domingo, 11 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 3

-Huy, perdón, me olvide de presentarme jaja. Me llamó Paula ¿Y tú? – ella se acercó más a él, como si quisiera tomarlo de la mano y caminar juntos, pero obvio, apenas lo conocía y no haría esto.
-Pepe, así me dicen. – le sonrió.
-Que lindo, pero así como estoy ahorita, jaja, de payasita, me dicen Candy. – le devolvió la sonrisa.
-Candy, que interesante… Te juro que pensé en todos los nombres, menos Candy.
De nuevo empezaron a caminar, rumbo a la avenida que luego daría al barrio de Pau, ni siquiera estaban viendo el tiempo pasar, la plática estaba más que buena, cualquiera podía jurar que se conocían uno al otro.
-Bueno Pepe, gracias por acompañarme hasta aquí, pero tengo que correr ahora, se me hace tarde. – le dijo borrando su sonrisa. – Me encantó conocerte, de verdad, eres una linda persona.
-Gracias, tu más. – le dio un besito suave en su mejilla. - ¿De verdad no quieres que te acompañe a tu casa?
-No te preocupes, estaré bien. – suspiró.
-Ok, todo bien. Cuídate mucho Candy. – le sonrió.
-Sí, tu también. – Pau se volteó  y empezó a caminar con una felicidad que no le cabía en el corazón.
-¿Pau? – le gritó desde lejos ya y ella se volteó para verlo. - ¿Dónde te puedo ver de nuevo? – Obvio quería encontrarla de nuevo y si pudiera todos los días y no sabía porque de estas ganas.
-En el orfanato. – gritó ella y le aventó un beso.
Salió corriendo como una niña, su vestido de color rosa parecía bailar mientras ella corría, le quedaba divino como todo. Cuando ya no podía verla más él suspiró con las manos en el bolso del jeans y volvió a su camino. El sol ya había metido y la luna empezaba a nacer… Sería una noche larga, hasta el otro día para que pudiera volver a verla.

Paula siguió corriendo hasta su casa, ya había oscurecido cuando llegó, le abrieron el portón en tan solo poner el pie en el terreno, toda vez que entraba allí sentía como un gran apretó en su corazón, por más que aquella fuera su casa, se sentía mil veces mejor en otra parte.
-Ya me tenía preocupada Paula. – dijo su mamá bajando la enorme escalera cuando la vio entrar por la puerta. – Saliste temprano y ¿Qué haces vestida así? – la miró y maneó la cabeza, su hija era un asco, una mujer que más parecía a una chica de calle.
-¿Así como mamá? – le preguntó ella sacando de su bolso un caramelo de fresa y poniéndolo en la boca. - ¿Cómo payasa?
-¿Fue eso que te enseñaron en Milán? – se acercó a ella con furia.
Paula había llegado justo aquel día de viaje, hacia como cinco años que no volvía a su país, pero en vez de descansar prefirió visitar el orfanato que tenía en la ciudad, donde iba siempre cuando era chica a jugar con los niños. Conocía todas las casas de nenes de aquella ciudad, desde las más pobres a las más ricas, y había seguido cada una de ellas desde Milán, por internet y ahora que había vuelto lo único que quería era ayudar a la que su amiga Victoria cuidaba.
-También mamá, en Milán me enseñaron que la vida no es solo trabajo y que necesitamos momentos de paz, de alegrías y eso lo que quiero proporcionar a mí en este instante. – le dijo mirándola a los ojos.
-¿O sea que volver al pasado y estar metida con esos niños te da paz? – respiró hondo. – Hija, sabes mejor que yo que todo esto te lastima y te hizo sufrir hace unos años, que ahí encontraste lo que no deberías ¿Quieres que todo vuelva a repetir?
-Si, pero ahora no sería tan estúpida como lo fui antes.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y dejo su madre hablando sola, subió las escaleras rápidamente hasta su habitación, cerrando la puerta de golpe, se acostó en la cama abrazando la almohada.
Ya nada era como antes, hasta su cuarto, que era todo violeta, lleno de muñecas, con aire de niña, ahora era todo en grises, con decoraciones horribles bañadas a oro, las muñecas habían desaparecido, la alfombra rosa de ositos ya no estaba allí, tampoco sus ositos que antes daban un aire infantil. Secó las lágrimas, no había motivo para llorar, había sido un día maravilloso y encantador… Estaba feliz y era eso que contaba. Ya nada ni nadie la haría infeliz de nuevo.

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