martes, 21 de abril de 2015

Una Llamada Inesperada: Capítulo 69

-Busquemos la salida luego -susurró él, y se dedicó a besarla.
Como una soldado agotada, Paula  casi recibió de buen grado el momento de la derrota. Tenía las extremidades flojas y la mente resignada a la conclusión inevitable de su pasión. Se lanzó de lleno al beso. ..si iba a entregar su orgullo a Pedro Alfonso, lo haría sin contemplaciones.
Los besos se tornaron más febriles y prometedores. La temperatura reinante y la energía sexual se combinaron para crear humedad en los puntos palpitantes de su cuerpo. Los sentidos agudizados de Paula le robaban el aliento. Cuando ya no fue capaz de soportarlo, desabrochó el botón superior de la camisa de Pedro. El sencillo acto liberó un torrente de gemidos y movimientos apresurados hasta que tanto la camisa como la parte superior de su vestido quedaron abiertos a la exploración de los dedos. El torso de él era un muro de músculos firmes y suaves cubiertos con un triángulo de vello oscuro. Con los dedos jugó con las tetillas tensas, deseando poder ver su cuerpo bajo la luz. Notó su corazón bajo la mano, como si la dura e insistente erección que tenía contra el estómago no fuera prueba suficiente de que se hallaba vivo. Él le acarició los pechos a través del tenue sujetador, y los pezones se le pusieron duros.
-Con más fuerza -susurró, arqueando la espalda.
En respuesta, él le soltó el sujetador, le tomó los pechos en las manos y se dedicó a frotarlos hasta que ella gritó. Sin advertencia previa, bajó la boca a los pezones y ella perdió todo pensamiento racional.
-Ahhh -murmuró, aferrando la cabeza de Pedro contra el pecho, instándolo a introducirIo más en su boca. Él movió la lengua sobre la punta sensible, provocando sensaciones que estallaron sobre ella en oleadas y la transportaron hacia el tipo de experiencia que solo había imaginado y que en ese momento se preguntó si sería capaz de resistir.
Decidió que era su contacto lo que tanto la excitaba. Firme pero gentil. Poderoso pero contenido. La acarició como si fuera un tesoro especial que podría romperse si no se manejaba con cuidado. y su voz creaba una descarga eléctrica en sus muslos. Respondió con entusiasmo cuando trasladó su atención al otro pecho y exploró todas las partes de él que tenía a su alcance. Pedro alzó la cabeza y la miró a los ojos, luego guió la mano temblorosa a su cintura.
Paula lo entendió. La deseaba, pero quería que la decisión fuera de ella. Respiró hondo a través de la boca abierta y deslizó los dedos por la cintura del pantalón para sentir su piel desnuda y caliente y la punta húmeda de su erección. Cuando él gimió, Paula notó que un poder femenino le inflamaba el pecho, dándole la confianza para ser atrevida. Le bajó la cremallera y aferró su grueso pene, luego se apoyó en él, apretando los pechos contra su torso.

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