miércoles, 14 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 12

La verdad no sabía explicar lo que de verdad me estaba pasado ¿Estaba enamorada? Si, seguro… Otra vez volvía a sentir aquella cosquillas en el estomago, el corazón que latía rápidamente, y las ganas de tenerlo siempre junto a mí, eses y muchos otros síntomas solo podía ser amor… Estaba amando a Pedro y la verdad me encantaba.
-Mmmm… gimió Pedro, aun con los ojos cerrados. – Mm, como eso me gusta.
Abrió los ojos rápidamente cuando sintió las manos de Paula sobre él, sus labios en su cuello, besándolo suavemente, la habitación aún estaba oscura, eso era señal de que aun no había amanecido… Pero era increíblemente rico sentirla ahí, besándolo, acariciándolo.
-¿Pau? – cuando escuchó su nombre Pau llevo su boca a la de Pepe robándole un apasionado beso. – Mm ¿Ya no tienes sueño? – preguntó él.
-No… No puedo dormir. – ni siquiera para hablar dejaba de acariciarlo, de besarlo.
-¿Porque? ¿Puedo saber? – le encantaba todo lo que estaba haciendo ella, más por la iniciativa, porque él jamás haría eso, no por ahora.
-Es que… contigo ahí, no sé… no puedo. – dijo ella susurrando en su oído.
No dijo nada más, le mordió la oreja derecha y volvió a su cuello haciéndole chupetones, las manos de Pau acariciaba sus piernas y a la vez su pectoral musculoso, mientras le salían gemidos.
Por su vez, Pepe, al ver la iniciativa de Pau también le empezó a acariciar, empezando por sus piernas, la verdad tenía miedo de hacer algo que no le gustaba, pero wow, todo lo que hacía él le encantaba, le fascinaba, como lo que estaba pasando ahora. También era una persona y tenía derecho de sentir esas sensaciones, más cuando tenía un hombre a su lado, bueno, no solo un hombre, el más hermoso de los hombres.
__Oh Pepe. – gimió Pau cuando él llegó al fin de la camisa, casi poniendo las manos por entre sus piernas.
Sentía en su pelo la respiración agitada de Pepe, y eso la excitaba muchísimo, no entendía porque hacia eso, era como un instinto, no podía estar a su lado sin pensar en tener algo con él, sin conocer su cuerpo y todo lo que podía hacer con él. Ella dejo de acariciarle un instante para desabrochar los tres primeros botones de la camisa de algodón que le había prestado Pepe, dejando así uno de sus senos al descubierto. Con la poca luz que tenía en el cuarto él no pudo ver lo que hacia ella, solamente lo sintió cuando Pau subió arriba de su cuerpo haciendo que su seno llegara a los labios de él.
-Mm… - gimió cuando Pepe lo beso suavemente. – Te quiero, mucho Pepe. – susurró ella.
Paula tenía los ojos cerrados, disfrutaba de cómo él succionaba su pezón, tan despacio, tan delicadamente como si fuera un nene. Por primera vez lo estaba sintiendo, la verdad nadie jamás le había hecho eso, solamente conocía esas cosas por películas y nada más. Las manos de Pedro deslizó por el cuerpo de Pau, llegando hasta sus senos, sacando el otro para tenerlo a los dos y disfrutarlo, esa que estaba allí todavía no la conocía, no era la misma Pau, era otra, mucho más atrevida y que no se sonrojaba, pero podía jurar que le encantaba igual.
Bueno, todo era distinto en el oscuro, ella lo ayudó a quitar su camisa, y luego abrió desesperadamente el cierre del short de Pepe, sentía una presión entre sus piernas, y necesitaba dejarlo libre.
-Pau… gatita, me estás dejando loco. – le dijo en el oído, volteándose con ella en la cama, ahora quedando arriba.
Por un minuto se levantó de la cama y prendió la luz, no podía hacerle nada sin verle, sería más rico poder ver los ojos de diamantes de Pau y también su expresión mientras le hacia el amor… Pero cuando lo hizo Paula se asustó, sus mejillas quemaron como fuego y quedo completamente colorada. Ni siquiera ella entendía porque tenía tanta vergüenza si sus ganas eran aun mayores que la de él.
Pedro  volvió a la cama, solamente en box, pero de lejos se podía ver como se había despertado su miembro, él la miro dulcemente, levantando su mejilla para besarla, y la acostó de nuevo suavemente mientras sus labios se abrían para recibir la lengua de Pepe y pudieran así jugar.
-Eres linda.
Dijo Pedro, mientras con sus labios bajaba para su cuello, dándole pequeños piquitos por todas partes, llegando a sus senos los acarició con la punta de sus dedos haciéndola temblar de placer… se detuvo un poco ahí, porque eran los más bellos que había visto en toda su vida, tan suaves, tan firmes y redondos, como si hubieran modelado.
Los succionaba, y ella gemía, era difícil entender como le excitaba tanto tenerlo así, ella se atrevió a desabrochar los otros botones de la camisa, dejándola caer por la silueta de su cuerpo esbelto.
-Te amo Paula. – le dijo él mirándola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario