martes, 14 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 38

-¿Querría cenar conmigo en alguna ocasión? -soltó. Al menos había tenido éxito en captar su atención. Contuvo el aliento, pero ella meneó la cabeza.

-No puedo. Tomás y yo somos. ..fieles.
.Pero has estado compartiendo tus fantasías conmigo, tuvo ganas de gritar.
-¿Su novio ya ha regresado? -sabía que iba por terreno peligroso, pero no pudo contenerse.
-Sí. Pero olvidé mencionarle su nombre. -No se preocupe por eso -¿se había ruborizado? Se sentó. Quiso acercarla para darle un beso prolongado. A cambio se bajó la manga e intentó abotonarse el puño. Para su sorpresa, ella le apartó la mano.

-Déjeme. Paula hizo que el proceso fuera un acto erótico. Pedro se secó una lámina de transpiración de la frente, que había surgido solo de observar sus dedos ágiles y saber dónde habían estado.
-Ya está. Gracias por donar sangre... las reservas están peligrosamente bajas.
-Ha sido un placer ayudar. Ojalá hubiera algo más que pudiera hacer.
-Quizá podría animar a sus compañeros a venir.
-¿Cuántas bolsas necesita? -sonrió, sin querer desaprovechar esa oportunidad.
-Tantas como consiga -sus dientes eran blancos y brillantes.
-Si consigo que vengan cien donantes, ¿aceptará cenar conmigo?
-No -se mordió el labio--. Pero lo invitaré a ese perrito caliente.
-Trato hecho -se puso de pie-. Espero que tengan suficientes bolsas.
-Parece que trabajaré hasta tarde -la sonrisa que esbozó sacudió a Pedro.
Él titubeó. ¿Significaba eso que no pensaba llamarlo esa noche?
-¿Tiene planes?
-Se supone que tengo que llamar a Tomás cuando llegue a casa, eso es todo.
Pedro exhibió una mueca de satisfacción. -Bueno, cuando hable con él, dígale que
pienso que es un hombre afortunado -se puso la gorra y se llevó la mano a la visera-. Señorita.

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