sábado, 31 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 62

-Pensé que quedarías más en el baño mi niña. – dijo su mamá sarcástica.
-Jaja, el agua estaba tan tibia y rica que no pude salir antes, y la verdad me ayudó a relajar. – se sentó al lado de su madre en el sofá. – Bueno ¿Qué haremos ahora? Yo jamás me casé y no sé como funcionan bien las cosas.
-Bueno, para que sepas la noche de bodas es después del casorio y no antes. – su mamá dejo salir junto a una carcajada, la chica que había ido con ella también empezó a reír y Pau no sabía donde poner la cara. – Mi niña, quedaste colorada.
-Ay mamá, por Dios ¿Me quieres matar de vergüenza verdad? – las nenas también reían, pero ellas no entendían nada. - ¿Y ustedes? ¿De que ríen?
Bueno, hasta ahí todo estaba más que perfecto, la tarde también fue así, tranquila y sin estrés, una señora llevo su vestido después de la comida y Pepe fue a casa de un amigo para poder arreglarse ahí y dejar la casa para las señoras. Las nenas no dejaban de hacer travesuras un solo segundo y cuando pusieron el vestido elegante quedaron como unas princesitas, pero no más linda que Paula.
-Wow. – dijeron las nenas sorpresa por como había quedado la mamá.
Paula vestía un vestido simple, pero elegante, de color lilas, su pelo en ondas llena de brillos, una fina tiara de piedritas de cristales y unos zapatos que le dejaban los pies casi todo a la muestra, así como el de la cenicienta. El vestido lilas tenía pocas piedras, pero dejaba casi todos sus pechos a la muestra o sea, mucho a desear, iba hasta los tobillos, mostrando los zapatos y luego atrás una calda llena de pequeñas flores de cristales rosas y violeta.
-Estás perfecta. – dijo su mamá emocionada. – Jamás pensé que un día te casarías, estás linda mi niña, ahora veo cuanto creciste. – se abrazaron las dos.
-Gracias mamá, tu también estás preciosa. – le decía también muy emocionada. – Y también quiero darte las gracias por estar conmigo hoy, por hacer parte de mi felicidad y por aceptar mi decisión de casarme con Pepe.
_-Si mi niña, apruebo todo lo que venga de ti, porque te amo. – le dio un besito en la mejilla. – Pero me cuesta aceptar que creciste, que ya eres una mujer adulta y ya eres mamá. – miro hacia las nenas que también se veían preciosas con los vestidos blancos y adornitos lilas. – Quiero que seas muy feliz al lado de tu familia, de tus hijas, y quiero muchos nietos eh.
-No te preocupes mamá, te daré muchos nietos, muchos. – se abrazaron de nuevo.
-Ay no, así lloro. – dijo Jessica con la mano en la cintura.
-Mamá, ya debemos ir ¿No? Ya es hora, estamos muy atrasadas.
La verdad ya era hora, pero como siempre las novias se atrasaban, igual, la boda seria toda simple, no habían muchos invitados, no más unos amigos de Pepe, las chicas del orfanato, Victoria, y la familia de Paula, unos primos y tías que no tenia mucho contacto, pero los invitó ya que sería un día muy, muy especial. Pero algo en Paula no estaba cierto, sentía un vacío grande por no tener a su verdadera hija a su lado en ese día y también a su padre, que no había dado ni noticias si iba o no a su casamiento.
Salieron diez minutos después, la iglesia que casaría estaba toda muy linda, tono en tono blanco y violeta como ella había alquilado las cosas y el salón donde darían la cena era nada menos que el orfanato de su amiga Victoria.
-¿Como me veo? – preguntó Pau a las nenas antes de salir del auto de su madre, su estómago estaba revolcándose como si hubiera millones de mariposas volando por todos lados, temblaba de lo tan nerviosa que estaba, como si fuera conocer el novio aquel día.
-Bellísima. – dijo Soledad poniendo un mechón de su pelo atrás de la oreja. – Como una verdadera princesa. – completó.
-No Sole, como una verdadera reina. – Pau les sonrió y les dió un besito en cada uno antes de salir del auto.
Cuando se detuvo frente la puerta cerrada de la iglesia, pensó en tantas cosas, sabía que su hombre la estaba esperando adentro, y que seria el mejor día de su vida, se uniría a él, daría su vida a él y eso significaba mucho para los dos. Cuando por fin la puerta estaba por abrir, sintió los brazos fuertes de su padre en los suyos, no hubo tiempo de decir nada, solamente sonreír, sonreír y gritar por dentro.

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