sábado, 25 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 89

Una voz que reconoció como la del doctor Story sonó por los altavoces:
-Por favor, esté atenta al siguiente mensaje.
Hizo una mueca. Había olvidado ir a buscar la copia de su amonestación.
-Paula, soy Pedro.
Se sobresaltó y vertió el refresco por la pechera de su uniforme.
-Está por el sistema de comunicación del hospital -Cecilia la miró con los ojos muy abiertos.
-Te amo -afirmó con voz decidida-. No espero que ello te haga cambiar de parecer, pero quería que lo supieras.
Paula soltó el bote y dejó que Cecilia fuera a recogerlo mientras ella asimilaba la declaración de Pedro. Oyó unos aplausos apagados en el pasillo y varias personas se asomaron a la sala para hacerle un gesto con los pulgares hacia arriba.
-¿Qué vas a hacer? -graznó Cecilia dando saltitos.
-No habla en serio -meneó la cabeza.
-¿Estás loca? ¡Te acaba de decir que te ama por los altavoces, por el amor del cielo!
-Intenta aplacar su conciencia. Los hombres como Pedro Alfonso dirían cualquier cosa cuando se ven arrinconados --ella lo sabía, había visto cómo las palabras almibaradas de su padre derretían la decisión de su madre. Bueno, prefería estar sola el resto de su vida antes que entregarse aun hombre con el cual se desperdiciaría el amor.
-¿No piensas prestarle atención?
Introdujo más monedas en la máquina, aunque con dedos temblorosos.
-Eso es. No le haré ningún caso. Al menos lo iba a intentar.
Paula  contempló el informe que tenía en la mano, su amonestación oficial por "tratar a un perro en unas instalaciones sanitarias para humanos". Su firma parecía pequeña al lado de la del doctor Story.
-Rómpalas -había dicho el doctor Story , entregándole el original que se había adjuntado a su currículum y la copia-. El oficial Alfonso pasó el sábado por la mañana para explicar la situación y comprendí que actué con precipitación.
Hizo una mueca. La sincronización de Pedro la sorprendía... lo había hecho antes de que ella descubriera su suplantación de personalidad. Se dirigió a la cocina, rompió los papeles y los tiró al cubo de la basura. No quería pensar demasiado en ello, de lo contrario, podría llegar a convencerse de que, después de todo, Pedro Alfonso era un buen tipo.
La sobresaltó el teléfono. Estuvo tentada de dejarlo sonar, pero decidió que no iba a permitir que la posibilidad de que fuera Pedro influyera en sus hábitos. Cuanto antes regresara su vida a la normalidad, mejor sería.
-¿Hola? -contuvo el aliento. Qué Dios la ayudara, pero deseaba que fuera él.
-Hola, querida, soy tu madre.

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