sábado, 18 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 59

Se sirvió una taza de café y regresó a su mesa, sintiéndose algo mejor. Lo positivo de no salir con ella era que jamás tendría que confesarle que él era el hombre que había disfrutado de los placeres sexuales destinados a su novio.
Se reclinó contra su silla con gesto resignado. -Eh, Alfonso.
Se volvió y alzó el mentón en un gesto de reconocimiento aun colega que se acercaba a su mesa.
-¿Sí, Booker? -Estoy en un aprieto. Pedí el turno de la boda de las tres y media en St. Michael y acabo de recordar que se supone que debo llevar a mi suegro a jugar al golf. ¿Crees que podrías...?
-Desde luego.
Le costó mantener la mente en dirigir el tráfico al aparcamiento de la iglesia sabiendo que Paula no tenía coche y que sin duda había llegado temprano y ya estaría dentro. Sin embargo, permaneció atento a la presencia de un Lexus de 1999 con una matrícula que encajaba con la que él había memorizado.
Cuando la boda estaba apunto de comenzar, no había visto ninguno. En el momento en que el aparcamiento comenzó a llenarse, dejó el tráfico de la calle a su compañero y dirigió a los rezagados hacia los lugares aún vacíos. No resultaba una tarea demasiado estimulante, pero el trabajo policial no siempre lo era. Sin embargo, sus constantes vitales se aceleraron al captar un destello azul que corría por el aparcamiento. ¿Paula? Sonrió involuntariamente. Llevaba un vestido largo con motivos florales que ceñía su figura al tiempo que se sujetaba un adorable sombrero a la cabeza para no perderlo. Se detuvo junto a un coche blanco, miró dentro y luego pareció probar todas las llaves de un llavero. Pedro corrió entre las hileras de vehículos. -
Paula . -¿Qué haces aquí? -los ojos parecieron salírsele de las órbitas cuando giró la cabeza con brusquedad. -Hago trabajo voluntario para la iglesia - Dios, estaba hermosa... no, magnífica con el pelo lustroso cayéndole sobre los hombros. Tal como la había imaginado-. ¿Hay algún problema? -La novia escribió sus propios votos -señaló el coche-, pero los dejó en el asiento delantero. ¿Los ves? -Pedro asintió-. No obstante, ninguna de las llaves parece abrir la puerta -probó una más. -Es un Toyota -explicó él-. Las que tienes me parecen de un Ford. -¡Sofía me dio las llaves equivocadas!
Él sacudió la cabeza y extrajo un instrumento delgado. -Se supone que no debo hacer esto por nadie, pero como te conozco y se trata de una emergencia, haré una excepción -la sonrisa que le regaló cuando la puerta se abrió fue suficiente recompensa.
-¡Gracias! -se inclinó para retirar la hoja de papel, proporcionándole una arrebatadora  visión de sus piernas cuando el vestido se levantó por detrás. Salió y cerró de nuevo--. Bueno... ha sido agradable verte de nuevo - comentó un poco nerviosa.

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