domingo, 18 de octubre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 23

Las palabras de su padre fueron como si hubiera caído el cielo sobre su cabeza, sus ojos de inmediato llenaron de lagrimas que se resbalaban sobre su mejilla, Alejandra llegó justo en el momento en que Miguel le estaba hablando esas cosas, a ella también le dolía que su hija sufriera, sabía mas que a nadie que no podría vivir sin ella, no quería imaginar el dolor de Pau por no tener a su nene a su lado.
-Para tu información, es una nena. – dijo ella, temblorosa.
-Era un varón. – dijo él mirando al suelo, como si estuviera recordando aquella noche en que Paula tuvo a su bebé. – Yo estaba ahí y lo ví ¿Por qué siempre eres tan cabeza dura? ¿Por qué siempre insiste que es una nena? Si yo que lo ví, estoy cien por ciento seguro que si era un varón.
Le decía de un modo que lastimaba mas el corazón de Pau, lo hacia sangrar ¿Por qué tu papá era tan malo? ¿Por qué él siempre estaba haciendo su vida imposible? ¿Por qué? A veces pensaba que no era querida en su familia, nadie la quería ver feliz.
-Nunca me engañaras, yo sé perfectamente que era una nena papá. – le gritó.
-Paula, por favor. – su padre por fin interfirió en la pelea. – Ya no quiero que hablen más de eso. Es pasado ¿Por qué tantas peleas por un pasado? Ya no hay vueltas ¿Y tú Pau? ¿Por qué te mortificas en esto niña? Te hace tan mal, y mismo así sigue sin dar un paso ¿Y tí Miguel? Sabes mejor que nadie que este tema hace sufrir a nuestra niña y por milésima vez le ruego que ayúdala, tú sabes donde anda metida esa gente que diste el nene…
-Nena mamá, nena. – los ojos de Pau eran de rabia, toda la vida sabia que tu papá conocía a la gente que criaba a su hija, y jamás le diría.
-Lo que sea, nene o nena, Miguel ¿No ves como sufre Pau? – él ni siquiera la miraba, era como si entrara por un oído y saliera por otro. – Es nuestra hija, ya no puedo verla llorando por ese maldito pasado y la única forma de borrarlo es traer a ese niño de vuelta. – él por fin miró a Alejandra  y maneó la cabeza. – También me siento culpable por todo, más porque jamás conseguí arrancar de tí la verdad… - ella bajó la cabeza y se acercó a Paula. – Nos equivocamos Miguel, lo mejor para Paula no era viajar, no era estudiar, no era tener lujos, eso pensamos y fuimos egoístas, ella solo necesitaba del bebé.
Él les dió la espalda y poco a poco se retiró del local, dejando a Paula llorando como una niña ¿Por qué siempre que entraba a su casa pasaba algo y salía más que lastimada? Quizás la única forma de no sufrir sería salir de allí, y jamás volver, jamás.
-Hija, mi chiquita. – Alejandra se acercó a Pau que de apoco caía en el suelo, ya no podía aguantar tanto dolor. – Cálmate Pau, todo va a salir bien al final.
La ayudó a levantarse y a subir la enorme escalera, por más que fuera una mujer dura, no podía ver a su hija sufriendo, le empezaba a lastimar todas las palabras de su hija, toda la culpa que ella ponía en ellos, todo… estaba siendo tan difícil. La acostó en su cama, aun seguía llorado, pero no sabia que decir para que calmara, y la verdad era la mejor medicina por lo que estaba sintiendo.
-Descansa ¿Sí? – Pau asintió. – Pediré a Natalia para traerte algo para comer, estás pálida, y luego vengo a ver como te sientes. – le acarició el rostro y le dió un beso en la mejilla.
Bajo las escaleras con rabia, ya estaba cansada de esta vida, de ese lugar, de la convivencia con Miguel, los dolores de su hija, la culpa de haber quitado su felicidad, de haberla matado por dentro, estaba cansada de todo. Ella respiró hondo al entrar en el despacho, sabía que su esposo estaba ahí, cerró la puerta al entrar y se paro frente al escritorio, completamente enojada.

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