domingo, 18 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 25

Una parte de ella quería mucho salir de aquella casa, de aquel país, pero otra gritaba y peleaba para no hacerlo, las ganas de encontrar a su hija eran más fuertes que cualquier otra cosa y ahora tenía otra escusa para seguir acá… Estaba enamorada, completamente enamorada. Su felicidad seria completa si Rocío estuviera con ella, porque Pedro sería el más lindo de los padres.
Paula suspiró al entrar en el taxi que había llamado, traía en manos pocas cosas, solamente lo necesario por algunos días, hasta que pudiera volver y buscar sus otras cosas. Era difícil creer que aquella pelea fue hasta a este punto, que su padre la odiara tanto a punto de quitarle lo que más deseaba y jamás ayudarla en buscar, y para colmo mentir diciendo que en vez de niña había tenido un niño.
-Yo sé perfectamente que es una nena. – dijo para si misma, pensando en cada palabra de Miguel.
¿Y si de verdad él tenia razón?
Paula jamás había hecho una ecografía cuando estaba embarazada, y después del parto había desmayado, jamás conoció la carita de su pequeña ¿O pequeño? No, no podía ser, ella sabía que era una niña, sintió todo su embarazo que lo sería, y luego al darle la luz escuchó muy bien lo que dijo la partera.
-Es una niña. – dijo la señora, Paula la había escuchado perfectamente. – Muy linda y grande, por eso la pobre chica no estaba aguantando, gracias a Dios todo salió bien.
-¿Para colmo una niña? Jaja, parece castigo. – dijo su padre.
Ella estaba tan flaca que no podía ni siquiera abrir los ojos para ver su hija, tenía ganas, lo intentaba, pero había una fuerza enorme que la estaba empujando para un sueño, un sueño distinto donde fue despertarse en un hospital, después de dos semanas.


El taxista dejoó a Paula enfrente al orfanato, todavía era temprano, respiró hondo y limpió las lagrimas que le caían, quería empezar nueva vida, y esas niñas que allí vivían harían parte de esta nueva vida. El gran portón estaba abierto, y entró, antes que pudiera poner los pies adentro las nenas vinieron corriendo abrazarla, todas la quería, la quería muchísimo, más aun a su consentida Jessica que la miraba de lejos con una sonrisa enorme, no quería compartir Paula con las otras chicas, mejor abrazarla después, cuando podía estar sola y tranquila con ella.
-Candy… que bonita eres sin la payasita. – dijo una de las nenas haciendo que Pau se agachara para darle un beso.
-Gracias mi amor, pero no más que tú. – la nena se sonrojó y le regalo una sonrisa. – Ahhhh… ¿Me quieren matar? Jajaja. – las niñas la empurraba, la abrazaba, una en una pierna y otra en otra, era cosa de loco, pero allí se sentía tan bien que no podía explicar lo mucho que estaba feliz por tener a tantos angelitos con ella.
-¿Pau? – gritó Victoria desde la puerta, riendo por como las chicas la estaba matando. – Cuidado eh, te van aplastar jajaja.
-Sí, pero me encanta. – contestó ella con otro grito. - ¿Sabes que les traje?
-Nooooooo. – gritaron todas. - ¿Qué trajiste? – preguntó una de las nenas.
-Caramelos. – Paula salto de alegría con las nenas. – Pero solo van comer quien ha almorzado súper bien eh, y que esté con la pancita llena.
-Chiiiiiiiii. – gritaron de nuevo.

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