miércoles, 28 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 58

-Me lo dijo tu padre, cuando supo que estabas embarazada, fue hasta mi casa, yo estaba mal por la muerte de Carlos y mi esposo… - ella quedo sin aliento por un momento como si estuviera viviéndolo de nuevo. – Me dijo que no dejaría que ese bebe naciera, pero sabia que no era cierto, podía ser el peor de los hombres, pero no haría eso con su hija. Luego me enteré por los empleados que te llevaría al interior y fui atrás, quería saber donde estabas, seguí tu papá por donde pasaba, quería mucho hablar contigo, pero estaba él ahí siempre y jamás pude.
-Ay Rosa, gracias por lo que hiciste, de verdad. – le abrazó.
__No me de la gracias Pau, no hice nada, lo que de verdad quería no pude tener al final, lo intenté, pero no pude. – bajo la cabeza.
Le dolía todo eso, porque jamás pudo tener a la niña, lo había intentado y cuando tenia ya los papeles para traerla, ya no podía más, había sido adoptada por una pareja, igual no sabia quien habían sido, pues el orfanato no podía dar datos de la familia, de todas formas no había dejado de buscarla, sin resultados…
-Mi hija, yo sé que no es fácil lo que sientes, pero tampoco puedes bajar los brazos, debes seguir con la cabeza erguida, y buscarla, eres joven y tienes mucha energía, estoy aquí para ayudarte y sé que Pepe lo hará también, él no tuvo culpa por saber, es que le conté todo y no quería decirte, tenía miedo de que no lo dejara explicar y al fin quedar sin ti, pero sabía que lo escucharía y que lo comprendería ¿No? – Pau asintió. – Lo amas mucho y eso se ve en tus ojitos, él también te ama mucho…
-Si Rosa, Pedro fue lo mejor que me paso después de todos esos años, me enamoré tan rápido de él, y lo estoy viviendo tan intensamente, quiero disfrutar de todo que puedo con él… - ella le regalo una sonrisa, sus ojos brillaban cuando hablaba de su amado, obvio, el amor se veía de lejos, no cabía dudas. – Quiero formar una gran familia con él, con muchos hijos, con mucho amor, y vivir todo lo que no pude vivir con tu hijo.
-Así hazlo mi nena, piensas que ahora ya eres grande y no tienes porque dar explicaciones a nadie de lo que haces o no, y tu padre ya no tiene derecho en más nada. – ella bajó la cabeza y rió, a pensar de todo guardaba recuerdos buenos, no todos eran malos. - ¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Carlos llego contigo a mi casa y me dijo: Mamá esa es mi novia y yo me desmayé, jajaja, era su primera novia, y fue lindo.
-Jaja, si me acuerdo, él también fue mi primero novio, mi primer hombre, mi primer amor, jamás podré olvidarme de todo lo que viví a su lado, a parte, tenemos una hija juntos, y sé que él también quiere que la encontramos.
En ese instante la puerta del living abrió y las nenas llegaron corriendo, gritando por Pau y cuando la vió casi la dejó caer, de tantos abrazos y besos, venían como fieras, ya Pedro al ver Rosa ahí no quedó  nada sorprendido, solamente no le gusto que estuviera contándole a Paula esas tonterías, que no sabia si era verdad o no.
-Buenos días Pedro. – dijo ella levantándose y inmediatamente volviéndose a sentar para ver las nenas que hacían cosquillas en Pau.
-Buenos días. – saludo él de malas ganas y se retiró del living dejándolas solas.
-Mamá, mira que me hice. – mostró Soledad su rodilla. – Me caí y no lloré.
-Que bueno mi chiquita, ya eres grande para llorar ¿Verdad? – le dió un besito. – Pero tienes que lavar eso, sino te va a doler más tarde ¿Si? – la nena le asintió. – Ve a lavar que mamá esta con visita ¿Si? Ah y trae una pomadita que te paso para que no te arde más. – le guiñó un ojo y la nena fue corriendo, ya Jessica estaba sentada en una de sus piernas, abrazándola por el cuello. – ¿No vas a saludar la señora mi amor?
-Si, buenos días señora.
Cuando Rosa la miró bien a los ojos sintió que su sangre corría más rápido por sus venas, su corazón latía fuerte, y fue como ver a la hija de Pau cuando era bebé, los ojos se parecían demasiado y se acordaba mucho a Rosa, se parecían, más con el color.
-Buenos días linda ¿Cómo te llamas? – preguntó ella, pero aun le daba algo raro mirarla, como si ya la conociera, la misma sensación que sintió Paula  cuando la vió por primera vez.
-Jessica ¿Y usted?
-Rosa, corazón. – la nena le sonrió y rápidamente se bajo de las piernas de Pau. – Siempre cuando veo a una niña como ella me acuerdo a la chiquita, me imagino que será parecida ¿No? De la misma edad, con una carita así, linda. – los ojos de Pau brillaron mirando a Jessica, la corrió a ver porque tardaba a Soledad. – Es encantadora, Pedro me comentó que adoptarían a una nena ¿Es esa no?
-Si, Jessica es un sueño, la amo mucho y ella a mí. – le sonrió.

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