martes, 27 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 50

Una visita inesperada haría que todo su casamiento entrara en conflicto, o mejor, en parte… pues con ayuda de esa persona encontraría la verdad, y conocería la verdadera persona que ella amaba.
-Rosa, te pido por favor que vayas, mira, mi novia llegará en un rato y te encontrará aquí, no está cierto. – decía Pedro.
Era una señora, había entrado en la casa sin ser invitada y se había sentado en el sofá, Pedro hacia todo por irse pero no quería, simplemente decía que necesitaba hablar muy seriamente con él.
-Pedro, he venido aquí todos los fines y no te encuentro, de verdad necesito hablar contigo, enserio, no vine joderte ni nada parecido. – decía ella levantándose. – No quiero hacer daño y sabes más que a nadie que soy incapaz de hacerlo.
-Si Rosa, lo sé. – él le sonrió. – Pero es que no quiero que vengas acá, no por ahora, puedes arruinar todo.
-¿Todo que Pedro? Si ya esta todo arruinado desde hace mucho tiempo. – respiró hondo. – Tú más que nadie lo sabe, espero que le digas todo antes del casamiento, porque si no puede ser muy tarde.
-No quiero que te metas en eso Rosa, no sabemos lo cierto y mejor quedar todo así y para colmo no está bien con eso de las cartas, no le mandes más por favor.
-Solo le quiero abrir los ojos Pedro, si no lo haces tú, yo sí.
Ella se lo dijo y miró a Pedro, luego salió lo más rápido posible golpeando la puerta, su caminar simple era conocido, en eso Paula bajaba del taxi con las nenas, y solamente pudo ver la señora saliendo de su casa y yendo a otro rumbo, pero algo en ella conocía ¿Será que era la persona que pensaba? No, seguro no, estaba quedando loca ya con la historia de su verdadera hija, suspiró y sonrió para las nenas que corriendo hasta la casa.
La puerta aun estaba abierta y Pedro  enojado por la visita que había recibido, Paula entró nada feliz y lo vió, lo primero que hizo fue abrazarlo fuerte, como amaba aquel hombre y todo dolor que sentía, todas las dudas que tenia se amenizaba a su lado, él respondió su abrazo y la beso en la frente.
-¿Que pasa mi amor? – preguntó él al sentirla triste.
-Después te cuento. – lo dijo mirando a las nenas. – Oye mi vida ¿Quién era la señora que salió de acá? – Pedro se asustó.
-No sé, estaba vendiendo planes de salud. – dijo rápidamente para que no pareciera una mentira. – La verdad no sé quien era ¿La encontraste afuera?
-No, la ví saliendo y se dió por otra calle, pero tuve la impresión de que la conocía de algún lado, no sé… como si la conociera siempre. – ella sonrió. – Jajaja, últimamente conozco todo el mundo. – él levantó su barbilla y le dio un besito en los labios.
-¿Y como fue con tus padres? – preguntó él.
-Ay Pepe, otra vez lo mismo ¿Crees que papá no quiere a Jessica por su color? Me dijo que no entiende porque la vamos adoptar, seguro que es por su colorcito. – sentó en el sofá y le hizo una señal para sentarse a su lado. - ¿No te importas con eso verdad?
-No mi vida, Jessica es una princesita y nada que ver con su color. – Pau respiró aliviada. - ¿Y tu mamá?
-Mamá si quedo feliz por mi y ya lo sabía, ella ha cambiado mucho Pedro porque me ama, por sabe que soy su única hija y no podrá vivir sin mí. – Paula tenía una linda sonrisa en los labios. – Les hablé sobre la carta. – miró a la cocina y alrededor del living, las niñas no estaban.
-Pau ¿Por qué fuiste hablar sobre esto? Son puras mentiras mi vida. – dijo él. - ¿No ves como Soledad se parece a tí? Tiene tus ojos, me dijiste que el pelo y la nariz de Carlos ¿Cómo no puede ser tu hija Pau? – ella respiró hondo y sus ojitos se llenaron de lagrimas. – Mi vida, te están haciendo algo feo bebé, seguro es una broma.

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