miércoles, 21 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 35

Todos los niños eran encantadores a los ojos de Pau, tanto a esa chiquita como estaba ahí como a su morenita que estaban en el orfanato, por más que quería estar solo con su hija en aquel momento, la imagen de Jessica venia a su mente, a parte, le había prometido jamás dejarla y lo cumpliría, jamás la dejaría. Ahora podía decir que Pau tenía dos chiquitas y quizás más para el fin del año.
-Me dijeron tu nombre, pero me olvidé. – dijo la nena. - ¿Cómo te llamas?
-Paula… pero me gustaría mucho si siguieras llamándome mamá. – la beba le sonrió, obvio la llamaría mamá. - ¿Y tu mi niña? ¿Cómo te llamas?
-Soledad, pero me dicen Sole o como decía Sor Luciana Solcito. – la niña de verdad era preciosa y muy inteligente ¿Cómo pudo estar tanto tiempo sin ella? ¿Cómo?
No, no sabia como había vivido casi seis años lejos de su hija, sin conocerla, sin saber de su vida, sin llamarla hija y ser llamada mamá, pero gracias a Dios, estaba ahí fuerte y sana y se veía que era una nena alegre a parte de linda.
-¿Como era tu vida mi chiquita? ¿Eras feliz? – le preguntó Pau poniéndola en sus piernas, para que quedasen aun más cerquita, su olor le encantaba.
-Si, tenía muchas amigas y espero verlas siempre mamá. – los ojos hipnotizaron a Paula que de inmediato le asintió. – Y también habían las monjitas que era súper lindas conmigo, una u otra me ponía de castigo a veces. – se rió escondiendo la carita roja. – Y me contaban historias encantadas. – de pronto bajo la cabeza y dejo salir un suspiro. – Pero no tenía mamá.
-Mi amor, siempre tuviste mamá, solo que Diosito nos quiso separar, por una buena causa espero y ahora ya estamos juntitas y es eso que tenemos que disfrutar y agradecerlo por haber puesto nosotras en el mismo camino.
-Si mamá, ahora tengo una mamá a mi lado.
-Si y por siempre, porque seremos las más felices del mundo.
Era raro aun saber que tenia a su hija a su lado, pero le estaba encantando, cada detalle, cada instante, cada palabra de la pequeña, cada gesto, cada caricia… Como se parecía a Jessica, eran absolutamente parecidas en el psíquico y también en muchas otras cosas. Estuvieron toda la tarde sentadas conversando como adultas, como niñas y hasta un tiempo más jugando a las muñecas, cuando la noche ya estaba llegando la cocinera les llevo la comida en la habitación y antes que pudieran terminar los padres de Pau entraron contentos.
-Huy, no sé como puedo agradecerles todo esto. – miro a su madre y la abrazó. – Muchas gracias por apoyarme mamá y papá, perdón si te lastimé en algún momento, la verdad que eso era lo que más quería en toda mi vida, no podía más vivir sin ella. – se acercó a su padre. – Yo jamás pensé que volverías atrás y…
__Hija, ahora solo queremos que disfrutes a tu bebé. – dijo Miguel interrumpiéndola. - No la he buscando antes porque tenía papeles firmado desde hace mucho y mira que ahora estaba sola pobrecita. – él miro a la nena jugando mientras ellos hablaban. – Espero que vuelvas a casa, se te extraña demasiado acá. – su madre asintió.
-Me vas a perdonar papá, pero ya no puedo volver a esta casa. – sus padres quedaron sorprendidos por las palabras de Paula.
__¿Y porque no hija? ¿Dónde quedarás? A parte, la nena necesita de un lugar cómodo para vivir con ella. – le dijo su madre.
-Si mamá lo sé, ahora que la tengo conmigo quiero comprar algo para nosotras solamente, quiero vivir con mi hija y disfrutarla mucho. – se volteó y la miro. – A parte, quiero formar mi propia familia mamá, estoy enamorada y sé que seré feliz a su lado y más porque tengo a mi chiquita ahora.
-Hija ¿Estás con alguien? ¿Y ni siquiera me había dicho? – le preguntó.
-Si mamá, estoy súper enamorada, a punto de pensar seriamente en formar una familia con él y creo que debo empezar por ahí, en comprar algo que sea mío y de mi nenita. – sus padres le sonrieron. – Pero nos podrá visitar siempre que quieran.
-¿Mamá? – la voz dulce de Sole hizo que todos la miraran. – Ya he terminado, mira. – le mostró el plato vacío, sin ni siquiera un granito.
-Que lindo mi amor ¿Estaba rico? – la nena asintió. - ¿Quieres más?
-No, gracias.

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