domingo, 25 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 43

Lo único que necesitaba en aquel momento era estar tranquila consigo misma, estaba tan contenta que no podía estar quieta, no podía dejar de gritar de alegría, estaba más que segura que estaba esperando un hijo de Pedro y si de verdad estaba se casaría con él aquel mismo día.
-Lo siento. – dijo el doctor dejando el aparato a un lado de la camilla.
Los ojos de Pau se  llenaron de lagrimas, todo había sido un sueño y ella ahora se había despertado ¿Entonces porque había sentido todo eso? ¿Por qué tenía eses síntomas si la verdad no tenía nada ahí?
-Debe haber algún error doctor. – dijo Pedro preocupado por ella, ya que no dejaba de llorar. – Paula tiene todos los síntomas ¿Si no es un embarazo que podrá ser? – Pedro respiró hondo al ver la expresión del doctor.
-Me sorprende todos los síntomas de la paciente, pero a veces pasa, mejor si marcas unos exámenes de sangre para saber si estás bien de verdad, no es normal que dejes de menstruar, que tengas mareos y nauseas como si estuvieras embarazada. – en eso empezó a limpiarle el gel que había puesto en la panza de Pau. – Y si está todo bien pueden empezar a hacer el pedido a la cigüeña ¿No? – le regaló una sonrisa a Paula que la devolvió entre lagrimas. – No llores, esas cosas pasan.
-Estaba tan ilusionada… - suspiró ella limpiando las lágrimas que le caían.
-Con la ecografía pude ver que estás limpia, no hay bebé, pero tampoco vestigios de que puedas tener un mioma o algo parecido, y eso es bueno, igual me gustaría que hiciéramos un Papanicolaou para saber si todo anda bien contigo.
-Si doctor. – respondió ella.
Se sentó cuando él terminó de limpiarla, y se retiró dejando los dos solitos para que pudieran hablar un poquito, Pau abrazó a Pepe con toda sus fuerzas, bueno, todo pasaría y podrían tener otro bebé si era eso que deseaban.
-Ya mi chiquita, no pasa nada, te daré muchos hijitos, verás. – él le dio un besito en la frente ayudándola a poner la ropa. – Ahora vamos, porque tienes que descansar.
-No estoy cansada mi vida, solo quiero estar contigo hoy. – se dieron un beso suave.
Habían llevado tempranito las nenas para el orfanato, así Victoria cuidaba a Soledad mientras ella iba al hospital, a la nena no le gustó mucho la idea de quedarse ahí pero Paula le juró que no la dejaría jamás y era cierto, su corazón pedía para buscarla lo más pronto.
Salieron del hospital y tomaron un taxi hasta la casa de Pedro, los dos aun estaban tristes, pero pronto pasaría, podían hacer un bebé cuando deseasen.
-¿No crees mejor pasar en el orfanato para buscar a Soledad? – preguntó Pau.
-No mi vida, recién la dejamos ahí, déjala jugar un poquito más, más tarde la busco. – le dió otro besito en la frente. – Quiero que descanses primero ¿Si?
-Es que ya la extraño. – le dijo con voz de bebé. – Y a Jessica también.
-Mi amor, que linda eres. – él suspiró. - ¿Cómo haremos para tener a Jessy mi vida? Porque no podemos solamente traerla y estar con nosotros, tenemos que hacer todo legal ¿No? – Pau asintió.
-Si, pero será muy difícil adoptarla no estando casados aun mi vida, lo mejor será tenerla así hasta que nos casemos y luego entramos con proceso de adopción. – ahora fue Pau la que suspiró. – Casi no he jugado con las nenas los últimos días, mañana compraré una torta enorme de chocolate y llevaré para ellas.
-Me sorprende como te gustan los niños.
-Si, quizás porque no tuve a Soledad por muchos años.
-Así es mi vida, así es.
Llegaron rápido en la casa de Pepe, ella estaba perfectamente bien, pero él la cargo y la llevó hasta su habitación, depositándola en la cama como una princesa. Por un momento él le quedo mirando, como hablaba, sus gestos, todo era extremamente hermoso y tierno, ya no podría vivir sin ella.
-Acóstate conmigo un ratito mi vida. – le pidió Paula.
Cierto que Pepe no pensó dos veces antes de acostarse a su lado y hacerle cariñitos, podía ver en los ojos de Pau la decepción que había sentido, pero era normal, él también estaba así.
-Ya no quedes así mi vida, si quieres hacemos un bebé ahorita. – él le guiñó un ojo.
-Jaja, me encantaría. – lo susurró y llevo sus labios a los de Pedro, entrando en éxtasis al sentir como su lengua se movía dentro de su boca. – Que rico eres papacito. – los dos rieron y se acomodaron en la cama. - ¿Esa es la parte en que empezamos a desnudarnos no?
-Jaja exactamente mi vida.
Y así hacían, mientras se incorporaban más en los besos, sus manos aventaba lejos cada prenda de ropa, remeras, pantalones, las ropas intimas, todo, dejándolos en pocos segundos totalmente desnudos desde el alma. Paula se levantó y quedó de pie arriba de la cama, de arriba podía ver todo de Pedro, todo lo que a ella le encantaba y él, pues de abajo también tenía unas de las mejores visiones.
-Ven mi amor, no seas malita. – llamó Pedro, pero Pau le negó con la cabeza, tenía una carita de traviesa que le excitaba mucho. – Que traviesa eres.

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