domingo, 25 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 44

Si lo era, de pronto salió corriendo por la habitación, abriendo la puerta y saliendo por la casa totalmente desnuda, él corría tras ella, intentando agarrarla, pero ella era más que inteligente, subía arriba del sofá y de un golpe llegaba a la cocina, era excitante hacerlo correr desnudo por toda la casa, pero antes que llegara a la puerta del baño él pudo agarrarla, la agarró de un modo violento pero rico, llevando su boca en la de Pau salvajemente, besándola con sed, como si necesitara de sus labios para respirar, para vivir.
-Te amo… - susurró ella bajando sus manos para las pompas de Pedro, acariciándolas y apretándolas suavemente.
Él había detenido las suyas en los pechos de Paula, una pellizcando sus pezones y la otra masajeando su pecho, eso era más que rico. De pronto dejaron los labios para mirarse a los ojos, había muchas cosas que decir, pero se entendían con solo mirar, ella suspiró, la verdad era más que un suspiro, era algo que le venia mucho más adentro, como amor y placer a la vez.
Dejo deslizar sus manos por el pectoral de Pepe y poco a poco fue bajando su cuerpo para besarle la panza plana, musculosa, todo en él la excitaba, aquellos músculos la dejaba completamente loca, y era rico tenerlos en la boca, lo lamia todo, sintiendo su sabor, los ojos de Pedro estaban cerrados y disfrutando cada paso que daba Pau, él sabia perfectamente donde aquella lengüita llegaría.
-Oh bebé, me encanta. – dejo salir él un gemido luego de las palabras.
Otros más cuando Paula llegó a su miembro, ya totalmente rígido y grande como le gustaba, antes de besarle miro a la cara de Pedro, era hermoso como él disfrutaba, sus manos suaves y delicadas acariciaban ricamente su parte intima.
-Me parece que eso está creciendo cada día más. – dijo Pau y los dos rieron, pero no dejó caer el clima, justo en ese momento ella empezó a besarle, la puntita primero y luego todo el cuerpo duro y ya gordo.
Pedro  estaba muy excitado y naturalmente empezó a hacer pequeños movimientos, haciendo que Pau lo introdujera en su boca, succionándolo despacio, y luego aumentando la velocidad, poniéndolo casi completamente en su boca, mientras sus manos temblorosas masajeaban los testículos de Pedro. Él solamente gemía y sentía como a ella también le encantaba verlo así.
Cuando sintió que necesitaba respirar y ella siguiera terminaría sin darle placer, la levantó delicadamente besándola como nunca, comiendo sus labios y su lengua, acariciando su parte mas intima y su pompas a la vez. Sus labios sabia distinto ahora, y estaban cada día más expertos, cosa que a él le encantaba. La pego en la pared helada, haciéndola gritar y arquear el cuerpo, ahora le tocaba a él besarla y hacerle gemir como ella le había hecho.
-Pau, que divina eres mi vida. – dijo él agachándose. – Creo que jamás dejaré de hacerte el amor, eres más que una mujer. – le decía mientras sus labios estaban disfrutando de sus piernas.
Él puso uno de sus pies arriba de su pierna, haciéndola así abrir más y así pudiera tener una mejor visión de su intimidad, y sin previo aviso llevo sus dedos masajeándola, un gemido le salió, haciendo que Pedro la mirara. Le sonrió, sabía que le encantaba sus toques, sus manos…
-Mmmm, que rico. – decía ella al sentirlo acariciándola.
Era rico tener piel con piel, como él la hacia excitar, como llevo sus labios hasta su granito más delicado, besándolo y luego succionándolo rápidamente, la hizo mojar de pronto y así pudo penetrarle un dedo mientras le hacia sexo oral. Los gemidos de Pau eran altos y desesperadores, como si quisiera más y más…-
-Si chiquita, grita, grita que me encanta. – le dijo él. – Quiero que acabes muchas veces en mi boca.
Sus palabras excitaban aun más a Pau, obvio, eran extremamente pornográficas, le gustaba ese atrevimiento de Pedro, más cuando venia con su sexo oral divino, que solo él sabia hacerlo, bueno, eso creía ella. Los movimientos de sus dedos dentro de Pau eran salvajes, mientras que la succionaba rápidamente también, era imposible no explotar, en pocos minutos pudo sentir como la sangre corría rápidamente por sus venas, como su cuerpo arqueaba y sus manos temblaban junto con sus piernas, como le faltaba el aliento y en como sentía su intimidad pulsar, en ese exacto momento llegó  al orgasmo, el primer de muchos de aquella mañana.

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