lunes, 20 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 66

-Sí, y lamento haberte hecho creer algo diferente -siguió bajando, luego lo esperó al pie de la escalera.
Pedro permaneció en silencio al reunirse con ella. Se había prometido ir despacio, pero durante la ducha no dejó de pensar en que la mujer más erótica que había conocido estaba a unos metros de distancia de él. Después de quitarse el jabón del cuerpo, había tenido que ducharse con agua fría para mantener bajo control su libido desbocada. Creyó conseguirlo hasta que la vio sentada en el suelo, acariciando al perro.
-Mira, quizá esto no sea una buena idea -gesticuló entre ellos dos.
-Quizá -repuso con sus luminosos ojos. -¿Por qué no te llevo a la recepción? Me disculparé con los novios cuando vayan a firmar los papeles de la denuncia de Haney.
-No seas tonto. Sofía y Neil quedarían decepcionados si no aparecieras. Además, después de lo que has hecho hoy, deberías ir.
-Cualquier policía habría hecho lo mismo.
-Pero no ha sido cualquier policía -comentó con voz suave-. Tienes la manera más peculiar de aparecer cuando yo menos lo espero. De no saber que es imposible, podría pensar que tú. ..
Pedro tragó saliva. ¿Pensar qué? ¿Que sabía de ella más de lo que Paula podría imaginar?
-Olvídalo -meneó la cabeza-. Vamos. Dominado por el remordimiento, la condujo a su coche utilitario de color gris. En respuesta a la expresión de ella, rió.
-No pensarías que siempre conducía el coche patrulla, ¿no?
-Supongo que sí.
-Bueno, señorita Chaves, estoy lleno de sorpresas -una de ellas seguro que no quieres conocerla.
Al menos había conseguido provocarle una sonrisa; la tensión se suavizó un poco. Le abrió la puerta, la ayudó a subir y apretó la mandíbula al tocar su piel sedosa. Quería estar con ella, disponer de acceso a su cuerpo, su mente y sus sueños, pero la distancia que mantenía, unida a su lealtad hacia Tomás  Trainer y sumada a la culpabilidad que él sentía por las llamadas telefónicas...
Retrocedió y cerró la puerta, asombrado por lo mucho que era capaz de identificarse con el lunático que había irrumpido esa tarde en la iglesia. La idea de que Paula se casara con otro antes de que tuvieran la oportunidad de explorar una relación lo volvía loco. Se pasó la mano por la cara. "Contrólate, hombre... tú no estropearías la boda blandiendo un cuchillo".
No, pero quizá se sintiera tentado a ponerse en ridículo.
Se situó ante el volante y se comportó como si todo fuera normal. Se recordó que era mejor que no hubiera pasado nada en el salón de su casa. Porque Tomás Trainer regresaría pronto para reclamar su corazón, y lo mínimo que le debía a Paula  era una confesión que evitara una ruptura con su novio.

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