domingo, 25 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 48

Todos los días era la misma agonía, a la misma hora me llegaba una nueva carta, cada una más loca que la otra y siempre, siempre con distintas letras, no le entraba en la cabeza porque le mandaban esas cartas ¿Será que esa persona sabía algo? Pocos días antes de su casamiento con Pepe, recibí una que decía…
"El color no dice nada, los ojos todo… Ve más allá de la piel, del color, de la historia, ve los ojos, el alma y el corazón."
-Ya se están pasando, no aguanto más recibir esas cartas Pepe. – dijo Pau enojadísima al terminar de leer las pocas palabras que decía en ella.
La ultima semana no había sido la más linda, había recibido una carta donde su trabajo fue recusado, y que el proceso de adopción tampoco fue aceptado porque aun no estaban casados y para colmo estaba en los nervios porque no le había bajado ni siquiera estaba embarazada y esas cartas que no paraban de llegar, todos los días, ya era una rutina.
-Ya mi amor, no quiero que abras más estas cartas, si vez que te llegó pues tiralas, no hay que abrirlas, ya que solo te hace sufrir chiquita. – le dio un besito en la frente. – Has adelgazado por preocupación, y en vez de estar feliz porque nuestro día esta llegando, estás hirviendo de rabia, eso no te hace bien, por eso no te baja mi vida.
-Bueno, mejor me voy porque mis padres me están esperando. – respiró hondo y le dio un beso suave en los labios. – Te amo mucho… Vamos Sole. – la niña se levantó y siguió a Pau.
-Yo también te amo mucho. – susurró Pepe cuando ella ya había salido, se sentó mirando a la carta y la rompió, también le dolía ver a su amada llorando y sufriendo, en menos de cinco minutos que Pau había salido le tocaron el timbre. - ¿Te olvidaste de algo mi amor? – preguntó mientras abría la puerta pensando que era Paula. – Que… ¿Qué haces aquí? – tragó saliva y no podía creer en la persona que estaba viendo, no podía ser verdad.

Pau tomó un taxi hasta el orfanato y buscó a Jessica como todos los días, gracias a Victoria que la dejaba ir, si no fuera por ella jamás podría tenerla consigo siempre, amaba a las dos chicas más que todo en la vida, entraron de nuevo en el taxi hasta la casa de Pau. Era la primera vez que llevaba a Jessica a su casa, para que sus padres por fin pudieran conocerla.
-¿Mamá? – llamó Pau desde el living de entrada, la casa estaba abierta pero parecía vacía, no se escuchó absolutamente nada. - ¿Mamá? ¿Papá?
Las niñas aun estaban comportándose, entraron despacio por la casa, seguro estaban en el jardín desayunando como en mañanas de sol solían hacer, desde que había ido vivir con Pepe solamente había ido a su casa buscar sus ropas y algunos papeles que necesitaban y las demás veces había ido hasta la empresa de su padre para verlo, ya su madre la visitaba a veces en el trabajo. Cuando llegaron al jardín Paula pudo avistarlo bajo un arbole desayunando, las niñas quedaron sorpresa por el bello jardín que tenía, totalmente lleno de flores como los de las novelas.
-Que bonito es ¿Creciste aquí mamá? – le preguntó Jessica.
-Si, me encanta correr por ese jardín, cuando era chiquita no tenia tantas flores porque yo las quitaba para poner en mi cuarto, vivía lleno de rosas y tulipas. – dijo Pau, sus ojos brillaban de felicidad mientras se acordaba de cuando era apenas una bebé como sus hijitas.
-Es enorme. – completó Soledad.
-¿Y aquellos son mis abuelos mamá? – Pau asintió.
__¿Mamá? ¿Papá? – gritó Pau desde la puerta, haciéndolos mirar.
Cierto, de lejos no se podía ver muy bien, pero Paula sabía como estaría la cara de su padre al ver a Jessica, no les había dicho sobre ella, pero ya era el momento de contarles quien realmente era la niña, o mejor, quien seria y cuanto la amaba.
-Buenos días. – los saludo Pau cuando se acercaron, sus padres se levantaron para recibirlas.
-Buenos días hija, hola niñas. – saludó su mamá, dándoles besito en cada una, sabía que Paula era loca por niños así que no se importo con Jessica, pensó que era solamente una nena en la cual había sacado a pasear nada más.
-Hola. – dijeron las dos.
-Siéntense niñas. – dijo su padre mirando directamente a Jessica. - ¿Ya tienes amiguita Soledad? Me alegras mucho que ya estés trayendo amigos a la casa de abuelito. – le regalo una sonrisa falsa, la verdad nada de eso le encantaba.
-Jessica es mi hermana. – las dos se dieron las manos y sonrieron. – Pero dice mamá que aun no se puede vivir con nosotros porque papá no es casado con mamá, pero prontito lo será ¿Verdad mamá? – Pau le sonrió.
-Si mi vida, así es.
-Jajaja, los niños inventan cada historia, siempre cuando veo a Soledad me acuerdo a tí Pau, cuando tenias esa edad también eras loca por tener hermanitos, pero bueno, desgraciadamente no pude darte. – Paula suspiró acordándose de cada test que había hecho y todos le daban negativo.
-En parte Soledad tiene razón mamá, de eso quería hablar con ustedes… - su padre la miro, la verdad sospechaba de que quería hablar Pau. - ¿Podemos ir al despacho después del desayuno?
-Si claro hija. – dijo su padre.

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