Pedro fue a negar con la cabeza, pero de pronto recordó sus emociones después del incidente en la iglesia. Paula afirmaba que quería un hombre honesto. Bueno, hasta el momento lo había estropeado, pero al menos podría ser honesto sobre lo que sentía por ella.
Le sonrió al buen doctor.
-De hecho, hay algo que puede hacer por mí.
Pedro se apoyó en la camilla mientras intentaba recuperarse.
-Eh, ¿te encuentras bien?
Alzó la vista y vio que Cecilia había asomado la cabeza por la cortina. Suspiró y asintió.
-¿Qué haces aquí abajo?
-Tenía un descanso y pensé que a ti tampoco te vendría mal uno.
Paula desvió la mirada de la expresión curiosa de su amiga mientras se dirigían hacia la sala del personal.
-Bueno, me parecía que te gustaría saber que acabo de informarle al doctor Baxter de que no me llamo Terri.
-Estupendo -logró sonreír-. ¿Qué te dijo?
-Que el único modo en que podía recordar el nombre de Cecilia era asociándolo con comida italiana -sonrió. Oh, y me preguntó si me gustaría salir a cenar con él.
A pesar de sus recientes desastres románticos, Paula se sintió feliz por su amiga.
-Sabía que lo conseguirías.
-De acuerdo, Paula --dejó de sonreír-, suéltalo. ¿Qué pasa?
- Pedro pasó por aquí -repuso después de mirar alrededor.
-¿De verdad? ¿Que te dljo?
-Lo mismo -gruñó-. Que lo sentía.
-Y quizá sea verdad.
-Bueno, con eso no me basta.
-Paula , ¿qué quieres que diga?
-Nada -frunció el ceño--. Quiero que se mantenga alejado de mí.
-¿Estás segura?
-¿Después de lo que hizo? -introdujo , monedas en una máquina expendedora de refrescos.
-No lo defiendo, pero cualquiera puede cometer un error.
-Cecilia, un error es sumar mal dos números. Él tiene un defecto básico de carácter... es un egoísta al que no le importan los demás - contuvo las lágrimas--. Es evidente que yo no le importo.
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