domingo, 19 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 64

Ella se humedeció los labios cuando salieron del aparcamiento.
-Neil y Sofía me pidieron que te invitara a la recepción, dijeron que te guardarían una botella de champagne en señal de gratitud.
-No es necesario. -Pedro, alguien podria haber resultado muerto -murmuró, sin siquiera intentar esconder la admiración que sentía por su rápida actuación-. Parece que siempre sabes qué hacer.
El perfil de él parecía más serio de lo que requería la conversación.
-No, créeme, no siempre sé lo que tengo que hacer. Pero me alegro de que en este caso nadie resultara gravemente herido -luego se señaló el uniforme-. Por desgracia, no puedo disfrutar del champagne estando de servicio -se detuvo ante un semáforo rojo.
-¿Vives cerca del Club de Campo de Arrowood?
-A unos cinco minutos.
-Entonces, ¿por qué no paramos allí para que te cambies primero? No me importa esperar.
La sonrisa que esbozó él le disparó los latidos del corazón. Activó un interruptor y las luces azules comenzaron a brillar y la sirena a aullar.
-Pero a mí sí.
 -Sube -le dijo cuando aparcó Serán solo unos minutos y podrás saludar a Crash.
Paula titubeó, pero luego se dio cuenta de que estaba siendo tonta. Pedro Alfonso, superhéroe, era de confianza. Además, tenía curiosidad por ver su espacio vital. Lo siguió por unas escaleras y se detuvieron ante una puerta con el número veinticuatro en su superficie. Jugó con la pamela, incapaz de soslayar por completo las implicaciones de entrar en su apartamento.
No había esperado ver un apartamento decorado con gusto, cómodo,  con plantas de verdad y fotos de la familia en las estanterías.
-Es bonito --comentó.
-¿Quieres beber algo? Meneó la cabeza, de pronto nerviosa, luego se abanicó.
-Cielos, y yo que pensaba que mi apartamento era el más caluroso de Birmingham.
-Lo siento -se encogió de hombros-. No paro de quejarme, pero sigue pareciendo un horno. Por la noche, hace demasiado calor incluso para dormir.
Las palabras le provocaron un cosquilleo erótico. Pensó si cuando no podía dormir permanecería despierto imaginándola a ella. No pudo apartar los ojos de sus brazos gruesos. La tensión flotaba densa en el aire.
-Bueno -juntó las manos--. ¿Por qué no te sientas? Regresaré en unos minutos -sonrió y desapareció por un pasillo.
Se puso a ver unas fotos de gente que tenía un gran parecido con Pedro. Pensó que no recordaba haber visto fotos en la casa de Tomás. Odiaba compararlos, pero en ese momento resultaba inevitable.
Oyó el ruido de una ducha y fue consciente de que el cuerpo musculoso de Pedro estaría bajo el agua. Pelo oscuro, músculos, extremidades largas. Apartó los pensamientos carnales y continuó examinando el apartamento.
Pero no fue capaz de soslayar el ruido de fondo de la ducha. Se sentía atraída por él, pero Pedro había dejado bien claro que no estaba interesado en una relación seria. Además, debía quitarse de la cabeza la extraña relación sexual que mantenía con Tomás, esa excitación hormonal que la dejaba tan desorientada. La ducha se cerró.
Se puso de pie y deseó no haber subido. En su condición, Pedro le resultaba demasiado intenso físicamente. De hecho, quizá Tomás apareciera en la recepción y pudieran hablar, dejando a Pedro a su aire. Se puso a caminar por el salón, tentada a marcharse, con visiones provocativas de él envuelto en una toalla.
Al oír un ruido a su espalda se sobresaltó. Se volvió y encontró a Crash cojeando hacia ella con una pata enyesada. Conmovida, cruzó la estancia y se arrodilló para acariciarlo al tiempo que recordaba el día que conoció a Pedro. ¿Solo había pasado una semana?
-Creo que te recuerda del parque -comentó él desde el umbral.

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