domingo, 11 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 4

La lluvia siempre la deprimía, y más ahora que estaba de nuevo en este país, tantos recuerdos le vinieron a la mente a la noche, que no pudo contenerse, las lagrimas salieron sin cesar de sus ojos.
El agua caliente de la regadera caía sobre el cuerpo escultural de Paula, que acariciaba su piel suavemente, sus ojos hinchados de tanto llorar, mientras que afuera parecía caerse el cielo, sus lagrimas mezclaban con el agua que salía de la ducha, esperaba que por lo menos las niñas del orfanato la podían hacer feliz en aquel día deprimente.
Salió del baño, buscando sus ropas, que aun seguían en la maleta, no tenía ganas de ponerlas en el ropero y la verdad ni sabia bien si quedaría ahí por mucho tiempo.
-Mm ¿Qué me pongo? ¿La azul o la violeta? – se pregunto a ella misma mirando las remeras que había puesto arriba de la cama. – Mejor la violeta, así puedo ponerme el maquillaje rosa.
A parte de todos los sufrimientos, las lagrimas y hasta el dolor, había algo en Paula que era envidioso y una de sus mejores cualidad, el corazón de niña que jamás había crecido, podía ser una mujer, dueña de un cuerpo hermosa, de una cara lindísima, pero siempre, siempre seguiría siendo una nena de diez años. Después de vestida más parecía una princesa, puso en su bolsa el maquillaje y algunas otras cositas que necesitaría cuando llegara al orfanato.
Bajó las escaleras despacio, se escuchaba desde arriba sus padres conversando en la mesa mientras desayunaban, ni siquiera había llegado abajo cuando…
-¿Ya te levantaste mi amor? – le preguntó su padre levantándose de la mesa.
-Si, tengo que salir… - le sonrió. - ¿Me podrías prestar algún coche?
-Claro mi vida, el que quieras. – él le dio un besito en la mejilla.
-Gracias papá, quería caminar un poco, pero… pero llueve fuerte.
-Me dijo tu madre que volviste al orfanato… Hija, no quiero que te mortifiques por algo que pasó hace años.
-Solo quiero ayudarlos papá.
-¿Y quien te ayudará a tí? – le preguntó su madre.
-Nadie, porque los únicos que me podían ayudar hace mucho no lo hicieron y con eso aprendí a ayudarme sola. – fue un poco fría con su mamá, pero lo merecía.
-Pau, piénsalo bien, mejor vamos a la oficina y te presento a unos empresarios hija, creo que te sentirás mejor. – su padre le hablaba dulce y cariñosamente. – No quiero verte sufrir otra vez.
-Jaja ¿Sabes pá? Es que me cuesta creer que sean tan hipócritas, Dios… Fueron ustedes que me hicieron sufrir, y siguen como si hubiera sido yo la única culpable. – les dijo con ganas de llorar, pero trago saliva y apretó bien sus ojos, no haría eso frente a sus padres. – Ya no soy la de antes, ahora no me pueden engañar.
-Jamás te engañamos Paula. – se acercó más su padre. – Solo hicimos lo que pensamos ser mejor para tí, nada más.
-¿Eso era lo que pensaban? ¿Y no les importaba lo que pensaba yo?
-Paula, ¿No ves que fue la mejor decisión a ser tomada? Si no hubiéramos entregado, no serías esa mujer que eres hoy, hija, tienes que ver lo bien que hicimos, mírate, tienes un diploma, una profesión y pronto podrás trabajar conmigo en la empresa. – le decía.
Paula respiró hondo para no decir cosas que no quería, para no se sentir peor de lo que se sentía.
-Quizás tengas razón papá, porque si no fuera por esto, no sería esa mujer tan sufrida, con tantos problemas, con tantas cicatrices en el corazón, con dolor en el alma, en la vida, que no tiene una noche de paz por pensar en donde puede estar, en como esta, en como es, y si de verdad es feliz. – dejo una lagrima caerse. – Quizás papá, quizás así yo estaría viva hoy.
Esa fue su ultima palabra y se retiró de la casa corriendo, sus padres se miraron con los ojos tristes, pero igual, jamás cambiarían de opinión, para ellos habían hecho lo correcto y algún día Pau los iba a agradecer.
Antes que pudiera llegar en la calle, ya estaba completamente mojada, ni siquiera había ido por el auto en el garaje, ya no quería nada que viniera de sus padres, mejor en la lluvia… sola y podía pensar mientras caminaba. Su maquillaje se borró completamente y como un rayo los recuerdos de aquella época le vino a la mente.

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