viernes, 16 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 18

Ella no sabía hasta cuando podría vivir sin su hija, sin su vida… Cuando estaba con Jessica, ese dolor que sentía, ese pedacito que le faltaba en el corazón, desaparecía completamente, había algo en sus ojos que le decían muchas cosas, pero no las entendía ¿Qué era? Quizás porque su historia fue muy parecida… Por culpa de sus padres estaba aquí, en el orfanato y sufría por esto y yo, bueno, ella  también sufría por culpa de sus padres, ellos la habían llevado lejos… bien lejos.
-He soñado contigo ahora. – le dijo Jessica cuando Pau ya estaba acostada a su lado. – Fue un sueño bien lindo.
Paula le sonrió y le beso la frente, la niña le devolvió la sonrisa y acarició el pelo de Pau, sin dejar de mirarla ni un segundo, le parecía extremamente cariñosa y especial, linda como una princesa.
-¿Me cuentas como fue? – Pau la miraba dulcemente.
-Si, había flores, y un castillo enorme de grande, se veía lindísimo Candy. – a ella le impresionaba como Jessica era culta, hablaba mejor que ella muchas veces, como si hubiera estudiado en los mejores colegios, todo eso porque ni siquiera hablaba antes. – Eras la princesa, tenía alas, pero eran chiquitas y no podías volar.
-Aw, que triste mi amor… ¿Pero podía caminar no? – la nena le asintió.
Las dos estaban mirando una a la otra, cubiertas por una fina sabana, las mejillas de Pau rojitas de felicidad y sus ojos brillaba como nunca había brillado, la verdad que estaba teniendo una de las mejores noches desde que había vuelto, nada la hacia más feliz que estar al lado de una nena tan especial cuanto a Jessica.
-Yo era su amiga, y te quería muchísimo, y Pepe era tu novio. – dijo escondiendo su rostro por pena.
-Ah, eso sí me gusta. – dijo Pau mordiendo el labio, Pedro estaba en su cabeza todos los días, todos los momentos, en cada gesto, en cada palabra, en todo lo que hacia, lo estaba amando y no era para menos sentirse así.
-Si y se besaban, jaja. – hizo una pausa. – Luego pudiste volar y te extrañaba mucho, porque solamente quería estar con él, solo con él, y yo te gritaba, y no volvías ¿Por qué no volvías? – la nena le pregunto con inocencia.
-Ay mi amor, fue solamente un sueño, a parte, me llamaste y te escuché y aquí estoy yo ¿No? – ella asintió. - ¿Ves? Siempre será así, yo jamás te dejaré, jamás.
Se abrazaron, esas palabras Pau debería haber hecho a su verdadera hija, pero ni siquiera tiempo para eso tuvo ¿Será que era tan dulce como Jessica? ¿Tan linda? Si, estaba segura que si, pero su peor miedo era que la nena no fuera tan feliz como soñaba.
-¿Candy?
-Si, corazón.
-¿Porque te dicen Candy? – la miro curiosa, esperando la respuesta.
-Porque a mi me encantan las golosinas y también porque he conocido una vez una persona que me decía que… bueno, no creo que entiendas. – Pau le sonrió.
-Claro entiendo, dime. – le hablaba como una adulta.
-Bueno, me decía que olía a candys, jajaja, y me quedo el Candy.
-Ah, era tu novio que te llamaba así. – la niña era más inteligente de lo que imaginaba Paula. – Jajaja ¿Y cual candy te gusta más?
-El marrón ¿Y a tí? – le devolvió la pregunta.
-A mi también, son divinos, pero la tía Victoria no nos compra mucho porque dice que engorda, y no es verdad ¿O si? Porque no eres gorda.
-Jaja, no engorda, a mi me encanta, pero no como siempre.
-Eres tan inteligente Candy. – le acarició la nariz suavemente. – Te pareces tanto a mi mamá.
A Paula le dió un nudo en la garganta cuando se le dijo eso ¿A poco se acordaba de ella? Hacia tanto tiempo que había llegado al orfanato, bueno, quizás alguna imagen de su madre habrá de tener en la mente.
-¿Te acuerdas a tu mamá? – le preguntó Pau, casi no pudo preguntarle.
-Solo que era muy linda como tu. – la nena le sonrió y luego suspiró, como si estuviera haciendo memoria de cómo era tu madre. – Era cariñosa como tú, de eso me acuerdo y me decía que era su bombón.

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