Paula inyectó un tono de burla a su voz, para que Tomás no creyera que estaba interesada en aquel hombre.
-Me dijo que te comunicara que te consideraba un hombre afortunado.
-No recuerdo del gimnasio qué aspecto tiene ese Alfonso. ¿Debería sentirme celoso?
Ella casi no podía oír su voz pues hablaba muy bajito, así que pegó el oído al auricular. -Desde luego que no. Quiero decir, no es repulsivo, pero no es mi tipo.
-¿Oh?
-Es demasiado grande -se apresuró a contestar, buscando las palabras--,.. y mandón -y la llamaba señorita,como si fuera especial.
-¿Mandón? Bueno, supongo que es así como consiguió que tantos policías fueran a donar sangre.
-Supongo -se reclinó en las almohadas que había juntado contra el cabecero. Había sido todo un espectáculo ver a esos policías haciendo cola para donar sangre. Ciento seis en total. Pedro Alfonso parecía determinado a conseguir ese perrito caliente... y su atención. El problema es que ya la tenía-. Tomás -fue incapaz de identificar las emociones que bullían en su interior-, sé que hemos estado... divirtiéndonos... por teléfono últimamente, pero me preguntaba si esta noche podíamos hablar -del modo en que Pedro Alfonso había querido hablar ese día, sobre la familia y las cosas que eran importantes. Con Pedro se había contenido porque no había querido abrirse con un desconocido, pero anhelaba esa clase de camaradería con Tomás.
-Hablar -repitió en voz baja-. Claro. ¿De qué quieres hablar?
-No lo sé -reconoció-. ¿Qué te parece de nosotros?
-¿Qué pasa con. ..nosotros?
-Bueno -sonrió y se acomodó en la cama-, ¿qué fue lo que primero te atrajo de mí?
-Eso es fácil. Eres hermosa, inteligente, hermosa.
Ella experimentó una sensación de hormigueo en el estómago.
-Eres muy dulce, pero no buscaba un cumplido. ¿Qué crees que nos hace una buena pareja?
-¿No basta que esté loco por tí?
La sonrisa de ella se amplió y cerró los ojos... eran las palabras que había esperado, pronunciadas con vibrante sinceridad.
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