miércoles, 28 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 55

-Tuve una pesadilla muy fea, y estoy con miedo. – dijo haciendo una carita de llanto.
-No mi chiquita, no quedes así… va a tu camita que ya estoy yendo ¿Si? – la niña maneó la cabeza, no quería ir.
-No mami, tengo miedo, no quiero ir. – Paula por fin encontró su camisón y se levantó para buscarlo, lo puso rápidamente, la verdad sabia bien que Soledad no entendía, pero igual era feo verla así, tan alborozada. - ¿Por qué estabas desnuda? – Paula quedó completamente sonrojada con la pregunta de su hija, ya esperaba por esa pregunta, pero igual no tenia respuesta.
-Es que… bueno ¿Quieres leche? – le preguntó queriendo salir del asunto.
-Chi, con chocolate bien calentito quiero. – Pau le sonrió, y respiró hondo al pensar que Soledad no era su hija verdadera, pero no importaba, para ella era su hija y lo sería para siempre. – Sabes que te amo mucho ¿No?
Paula  le regaló una sonrisa hermosa y asintió, ella también amaba mucho a Soledad, pero no había nada más hermoso que escuchar algo así de una nena, en cada palabra de su hija se acordaba a Jessica, porque no podía estar a su lado todas las noches y mañanas también, le dolía saber que hasta no estuviera casada y con los papeles en manos no podría tener el guarda temporario de la nena.
-Yo también te amo, mucho mi niña, mucho. – dijo entrando en la cocina.
"El color no dice nada, los ojos todo… Ve más allá de la piel, del color, de la historia, ve los ojos, el alma y el corazón." Esas palabras no salían de mi cabeza ¿Será que Rosa sabía quien era mi hija? Desde que Pedro le había dicho que su nena era de color, no le salía de la cabeza la posibilidad de que Jessica pudiera ser su hija.
-¿Que estoy haciendo? – se preguntó a si misma.

Estaba en el despacho de Victoria, había revisado todo los papeles de cuando Jessica había llegado al orfanato, de su nacimiento y hasta los de sus padres cuando la dejaron ahí.
-Como soy una tonta, Jessy no es la única niña negra que hay en esta ciudad, a parte, ni siquiera mis padres la dejaron acá. – Pau se sentó en la gran silla de Victoria, con los papeles en manos, su amiga había salido y la había dejado con las niñas, pero como aun seguían durmiendo ella aprovecho para buscar algo. - ¿Dónde estarás mi nena? ¿Dónde?
Tenia tantas cosas en la cabeza que mal podía asimilar, la pelea del otro día con Pedro, las cosas que pasaron después, la verdad que ni tuvo tiempo de terminar lo que habían empezado, y ni siquiera terminaron de hablar sobre el asunto, no quería hablarlo frente a Soledad, igual debería contarle la verdad, porque no podría dejar para después.
-¿Y si de verdad Soledad es mi hija? – dejó los papeles en la mesa y maneó la cabeza Necesitaba hablar con Rosa, así que llegara a su casa hablaría con Pedro para que la  llevara hasta la casa de la señora, así podría asimilar bien las cosas. – Ay Diosito, dame una luz, por favor. – le imploró cerrando los ojos y apoyando su cabeza en sus manos. – Cuanto he sufrido con esto ya, no sé si podré aguantar mucho. – suspiró.
Pau se levantó y puso todos los papeles donde estaban antes, organizó todo y volvió a sentarse en la silla, pensativa, otra vez bajo la cabeza y quedo pensando en lo que había pasado todos esos años, cuando de repente sintió una suave piel acariciando su mano, no miro inmediatamente, dejo sentir aquella caricia, luego levantó los ojos y miró a Jessica aun en pijama.
-No llores mamá, no llores. – dijo la nena sin dejar de acariciarla. – Es que si lo haces me dejas muy triste y no quiero estar triste. – las palabras de la nena hizo que le saliera una pequeña sonrisa, pero igual le dolía, le dolía saber que estaba triste también por su culpa.

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