domingo, 11 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 2

Era el hombre más lindo que había visto en toda su vida… O mejor, el más caballeroso, tenía los más lindos ojos castaños y la sonrisa más preciosa.
-¿Estás mejor?
Cuando Paula se levantó del tropiezo se deparó con los ojos más lindos que había visto en toda su vida, la sonrisa más encantadora de un hombre, o mejor, del príncipe encantado. La ayudó a levantarse y la sentó en un banco cerca de allí.
-Sí gracias, me mareé…
-Si, espérame. – entró en el barcito que estaba allí en la esquina y le trajo un vaso de agua no muy fría. – Espero te sientes mejor.
La verdad se sentía mejor, solo de verlo preocupado por ella, jamás en toda su vida había conocido un hombre así, si fuera otro, juraría que la había dejado en el suelo, por ser la responsable de haber tropezado en él.
-Si, muchas gracias.
-¿Quieres que te traiga algo para comer? Estás pálida. – era totalmente encantador, ella maneó la cabeza mirando hacia el suelo con un poquito de vergüenza. – Te puedo traer algo para comer, parece que no comiste en todo el día.
-No, no te preocupes… Estaba yendo a casa, la verdad me mareé después del susto, no pasa nada. – lo miró de reojo.
-Bueno, entonces te acompaño para que no te vuelvas a tropezar. – le extendió la mano para que se levantara del banco.
-Me encantaría.
Pau le dió la mano y en este momento sintió como su piel reaccionó con la suave mano de él, era gruesa como de alguien que había trabajado toda una vida en trabajos pesados, respiró hondo, una sensación rara invadió su corazón. El silenció invadió a los dos mientras caminaban, solo una pequeña sonrisa en los labios de Paula podía ser notada.
-Oye, muchas gracias de verdad. – dijo se deteniendo para verlo a la cara. – Si fuera otro jamás me había ayudado, la verdad me habían chingado y pateado mil veces. – los dos rieron. – Enserio, eres un caballero.
-Jaja, gracias, pero jamás haría eso con una payasita tan linda. – le sonrió levando sus manos para acariciarle la mejilla rosita.
-¡Dios! – ella se volteó dándole la espalda y a la misma vez riendo.
-¿Que pasó? – le preguntó él volteándose también para de nuevo mirarla.
-Ay que pena, se me había olvidado que estaba vestida así. – se miró a si misma. – Enserió jajaja.
-Jajaja, te ves linda. – le elogió acariciando de nuevo sus mejillas.
El corazón de Pau latía fuertísimo cuando sintió los dedos calientes de chavo sobre su mejilla, cerró los ojos por segundos y volvió a abrirlos rápidamente como si hubiera despertando de un sueño maravilloso.
-¿Trabajas en esto? – le preguntó él dejándola de acariciar.
-No… Bueno, la verdad hasta me gustaría, pero solamente fui jugar con las niñas del orfanato. - ¿Por qué no podía dejar de mirarlo?
-¡Que bonito!
-Si, son tan lindas, que si pudiera llevaría todas conmigo. Me encanta los niños. – Si, eso él ya sabía, en tan solo ver a sus ojos brillaren mientras hablaba de las pequeñitas del orfanato.
-Me imagino, eres muy dulce y tierna. – la miro fijamente, como si quisiera conocerla más aun con solo mirar a sus ojos de diamantes. - ¿Cómo te llamas? – le preguntó con curiosidad.

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