miércoles, 22 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 75

El viaje en autobús a través de la ciudad fue tortuoso. No paró de revivir los acontecimientos de los últimos días junto con los mensajes dejados en su contestador, buscando frenéticamente una explicación, pero sin dar con ella, Las implicaciones le revolvían el estómago. Salía con un hombre, mantenía sexo telefónico con otro y sexo de verdad con un tercero.
¿Cuándo había dado ese giro tan extraño su vida?
Cerró los ojos. Cuando dejó que las necesidades físicas se impusieran a su buen juicio. Una cosa era segura... debía hablar con Tomás antes de que encontrara la nota que le había dejado sobre tener conversaciones por teléfono. Después, iría paso a paso, siempre que hubiera un modo de salir del lío en que se había metido.
Bajó del autobús y avanzó a paso acelerado hasta la casa de Tomás. Al ver que los periódicos estaban fuera, se sintió desgarrada entre el alivio de que no hubiera vuelto y la consternación de que sus sospechas empezaban a parecer aterradoramente correctas.
Dejó la caja con el teléfono, recogió los diarios y buscó la llave de la puerta con una mano que le temblaba fuera de control. Se le cayó al suelo al oír el claxon de un coche. Al volverse, se le hundió el alma. El Lexus negro de Tomás entró hasta el garaje. La nota... debía apoderarse de la nota. La puerta del garaje se abrió y él introdujo el coche. Recogió la llave y pensó que aún podía llegar antes que él a la cocina. Abrió y entró a trompicones. Al llegar a la cocina, Tomás ya había visto la nota. Se lanzó delante de él y la apartó de su alcance, luego le regaló una sonrisa alegre.
-Bienvenido a casa. -Gracias -le dio un beso fugaz en los labios, luego frunció el ceño--. ¿Qué es eso?
-¿Qué? -Eso trozo de papel que acabas de agarrar. -Oh -bajó la vista a su mano--. No es nada... solo una nota que te dejé el otro día cuando vine, para meterte los diarios.
-Oh. ¿Así que recibiste mis mensajes?
-Hmm, sí. Sí, claro.
-Empezaba a cree que tu contestador no funcionaba -sonrió.
.Mi contestador no tiene nada, todo está en mí., pensó apesadumbrada. Había esperado sentir entusiasmo al verlo, pero solo estaba... triste. Triste porque Tomás y ella hubieran mantenido una distancia física y emocional que ninguno parecía capaz de reducir. Quizá la culpa no fuera de nadie... sencillamente no resultaban compatibles. En los pocos días transcurridos desde la última vez que lo Vio, había cambiado demasiado, había descubierto cosas sobre sí misma que alarmarían y quizá disgustarían a alguien tan plácido y desapasionado como Tomás Trainer. No obstante, le debía una especie de explicación.

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