lunes, 13 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 34

Paula se apartó cuando la otra avanzó y dejó un cassette sobre la mesa, luego apretó una tecla y comenzó a moverse al ritmo de una versión estilizada del Happy Birthday.
La mujer se desprendió de la cofia de enfermera y se soltó el pelo negro, agitándolo en la cara de su cliente. Cuando comenzó a desabotonarse la blusa, Paula  trastabilló hacia la entrada, luchando con una oleada de emociones. Un lado oscuro de ella quería ver cómo iba a responder el oficial a esa manifiesta exhibición.
El oficial Alfonso disfrutaba de lo lindo. No de un modo grosero, sino con buen humor. La mujer se había quedado con la parte superior de un bikini y la falda, al tiempo que pasaba los brazos en torno al cuello de Pedro mientras bailaba ante él. Paula entornó los ojos al imaginarse en el lugar de la otra, desnudándose para alguien.
Pero, ¿para quién? Abrió bien los ojos. ¿En qué estaba pensando? Cuando la mujer lo obligó a sentarse y se sentó en su regazo, huyó.
Le agradó tener que caminar una manzana. Avanzó con pasos cortos bajo el bochornoso calor. La respiración se le aceleró al pensar en la escena que acababa de presenciar. Lo bueno era que la aparición de la bailarina le había ahorrado la compañía del oficial Alfonso. Esbozó una mueca. y lo malo era que la aparición de la bailarina le había ahorrado la compañía del oficial Alfonso.
Se sintió consternada por sus pensamientos. Al ver a la rubia él había olvidado al instante la invitación. Desterró las imágenes inquietantes de compartir un almuerzo íntimo con él, luego compró un bollo en un puesto de la calle y aceleró el paso con el deseo de ocupar las manos y la mente.
Como ya le había entregado el teléfono del posible propietario del perro, no los unían más vínculos. De hecho, no se le ocurrían más circunstancias que la obligaran a hablar con él en el futuro.
Me gustaría ver a la enfermera Paula Chaves- le dijo a la mujer que recibía a los donantes.
-¿Es amigo de Paula? -con descaro lo miró de arriba abajo.
-..No, pero hemos tenido sexo-. -Nos conocemos.
-Oh, espere -el rostro de la mujer registró reconocimiento-. ¿Es usted el poli que casi consigue que la despidan?
-Bueno -sonrió con ironía-, también tengo otros méritos para la fama.
La mujer observó la porra que llevaba al costado y enarcó las cejas.
-Apuesto que sí. por aquí, oficial Alfonso.
Siguió a la enfermera delgada, divertido al saber que parecía conocer tanto a Paula como sus asuntos. Pensó que quizá pudiera serle de ayuda.

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