lunes, 12 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 7

Eso hacia parte de su pasado y no era tiempo de explicarle que significaba aquel tatuaje, se metió en el baño y mientras se cambiaba se acordaba de lo que había pasado afuera, los besos de Pepe, el rozar de sus manos en su cintura, respiró hondo mirándose al espejo, oh, estaba horrible. El maquillaje que había llevado le sirvió para entrar en el cuerpo de Chocolate, hizo lo posible, tenía que parecer a la payasita del otro día, mismo que no estaría con una ropa adecuada, solo quería hacer sonreír a los niños.
Cuando salió del baño, Pedro la esperaba afuera, y Victoria había ido preparar la comida para las nenas, él le sonrió, estaba más que divina, más que bella y al mismo tiempo no sabía como conseguía quedarse tan tierna, tan inocente...
-Estás bellísima. – le dijo él y ella le sonrió.
-¿Que tal me quedo el vestido de Victoria? – le preguntó dándole una vuelta.
-Un poco largo y grande, pero sigues linda, como una verdadera princesa.
-No entiendo porque siempre me sonrojas. – le dijo acercándose a él.
-Yo tampoco entiendo, porque me encantas.
Él suspiró al tenerla a un paso, llevó sus manos hasta su mejilla para acariciarla, pero Paula la agarró antes que lo hiciera, y llevó la mano de Pepe hasta sus labios y la besó dulcemente, y a la misma vez, sensual.
El silencio inundaba el living, ni siquiera se escuchaba a las nenas del orfanato, los cuerpos de Pau y Pepe estaban de nuevo pegados uno al otro, y se miraban como si quisieran conocerse por los ojos, por las caricias y el rose de las manos en sus rostros, en sus labios. Ella acercó de nuevo su boca en la de él, pero se detuvo antes que pudiera besarlo.
-Me engañaste. – dijo él sonriendo, pero Paula le hizo un señal con la cabeza para que mirara hacia atras.
Si, ahí estaba una niña, con un sonriso magnifico que alegró completamente el corazón de Paula, se separó de Pedro y con pasos despacio se acercó a la chica.
-Hola Jessica ¿Cómo estás? – se agachó para estar a la altura de la nena. – Como te ves linda ¿Sabes que? Me encantaría tener una hija como tú, eres especial y divina. – la nena le sonrió y acarició el pelo de Pau con sus pequeñas manitas.
-Gra… gracias. – dijo con dificultad dejando a Paula sorprendida pero a la misma vez con un sonriso inexplicable de lindo.
Creo que desde que volvió a la ciudad, aun no había sentido tanta alegría como en aquel momento, cuando por fin Jessica había dejado salir de su boca algunas palabritas. Gritó  a todos para que viniera a verla hablando.
-No puedo creer que Jessica esté hablando. – dijo Victoria cuando llegó cerca a la nena. – Habla algo Jessy, por favor, te pide la tía.
-Creo que no es exigiendo que hablara. – explicó Pau.– Le tiene que salir espontáneamente, a parte, Jessica jamás tuvo problemas ¿no?
Pedro miraba a Paula tan dedicada, tan feliz y al mismo tiempo tan preocupada, no había conocido en toda su vida una mujer como ella, que le interesaba tanto los niños, él no decía nada, solamente la observaba abrazar y acariciar la nenita que sonreía para todos allí presentes.
-¿Que le dijiste para que te hablara? – preguntó Victoria.
-Le dije que me encantaría tener una hija como ella. – Pau al decirlo la miró con una sonrisa, era verdad, le encantaría que su… bueno tener una nena así de linda como Jessica.
-A mi… - empezó a hablar de nuevo, dejando todos de boca abierta y sonriendo. – A mi también me… me gustaría tener una mamá como tu.
Paula  tragó saliva al escuchar a la nena, y de inmediato se emocionó, jamás pensó escuchar eso de una nena. Las lágrimas de emoción le cayeron hasta los labios y la chiquita llevo sus manos hasta su mejilla limpiando mientras caían de sus ojos.
-No llores. – le dijo.
Victoria se levantó y se alejo, dejando las dos, mientras sonreía a Pepe que también estaba feliz por la nena volver a hablar, mismo no sabiendo de nada antes.
-Que lindas, me parece que mi Jessy encontrará una familia más pronto de lo que imaginaba. – dijo Victoria a Pedro– Paula es tan dulce con los niños que me hace quedar chinita. – le comentaba.
-Sí, es lo que más me encanta en ella. – dijo Pedro, sin dejar de mirar a Paula, como abrazaba a la nena y la besaba.
Toda la tarde estuvo ahí con ellas, haciendo payasadas con las niñas y hasta había maquillado a Pepe para que la ayudara a hacer sus tonterías, en parte Victoria estaba extremamente feliz porque ahora tenía ayuda de dos personas muy especial para cuidar a sus bebas y también para hacerlas feliz, pero otra parte la tenía preocupada, porque sabía que los padres de Paula no quedarían quietos al saber que ella había vuelvo a frecuentar el lado pobre de la ciudad.
-Candy ¿Pepe es tu novio? – preguntó una de las nenas y Paula no sabía que contestar, la verdad solo le sonrió y dejó para Pepe la pregunta.
-Amigos por ahora. – dijo él. – Pero quien sabe ustedes no me ayudarían a conquistarla ¿Puede ser? – las niñas gritaron.
-Chi, puedes regalarle flores y chocolates. – dijo Penélope.
-Candys también, porque es lo que más le gusta. – otra niña dijo desde atrás. – Tiene que ser blanquito así como ella.
Paula disfrutaba de las risas, de los consejos y hasta las payasadas de Pepe, jamás encontraría otro hombro como él, que también le encantaba todo aquello y la ayudaba en hacerles reír.
-Candy hizo a Jessy hablar ¿No es así Candy? – le preguntó María, otra nena encantadora.
-Jessy habló porque tenia ganas de hacerlo y también fue gentil, me dio las gracias. – Paula  la miró contenta, la niña había hablado unas cositas más, pero ahora seguía calladita, riendo solamente. - ¿No es cierto Jessy?
-Si. – todos la miraron.
-Bueno, que linda… Niñas ¿Qué tal si juguemos a cosquillas? – dijo Pepe. – La primera víctima sería… mmmm. – pensaba mientras miraba a Pau.
-No… no… - decía ella empezando a correr por la gran sala. – Nooo, por favor.
Las nenas corrían tras a Paula para hacerle cosquillas, solo se podía escuchar gritos y risos de felicidad, la verdad ella había sido el sol en la vida de todas allí, a partir de aquel momento… Todo cambiaria, completamente todo.
Cuando la tarde se había ido y el cielo había empezado a oscurecer, Paula junto sus cosas y puso en su bolsa, ya su ropa estaba seca y pudo ponersela de nuevo, pero sería difícil salir de allí, porque la lluvia aun seguía fuerte, o más que antes.
-Huy, me parece que no pasará. – dijo Pepe. – Y empieza a oscurecer.
-Sí es verdad, pero es época, me acuerdo bien que venía acá y estaba todo el día porque la lluvia no me dejaba ir. – ella suspiró. – Y aun sigue igual.
-Sí, ya se te extrañaba mucho acá Pau. – dijo Victoria le guiñando un ojo y sonriendo. – Las cosas en el orfanato cambiaron muchísimo.
-Jaja, si es verdad, hay pocas niñas y ni siquiera un varoncito.

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