domingo, 11 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 1

Erase una vez…
No, no y no, no era una vez, fue solamente hace cinco años, o mejor dicho, casi seis… Y tampoco fue un cuento de hadas y jamás será, pero estoy segura de que tendrá un final feliz, muy feliz.

-Buenos días ¿Cómo están?
Les saludó una muchacha, que recién había entrado por la puerta principal. Las nenas ahí presentes quedaron de bocas abiertas al verla, tenía una ropa súper rosa con zapatos de cristales, los labios rojos como la sangre, el pelo de varios colores, la mejilla más rosa que de los payasos y la nariz era un corazón.
-Antes de presentarme, quiero saber el nombre de cada una de ustedes señoritas. – les regaló la más hermosa sonrisa, dulce y tierna.
-Yo primero, yo primero. – se levantó una chica preciosa, de pelo oscuro y tez blanca, su vocecita de niña apretó el corazón maduro de la muchacha. – Yo me llamo Penélope.
-Que lindo, me encanta. – se acercó a ella regalándole un balón.
-Y yo Fátima. – se levantó otra.
A cada chica que conocía en aquel momento, su corazón respondía con latidos fuertes, sus ojos brillaban más que diamantes, era como encontrar la verdadera felicidad, ver cada carita, cada sonrisa, cada ojito… Todo, era demasiado para ella.
-¿Y tu chiquita? – se acercó a una nena, preciosa, se agachó y levanto dulcemente su barbilla. - ¿Cómo te llamas?
-Ella no habla, es muda, pero se llama Jessica. – dijo Penélope.
Antes que pudiera ver los ojos de la nena, se desvió a ver Penélope, le dolió el corazón las palabras de la nena… De todas formas, volvió a mirarla y está vez pudo ver sus ojos, sus ojos color miel, que la hipnotizaron en aquel momento.
-Hola Jessy ¿Te gustaría un caramelo? – la nena le sonrió y la payasita rosa sacó del gran bolso un caramelito. – Espero te guste.
Se quedó de pie otra vez y volvió a animarse, viendo todas las chicas riéndose y felices, pero de todas formas, jamás podría olvidar la mirada de aquella pequeña, quedaría grabada en su corazón de por vida.
-Mm ¿Qué tal están los dulces? – preguntó ella.
-Ricos. – contestó todas a la vez, haciendo un gran alborozo.
-¿Como te llamas? – preguntó una de las nenas.
-¿Que tal si jugamos de adivinar? Les doy dos pistas ¿Va?
-Sí. – gritaron todas a la misma vez.
Pero ella solo tenía ojos para la nena que estaba sentada al fondo de la sala, no sabia porque, pero era como si la hubiera conocido desde hace mucho tiempo, como si ya hubiera visto esos ojos tan lindos ¿Dónde?
-Soy hecha de un fruto riquísimo, que seguro a todas les gustan. – mordió el labio inferior, esperando una respuesta, pero ninguna dijo nada. – Hay de varios colores.
-Ya sé… chocolates. – manifesto Fátima.
-No, chocolate no es. – dijo su amiga que estaba sentada al lado. – Yo creo que es Helado.
-No, no es helado niña. – dijo la directora que había llevado a la muchacha hasta ahí.
-Bueno, otra pista les doy. – les guiño un ojos sonriendo. – Será el postre de hoy.
-Ahhhhhhh, candyyyys. – gritaron todas a la misma vez yendo en dirección a ella para abrazarla.
-Jajaja, si… así es. – como era lindo compartir un momento con los chicos ¿Por qué no lo hubiera hecho antes?
Se quedó un buen rato con las nenas, comiendo caramelos, chocolates y riendo como si fuera una de ellas, los juegos de niñas, las muñecas, todo, completamente todo solo la hacia recordar de una sola persona… Cuando por fin había agotado a todas las nenas, se fue a hablar con la directora, riéndose entró a su despacho.
-Son todas encantadoras Victoria. – dijo ella, suspirando. – Si fuera por mí, estaría todo el día con ellas.
-Si, mis nenas son todas muy lindas y muy traviesas. – se rió sentándose en su silla.
-Gracias por dejarme estar con ellas un poco, no te imaginas como alegraste a mi corazón. – le sonrió. – Oye ¿Por qué no habla Jessica?
Antes de escuchar la respuesta, se sentó en la silla frente al escritorio de Victoria, su sonrisa se borró al recordar de la nena de ojos impactantes y brillantes, pero muy tristes a la vez…
-Jessica llegó aquí hace solamente dos años, es la más nueva de las chicas y fue la ultima que llegó acá. – respiró hondo. – Ya no llegan más chicos como antes.
-Si, me imagino. – bajó la mirada triste. - ¿Pero que le pasó?
-La verdad no sabemos, ella no tiene ningún, le revisó varios médicos y especialista, ella llego hablando, pero n decía cosas con cosas, solo lo que sabemos es que se llama Jessica y que sus padres la abandonaron cuando tenia tres añitos.
-No entiendo como pueden hacer esto. – se levantó dándole la espalda. – No tengo cabeza para imaginar una madre dejando a su propio hijo, una parte de si, sangre de su sangre, me cuesta aceptar de verdad.
-Si Paula, es la realidad, pero no debemos juzgar a nadie, porque no sabemos lo que de verdad pasó, no sabemos si esta familia estaba pasando por dificultades, por problemas financieros o hasta problemas de salud… - se levantó y se acercó a ella. – Son tantas opciones, jamás podremos saber lo que de verdad hay atrás de cada historia de cada chica.
Paula no dijo nada, solamente quedó mirando hacia el horizonte… Respiró hondo y se volteo mirando a Victoria con una sonrisa no muy adorable.
-¿Podré volver mañana? – le preguntó con una carita de niña.
-Claro Pau, todo que hace feliz a mis pequeñas… Es todo bienvenido.
-Muchas gracias. – la abrazó. – Ahora me tengo que ir, pero estaré mañana acá.

Su sonrisa era verdaderamente hermosa, se fue contenta del orfanato, ni siquiera le importó salir por las calles llenas de la capital así como estaba vestida, con el pelo de todos los colores, con los labios pintado de rojo sangre, las mejillas llenas de corazones… Lo único que le importaba ahora, era que estaba feliz.

Cerró los ojos para sentir el aire sobre su cara, le quedaba un poco lejos su casa ¿Pero que le importaba? No hacia falta un taxi, tenía piernas para caminar y el día maravilloso ayudaría. Venía totalmente distraída, cantando alegremente, cuando de repente se tropezó en alguien y se dejó caerse sobre él.

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