lunes, 20 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 68

Pero a través de la bruma del deseo llegó a oídos de Paula el sonido de voces que se aproximaban. Se puso rígida y se apartó, reconociendo una como el de una dama de honor chismosa. ..si los veían juntos todo el mundo, incluyendo Tomás, sabría que había estado flirteando con el hombre de moda.
La desesperación debió reflejarse en su cara, porque él dijo:
-Por aquí -y abrió la puerta que había detrás de ella.
Se metieron en el cuarto oscuro y Pedro cerró. Quedaron envueltos en una oscuridad casi absoluta. El grupo pasó de largo entre bromas y risas.
-¿Vieron a ese poli maravilloso? - preguntó una mujer- ¡Qué bueno está!
-No me importaría que me esposaran con él -dijo otra, lo que provocó otra oleada de risitas.
A Paula  le palpitaba todo el cuerpo, con los sentidos agudizados por el beso de Pedro y su proximidad en la negrura. Podía oírlo espirar. Al fin las pisadas y las voces se alejaron.
Aliviada de haber evitado el desastre, tanteó en busca del picaporte y lo giró. Pero no se movió.
Sintió pánico al esforzarse en abrir. -No abre -siseó.
-Déjame probar -pidió con incredulidad. Apartó la mano cuando sintió la de Pedro.
Lo intentó tres veces, cada vez con más insistencia. Luego gruñó:
El pomo se ha salido.
-Oh, estupendo -reacia a aceptar la posibilidad de que pudieran encontrarse atrapa- dos, se volvió para inspeccionar su escondite. Desde una ventana alta situada en la parte de atrás de un cuarto pequeño y estrecho penetraba algo de luz, perfilando sombras extrañas.
Tanteó en la pared más cercana en busca de un interruptor, pero cuando lo encontró, el clic no iluminó nada. Repitió la operación-. La luz no funciona -anunció.
-¿Para qué venías hacia aquí en primer lugar? -preguntó él con tono acusador.
-Buscaba un teléfono -se encrespó, sin añadir que, cuando lo oyó a su espalda, solo quiso huir.
-Parece que es una especie de almacén de muebles -indicó a cierta distancia de ella.
Los ojos de Paula se habían adaptado a la oscuridad y pudo percibir sofás, mesas y sillas alineadas a lo largo de la pared. Hacía calor y la atmósfera estaba cargada.
-Tiene que haber alguna salida -dio un paso y tropezó con algo.

Comprendió que era el pie de él cuando la sostuvo y sus manos rozaron partes íntimas. Un deseo descarnado recorrió su cuerpo encendido. En cinco segundos, la atmósfera adquirió un aire libidinoso. Apenas lo veía, pero la electricidad que había entre ellos centelleaba. No podía explicar lo que había surgido entre ellos en apenas unos días, pero se encontraba impotente para resistirlo. La mano de Pedro  buscó su barbilla y los dedos le acariciaron la nuca; Paula supo que se encontraba perdida.

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