, no sabía ni siquiera como reaccionar, Soledad no era mi hija y mi novio me había engañado desde el principio, podía creerlo y volver a estar bien con él, pero mi orgullo no dejaría. Él me había lastimado y yo no podría aceptar.
-Perdóname gatita, jamás te quise lastimar. – las lagrimas de Pepe conmovía aun más a Pau, no tenía nada que perdonarle, pero tampoco podía seguir con él.
Ella se acercó a él y le regaló una sonrisa amigable, lo amaba y no podía negar, pero no sabía que era lo mejor a hacer, su casamiento seria en menos de una semana ¿Y si desistiera? A parte, no conocía a Pedro como pensaba conocerlo, él le había ocultado tantas cosas y bueno, no sabía que hacer.
-Te perdono, te perdono. – dijo ella acariciándole su mejilla llena de lagrimas.
-Gracias chiquita, te amo mucho y no sé si podré vivir sin tí. – acercó sus labios a los de ella pero Pau se alejó rápidamente. – Paula… - susurró él.
-Te perdono Pepe, pero no sé si podré seguir contigo, yo no te conozco y no sé quien eres de verdad, tengo miedo de seguir y luego ver que no eras quien realmente dices, todo ese tiempo pensé que eras mi príncipe, el hombre más lindo y cariñoso del mundo, incapaz de lastimar a una persona… - respiró hondo y lo miró fijamente. – Pero no es así. – él no decía nada, solamente escuchaba las palabras de Pau en silencio y con la cabeza baja. – ¿Y si seguimos y luego me decepciono aun más contigo? ¿Y si de verdad no me amas como dices tú?

Dulces Sueños: Capítulo 52

-Yo no quiero ser el malo de la historia, pero Paula piensa que estás muerta, no esta bueno que aparezcas así tan rápido en su vida, todo tiene que ser despacio. – dijo él calmamente, hablaba bajito para que no escuchara nadie. – Estás muerta para ella.
-Pero no estoy muerta Pedro, soy la abuela de su hija y tengo todo derecho de buscarla también ¿Y tú quien eres? – lo ultimo dijo más alto de lo que imaginaba.
-Shh ¿No puedes hablar más bajo? – dijo furioso.
-¿Que diría Paula  si supiera que trabajas para su padre? No le gustaría nada. – se lo dijo y salió del lugar y ya lejos se volteó. – No pienses que las cosas quedaran así. – gritó.
¿Qué podría hacer él? La amaba demasiado para lastimarla, quizás había ido lejos demasiado sin decirle la verdad, pero jamás pensó que podría enamorarse de la hija de Miguel, la chica a quien seguía desde el primer momento que llegó a la ciudad y que también sabía más cosas de lo que imaginaba… Él la amaba y por ese amor no podía contarle nada, no por ahora.
-¿Porque las cosas tienen que ser así? – preguntó él cerrando la puerta, pero cuando se volteó deparó con la imagen pálida de Paula. – ¡Que susto mi amor! – él le sonrió y ella le correspondió. – Pensé que querías dormir un poquito más.
-Si, pero no tengo sueño. – su voz era rara, pero seguía con la sonrisa. – No me sentía muy bien.
-¿Que tienes mi amor? ¿Te pasa algo?
-Si… - bajó la mirada y se sentó en el sofá delicadamente. - ¿Pedro?
-Si mi vida.
-¿Me amas? – la voz de Pau estaba tan rara, como si estuviera sintiendo un dolor horrible, y bueno, lo estaba.
-Más que mi propia vida, y siempre te amaré, siempre, pase lo que pase mi vida. – él la abrazo y ella se puso a llorar, como una niña chiquita, aferrando a su cuerpo musculoso. – No llores que me duele mucho verte así, mucho mi vida.
-Entonces ¿Por qué me haces eso? – su pregunta fue como una espada atravesando el pecho de Pedro, si, ella había escuchado todo. - ¿Por qué? Si te amo tanto y soy capaz de darte mi vida. – ellos seguían abrazados. – Dime todo lo que tienes que decir, por favor, por favor.
-Pau, no quería hacerte daño, enserio no quería. – él también empezó a llorar, le daba pavor pensar que podía perderla por algo que él provocaste. – Yo siempre he trabajado duro, pero un día llego tu padre y me contrato para vigilar la hija rebelde, pero jamás supe que eras tan linda, dulce y que sufrías tanto. – ella lo dejo de abrazar y lo miro a los ojos. – Poco a poco me fui enamorando de ti, queriéndote más y más y solo quería ayudarte, y seguí trabajando para tu padre para saber cosas de tu hija. – ella se levantó y respiró hondo, no quería gritar, tampoco pelear con él, a parte, Soledad podía despertar. – No lo hice por mal, te lo juro, solo quería verte feliz princesa, y encontrar tu verdadera hija.
-¿Y con todo eso que lograste? – preguntó ella volteándose para no verle la cara. - ¿Qué lograste? ¿Engañarme todo ese tiempo? Contento a mi padre cada paso que daba yo, cada palabra que decía, cada cosa que hacia ¿No?
-No Pau, yo cuando te conocí bien y ví que te amaba, ya no decía a tu padre la verdad, la única verdad que le decía era que sufrías mucho por no tener a tu hija, nada más. Yo no podía engañarte así mi amor, porque te amo, y todo lo hice para verte feliz al lado de tu hija.
-Bien ¿Y Rosa? ¿Qué tienes a ver con Rosa? – le preguntó enojada. – Yo pensé que había muerto junto a Carlos en aquel accidente ¿Por qué no me dijiste antes? ¿Por qué Pedro?

Dulces Sueños: Capítulo 51

-No es una broma Pedro, todas las cartas me decía en como me sentía en relación a Soledad, y todo es verdad, la amo mucho, demasiado, pero es como si el lugarcito en mi corazón que solo pertenecía a mi hija perdida aun está vacío y hasta ahí no entendía porque, podía tenerla a mi lado, pero algo faltaba… - sus lagrimas empezaron a resbalar. – He hablado todo eso con mis papás, que quiero saber donde está mi verdadera hija, quiero saber Pepe.
Él la abrazó fuerte y limpió sus lagrimitas, le partía el corazón verla así, él sabia de cosas que no podría decir, pero no porque no podía y si porque no quería verla sufrir, no ahora, quería esperar que todo eso pasara, que toda esa tormenta se fuese, pero estaba siendo demasiado difícil verla así con esa grande duda que le invadía y el vacío que tenia en el corazón.
-Mi amor, si Soledad no es tu hija podemos comprobar eso con un examen de ADN ¿No? Podemos hacer un pedido en el hospital, hoy se consigue gratis y también si quieres los dos podemos juntar algo para hacerlo, para todo ir más rápido, pero estoy casi seguro de que ella es tu hija, son tan igualitas, tan bravitas. – se rió al igual que Pau, pero luego hicieron un silencio mortal, hasta que él le preguntó. - ¿Si Soledad de verdad no es tu hija? ¿Qué harás?
-Empezar de nuevo a buscar a mi chiquita y agradecer mucho a Diosito por haber puesto a Soledad en mi camino, porque es divina y me hizo sentir cosas maravillosas, sensaciones lindas. – ella le sonrió. – Nada cambiaría entre nosotras, yo siempre seguiré siendo su mamá Pepe, no la dejaría nunca, como a Jessica, jamás la dejaré sola.
-Me gusta mucho cuando hablas así de las pequeñas, no sabes como me encariñé con Soledad y la tengo como mi hija, me llama de papá y Jessica también, por eso quería saber que pasaría si todo eso que piensas fuera verdad. – él le acarició su mejilla. - ¿Qué te dijeron sus padres sobres las cartas?
-Mi mamá me convenció que si Soledad es mi hija, porque todos sus papeles lo dicen, fue dejada por la familia que había dado a mi hija y también tiene la misma edad, la registraron un día después, todo, todo indica que es ella, me lo dijo mamá y no sé que pensar porque me cuesta creer, por más que sé que ella jamás me mentiría.
-Ves bebé, no pasa nada, seguro alguien quiere jugar nada más. – se abrazaron y Pedro cerró los ojos, sentía un dolor horrible por no poder decirle lo que sabia, no era mucho, pero podía lastimarla mucho.
Bueno, es cierto cuando dicen que si uno nace para sufrir, sufrirá siempre… Podía estar feliz porque todos me decían que Soledad de verdad era mi hija y que las cartas eran puras mentiras, pero mi corazón no quería creer, ya no quería ser más engañado.

Aquella mañana, no solo recibió una carta,  también una gran sorpresa, o mejor un gran susto.
-¿Que haces aquí de nuevo? – preguntó Pedro a Rosa. – Te he dicho para que no vengas a mi casa.
Otra vez la señora allí, eran las seis de la mañana, Paula y las nenas aun seguían durmiendo y Pedro les hacia el desayuno para cuando despertara, pero vaya sorpresa de nuevo ¿Qué tanto insistía esa señora?
-Pedro, déjame hablar con ella, te juro que no pongo tu nombre de por medio, pero por favor, necesito hablar con Paula. – Pedro respiró hondo y maneó la cabeza. - ¿Por qué? ¿La quieres ver sufrir? Estar al lado de una nena que no es su hija, no le hagas eso Pedro, no sabes que es ser mamá y perder a un hijo.
-Rosa, por eso, por no querer verla sufrir que no puedo contarle, y ni siquiera sabemos si es verdad o no. – él puso la mano en el pelo. – No sabemos bien si la nena no es la hija de Pau.
-Yo si lo sé. – afirmó ella.
-Eso es lo que tú hablas ¿Y si también estás engañada? ¿No ves como la nena se parece a Pau? – ella maneó la cabeza.
-¿Cuantas nenas no se parece a ella Pepe? Es una niña normal, una niña blanca como Paula, de pelo lacio, como la mayoría, eso no dice nada que es su hija. – ella intentó entrar pero Pedro no la dejó. – Yo no estoy aquí para hacerle daño, conocí a Paula y sé que es una nena adorable y a parte de todo eso también quiero a mi verdadera nieta, quiero estar con ella y…
-Y nada Rosa…
-También tengo derecho. – afirmó ella con lagrimas en los ojos, si, ella decía la verdad. – Por favor, te lo estoy pidiendo.

Dulces Sueños: Capítulo 50

Una visita inesperada haría que todo su casamiento entrara en conflicto, o mejor, en parte… pues con ayuda de esa persona encontraría la verdad, y conocería la verdadera persona que ella amaba.
-Rosa, te pido por favor que vayas, mira, mi novia llegará en un rato y te encontrará aquí, no está cierto. – decía Pedro.
Era una señora, había entrado en la casa sin ser invitada y se había sentado en el sofá, Pedro hacia todo por irse pero no quería, simplemente decía que necesitaba hablar muy seriamente con él.
-Pedro, he venido aquí todos los fines y no te encuentro, de verdad necesito hablar contigo, enserio, no vine joderte ni nada parecido. – decía ella levantándose. – No quiero hacer daño y sabes más que a nadie que soy incapaz de hacerlo.
-Si Rosa, lo sé. – él le sonrió. – Pero es que no quiero que vengas acá, no por ahora, puedes arruinar todo.
-¿Todo que Pedro? Si ya esta todo arruinado desde hace mucho tiempo. – respiró hondo. – Tú más que nadie lo sabe, espero que le digas todo antes del casamiento, porque si no puede ser muy tarde.
-No quiero que te metas en eso Rosa, no sabemos lo cierto y mejor quedar todo así y para colmo no está bien con eso de las cartas, no le mandes más por favor.
-Solo le quiero abrir los ojos Pedro, si no lo haces tú, yo sí.
Ella se lo dijo y miró a Pedro, luego salió lo más rápido posible golpeando la puerta, su caminar simple era conocido, en eso Paula bajaba del taxi con las nenas, y solamente pudo ver la señora saliendo de su casa y yendo a otro rumbo, pero algo en ella conocía ¿Será que era la persona que pensaba? No, seguro no, estaba quedando loca ya con la historia de su verdadera hija, suspiró y sonrió para las nenas que corriendo hasta la casa.
La puerta aun estaba abierta y Pedro  enojado por la visita que había recibido, Paula entró nada feliz y lo vió, lo primero que hizo fue abrazarlo fuerte, como amaba aquel hombre y todo dolor que sentía, todas las dudas que tenia se amenizaba a su lado, él respondió su abrazo y la beso en la frente.
-¿Que pasa mi amor? – preguntó él al sentirla triste.
-Después te cuento. – lo dijo mirando a las nenas. – Oye mi vida ¿Quién era la señora que salió de acá? – Pedro se asustó.
-No sé, estaba vendiendo planes de salud. – dijo rápidamente para que no pareciera una mentira. – La verdad no sé quien era ¿La encontraste afuera?
-No, la ví saliendo y se dió por otra calle, pero tuve la impresión de que la conocía de algún lado, no sé… como si la conociera siempre. – ella sonrió. – Jajaja, últimamente conozco todo el mundo. – él levantó su barbilla y le dio un besito en los labios.
-¿Y como fue con tus padres? – preguntó él.
-Ay Pepe, otra vez lo mismo ¿Crees que papá no quiere a Jessica por su color? Me dijo que no entiende porque la vamos adoptar, seguro que es por su colorcito. – sentó en el sofá y le hizo una señal para sentarse a su lado. - ¿No te importas con eso verdad?
-No mi vida, Jessica es una princesita y nada que ver con su color. – Pau respiró aliviada. - ¿Y tu mamá?
-Mamá si quedo feliz por mi y ya lo sabía, ella ha cambiado mucho Pedro porque me ama, por sabe que soy su única hija y no podrá vivir sin mí. – Paula tenía una linda sonrisa en los labios. – Les hablé sobre la carta. – miró a la cocina y alrededor del living, las niñas no estaban.
-Pau ¿Por qué fuiste hablar sobre esto? Son puras mentiras mi vida. – dijo él. - ¿No ves como Soledad se parece a tí? Tiene tus ojos, me dijiste que el pelo y la nariz de Carlos ¿Cómo no puede ser tu hija Pau? – ella respiró hondo y sus ojitos se llenaron de lagrimas. – Mi vida, te están haciendo algo feo bebé, seguro es una broma.

domingo, 25 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 49

Las nenas atacaron el desayuno como si no hubiesen comido nada, Pau solamente las miraban con una sonrisa, era adorable verlas feliz y sin peleas, ya no le importaba que sus padres podían decir, solamente no quería más ocultarles que adoptaría a Jessica. Ella salió primero con su madre dejándolas con su padre.
-Hija ¿Enserio lo de la nena hija? – Pau le sonrió y Alejandra entendió perfectamente a su hija, estaba feliz por ella. – La verdad creo que a tu papá no le gustará nada pero me encanta saber que estás feliz y que harás a una nena feliz también.
-Si mamá y lo más sorprendente es que amo tanto a Jessica como si de verdad hubiera nacido de mí. – su mamá borró la sonrisa y respiró hondo. - ¿Crees que eso es mal mamá?
-No hija, ella necesita ese amor también y tu mereces ser feliz al lado de quien quieras, con Soledad y con esa pequeñita.
Mientras las dos hablaban el padre de Pau estaba aun en la mesa viendo a las dos chicas comiendo y riendo, en parte le gustaba verlas ahí pero no podía ser, había dos cosas que jamás aceptaría en su familia, dejar que su hija casara con un pobre y tener a un nieto negro, ni que fuera adoptado, se levantó aventando el pañuelito al medio de la mesa.
-¿Adonde vas abuelito? – preguntó Jessica con su inocencia, Miguel la miro y maneó la cabeza sin contestarla y se retiró de la mesa enfadado.
No tenia porque estar enfado, no había motivos, Jessica sintió la frialdad de él y borró la sonrisa mágica de niña que llevaba, la verdad no sabia porque sentía ese apretó en el corazón…
Cuando Miguel llegó a la al despacho Pau y su mamá estaban riendo, feliz…
-Mm, veo que están contentas ¿No? – dijo él al entrar.
-Si papá. – se levantó.
-Bueno, soy todo oído mi hija ¿De que quieres hablar? – su voz era dura pero tampoco intimidó a Pau.
-Seré corta papá… - lo miro. – Sabes bien que el próximo sábado me casaré con Pepe  y por eso estoy más que feliz, lo amo y queremos formar una familia, sé que no es lo que quieres, pero ya soy mayor de edad y voy hacer mi propia vida y si temes a perder todo lo que tienes, no te preocupes, no quiero nada… solo quiero ser feliz a su lado y antes que me critiquen quiero decirles que prontito Jessica también será mi nena, mi hija, Pepe y yo la adoptaremos… - Pau sonrió igual que su madre.
-No entiendo ¿Por qué quieres adoptar una nena que ni siquiera tiene tu sangre? – preguntó su padre. – ¿No querías tanto a tu hija verdadera? Ahí la tienes Paula, no necesitas de otras niñas…
-Por un momento papá pensé que habías cambiado completamente, digo, desde el momento que me trajiste a Soledad, he pensando días que no les había agradecido lo suficiente por traérmela, pero la verdad no tengo nada que agradecerles… nada. – hizo una pausa y le sonrió de nuevo. - ¿Te acuerdas cuando me enamoré de Carlos papá? No podía vivir sin él, pero bueno, todo había sido un amor de verano como tú decías, pero si fuera un hijo de tus socios capaz me hubiera hecho casar o algo así parecido ¿No es cierto? – él solamente la escuchaba, no tenía nada que hablar, porque sabía perfectamente que era verdad y también sabia que Paula no era más una nena y sabia defenderse sola. – Bueno, solamente no aceptaste porque Carlos era pobre, porque su madre era negra, porque su familia era conocida como los limpias calles ¿No? Tenías vergüenza de tener un yerno que trabajaba para alimentar su familia, para ayudarlos… Pues yo no tenia vergüenza de tenerlo como novio y como el amor de mi vida, podría ser feliz a su lado.
-Dijiste bien, podrías, pero no es así Paula. – él se sentó tranquilamente en su silla. – Si supieras que venias acá para pelear y hablar de las mismas cosas siempre, no te había escuchado ni entrado en este despacho.
-Yo no venia para pelear papá, pero es que a veces es inevitable, siento que me odias y no entiendo porque, no sé que hice, ya no sé nada… - ella respiró hondo. – Pero no te preocupes estoy feliz y seré feliz con el amor de mi vida sin importar con lo que es. – ella lo miro aun sin dejar de sonreírle. – Papá, quiero que seas feliz también ¿Qué costa aceptar mis decisiones y verme feliz? ¿Qué te costa papá? – ahora fue él que suspiró. – Bueno, de verdad no vine hablar de esas cosas ahora, solo quiero saber, que es eso.
Paula abrió su bolsa y sacó las cartas que la habían mandado todo eses días y dejo arriba del escritorio, sus padres no entendieron absolutamente nada.
-Quizás no entienden lo que son esas cartas, pero vine agradecerles por hacerme feliz por un tiempo, y saber como es ser mamá, sentir las emociones de ese gran sentimiento, ser llamada de mamá, por todo eso les agradezco, pero de verdad me encantaría saber donde está mi hija, mi verdadera hija. – las palabras salían de la boca de Paula despacio, con calma, suavemente.

Dulces Sueños: Capítulo 48

Todos los días era la misma agonía, a la misma hora me llegaba una nueva carta, cada una más loca que la otra y siempre, siempre con distintas letras, no le entraba en la cabeza porque le mandaban esas cartas ¿Será que esa persona sabía algo? Pocos días antes de su casamiento con Pepe, recibí una que decía…
"El color no dice nada, los ojos todo… Ve más allá de la piel, del color, de la historia, ve los ojos, el alma y el corazón."
-Ya se están pasando, no aguanto más recibir esas cartas Pepe. – dijo Pau enojadísima al terminar de leer las pocas palabras que decía en ella.
La ultima semana no había sido la más linda, había recibido una carta donde su trabajo fue recusado, y que el proceso de adopción tampoco fue aceptado porque aun no estaban casados y para colmo estaba en los nervios porque no le había bajado ni siquiera estaba embarazada y esas cartas que no paraban de llegar, todos los días, ya era una rutina.
-Ya mi amor, no quiero que abras más estas cartas, si vez que te llegó pues tiralas, no hay que abrirlas, ya que solo te hace sufrir chiquita. – le dio un besito en la frente. – Has adelgazado por preocupación, y en vez de estar feliz porque nuestro día esta llegando, estás hirviendo de rabia, eso no te hace bien, por eso no te baja mi vida.
-Bueno, mejor me voy porque mis padres me están esperando. – respiró hondo y le dio un beso suave en los labios. – Te amo mucho… Vamos Sole. – la niña se levantó y siguió a Pau.
-Yo también te amo mucho. – susurró Pepe cuando ella ya había salido, se sentó mirando a la carta y la rompió, también le dolía ver a su amada llorando y sufriendo, en menos de cinco minutos que Pau había salido le tocaron el timbre. - ¿Te olvidaste de algo mi amor? – preguntó mientras abría la puerta pensando que era Paula. – Que… ¿Qué haces aquí? – tragó saliva y no podía creer en la persona que estaba viendo, no podía ser verdad.

Pau tomó un taxi hasta el orfanato y buscó a Jessica como todos los días, gracias a Victoria que la dejaba ir, si no fuera por ella jamás podría tenerla consigo siempre, amaba a las dos chicas más que todo en la vida, entraron de nuevo en el taxi hasta la casa de Pau. Era la primera vez que llevaba a Jessica a su casa, para que sus padres por fin pudieran conocerla.
-¿Mamá? – llamó Pau desde el living de entrada, la casa estaba abierta pero parecía vacía, no se escuchó absolutamente nada. - ¿Mamá? ¿Papá?
Las niñas aun estaban comportándose, entraron despacio por la casa, seguro estaban en el jardín desayunando como en mañanas de sol solían hacer, desde que había ido vivir con Pepe solamente había ido a su casa buscar sus ropas y algunos papeles que necesitaban y las demás veces había ido hasta la empresa de su padre para verlo, ya su madre la visitaba a veces en el trabajo. Cuando llegaron al jardín Paula pudo avistarlo bajo un arbole desayunando, las niñas quedaron sorpresa por el bello jardín que tenía, totalmente lleno de flores como los de las novelas.
-Que bonito es ¿Creciste aquí mamá? – le preguntó Jessica.
-Si, me encanta correr por ese jardín, cuando era chiquita no tenia tantas flores porque yo las quitaba para poner en mi cuarto, vivía lleno de rosas y tulipas. – dijo Pau, sus ojos brillaban de felicidad mientras se acordaba de cuando era apenas una bebé como sus hijitas.
-Es enorme. – completó Soledad.
-¿Y aquellos son mis abuelos mamá? – Pau asintió.
__¿Mamá? ¿Papá? – gritó Pau desde la puerta, haciéndolos mirar.
Cierto, de lejos no se podía ver muy bien, pero Paula sabía como estaría la cara de su padre al ver a Jessica, no les había dicho sobre ella, pero ya era el momento de contarles quien realmente era la niña, o mejor, quien seria y cuanto la amaba.
-Buenos días. – los saludo Pau cuando se acercaron, sus padres se levantaron para recibirlas.
-Buenos días hija, hola niñas. – saludó su mamá, dándoles besito en cada una, sabía que Paula era loca por niños así que no se importo con Jessica, pensó que era solamente una nena en la cual había sacado a pasear nada más.
-Hola. – dijeron las dos.
-Siéntense niñas. – dijo su padre mirando directamente a Jessica. - ¿Ya tienes amiguita Soledad? Me alegras mucho que ya estés trayendo amigos a la casa de abuelito. – le regalo una sonrisa falsa, la verdad nada de eso le encantaba.
-Jessica es mi hermana. – las dos se dieron las manos y sonrieron. – Pero dice mamá que aun no se puede vivir con nosotros porque papá no es casado con mamá, pero prontito lo será ¿Verdad mamá? – Pau le sonrió.
-Si mi vida, así es.
-Jajaja, los niños inventan cada historia, siempre cuando veo a Soledad me acuerdo a tí Pau, cuando tenias esa edad también eras loca por tener hermanitos, pero bueno, desgraciadamente no pude darte. – Paula suspiró acordándose de cada test que había hecho y todos le daban negativo.
-En parte Soledad tiene razón mamá, de eso quería hablar con ustedes… - su padre la miro, la verdad sospechaba de que quería hablar Pau. - ¿Podemos ir al despacho después del desayuno?
-Si claro hija. – dijo su padre.

Dulces Sueños: Capítulo 47

Habían comprado una cama para Soledad y mientras no terminaban de arreglar la casa y hacer más habitaciones ella dormía en la recamara de los dos, Pau entró despacio, la ventana estaba cerrada y por eso el cuarto aun seguía oscuro, igual era tempranito, entró sin prender la luz y se acostó al lado de su chiquita llenándola de besos por todas partes y haciéndole cariñitos… Soledad de verdad era su hija y eso ella sentía desde lo más profundo.
-Buenos días mi bebé. – le saludó Pau. - ¿Cómo estás?
-Buenos días mamá, yo bien con hambre. – dijo pasando la manita sobre la panza. - ¿Qué hay de desayuno? – preguntó.
-Estaba empezando a hacerlo, hay leche con chocolate, torta de piña, galletitas, pan y huevos. – dijo Pau aún dándole besos, mientras que la nena quedaba toda mimosa con el cariño que le daba Paula.
-Yo quiero galletitas con leche, después torta. – ahora fue ella la que le regaló un beso en la mejilla de Pau.
-Si, hay que comer bastante porque a la tarde vamos al parque tomar helado. – le dijo entusiasmada. - ¿Quieres ir no?
-Si, como el otro día ¿No? ¿Y vamos llevar a Jessica, verdad? – Pau le asintió. – Mmmm ¿Mamá?
-Si mi amor.
-¿Porque Jessica siempre está con nosotros? – le preguntó inocentemente. – Ella pasa todo el día con nosotros pero a la noche en el orfanato ¿Por qué no es como yo? Que solo me quedo allá cuando vas a trabajar, pero vuelvo después a dormir.
-Ay mi amor, porque Jessica es…
-Porque es negra ¿Por eso no puede dormir acá con nosotras? – Paula le negó, no le regañó porque sentía inocencia en la voz de Soledad, igual era chiquita y no entendía bien esas cosas. – Ella no puede tener una familia blanca porque es negra, debe encontrar papás negros ¿No?
-No mi amor, prontito Jessica vendrá a pasar todo el tiempo con nosotros también, será tu hermanita en pocos meses, verás, seremos una linda familia. – le contestó Pau. – Y ya te he dicho pequeñita que no importa el color mi vida, todos somos iguales y si a Jessica le gusta nuestra familia y se siente bien me quedaré muy feliz por tenerla a mi lado porque la amo mucho, así como amo a ti vida mía, como hijita. – la nena le sonrió delicadamente.
-Por eso que Jessica te llama de mamá ¿No? – Pau asintió. – Porque eres su mamá de corazón y la ama mucho y ella a tí ¿No mamá?
-Así es mi princesa, la amo a las dos y quiero que Jessica se mi hija así como eres tu, y que podamos darle mucho cariño y amor, porque tampoco tuvo padres de chiquita. – los ojos de Pau se llenaron de lagrimas y Sole pudo ver como su madre estaba emocionada a hablar en eso. – No quiero que discrimines a Jessica por su color, ni por su forma de ser, es una nena preciosa y muy linda, la amo mucho y cuando se pelean me duele el corazoncito, quiero que sean amigas, y que se amen como hermanas.
-Si mamá, no quiero que te duela más el corazoncito. – le tocó el pecho de Pau. – Tu corazón es bien grande ¿No? Porque tienes las tetas enormes.
Pau se echó a reír con el comentario de Sole ¿Cómo los niños podrían ser tan inocentes? ¿Cómo existía gente en el mundo capaz de dañarles? Paula suspiró luego de reír y abrazó a Soledad con todas tus fuerzas, no podía explicar el amor que sentía por ella ni siquiera por Jessica, daría la vida por las dos y también por Pedro.

Dulces Sueños: Capítulo 46

-Otra vez negativo. – dijo Pau saliendo del baño y mirando a Pedro con una carita nada felíz.
Habían intentado todos los días hacer ese bebé, pero Dios sabia que ahora no seria el mejor momento para que Paula se embarazara, lo mejor seria esperar, nadie sabe lo que puede venir después, pero igual estaba decepcionada, todo fin de mes hacia un examen de farmacia y todos dieron negativos hasta ahora.
-No entiendo porque todos meses no me baja en la fecha exacta, y siento mareos y nauseas. – completó ella se acercando a Pepe y sentándose en sus piernas. – A veces pienso que no nos quieren dar un bebito mi amor.
-No digas eso Pau, no es así, a veces tarda muchísimo, solo no lo hicimos en el día exacto y quizás por tus atrasos no lo estamos haciendo bien. – ella asintió. – Igual no te preocupes, esta muy pronto todavía, hay mujeres que quedan años intentándolo y cuando viene uno luego vienen los demás. – los dos rieron y se dieron un piquito.
-Si ¿Cómo la semana ha pasado rápido no? – se levantó ella queriendo cambiar de asunto, no era el momento para estar bajoneada. – Ya es sábado de nuevo, parece que fue ayer que fuimos al parque a tomar helado ¿Qué tal irnos de nuevo hoy?
-Me encantaría, podemos ir después del almuerzo. – ella asintió. - ¿Soledad no se despertó todavía?
-No, hemos dormido tarde ayer.
El timbre tocó y Pau fue atender, era el cartero, le dió las gracias y llevo todas las cartas para la cocina, mientras ponía el leche en el fuego buscaba entre ellas alguna para ella, estaba esperando una carta de una empresa famosa y Pau súper ansiosa, quería saber si la aceptarían ahí o no.
-Nada aun. – dijo ella viendo una por una. – Mmmm pero hay una aquí para mí.
Si, solamente tenía su primer nombre escrito en manos, sin ninguna dirección de remitente, se sentó en la silla y la abrió, pero antes de leer sintió el olor a leche derramado, corrió para desligar el fogón y volvió a sentarse.
-Que raro, no hay remitente ¿Cómo sabré que me mandaron esto? – preguntó ella, empezando a leer en voz alta.
"No necesitas saber quien soy, ni de donde soy, pero te digo que sé muchas cosas de tu pasado, una de ellas sobre Carlos, y de tu bebé.
Te conozco muy bien Paula, más de lo que te imaginas, he seguido tus pasos desde que él era tu novio y no quiero ser mal contigo ni quiero que sufras, solo te advierto niña, no crees en todo lo que dicen, ni en todo lo que aparenta ser, tu corazón sabrá quien de verdad es tu fruto, tu corazón te avisará y sentirá…
-No entiendo nada. – dijo Pedro prestándole atención y preocupado por aquellas palabras que leía Paula, quizás también era solamente una broma de alguien, pero quien sea sabía bien de la vida de su amaba. - ¿Qué más dice bebé?
...No olvides de lo que te estoy diciendo, la verdad siempre llegará por más dura que sea, no te olvides."
Terminó ella de leer y tragó saliva, eran palabras fuertes y que le llego hasta el corazón ¿Quién diablos le había mandando eso? ¿Quién? La dejo sobre la mesa y se levantó mirando fijamente a Pedro, seguro era una broma de alguien, si era eso.
-Dios ¿Quién es capaz de hacer eso conmigo? – preguntó ella a Pedro. – La verdad por más que quiero entender no puedo, no sé que significa esas palabras.
-¿Conoces la letra? – Paula negó. – Bebé, seguro es alguien queriendo asustarte nada más, no te preocupes ¿Si?
¿Cómo no preocuparse? Ella sabía en parte lo que quería decir aquellas palabras, pero engañaba a su propia cabeza, a su propia razón, respiró hondo dejando esos pensamientos salir, y volvió al fogón a preparar el desayuno, le costaría pero encontraría quien le había mandando aquella carta, por más que fuera broma ella quería saber porque le mandaron y porque razón escribieron eso.
-Mamá. – la llamó Soledad desde la habitación. - ¿Mamá?
-Ya voy mi amor. – gritó Pau dejando todo en manos de Pedro. – Cuida el desayuno mientras mimo mi gordita un poquito. – le guiñó un ojo.

Dulces Sueños: Capítulo 45

-Chiquita, eso… me encanta. – siguió moviéndose los dedos, y luego de hablar volvió a su clítoris, quería que tuviera muchos otros orgasmos, uno tras otro.
-Ah… - gritó ella. – Ahhhh, me… me encanta. – decía ella cuando estaba llegando el próximo. – Más fuerte, por favor… más fuerte. – le pedía.
No tenia los ojos cerrados porque quería verlo, quería ver como lo hacia, como él la succionaba y la penetraba con los dedos, como hacia los movimientos y como lograba dejarla así tan, tan, tan… loca. A cada orgasmo se sentía más mojada, el jugo vaginal que le salía mojaba toda la mano de Pepe y su boca también, pero su sabor le encantaba.
Después que le causo tantos orgasmos él quito sus dedos de ella, y solamente la lamio como si quisiera tomar todo su jugo, Paula suspiro, intentando a la vez recuperar la respiración, pero era imposible. Pepe se quedo de pie, mirándola a los ojos, se podía ver en sus mejillas como aun estaba caliente, las tenía rojas, rojas como sangre.
-Me fascina verte así. – dijo él poniéndole un mechón de pelo tras la oreja, y besándola intensamente.
Paula abrazó su cuello derritiéndose en aquel beso maravilloso y poco a poco volvió a abrir las piernas, ahora para recibirlo, que era lo que de verdad quería. Él primero rozo sus intimidades, quería sentirla de nuevo y saber lo cuan mojada estaba, y luego la penetró suavemente, tan despacio…
-Mmmm te amo. – susurró ella mordiendo a la vez la oreja de Pepe.
-Yo también te amo chiquita.
Aun seguían en el mismo lugar, hasta que él la cargo, era tan chiquita y flaca que podía llevarla con una sola mano, estaban unidos aun, y la llevo al sofá así como estaban, se sentó suavemente y a ella le tocaba hacer los movimientos.
Mientras se movían, podían besarse, podían verse a los ojos, era una pose extradamente rica, los dos sentados en el sofá y Pau volteada para él, se sentían en las nubes, en cada gemido, en cada te amo, en cada suspiro, todo era mágico, ella lo amaba desde el pelo hasta la punta de los pies y él la amaba igual, se completaban.
-Ay chiquita… - ella lo abrazó fuerte cuando Pedro empezó a hacerlo aun más rápido, ella sabía cuando él estaba por terminar. – Mmmm…
-Ahhhh, ya llegó… - aumentaba la velocidad de los movimientos. – Ya llego. – susurraba él para ella.
Cuando por fin terminó, gritó, tanto que le asusto a Pau que también estaba por llegar al orgasmo otra vez, cuando sintió su semen adentro ella lo apretó aun más y galopó como una loca para llegar junto a él al éxtasis y así pudieron terminar, agotados, sudados, pero con muchísimo amor.

Tres meses habían pasado desde que su vida se iluminó por tener a su hijita de nuevo con ella, y por suerte hasta ahora todo estaba más que perfecto, no se había embarazado aun pero seguían intentando… Ya su matrimonio estaba marcado para en menos de dos semanas y los procesos de adopción de Jessica estaba ya abiertos, la casa la estaban creciendo y reformando, y había conseguido un trabajo donde podía trabajar solamente seis horas al día, así podría estar con sus chiquitas y con Pepe.
Ya con sus papás las cosas aun no seguían al cien porciento bien, otra vez su papá quería meterse en lo que nadie le había llamado; en el casamiento. Le decía que no podía casarse tan pronto con un chico como Pedro  y que quizás no estaba de verdad enamorada de él, pero poco le importaba lo que él decía, fuera eso todo estaba yendo muy bien… o casi…

Dulces Sueños: Capítulo 44

Si lo era, de pronto salió corriendo por la habitación, abriendo la puerta y saliendo por la casa totalmente desnuda, él corría tras ella, intentando agarrarla, pero ella era más que inteligente, subía arriba del sofá y de un golpe llegaba a la cocina, era excitante hacerlo correr desnudo por toda la casa, pero antes que llegara a la puerta del baño él pudo agarrarla, la agarró de un modo violento pero rico, llevando su boca en la de Pau salvajemente, besándola con sed, como si necesitara de sus labios para respirar, para vivir.
-Te amo… - susurró ella bajando sus manos para las pompas de Pedro, acariciándolas y apretándolas suavemente.
Él había detenido las suyas en los pechos de Paula, una pellizcando sus pezones y la otra masajeando su pecho, eso era más que rico. De pronto dejaron los labios para mirarse a los ojos, había muchas cosas que decir, pero se entendían con solo mirar, ella suspiró, la verdad era más que un suspiro, era algo que le venia mucho más adentro, como amor y placer a la vez.
Dejo deslizar sus manos por el pectoral de Pepe y poco a poco fue bajando su cuerpo para besarle la panza plana, musculosa, todo en él la excitaba, aquellos músculos la dejaba completamente loca, y era rico tenerlos en la boca, lo lamia todo, sintiendo su sabor, los ojos de Pedro estaban cerrados y disfrutando cada paso que daba Pau, él sabia perfectamente donde aquella lengüita llegaría.
-Oh bebé, me encanta. – dejo salir él un gemido luego de las palabras.
Otros más cuando Paula llegó a su miembro, ya totalmente rígido y grande como le gustaba, antes de besarle miro a la cara de Pedro, era hermoso como él disfrutaba, sus manos suaves y delicadas acariciaban ricamente su parte intima.
-Me parece que eso está creciendo cada día más. – dijo Pau y los dos rieron, pero no dejó caer el clima, justo en ese momento ella empezó a besarle, la puntita primero y luego todo el cuerpo duro y ya gordo.
Pedro  estaba muy excitado y naturalmente empezó a hacer pequeños movimientos, haciendo que Pau lo introdujera en su boca, succionándolo despacio, y luego aumentando la velocidad, poniéndolo casi completamente en su boca, mientras sus manos temblorosas masajeaban los testículos de Pedro. Él solamente gemía y sentía como a ella también le encantaba verlo así.
Cuando sintió que necesitaba respirar y ella siguiera terminaría sin darle placer, la levantó delicadamente besándola como nunca, comiendo sus labios y su lengua, acariciando su parte mas intima y su pompas a la vez. Sus labios sabia distinto ahora, y estaban cada día más expertos, cosa que a él le encantaba. La pego en la pared helada, haciéndola gritar y arquear el cuerpo, ahora le tocaba a él besarla y hacerle gemir como ella le había hecho.
-Pau, que divina eres mi vida. – dijo él agachándose. – Creo que jamás dejaré de hacerte el amor, eres más que una mujer. – le decía mientras sus labios estaban disfrutando de sus piernas.
Él puso uno de sus pies arriba de su pierna, haciéndola así abrir más y así pudiera tener una mejor visión de su intimidad, y sin previo aviso llevo sus dedos masajeándola, un gemido le salió, haciendo que Pedro la mirara. Le sonrió, sabía que le encantaba sus toques, sus manos…
-Mmmm, que rico. – decía ella al sentirlo acariciándola.
Era rico tener piel con piel, como él la hacia excitar, como llevo sus labios hasta su granito más delicado, besándolo y luego succionándolo rápidamente, la hizo mojar de pronto y así pudo penetrarle un dedo mientras le hacia sexo oral. Los gemidos de Pau eran altos y desesperadores, como si quisiera más y más…-
-Si chiquita, grita, grita que me encanta. – le dijo él. – Quiero que acabes muchas veces en mi boca.
Sus palabras excitaban aun más a Pau, obvio, eran extremamente pornográficas, le gustaba ese atrevimiento de Pedro, más cuando venia con su sexo oral divino, que solo él sabia hacerlo, bueno, eso creía ella. Los movimientos de sus dedos dentro de Pau eran salvajes, mientras que la succionaba rápidamente también, era imposible no explotar, en pocos minutos pudo sentir como la sangre corría rápidamente por sus venas, como su cuerpo arqueaba y sus manos temblaban junto con sus piernas, como le faltaba el aliento y en como sentía su intimidad pulsar, en ese exacto momento llegó  al orgasmo, el primer de muchos de aquella mañana.

Dulces Sueños: Capítulo 43

Lo único que necesitaba en aquel momento era estar tranquila consigo misma, estaba tan contenta que no podía estar quieta, no podía dejar de gritar de alegría, estaba más que segura que estaba esperando un hijo de Pedro y si de verdad estaba se casaría con él aquel mismo día.
-Lo siento. – dijo el doctor dejando el aparato a un lado de la camilla.
Los ojos de Pau se  llenaron de lagrimas, todo había sido un sueño y ella ahora se había despertado ¿Entonces porque había sentido todo eso? ¿Por qué tenía eses síntomas si la verdad no tenía nada ahí?
-Debe haber algún error doctor. – dijo Pedro preocupado por ella, ya que no dejaba de llorar. – Paula tiene todos los síntomas ¿Si no es un embarazo que podrá ser? – Pedro respiró hondo al ver la expresión del doctor.
-Me sorprende todos los síntomas de la paciente, pero a veces pasa, mejor si marcas unos exámenes de sangre para saber si estás bien de verdad, no es normal que dejes de menstruar, que tengas mareos y nauseas como si estuvieras embarazada. – en eso empezó a limpiarle el gel que había puesto en la panza de Pau. – Y si está todo bien pueden empezar a hacer el pedido a la cigüeña ¿No? – le regaló una sonrisa a Paula que la devolvió entre lagrimas. – No llores, esas cosas pasan.
-Estaba tan ilusionada… - suspiró ella limpiando las lágrimas que le caían.
-Con la ecografía pude ver que estás limpia, no hay bebé, pero tampoco vestigios de que puedas tener un mioma o algo parecido, y eso es bueno, igual me gustaría que hiciéramos un Papanicolaou para saber si todo anda bien contigo.
-Si doctor. – respondió ella.
Se sentó cuando él terminó de limpiarla, y se retiró dejando los dos solitos para que pudieran hablar un poquito, Pau abrazó a Pepe con toda sus fuerzas, bueno, todo pasaría y podrían tener otro bebé si era eso que deseaban.
-Ya mi chiquita, no pasa nada, te daré muchos hijitos, verás. – él le dio un besito en la frente ayudándola a poner la ropa. – Ahora vamos, porque tienes que descansar.
-No estoy cansada mi vida, solo quiero estar contigo hoy. – se dieron un beso suave.
Habían llevado tempranito las nenas para el orfanato, así Victoria cuidaba a Soledad mientras ella iba al hospital, a la nena no le gustó mucho la idea de quedarse ahí pero Paula le juró que no la dejaría jamás y era cierto, su corazón pedía para buscarla lo más pronto.
Salieron del hospital y tomaron un taxi hasta la casa de Pedro, los dos aun estaban tristes, pero pronto pasaría, podían hacer un bebé cuando deseasen.
-¿No crees mejor pasar en el orfanato para buscar a Soledad? – preguntó Pau.
-No mi vida, recién la dejamos ahí, déjala jugar un poquito más, más tarde la busco. – le dió otro besito en la frente. – Quiero que descanses primero ¿Si?
-Es que ya la extraño. – le dijo con voz de bebé. – Y a Jessica también.
-Mi amor, que linda eres. – él suspiró. - ¿Cómo haremos para tener a Jessy mi vida? Porque no podemos solamente traerla y estar con nosotros, tenemos que hacer todo legal ¿No? – Pau asintió.
-Si, pero será muy difícil adoptarla no estando casados aun mi vida, lo mejor será tenerla así hasta que nos casemos y luego entramos con proceso de adopción. – ahora fue Pau la que suspiró. – Casi no he jugado con las nenas los últimos días, mañana compraré una torta enorme de chocolate y llevaré para ellas.
-Me sorprende como te gustan los niños.
-Si, quizás porque no tuve a Soledad por muchos años.
-Así es mi vida, así es.
Llegaron rápido en la casa de Pepe, ella estaba perfectamente bien, pero él la cargo y la llevó hasta su habitación, depositándola en la cama como una princesa. Por un momento él le quedo mirando, como hablaba, sus gestos, todo era extremamente hermoso y tierno, ya no podría vivir sin ella.
-Acóstate conmigo un ratito mi vida. – le pidió Paula.
Cierto que Pepe no pensó dos veces antes de acostarse a su lado y hacerle cariñitos, podía ver en los ojos de Pau la decepción que había sentido, pero era normal, él también estaba así.
-Ya no quedes así mi vida, si quieres hacemos un bebé ahorita. – él le guiñó un ojo.
-Jaja, me encantaría. – lo susurró y llevo sus labios a los de Pedro, entrando en éxtasis al sentir como su lengua se movía dentro de su boca. – Que rico eres papacito. – los dos rieron y se acomodaron en la cama. - ¿Esa es la parte en que empezamos a desnudarnos no?
-Jaja exactamente mi vida.
Y así hacían, mientras se incorporaban más en los besos, sus manos aventaba lejos cada prenda de ropa, remeras, pantalones, las ropas intimas, todo, dejándolos en pocos segundos totalmente desnudos desde el alma. Paula se levantó y quedó de pie arriba de la cama, de arriba podía ver todo de Pedro, todo lo que a ella le encantaba y él, pues de abajo también tenía unas de las mejores visiones.
-Ven mi amor, no seas malita. – llamó Pedro, pero Pau le negó con la cabeza, tenía una carita de traviesa que le excitaba mucho. – Que traviesa eres.

viernes, 23 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 42

Las nenas vieron que los dos necesitaban hablar y salieron de la habitación corriendo y jugando, la verdad que después del regaño de Pau ellas aun no habían peleado, bueno, por lo menos no que los dos vieran.
-Te haré una cena riquísima hoy. – dijo Pepe acercandose más a ella. – Quiero que te quedes sanita, a parte, si no quedas bien no podremos disfrutar y jugar con nuestras hijitas. – ella le agarró sus manos y las besó.
-¿Que más dijo el doctor?
-Que seria mejor hacerte unos exámenes a ver que de verdad tienes, porque no era la primera vez que tenías eso ¿Por qué no me dijiste?
-Te iba a contar, pero ¿Solo te dijo eso? ¿Nada más? – Paula en parte se sentía triste, pensaba que al despertarse tendría unas confirmaciones de sus sospechas, pero parecía que nada.
-No mi vida ¿Qué debería decir? ¿Algo esperabas?
-Es que hace un tiempito siento eses mareos y también algunas otras cositas, pensé que podría ser otra cosa. – dijo ella suspirando. – Bueno, pero mejor mañana hago los exámenes y veo que de verdad me esta pasando.
-Si mi vida ¿Pero que más sentías mi amor?
Pedro le besó la frente antes de que contestara, ella cerró los ojos para disfrutar el besito suave y respiró hondo.
-Es que he sentido muchas nauseas y como las primeras veces que hicimos el amor no usamos ninguna protección he pensado que… - ella hizo una pausa y lo miró a los ojos, él solamente le regaló una hermosa sonrisa. – Pedro, enserio pensaba que estaba embarazada.
-Jaja mi amor ¿Por qué no me contaste antes? – le preguntó.
-Quería estar segura, pero veo que no es así. – mordió el labio inferior. – Fue mejor no haberte contado antes, a veces nos equivocamos.
-Así es mi amor, pero de todos modos podes hacer el examen de sangre, porque Luciano no puede decir si estarás o no embarazada sin tener pruebas ¿No? – ella asintió. – Así que quedamos en la duda aún, y si quieres mañana tempranito vamos al hospital y vemos que se da.
-Si cariño.
Le acarició la cara llevando sus labios para besarlo, un beso tan suave, tan tierno que era difícil explicarlo, su cuerpo estremeció al sentir el de Pedro inclinando sobre el suyo, lo deseaba y eso estaba mas que claro en sus ojos y en sus reacciones, pero mejor contener porque no estaban solos.
-¿Quieres mucho un bebé no? – le preguntó él.
-La verdad no estaba en mis planes ahorita mi amor, pero me quedé súper ilusionada desde el primer momento en que sentí los mareos y las nauseas.
-Que lindo mi vida ¿Y no te bajó aun? – ella maneó la cabeza negando.
-Desde nuestra primera noche no me vino nada.
-Me alegro mucho, me parece que seremos papás ¿No?
Otra vez se besaron, llenando de amor la habitación, cada rincón de la casa ¿Podía ser más feliz? No, tenia todo lo que siempre soñó y hasta un poquito más. Una mujer maravillosa, bonita, cariñosa y que podría estar embarazada, dos hijas lindas y especial, en la cual las amaba mucho como si fuera suyas de verdad.
-Te amo mucho Pau.– dijo Pedro después del beso.
-Y yo a tí mi chiquito lindo, gracias por hacerme sonreír, por hacerme tan feliz y quizás por hacerme mamá otra vez.
Ahora se abrazaron fuertemente y lo que jamás esperaban era que las nenas estaban en la puerta viéndolos y en parte les encantaba ese cariño que tenían sus padres, podrían ser muy felices en aquella familia, de pronto corrieron hasta la cama subiendo y llegando hasta los dos, abrazándolos como una verdadera familia que se amaban mucho.

Dulces Sueños: Capítulo 41

A veces ni siempre lo que pensamos es cierto, y las decepciones siempre nos sorprenden, como en aquel día, donde estaba pensando en contar a Pepe lo que de verdad le estaba pasando…
-¿Pepe? – llamó el doctor al salir del cuarto.
Paula había desmayado y ni con el alcohol había despertado y eso desesperó a  Pedro, tanto que llamó a un medico que era muy amigo suyo. Todos estaban preocupados por ella, tanto Pepe  como las nenas, esperaban ansiosos una noticia de Pau.
-¿Como está Luciano? – preguntó Pepe preocupado.
-No te preocupes, Paula esta bien, le di una medicina y está mejor ahora. – le dijo sonriendo. – Me dijo ella que no es la primera vez que siente eso, lo mejor es que la lleve a un hospital para hacerle estudios de la sangre, acá no pude hacer mucho.
-Sí, si la llevaré ahorita mismo. – dijo Pedro al doctor. – No sabía que había sentido eso antes, la verdad no me contó.
-Sí, pero no se preocupen, no es tan urgente que hagan los exámenes. – el doctor respiró hondo y miró bien a Pedro.– Ella está muy estresada, necesita descansar y también comer mucho, porque me parece que esta flaca y esos mareos seguro son causas de la anemia.
-La cuidaré. – le sonrió. - ¿Cuánto te debo Luciano?
Él doctor puso su mano en el hombro de Pedro, lo conocía desde hace mucho y jamás seria capaz de cobrarle algo, sabia que su amigo no tenia condiciones para pagar una de sus consultas, por eso estaba más que contento por poderle ayudar.
-Sabes que no es nada, cuando necesites puedes llamarme, vengo a cualquier hora.
-Muchas gracias Luciano.
Pedro le acompaño hasta la puerta y volvió rápido para ver a Paula que estaba en su cuarto, pero cuando llego en la puerta se encontró una con escena maravillosa, las nenas estaban acostadas cada uno de un lado de Pau le daban miles de besos y cariños, la verdad que era encantadoras las pequeñas.
-¿Puedo entrar? – preguntó Pedro.
-Claro mi amor. – Pau le contestó con una sonrisa hermosa y le señaló la orilla de la cama para que se sentara.
Y así hizo, se sentó a sus pies, y los acarició por arriba del edredón que cubría sus piernas ¿Cómo podría amarla tanto? Estaba seguro que aquella mujer era la que siempre había soñado, la que amaba y amaría siempre y si pasara algo, lucharía con todas sus fuerzas para tenerla a su lado, y no la dejaría sufrir más, todo lo que estaba a sus manos haría con gusto mientras que se quedara feliz.
-Perdón por asustarle, la verdad no fue mi culpa. – dijo ella mirándolos a todos. – No me sentía bien desde el departamento y cuando llegué acá no vi nada más.
-No mi vida, no te preocupes, dijo el doctor que esta un poquito flaca, que no andas durmiendo bien, tampoco alimentándote bien eh. – le hizo cara fea y ella le sonrió.
-No es cierto, estoy comiendo como loca, a cada rato, a cada momento, hasta me estoy sintiendo más gorda. – dijo ella.
-Si es verdad. – completó Jessica. – Mami come demasiado jajaja.
-Si, pero lo que no debes comer, palomitas, caramelos, chocolates, gaseosas, esas cosas no te hace bien mi amor, quiero que alimentes bien, que comas bien, y con toda las sorpresas que tuviste en los últimos días te ha dejado más vulnerable, más débil, más ansiosa, y esas cosas suelen pasar. – él seguía hablando como si fuera su madre, con un tono de autoridad y de regaño.

Dulces Sueños: Capítulo 40

-¿Me aguantarás todos los días del mal humor? – él asintió. – ¿Y también las noches donde no querré hacer el amor? – otra vez asintió. - ¿Salir a la noche en busca de algo que se me antoja cuando esté embarazada?
-Jaja eso y mucho más mi amor. – le rodeo la cintura con sus brazos y la beso intensamente.
Las niñas estaban entrando en la habitación y vieron la ensena maravillosa de amor, en parte les encantaron ver los dos tan enamorados, pero en otra era puro asco ¿Cómo podían besarse así?
-Mejor dejamos el otro hermanito para después mamá. – dijo Jessica interrumpiéndola. – Ya basta con Soledad, no quiero más hermanos. – Pau y Pepe la miraron riéndose.
-Oye, tu si que ya basta nena, yo que no quería hermanos… - alzó la voz Soledad. – Para mí no eres mi hermana, ni siquiera tienes mi color.
Los ojos de Jessica llenaron de lágrimas, obvio ella también había buscado eso, pero Sole no necesitaba decirlo así y más frente a Paula, era feo oírlo y sabía perfectamente que llevaría un regaño muy grande por parte de su madre, en tan solo ver su cara podía sentirlo.
-Pídele disculpas Soledad. – ordenó Pau. – No se habla así con nadie eh, todos somos iguales, sin diferencias y Jessica es tu hermana igual, y siempre lo serás.
-Jessica está mal tu también que digas esas cosas nena, los hermanos son lo más divino en el mundo. – dijo Pepe con calma. – Me gustaría mucho tenerlos.
-No quiero más peleas… - decía Pau acercándose a ellas. – Puedo ser un pan de Dios, tierna y cariñosa, pero también puedo ser malita si siguen así y también puedo ponerles de castigo, no solo cariño les tengo que dar y si también enseñarles las cosas buenas y malas de la vida y esa es una. – la voz de Paula había cambiado por autoridad, Pedro se sorprendió viéndola hablando así, jamás imaginaria que ella fuera tan autoritaria cuando se trataba de peleas entre niños. – Nadas de peleas ¿Ok? – las nenas sintieron. – Bueno, ahora quiero que se abrasen y piden perdón una a la otra y juren que no habrá más discriminación.
Las niñas se abrazaron de mala gana, la verdad también a ellas le sorprendió la reacción de Pau, pero en parte ella tenía razón, debería tener autoridad frente a sus hijas, a parte, ella era la mas grande ahí y también la mamá, podía dolerle, pero era así que educaría a sus hijas y no de otra forma… Porque así le agradecerán más tarde.
Los cuatro salieron caminando del departamento y fueron a casa de Pedro, el sol aun estaba bien caliente, faltaba mucho para llegar la noche, estaba siendo un día tan largo para Paula, ni siquiera ella entendía que se pasaba, su espalda dolía, su cabeza dolía, sus piernas no aguantaban más y cuanto más comía sentía más hambre, y las nenas por más que peleaban estaban juntas y jugando.
-Los nenes son increíbles ¿No? – le decía Pedro, mientras se acercaban a su casa. – Recién se peleaban y mira las dos, corriendo y riendo de las manos. – ella lo miro con una sonrisa no muy convencida. – Me sorprendiste Pau, jamás pensé que serías tan autoritaria con las nenas, hiciste bien ¿Sabes?
-Si, no quiero que se pelee, sabía que pasaría eso… Y creo que a veces necesitamos ser duros con ellos para que puedan ver la realidad.
-Si, tienes razón. – le detuvieron y se dieron un suave beso. - ¿Qué decidiste amor? ¿Quedarás con el departamento o aceptas vivir conmigo? – los dos suspiraron y luego rieron. - ¿Entonces?
-Lo acepto, te amo mucho y quiero estar contigo toda la vida, empezando por ahora. – otra vez se besaron, mientras las nenas los esperaban antes de pasar la calle. – Espero después no te arrepientas.
-Jaja, no te preocupes.
Llegaron en la casa de Pepe, las primeras a entrar fueron Sole y Jessy, ni siquiera conocían la casa, pero era como si hubiesen vivido todas sus vidas allá, antes mismo que pudiera entrar ya empezaron a hacer travesuras.
-Nada de travesuras eh. – grito Pau desde la puerta, agarrando el brazo de Pedro.
-¿Que tienes mi amor? Se te ve algo pálida. – dijo él al verla respirando hondo.
Si la verdad no se sentía muy bien, su estomago parecía estar en una montaña rusa, hasta su respiración estaba demasiado agitada por lo normal, quizás estaba cansada, había sido muchas cosas para ella, la sorpresa de su hija, la casa, el pedido que hizo a Pedro, ni siquiera había podido descansar.
-Ay mi vida, necesito sentar un poquito. – dijo ella apoyándose en él, que la llevo en el sofá donde estaban las nenas.
-¿Que tiene mamá? – preguntó Sole al verla sentándose y respirando hondo.
-Chi ¿Qué tiene mi Candy?
-Estoy bien mis niñas, no se preocupen.
Si tan bien que sus ojos oscurecieron inmediatamente, solo escuchando las voces de sus bebitas preguntando que le pasaba y la voz de Pepe para que la esperara, nada más pudo ver.
-Pepe. – gritó Jessy. – Mamá se desmayó.
Pedro vino corriendo de nuevo con el alcohol en las manos, algo le estaba pasando y era mejor que viera un doctor.