Lo aceptó con cautela, sorprendida por lo que pesaba. Pedro, un héroe increíblemente sereno esposó las muñecas del hombre a su espalda justo en el momento en que el novio, Neil, se acercaba con una llorosa Sofía.
-Gracias, agente -dijo Neil. -Neil Childers y Sofía Alexander -Paula se adelantó-, les presento al oficial Pedro Alfonso. Pedro es... -lo miró y el corazón se le desbocó-. Pedro es un amigo.
-¿Acompañas a Paula? -inquirió Neil. Pedro pareció divertido.
-Es un amigo de Tomás -explicó ella sonrojada.
-Me ocupaba del tráfico de la iglesia -repuso él-. Doy por hecho que conoces a este hombre, ¿verdad?
Ambos asintieron con las caras sombrías. -Darren Haney y yo salimos hace dos años -afirmó Sofía.
-Todavía te amo, Sofía -gimió el otro con los ojos apenas abiertos.
-Hay una orden que le prohíbe acercarse a ella -expuso Neil sin soltar a la novia.
-Me ocuparé de él -dijo Pedro-. Puede que más tarde tendrán que rellenar algunos papeles, pero yo no dejaría que este chiflado les estropeara el día. ¿Puedes ponerte de pie? -le preguntó al hombre.
-No lo sé -repuso con un gemido. -Inténtalo -lo ayudó a incorporarse. Miró a Paula y luego señaló el vestíbulo con la cabeza-. Saquémoslo de aquí.
Ella se volvió hacia Sofía y le sonrió dándole ánimos.
-Pedro tiene razón. Si dejan que les estropee su boda, habrá triunfado.
La novia intercambió una mirada con el novio, después sonrió y asintió.
-Esperaremos a que regreses.
-No -Paula meneó la cabeza-. Podría tardar un rato. Si no estoy aquí cuando salgan, los veré en la recepción.
-¿Tomás ha venido? -preguntó Sofía.
-Me temo que no.
-Pues tráete al oficial Alfonso. Le guardaremos una botella de champagne como un pequeño gesto de agradecimiento --corroboró Neil.
Titubeó, mirando por encima del hombro. -Se lo diré, pe... pero parece un hombre muy ocupado.
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